sábado, 25 de diciembre de 2021

¿DÓNDE Y A DÓNDE?

 




¿DÓNDE Y A DÓNDE?
(Poema de Juan Carlos Serqueiros)

¿A dónde habrán ido los “te quiero” que callé,
los besos que no di,
las palabras que guardé,
los llantos que reprimí
y los reproches que a expresar,
nunca, jamás, atiné?

¿A dónde habrán ido las preguntas
aquellas que no formulé,
las vergüenzas que oculté,
las mentiras que evitar procuré
(en vano)
y la pena amniótica que arrastro?

¿Dónde pondré mi dolor?
(Para que nadie lo sepa)
¿A dónde desterrar esas preguntas
para las que no quiero respuestas?
¿A dónde irá esto que soy
cuando yo ya no sea?

¿Lloramos la partida de los que amamos
o la certeza de nuestro propio fin?
(Ese que sabemos inexorable
y más próximo cada vez)
La mañana se ha vuelto tarde…
¡Y la muerte con este sol!…

Después, vendrá la noche…
¡Con sus tinieblas, Dios! (¿o dios?)
Y los fantasmas del ayer al acecho
para presentarse como culpas
y exigirme el pago de añejas facturas
cuya cancelación (dicen) fui demorando.

¿Dónde esconderé mi dolor
y a dónde iré con él?
¿Dónde y a dónde con él a cuestas?, ¡Dios!
(¿o dios?)
¡Qué nada es este todo, Dios!
(¿o dios?)

Lo que hay de cierto es sólo
la espantable sima sin fondo, ¡Dios!
(¿o dios?)
de esta pena que me lacera.
Y esta tristeza que va conmigo
desde antes que yo sea yo... 

-Juan Carlos Serqueiros-

Imagen: Albert Gyorgy, “El vacío del alma (Melancolía) [Vidul sufletului (Melancolie)]”, escultura, 2012

jueves, 2 de diciembre de 2021

LOS ERRORES (¿U HORRORES?) EN SOY ROCA, DE FÉLIX LUNA








































Escribe: Juan Carlos Serqueiros


Si el ilustre San Martín pudiera hablar para pedir algo al Congreso de la Nación Argentina, sería precisamente que restableciera la provincia de Misiones donde él nació, porque no es cierto que haya nacido en territorio de Corrientes, sino en lo que fue, y no es hoy, provincia de Misiones. (Rafael Igarzábal, senador nacional por San Juan, 16.09.1881)

En la p. 61 de Soy Roca (ed. Sudamericana, 2012), su autor, Félix Luna, consigna: “… por el río Paraná, a la altura de la Tranquera de Loreto, donde hoy existe la ciudad de Posadas…” (sic). Se trata de un error —grosero, como veremos más adelante— de Luna.
Lo cierto es que se llamaba Tranquera de Loreto a una ancha y profunda zanja hecha alrededor de 1632, en tiempos de las estancias jesuíticas, que corría desde la laguna Iberá hasta el límite de la estancia Santa María en la orilla del río Paraná. Esa zanja formaba parte del complejo sistema de drenaje de dicho establecimiento y cumplía, además; el cometido de impedir el paso de ganado más allá de dicho punto (de hecho, a esa finalidad última, se debía lo de llamarla tranquera). Se situaba en la actual (y desde 1864) ciudad de Ituzaingó, en la provincia de Corrientes.
En cuanto a lo que había en la hoy por hoy (y desde 1879) ciudad de Posadas, no era “la Tranquera de Loreto” como afirma el citado historiador; sino la Trinchera de San José (también mentada como Trinchera de los Paraguayos), que se situaba en la Rinconada de San José. Se trataba de un murallón de piedra y cal, de entre 2,5 y 3 metros de altura, que partiendo desde el cajón del arroyo Patotí, se extendía por aproximadamente 2,5 kilómetros. Lo había mandado levantar, alrededor del año 1833, el Dictador Perpetuo del Paraguay, doctor Gaspar Rodríguez de Francia, finalizándose su construcción entre 1838 y 1840. Nuestro país recuperó la posesión efectiva del lugar en los inicios de la guerra del Paraguay, más precisamente, el 3 de octubre de 1865. En 1870, el gobierno de la provincia de Corrientes dispuso la creación del departamento de Candelaria, fijando la capital del mismo en Trinchera de San José, y nueve años después, el 17 de setiembre de 1879, asignó a esa población el nombre de Posadas, en homenaje y agradecimiento a quien fuera Director Supremo: el notario Gervasio Posadas, que en 1814 había decretado la creación de la provincia de Corrientes incluyendo en su jurisdicción a las Misiones. Casi siete décadas después, en 1881, el congreso de la Nación votó afirmativamente la iniciativa del Poder Ejecutivo de federalización de Misiones, y al año siguiente, la legislatura correntina votó la cesión de Posadas al por entonces territorio nacional misionero, para que se la erigiese en capital del mismo.
En síntesis, la Tranquera de Loreto y Posadas, que para Luna son lo mismo, tienen tanto que ver entre sí como la velocidad de la luz y la cotización de la mandioca en el mercado de Tombuctú.
Por más que lo de Luna aparente ser un error (uno más de una larga cadena de ellos) limitado a… lo geográfico, por decirlo de algún modo; la cosa no es baladí, porque ocurre que ella se enmarca en un contexto de interpretación de circunstancias y sucesos históricos concatenados entre sí, acerca del cual él se permite pontificar con inadmisibles ligereza e irresponsabilidad.
En las páginas 229 y 230, Luna le hace decir a Roca: "Ahora se trataba de establecer las jurisdicciones de las nuevas gobernaciones nacionales: La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Misiones, Formosa y Chaco… Los que quedaron más resentidos con la retención de estos nuevos territorios por parte de la Nación fueron los correntinos. Sus estancieros, la gente caté de la provincia, habían considerado como propia la región que se declaró Territorio Nacional de Misiones, y estimaron que la ley que erigió la jurisdicción cuya capital sería Posadas importaba una verdadera mutilación. Es posible que desde el punto de vista histórico fuera así, y ni siquiera niego que al hacerlo no hubiera pesado en mi espíritu algún propósito de castigar a la provincia que en 1880 fue cómplice de la rebelión tejedorista… Allí fue de gobernador mi hermano Rudecindo, al que casi volvieron loco con denuncias sobre cohechos y abusos de autoridad…" (sic).
Presentar a un Zorro sediento de venganza contra aquella Corrientes de Cabral que se había aliado a la Buenos Aires de Tejedor sumiendo entrambas en la guerra civil al país, y “castigándola” por ello, es lisa y llanamente un soberano disparate. Encima; agravado por el hecho de que no es Roca sino el propio Luna quien “piensa” así, pero carece de los atributos que hay que tener para sostenerlo, y recurre entonces a la deleznable actitud de atribuírselo a otro. Y además; equivale directamente a evidenciar un desconocimiento absoluto de la índole del biografiado, porque eso de un Roca vengativo, seguro que no lo hubiese concebido ni el más enconado de sus enemigos. La verdad es que las circunstancias coyunturales de la política exterior (vulnerabilidad de fronteras y apetencias extranjeras) demandaban la urgente federalización de Misiones, por más que en Corrientes se cacareara —y se cacarea aún— de presuntos derechos sobre ella [los cuales, por otra parte, nunca pudieron demostrar los correntinos más allá de declamarlos a voz en cuello y rasgándose las vestiduras, porque después de todo, muchos de sus historiadores cantan loas y dedican ditirambos a Pedro Ferré, a la vez que con selectiva memoria “olvidan” que so pretexto de hacerle la guerra a Rosas; aquel carpintero de ribera al que reputan como “el campeón del verdadero federalismo” (?), en 1841 había regalado “generosamente” al gordo tiranuelo del Paraguay, Carlos Antonio López, los pueblos misioneros de Candelaria, Corpus, Loreto, Santa Ana y San Ignacio, además de la Rinconada de San José, hoy Posadas]. Y eso sin contar que para sustraerlos a la dominación paraguaya, tuvo que ir un misionero: Andresito, cuya figura histórica esos caté que menciona Luna, aborrecían (y siguen aborreciendo). Con respecto al hermano del presidente Roca, Rudecindo (y ya que estamos, también el gobernador de Corrientes, Antonio Gallino, y buena parte de la oligarquía correntina), lejos de ser alguien a quien "casi volvieron loco" con denuncias; era un consumado cachafaz, tanto él como los otros mencionados, y todos hicieron pingües fortunas con operaciones de tierras.
En fin, digamos que en Soy Roca las pifiadas son harto frecuentes, incluso hasta lo exasperante. Por citar algunas, nomás, le cuento, mi apreciado lector: Luna pone en boca de Julio A. Roca estas palabras: “quedaron abonando la tierra paraguaya:… mi padre y mis hermanos Marcos y Celedonio” (sic), cuando a decir verdad, ello sólo es cierto en el caso de Celedonio Roca Paz, ya que José Segundo Roca y Marcos Roca Paz murieron (por enfermedad y no en combate) en la provincia de Corrientes; no en el Paraguay. Trascartón, le atribuye a Roca esta consideración sobre su propio hermano: “mi pobre y flojo Celedonio” (sic). Es imposible determinar a cuál inefable alquimia habrá apelado Luna para imaginar y mostrar a Julio A. Roca reputando de flojo a su hermano Celedonio, toda vez que ese presunto flojo, en la batalla de San Ignacio, San Luis, en 1867 —esto es, un año antes de su muerte en el Paraguay—, ¡había sido mencionado especial y honrosamente en el parte militar y ascendido a capitán en mérito a su valor por la carga a la bayoneta que condujo! Y termina Luna haciéndole decir a Roca que Celedonio murió “en la batalla de Las Palmas” (?). De más está aclarar que no hubo en la guerra del Paraguay ninguna batalla mencionada como de Las Palmas, de manera tal que no me queda más remedio que rendir justiciero homenaje a la aparentemente inagotable capacidad de inventiva de Félix Luna.
Por mi parte, infiero como probable que Celedonio Roca haya sucumbido en Palmas (donde desde fines de setiembre de 1868 se encontraban acantonadas las tropas del ejército argentino para la Campaña del Pikysyry), durante alguna escaramuza contra partidas de soldados paraguayos que el tirano psicópata y megalómano Francisco Solano López enviaba para hostilizar el campamento, o bien durante algún enfrentamiento con el enemigo en el transcurso del reconocimiento dispuesto por Caxias y Gelly y Obes; porque reitero: ni Garmendia ni Thompson ni ningún otro cronista que yo haya leído cita una “batalla de Las Palmas”, la cual existió sólo en la fértil imaginación de Luna.
No obstante lo hasta aquí enunciado —que, palabra de honor: fue emitido sin perjuicio de reconocerle los innegables méritos que le corresponden por su revista Todo es Historia—, diré que para mí, Luna como historiador es un gran poeta. Porque al fin de cuentas, es por esa hermosa y envidiable cualidad, que le surge portentosa y magistral, demostrándose en su maravillosa Navidad nuestra (lado B del vinilo de La misa criolla), en su magnífica Juana Azurduy, en su bellamente triste Alfonsina y el mar, en su heroica Los caudillos y en su arrobadoramente amorosa Zamba de usted, que uno termina por disculparle al bueno de Félix tanto su visceral gorilismo como la canallada de zamparle a Evita aquel maldito “ha peculiado mucho” (del que sinceramente, abrigo la secreta esperanza de que se haya arrepentido).
Pero bueno, che… Después de todo, si uno echa una ojeada sobre el actual espectro (y nunca mejor empleado el término) de… historiadores, digamos, siendo buenos; distinguirá especímenes tales como un O’Donnell, una Canale, un Romerito, un Chumbita, una Sabina, un Terragno, un Balmaceda, un Ocampo… (y nótese que los menciono de todo pelaje, eh, desde el alazán al tobiano). 
Ante semejante panorama, dígame usted si no está perfectamente justificado que uno experimente el irrefrenable deseo de prorrumpir en un estentóreo “¡Volvé, Falucho! Fuimos injustos con vos y te juzgamos mal”.

-Juan Carlos Serqueiros-
_____________________________________________________________________

REFERENCIAS

Cárcano, Miguel Ángel. Evolución histórica del régimen de la tierra pública. 1810-1916. Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1970.
Garmendia, José I. Recuerdos de la guerra del Paraguay. Imprenta y Casa Editora de Jacobo Peuser, Buenos Aires, 1884.
HSNA. Diario de Sesiones, 1881.
López Breard, Miguel R. Ituzaingó. Un acercamiento a su pasado. Ediciones Moglia, Corrientes, 2001.
Luna, Félix. Soy Roca. Sudamericana, Buenos Aires, 2012.
Mari, Oscar. Las disputas entre Corrientes y la Nación por el territorio de Misiones durante el período 1865-1881 (en Coordenadas. Revista de historia local y regional, año VII n° 2, 2020).
Ramírez Braschi, Dardo. Contribución al estudio de las relaciones políticas entre Paraguay y Corrientes en el siglo XIX. Los casos de “Navegación del río Bermejo” y “Tranquera de Loreto” (1853-1860) (en Revista Nordeste. Investigación y Ensayos 2da. Época n° 26, Corrientes, 2006.
Thompson, Jorge. La guerra del Paraguay. Editor Juan Palumbo, Buenos Aires, 1910.
Valenzuela, María V. Las estancias de origen jesuítico-guaraní en Ituzaingó, Corrientes, como patrimonio del paisaje regional (en Actas del XXXIV Encuentro de Geohistoria Regional. Instituto de Investigaciones Geohistóricas, Resistencia, 2014).
Zouvi, Susana. La federalización de Misiones (en Revista de Estudios Regionales n° 1, Universidad Nacional de Misiones, 1991).