martes, 2 de mayo de 2023

PERSONALIDADES CAMALEÓNICAS





















Escribe: Gabriela Borraccetti *

Los límites no debieran ser limitaciones, sino bordes claros en donde delinear una figura. Por ejemplo, el cuerpo tiene un límite visible, y nadie podría confundirnos con la persona, los objetos o las plantas que se encuentran a nuestras espaldas o se hallan fuera del campo de lo que llamamos "yo". Allí donde puede destacarse algo que sobresale y resalta, se delinea el centro de un foco que nos permite saber dónde algo o alguien comienza y termina, estableciendo, gracias a lo claro de la imagen, una identidad en tanto otro con el que podemos interactuar.
Cuando alguien confunde la figura con el fondo, pasa a ver al otro como algo amorfo, y por ello, necesariamente se extra-limita; observando esa realidad que tiene frente a sí, como si fuese una mancha borrosa; tal como si le faltaran los lentes correctos para distinguir lo esencial de lo secundario; o los bordes del fondo. Su dificultad en observar límites, se traduce entonces en problemas para establecer los propios bordes; mostrándose como peces sumamente resbaladizos, que difuminan todo lo que dicen, hacen, piensan, muestran de sí, y hacen.
Son las típicas personas que hablan y no saben cuándo parar de hablar; son aquellos en cuyas vidas, los vínculos se "chocan" y mezclan, sin saber dónde empiezan las obligaciones de uno y los derechos de otro; sin existir nociones claras de "autoridad"; y que guardan, bajo una aparente docilidad, el sentimiento de ser "víctimas" de la falta de claridad y límites de los demás.
Por supuesto, para quien carece de bordes claros, es muy difícil no cambiar de forma-identidad, gracias a lo endeble de su contorno; y es por eso que ellos mismos actúan como si fuesen camaleones, decepcionándose muy seguido en sus vínculos, cuando el otro se ve abrumado por la constante metamorfosis a la que inconscientemente echan mano cada vez que insisten en traspasar las barreras que delimitan el contorno ajeno.
Gracias a este tipo de dinámica, nunca se sienten satisfechos con lo obtenido en la relación yo-tú; y es por ello que buscan en una persona, en otra, y en otra más; a alguien que los escuche indefinidamente, los comprenda indefinidamente, los atienda indefinidamente, los contenga indefinidamente y los sostenga ilimitadamente. Les resulta prácticamente imposible distinguir entre el propio lugar y el del otro; generando todo tipo de situaciones incómodas que finalizan normalmente con un portazo o la construcción de un murallón, cosa que se entienda que ya no se tolera más el "traspaso" de fronteras.
Fácilmente, se puede deducir que tal tipo de ida y vuelta genera agresión en el entorno, y es por ello que las relaciones suelen tener finales bastante dolorosos y álgidos, o volverse realmente insidiosos; reafirmando el mito personal de que la vida es injusta, dolorosa, y que es necesario convertirse en mártir, o en alguien que termina por creerse espiritualmente superior, gracias a su capacidad de sufrimiento. Así es como el círculo vuelve a empezar.
El exceso de límites construye una personalidad rígida. La falta de ellos, impide una clara identidad. En el medio, se encuentra la personalidad sana.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista y artista plástica.
Para contactar con ella por consulta psicológica o terapia psicoanalítica, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

PALIMPSESTO





































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Tampoco nosotros tenemos suficiente pergamino, y por eso carecemos del que poder enviaros; pero os hemos enviado dinero con el que, si así lo disponéis, podáis comprarlo. (San Braulio, obispo de Zaragoza, siglo VII)

Palimpsesto, del latín palimpsestus y éste del griego παλίμψηστος (de πάλινpalin—: de nuevo, otra vez, nuevamente; y ψάωpsao—: raspar, frotar), es un vocablo utilizado para designar a un manuscrito antiguo sobre pergamino o vitela (y también sobre papiro, aunque no haya evidencia material de ello; pero sí referencias en algunos pasajes de las obras de Plutarco y Cicerón) en el cual el texto originalmente grabado en él, haya sido borrado, de modo que ese mismo soporte pudiera admitir otra scriptio (llamada "superior"); pero a la vez, dejando percibir rastros de la que fuera eliminada ("inferior").
Ya en el medioevo, la conquista de Egipto en el siglo VII por parte de los árabes, trajo aparejado el cese de la comercialización de papiro.


En cuanto al papel (inventado por los chinos en el siglo II a.C.), recién sería introducido por los árabes en España en el siglo X, y si bien su fabricación empezó a extenderse por Europa a partir de los siglos XI y XII; no sería sino hasta la segunda mitad del XV que se estimularía la misma, como consecuencia de la invención de la imprenta de tipos móviles que se atribuye a Gutenberg. Asimismo, los altos costos que representaba la producción de pergamino, lo convertían en un soporte carísimo (y la vitela lo era más aún), y de allí, pues, la necesidad para los monjes y copistas de reutilizarlos.
Entre los más famosos pueden citarse el Codex Nitriensis, copiado en el siglo IX por el monje Simeón (¿de Durham?) que transcribió en siríaco un tratado de Severo de Antioquía en una vitela de la cual previamente se habían borrado copias en griego del siglo V o VI, a lo sumo, de La Ilíada de Homero, Elementos de Euclides y el Evangelio de Lucas. En la actualidad, se halla en la Biblioteca Británica, en Londres, Inglaterra.


Y el hoy por hoy más célebre de los palimpsestos, el llamado de Arquímedes, que tiene una interesantísima historia: en el siglo X, en Constantinopla (actualmente y desde 1930, Estambul), un anónimo escriba compuso un códice en el cual había copiado en griego seis tratados de Arquímedes y un juego griego, una especie de rompecabezas geométrico, cuya creación se le atribuye: Sobre el equilibrio de los planos, Sobre las espirales, Medida de un círculo, Sobre la esfera y el cilindro, Sobre los cuerpos flotantes, El método de los teoremas mecánicos y Stomachion. Tres siglos después, posteriormente al saqueo de Constantinopla durante la Cuarta Cruzada, el códice fue a dar a Jerusalén, donde en 1229 un monje llamado Johannes Myronas lo deshizo, cortó por la mitad las hojas de pergamino que lo componían y borró, aplicando zumo de naranja, los textos de Arquímedes, tras lo cual utilizó ese soporte junto a otros seis códices para hacer un libro de salmos y oraciones cristianas del rito griego. El libro permaneció cuatro siglos en el monasterio de San Sabas, en Judea; tras lo cual fue reintegrado a Constantinopla. Allí, en 1846, lo examinó el lingüista alemán Konstantin von Tischendorf, quien descubrió que bajo la escritura litúrgica había textos de Arquímedes y se quedó con uno de los folios (el cual se halla actualmente en la biblioteca de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra); hasta que en 1906, el filólogo e historiador danés Johan Ludvig Heiberg examinó el palimpsesto y lo fotografió concienzudamente, publicando en 1910 y 1915 los resultados de su investigación. Al estallar la Primera Guerra Mundial, el libro desapareció (luego se descubriría que había permanecido en manos de distintos coleccionistas privados), hasta que en 1998 fue subastado por Christie's en Nueva York, siendo adquirido en la suma de U$S 2.200.000 por un comprador que no quiso revelar su identidad y que después lo entregó en guarda al Walters Art Museum de Baltimore, Estados Unidos, para que fuera restaurado y descifrado. Concluido el proceso de restauración y conservación de las páginas, las mismas fueron digitalizadas y analizadas con modernas tecnologías, y así el museo logró transcribir el 80% de los textos y la Universidad de Stanford hizo lo propio con el resto, trabajos estos merced a los cuales la humanidad conoce hoy y a partir de 2008 en que fueron publicados íntegramente y subidos a Internet, Método de los teoremas mecánicos de Arquímedes que se creía perdido para siempre, y dispone de la única copia en griego de Sobre los cuerpos flotantes.



También diversos escritores se han ocupado de los palimpsestos en la literatura. Así por ejemplo, Arthur Conan Doyle en El regreso de Sherlock Holmes, "Las gafas de oro" (págs. 344 a 348 de la edición digital de Sherlock Holmes. La colección completa, eBooks con Estilo, 2012), hace aparecer a su famoso detective intentando descifrar uno de ellos, en compañía de su semper fidelis Watson, sumido éste a su vez, en la lectura de un tratado médico; y por su parte, Edgar Allan Poe en "El escarabajo de oro" (págs. 69 a 105 de Edgar Allan Poe. Historias extraordinarias, Emecé Editores S.A., Buenos Aires, 1947) nos describe a su personaje Guillermo Legrand descubriendo el tesoro enterrado del pirata Capitán Kidd, lo cual logra a través de descifrar un palimpsesto (si bien el autor no lo designa específicamente con esa palabra) en vitela cuyo texto oculto se evidencia al aplicarle calor al documento.
Sería caer en lo maniqueo adherir a quienes postulan la tesis de atribuirle al cristianismo la intención expresa y manifiesta de condenar al olvido textos técnicos y científicos de la tardo  antigüedad borrándolos para sobre escribir en sus soportes, otros de carácter religioso y litúrgico. Al respecto, señala Angel Escobar en El palimpsesto grecolatino como fenómeno librario y textual: "Por lo demás, es obvio que el texto que acaba por imponerse en el códice sobre su precedente refleja una preferencia, pero no necesariamente —es más: a buen seguro, sólo de manera excepcional— una postergación deliberada de ese texto subyacente en concreto, ni siquiera reconocido con frecuencia, en los centros de copia, entre el magma de ese prontuario de pergamino al que antes hacíamos referencia. No cabe hablar, en este sentido, de una acción concertada frente a un tipo de literatura en concreto, frente a un canon en decadencia: seguramente no fue la animadversión hacia el texto de Arquímedes lo que motivó la reutilización del códice que lo albergaba, sino la indiferencia hacia él, como en el caso de tantos otros autores griegos y latinos. Sí, más bien, cabe establecer hipótesis sobre el declinar de unos cánones (a veces sólo pasajeramente, en el intervalo entre dos 'renacimientos' culturales) y el aflorar de otros en el momento de la reutilización de los códices, por mucho que apenas pueda irse más allá de una delimitación de tendencias generales".
No obstante lo citado; entiendo menester no soslayar la consideración de que el libro de Escobar fue auspiciado y editado por las cristianísimas Institución "Fernando el Católico" y Universidad de Zaragoza.
Y ahora ya sabe usted, estimado lector, a qué se refieren cuando le mencionen la palabra palimpsesto o cuando la vea escrita.
Después de todo, también podríamos considerar a la historia como un gran palimpsesto en el cual continuamente el hombre (que constituye el objeto y el sujeto de la historia); borra y reescribe ora la crónica de sus propias grandes hazañas, ora la abyección de sus propias miserias.
¡Hasta la próxima!

-Juan Carlos Serqueiros-