domingo, 12 de febrero de 2012

PENSANDO COMO UNA ACELGA




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

PENSANDO COMO UNA ACELGA
(Beilinson - Solari)

Volanteás, volcás
tu taxi paranormal
tan fuera de foco
meloneando el coco
parpadeando a lo Gurú-vudú.
Definitivamente limpio!
Definitivamente curado!
(así también te ves bien)
Ciego de felicidad
(tu cerebro es un jabón!)
con tu flor de espadas
en plan de chofer suicida
y de curabichero on-line.
Pero a veces, muy pocas veces
se te escapa un poquito el diablo
(así también te ves bien...).
Te servís, brindás
con un consejito cruel
loco por una colilla
(vas en carne viva!)
y gracias por el trago, man!
Dicen que ya no hay huevos de oro
al final del arco iris.
Las reliquias huelen mal!
abracadabra... bla bla!
Estás tan sonaja, man!
Cara de loco esqueleto
masticás la pepa de loquito yé yé
Definitivamente limpio!
Definitivamente curado!
Así también te ves muy bien!

Ya desde el título nomás, la mano viene brava: Pensando como una acelga. ¿Y cómo cuernos piensa una acelga? Obviamente, al ser una planta, un vegetal; no piensa. Y de allí lo irónico, la sorna de ese título aplicado a alguien que no piensa, que se mueve por las pulsiones que le dictan, ya sea alternativamente o ambos a la vez, el estado de pirucho, de piantado que detenta y las pepas que se zampa.
El chabón maneja un taxi, pero eso de taxi es genérico y en sentido figurado; porque no es un taxi tal como los que estamos acostumbrados a ver en la cotidianeidad. Su auto no es uno pintado de amarillo y negro ni el tipo es el tachero al que estamos habituados, no; este maneja un coche de alquiler de esos con chofer incluido, una especie de remis, tal como podemos observar claramente en las tarjetitas con imágenes que acompañan al disco compacto Momo Sampler. Muchos confunden en esa ilustración, el adminículo que se ve en el techo del vehículo, con una sirena policial, e infieren de esa errónea mirada que el chabón es yuta. Y no es así; el coche es un coche de alquiler, un remis, y lo del techo no es una sirena, sino simplemente un cartel luminoso identificador de algo, como por ejemplo, el nombre de la compañía de remises.
Ese auto que maneja es un "taxi paranormal", es decir, que se usa también para algo ajeno a su fin normal. Y eso es porque el tipo utiliza el remis para su "actividad paralela": engatusar a la gente haciéndose el "gran gurú", el capo de lo paranormal, y distribuir drogas "a domicilio", un drogo-delivery, digamos.
Él está "fuera de foco", es decir, está más allá de lo considerado normal o habitual por la generalidad. Es uno de esos personajes del mundillo de "magos vudú", parapsicólogos (o sea, pseudo psicólogos, psicólogos truchos) y demás, que se la pasan "meloneando el coco" de la gente, y que en definitiva, son también una murga más de las que integran el carnaval de esa sociedad argentina travestida del 2000 en la cual nadie parece ser lo que en realidad es y que tan magistralmente el Indio nos pinta en ese discazo que es Momo Sampler.
El protagonista de la letra, con pretensiones de "gurú" y enroscado en todo eso de lo relacionado con lo paranormal, agarra el auto y se dirige a algún sitio que Solari no especifica y al cual no se alude ni siquiera implícitamente, y que por lo tanto es un detalle carente de importancia (y si uno no fuese, como debe serlo un redondo de ley, consciente de la honestidad intelectual del Indio; cabría pensar que quizá el ocultamiento o falta de mención del sitio al que se dirige debería indicar algo; pero no, no es así). Y ocurre que cualquiera sea el lugar al que se dirige, va "ciego de felicidad", con una felicidad sólo aparente, engañosa, mentirosa, producto del alcohol y toda la falopa que se haya mandado ("tu flor de espadas", aludiendo a que está hasta los bujes de alcohol, drogas y locura) y como lógica consecuencia de eso; con su cerebro hecho "jabón".
En ese contexto, sale con el auto en "plan de chofer suicida" (significando que en el estado en que se encuentra, no es muy complicado inferir que se iba a terminar haciendo percha en un accidente de tránsito, ya sea en forma voluntaria -si lo de "suicida" fuese en sentido literal-, o involuntariamente -si se tratara de una metáfora-, lo cual, sea como fuere, no cambia nada, porque de ambas maneras sería igualmente un "chofer suicida", sea que se haya querido matar por decisión propia o sea que manejar un auto con el combo fatal de escabio, drogas y locura encima; lo haya conducido indefectiblemente a crepar en un accidente).
Pero además de "chofer suicida" de un auto de alquiler, el chabón es un dealer de drogas y un busca, uno de esos "parapsicólogos" más falsos que beso de suegra. Y le va a brindar su "provisión" y su "asesoramiento" en ese metier ("curabichero on-line", significando que le lleva a su cliente la falopa que pidió, como fiel servidor siempre listo para satisfacer lo que le requieran), al supuesto pasajero que se dirige a buscar.
Parece que el tipito se había propuesto no consumir alcohol ni drogas mientras estuviera "laburando" con el auto, pero... las adicciones pudieron más que su fuerza de voluntad (escasa, por lo que se trasluce), y esa vez, al igual que otras "veces, muy pocas veces" (irónicamente, claro, aludiendo a que minga iba a cumplir con eso de abstenerse de darse con tutti mientras trabaja), se le escapó "un poquito el diablo", y vuelta a lo mismo de siempre: alcohol, drogas y locura.
Y es ese "pasajero" a quien va a ver, el que le convida al del "taxi paranormal" lo que sea que esté tomando él mismo y lo deja pitar del porro que se está fumando ("loco por una colilla"), todo lo cual el chabón agradece ("gracias por el trago, man!"), retribuyéndolo, como yapa, con sus "servicios parapsicológicos" ("con un consejito cruel", en alusión a la "magia vudú" que se jacta de ejercer).
Luego, lo deja al "pasajero" y va manejando de regreso, ya totalmente dado vuelta por tanto escabio, porro y lo que se haya tomado antes del viaje, lo cual lleva al paroxismo mandándose, cosa de completar el cóctel explosivo... ¡lo que le faltaba!: otra pepa ("masticás la pepa de loquito yé yé", en una reminiscencia solariana de la movida beat española: allá, a los artistas de la psicodelia, a los que buscaban la creatividad a través del LSD, les decían "loquitos yé yé").
En ese cuadro de situación, totalmente pirado, loco de atar ("estás tan sonaja, man!") y completamente alucinado por todo lo que ingirió y absorbió; trata de justificarse diciéndose a sí mismo que ese curro de dealear drogas y esa chantada del "servicio parapsicológico"  ("abracadabra... bla bla") que les "brinda" a los giles que engancha con eso, lo ejerce porque -según su punto de vista- "no le queda otra", porque el ganarse la vida laburando honrada y esforzadamente le repugna ("las reliquias huelen mal!!" dice, queriendo significar que los laburos tradicionales, a él no le van). 
Y hay, de paso, una suerte de identificación solariana con el personaje que describe en la canción: "Dicen que ya no hay huevos de oro al final del arco iris", afirma, citando la leyenda celta que cuenta que al "final" del arco iris (que no tiene final, sencillamente porque el arco iris no tiene existencia física; es un fenómeno óptico-meteorológico) hay una olla con huevos o monedas de oro, custodiada por un duende; y que aquel que tenga la voluntad, el arrojo y la pericia de darse maña como para llegar al final del arco iris, obtendrá ese tesoro (esa leyenda es una metáfora para señalar que el tesoro se alcanza al término de una vida de trabajo fecundo, constante y esforzado). Se refiere a que él no quiere emprender esa búsqueda del tesoro llegando al final del arco iris, porque no está dispuesto a "sacrificarse" laburando en algún metier de los convencionales; entonces encuentra justificado su curro de distribuir drogas y estafar giles con sus "servicios parapsicológicos" de "gurú vudú", para así hacerse de unos mangos.
Y bueno, así, "pensando como una acelga", obnubilado por la falopa y el alcohol, pasa lo que era previsible que pasara: se pega un terrible palo y palma en un accidente ("volanteás, volcás").
Y si él creía que antes se veía "bien" con su curro; ahora, muerto, "definitivamente limpio", "definitivamente curado"; tambien se ve bien... muy bien!
Y ya lo sostiene el dicho popular: Quien mal anda, mal acaba.