jueves, 27 de septiembre de 2012

A VECES, Y POR SUERTE, LA TRAICIÓN NO PAGA


























Escribe: Juan Carlos Serqueiros
 
"Y ya que todos te han calao de que sos un güey corneta, / y aunque ahura te arrepientas de haber hecho la traición; / pensá, Pardo, que es cierto lo que dijo aquel poeta: / que es al ñudo que lo fajen al que nace barrigón." (Carlos de la Púa, El batidor)
 
Venancio Benavides había sido -y en 1812 no hacía mucho de eso, apenas un añito nomás-; un héroe. Había sido.
Se ignoran tanto el lugar como la fecha, mes y año de su nacimiento, el que probablemente acaeciera circa 1781 en Santo Domingo de Soriano; pero lo concreto es que allí, siendo cabo de las milicias realengas lo tenemos en los primeros meses de 1811, anoticiándose de que el 15 de febrero, Artigas había dejado la capitanía de blandengues y pasado a Buenos Aires para ofrecer sus servicios a la Junta. Inmediatamente, Benavides, junto a Francisco de Haedo y Pedro Viera (ver mi nota en este ENLACE), convocaron a los paisanos de la campaña de Mercedes y Soriano a reunirse en el campo de Asencio Grande, junto al arroyo de ese nombre el 28 de febrero, para transmitirles la novedad; en lo que se conoce como el Grito de Asencio, y que Artigas llamó la admirable alarma.
Los triunfos patriotas se sucedieron en los encuentros trabados contra los regentistas de Elío: a las ocupaciones de Mercedes y Soriano, les siguieron las victorias de El Colla, el 20 de abril; San José, el 25; y Colonia del Sacramento, sitiada el 26 de mayo y que caería una semana después; todas acciones estas en las que Benavides fue el artífice, el protagonista más destacado. Un aura de legendario coraje acompañaba por entonces a su imponente presencia física (el hombre era de elevadísima estatura y dotado de una fuerza hercúlea), y de consiguiente, un orgulloso de sí mismo Venancio Benavides, recién ascendido a capitán y enancado a su creciente prestigio, solicitó incorporarse (junto a sus hermanos Manuel y Juan) al Ejército del Perú, lo cual le fue concedido, dándoselo de alta en dicha fuerza con el grado de teniente coronel y asignándosele el mando de una compañía integrada por tropas que habían participado del sitio de Montevideo.
El 26 de marzo de 1812, en Yatasto, Pueyrredón entregó a Belgrano el mando del ejército, o mejor dicho; de lo que quedaba del mismo después de los dislates cometidos por Castelli y Monteagudo y de las sucesivas derrotas de Huaqui, Sipe-Sipe y Nazareno. La moral de las tropas estaba muy relajada y el ánimo, por el suelo; y para peor, la opinión de las gentes era sumamente adversa a los patriotas. Y allí salió a relucir el genio inconmensurable de Belgrano, que todo lo suplió y remedió merced a su infinita paciencia, a su laboriosidad infatigable, a su puntillosa honestidad, a su abnegación que no conocía límites y al ejercicio de una finísima diplomacia; todo ello eficaz y convenientemente acompañado de la imposición a rajatabla de una férrea disciplina.
Pero esta última, no sería aceptada por todos los oficiales, entre ellos, Venancio Benavides que, digustado, desertaría en Humahuaca, en junio, y que no pararía en eso; sino que además se pasaría al ejército realista, informando detalladamente a Goyeneche sobre la situación de extrema debilidad de las fuerzas patriotas e instándolo a invadir Jujuy. Y días antes de la acción de Las Piedras, lo siguió su hermano Manuel. Al respecto, dice José M. Paz en sus Memorias póstumas:
 
Ese mismo día se pasó a los enemigos D. Manuel Benavides, habiendo hecho lo mismo en Humahuaca su hermano D. Venancio que murió meses después en la acción de Salta, orientales ambos que habían venido de su país a servir en el ejército que abandonaron por resentimientos personales con el jefe de su cuerpo. (sic)
 
En el transcurso de la batalla de Salta, Benavides, viéndose perdido, se hizo matar, situándose en el medio de un tiroteo intenso. Y así lo narra Paz:
 
No quiero dejar pasar esta ocasión de decir el trágico fin que tuvo ese día el célebre caudillo Oriental D. Venancio Benavides, bien conocido por la toma del pueblo de Mercedes y otros hechos de valor en la que es hoy República Uruguayana. Era capitán con grado de teniente coronel y mandaba una compañía, también de orientales, siendo teniente y alférez sus hermanos D. Manuel y D. Juan Benavides. Este habia quedado enfermo en Tucumán, a su paso con la compañía que mandaba, de modo que sólo fueron conocidos los dos hermanos mayores. Por resentimientos personales con el jefe de su cuerpo, se pasó Venancio al enemigo y muy luego le siguió Manuel. Viéndose ese día el primero encerrado en la plaza, exitaba a los demás a una defensa desesperada, y como nadie o muy pocos siguiesen su ejemplo, se colocó de propósito en medio de una calle donde el fuego era muy vivo, hasta que una bala le atravesó la cabeza dejándole sin vida y tendida en tierra su gigantesca figura. Su hermano Manuel, no quiso seguir su ejemplo y nos esperó muy resignadamente. El General Belgrano, que pienso conocía a los Benavides y sabía sus primeras patrióticas hazañas, lo trató muy bien, lo dejó en plena libertad y le dió recursos para que se trasladase a su país. (sic)
 
Sin embargo, y si bien las circunstancias en que se produjo su muerte están claramente explicitadas; ¿ocurre lo mismo con el motivo que lo llevó a desertar y traicionar? Tengo para mí, que no, que hay algo que no termina de encajar... Veamos: José María Rosa afirma que Benavides se disgustó con Belgrano y en junio se pasó a los españoles; pero Paz (que fue testigo presencial de los hechos) dice que fue por resentimientos personales con el jefe de su cuerpo, y hay una sustancial diferencia; porque si la disconformidad de Benavides hubiera sido dirigida hacia Belgrano, Paz lo habría escrito así taxativamente y no hubiera puesto "con el jefe de su cuerpo". El General Belgrano no era "el jefe del cuerpo" que integraba Benavides; sino el general en jefe de todo el ejército y no sólo de una parte del mismo. El jefe directo de Benavides tiene que haber estado entre alguno de estos: el mayor general, coronel Eustoquio Díaz Vélez; el coronel Juan Ramón Balcarce, jefe de la caballería (unificación de Húsares y Dragones); o el teniente coronel José Superí, jefe de Pardos y Morenos. No puede haberlo sido el después teniente coronel Carlos Forest; ya que éste fue ascendido con posteridad a la batalla de Salta.
Por otra parte, estaba acertado Paz en la suposición que expresó en sus Memorias, de que Belgrano "conocía a los Benavides y sabía de sus primeras patrióticas hazañas". A tal punto los conocía, que indudablemente fue él quien indicó a Mariano Moreno el nombre de Benavides, cuando entre ambos redactaron el Plano de Operaciones que rigió el accionar de la Junta de Buenos Aires. Asimismo, Belgrano había comandado por un breve tiempo el ejército auxiliar que se envió a la Banda Oriental en 1811, y obviamente, le constaba la bravura evidenciada por Benavides en el Grito de Asencio y los combates que le siguieron. Más aún: es altamente probable que Belgrano, que iba mucho a la Banda Oriental, conociera a Benavides incluso desde antes de la Revolución. 
Así que no fue con Belgrano el disgusto de Benavides. Personalmente, estoy inclinado a suponer que su conflicto debe de haberse producido con Díaz Vélez. Y de paso, el convencimiento de que sus agravios no estaban originados en acciones del General Belgrano, permite discernir por qué éste le dió a Manuel Benavides, como cuenta Paz, "recursos para que se trasladase a su país".
Y alguna otra causa, que desconocemos y desconoceremos para siempre, seguramente, tiene que haber habido para que Benavides llevara las cosas al extremo de pasarse al enemigo luego de desertar, después de haber dado tanto de sí por la causa patriota. Sea como fuere, el hecho indubitable es que hizo lo que hizo. Y así le fue.
En fin, así terminó sus días Venancio Benavides; buscando adrede la muerte, haciéndose matar y muriendo tan valientemente como había vivido: en combate encarnizado. Pero eso sí: para baldón sobre su memoria; en el bando equivocado y protagonizando una traición.
Lástima...