Por Gabriela Borraccetti:
Dormir con nuestros hijos puede parecer el gesto más tierno y protector. Nos ahorra levantarnos, calma culpas y da la ilusión de que no los estamos dejando solos. Pero… ¿realmente es bueno para ellos?
El colecho suele responder más a las necesidades emocionales de los adultos que a las verdaderas necesidades del niño. Y aunque parezca una forma de amor, muchas veces termina robándole algo esencial: su propio espacio, su autonomía y su tranquilidad emocional para dormir sin depender de otro.
En mi último artículo reflexiono sobre por qué el colecho, aunque se presente como una moda amorosa, puede traer más problemas que soluciones —y cómo ayudar a nuestros hijos a dormir en paz en su propio espacio, sin culpas ni miedos.
👉 Leé el artículo completo en mi blog:
🔗 Colecho: si o no