Toda la movida que se produjo en torno al auspicioso acontecimiento que significa la obra teatral escrita y dirigida por Manuel González Gil y protagonizada por Pepe Monje y Gabriel Rovito: "El debate" (dicho sea de paso, te la recomiendo enfáticamente, es muy pero muy buena), vino a recordarme (innecesariamente, porque siempre lo tengo presente) mi puta suerte.
Aquel martes 13 de febrero de 1973 (yo no había cumplido aún 17 años) vimos con mi padre en el viejo televisor a válvulas comprado de segunda mano (al que había que encender un rato antes hasta que se calentara y empezara a emitir imágenes), en el programa "Las dos campanas", el debate entre José Ignacio Rucci y Agustín Tosco.
Como buen peroncho (porque lo soy incluso previamente a nacer: lo soy desde la panza de mi vieja), mis simpatías obviamente estaban con Rucci (lo cual no implica desconocer los altos méritos que deben atribuirse a un dirigente de la talla del Gringo Tosco).
Pero más allá de eso, ocurría y ocurre que, además de peronista; soy hincha del Globo, y en aquel debate, la vida me puso "en contra" de Tosco (que era de Huracán) y del lado de Rucci (que era de San Lorenzo). ¿Podés imaginar una desgracia mayor a esa de que en una pugna entre un quemero y un cuervo, yo tuviera que tomar partido por el segundo?
Me caigo en un pajar y seguro que me clavo la aguja, y si meto la mano en un balde lleno de conchas, seguro que saco una pija. Que lo re parió...
Aunque bien pensada la cosa (Borges dixit), a veces, no sólo la vida te da sorpresas (Rubén Blades dixit); sino que también te da revancha, y esta vez, a mí me dio las dos: el nieto de José Ignacio Rucci (hijo de su hija Claudia), Thiago Salischiker Rucci, hizo las inferiores en Huracán y actualmente juega en la reserva.
En fin... por una vez, al menos, y muchísimos años después del debate; sonó un tiro para el lado de la justicia y hay un Rucci situado donde corresponde: la Quema.
Más allá de las chicanas, no perdamos nunca de vista que Huracán-San Lorenzo es el clásico de barrio más importante del fútbol argentino, y que en cada familia quemera y/o cuerva, lo común, lo frecuente, es que el padre, la madre; el abuelo, la abuela; las hijas, los hijos; las nietas y los nietos, estén mezclados como hinchas de uno u otro. Pero sobre todo, recordemos siempre que sólo somos rivales deportivos; NO enemigos.
-Juan Carlos Serqueiros-