martes, 10 de abril de 2012

UNA RATA MUERTA ENTRE LOS GERANIOS





















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

UNA RATA MUERTA ENTRE LOS GERANIOS
(Solari)

Con un soplo vacío mi boca
es tarde en la noche y no puedo dormir,
silenciosa, mi risa está oscura,
domina mis labios, me obliga a mentir.
Nieblas cubren el parque
ponen un velo que quita vida y da ilusión.
Necesito de algún paraíso
que obligue a mi cuerpo a jugar con vos.
Aunque estoy atado a tus diabluras
sabés que siempre estoy a favor del adiós.
Perros como fantasmas
que nos rodean en la neblina al caminar.
La belleza es siempre temible
y se hace difícil poder soportar
cuando vas de un silencio a otro
cubriendo tus ojos con mi soledad.
Nubes que son sospechas
(mientras me llegan perfumes de la tempestad)
Las ves?

Un día que aún no terminó, un día "de aquellos", en fin, uno de "esos" días...
Iba a escuchar a Braulio López, el Olimareño, cantando a dúo con Julio Víctor González, el Zucará, interpretando esa hermosa canción a Rocha (¡cómo me gusta Rocha! ¿"dónde hay un mango, viejo Gómez", para poder volver a sus playas?): En tu imagen, esa que dice "Esperanza dura en el cazón / bota y pescador oliendo a sal / sueño bucanero del galeón / piel de lobo, duna y roquedal".
Pero, vaya uno a saber por qué, en un arrebato terminé por poner El perfume de la tempestad y por detenerme en el (para mí) mejor tema de ese ramillete sublime de doce canciones: Una rata muerta entre los geranios. 
Y dejo volar el pensamiento y reflexiono en hasta qué extremos lleva el Indio el mantener su coherencia... ¿Vieron que en TODOS los discos, tanto en los del tiempo en que los Redondos eran una feliz realidad que hacía un poco más soportable esta vida que al final de cuentas uno no pidió; como en los tres enteramente suyos, siempre, SIEMPRE, hay dos temas que Solari considera los principales, y mete uno como inicio y otro como final? Bueno, El perfume no es la excepción: arranca con Todos a los botes! y culmina con este... TEMÓN. 
Y en ese divague, se me ocurre un jueguito: voy a hacer de cuenta que soy el Indio, a ver qué tal funca eso que llaman empatía, a ver qué sale...: 
Estoy en mi casa, en Parque Leloir... no tuve un buen día y para colmo, estaba jugando con Bruno en el parque, y encontré una desagradable sorpresa: "una rata muerta entre los geranios"; así que mi humor no es de los mejores. "Silenciosa, mi risa está oscura", me digo en un oxímoron -que me empeño en que no suene como tal- de esos que de tanto en tanto se me ocurren y que seguramente después algún pavote de esos en cuyas manos quedó todo el sueño, escribirá en una pared, o que algún boludito de la luna de esos de bohemia trucha y conventillera, con fingido aire abstraído repetirá, tratando de enganchar una de esas tipas porno-nazi look. Suelto un bufido de bronca impaciente, "con un soplo vacío mi boca", no puedo conciliar el sueño, "es tarde en la noche y no puedo dormir". En la cama, a mi lado, Virginia me pregunta si estoy preocupado, o enojado. ¡Pobre, mi amor! No puedo, no quiero entristecerla con mis pensamientos negros ¿para qué? Así que miento: finjo alegría y le respondo que no, que no me pasa nada, y me fuerzo hasta dibujarme esa "risa que está oscura", que "domina mis labios" y que "me obliga a mentir".
Me levanto de la cama, paso por el dormitorio de Bruno y lo contemplo durmiendo, con ese tesoro de los inocentes que perderá más temprano que tarde. Salgo a dar un paseo por entre las "nieblas" que "cubren el parque" de mi casa, tendiendo sobre la noche un manto que me entristece aún más, exacerbando mi melancolía, "un velo que quita vida", pero que a la vez, me "da ilusión"; porque después de todo, como cierta vez me dijo el torito Chas-chás: "al morir crecemos más que todas las galaxias"; así que en una de esas...
Tengo que salir de este estado de ánimo, mejorar mi humor, "necesito de algún paraíso que obligue a mi cuerpo a jugar con vos", Bruno; porque aún cuando disfruto intensamente de la inocencia de tu niñez y lo gracioso de tus travesuras, "aunque estoy atado a tus diabluras"; soy consciente de que crecerás y de que llegado el momento, te irás, buscando tu propio camino; esa es la ley de la vida... y "sabés que siempre estoy a favor del adiós". 
Sigo mi nocturno, desvelado paseo por el parque y desde la sombras surgen mis ovejeros alemanes, acompañándome... esos "perros como fantasmas que nos rodean en la neblina al caminar".
¿Sabés, Bruno, hijo mío? "La belleza es siempre temible". Esa hermosura de tu niñez, digo. Yo quisiera estar todo el tiempo con vos, quisiera en este momento mismo no estar solo, vagando por el parque de casa, desaría que no estuvieses durmiendo y que caminaras a mi lado; porque "se hace difícil poder soportar cuando vas de un silencio a otro cubriendo tus ojos con mi soledad".
Oigo los truenos que preanuncian la tormenta, los relámpagos iluminan fugazmente las tinieblas. Alzo mis ojos al cielo y ahí están ellas, esas "nubes que son sospechas" (mientras me llegan perfumes de la tempestad)". Y vos, hijo mío "¿las ves" al igual que las veo yo? Son esas nubes, justamente esas, las que me pusieron así, en este estado de ánimo triste, melancólico, malhumorado. No fue la rata muerta que encontré entre los geranios, no, esa fue sólo la excusa para escribir esto; fueron esos nubarrones los que despertaron en mí la sospecha, el pensamiento, la certeza más bien diría, de que algún día ya no estaremos juntos, porque yo habré partido... la muerte y yo; o porque vos, hijo, habrás crecido y te habrás ido. Y eso, Bruno, eso es lo que huelo, eso es el perfume de la tempestad.
Y ahora que exorcicé eso que me tenía mal, llegó el fin de mi caminata por el parque de casa. Me voy a dormir, y seguro que ahora sí voy a poder conciliar el sueño. Chau.
Ah!, díganle al Juanca, ese tal Juan Carlos Serqueiros, el nabo que anda dando vueltas por ahí, intentando interpretaciones pedorras de mis letras, que eso que hace es una cadorcha. Y ustedes, dejen de gritar como si fueran trolas histéricas eso de "sólo les pido que se vuelvan a juntar" ¿Con quiénes quieren que me vuelva a juntar, con los que me cagaron? ¿No entienden que los Redondos fueron una enorme historia de amor? Y esa historia de amor se terminó. ¿O nunca experimentaron la desilusión y el desamor como corolarios de una traición? Si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía ¡no vas a regatear!
"No me lloren, crezcan". Nada me gustaría más que un cambio que me deje afuera. Demuéstrenme que estaba equivocado cuando escribí que en manos de pavotes todo el sueño quedó.

ENLACE A LA CANCIÓN EN YOU TUBE: http://www.youtube.com/watch?v=mOixi6Xt9N8

-Juan Carlos Serqueiros-