viernes, 30 de marzo de 2012

GRICEL. UNA HISTORIA DE AMORES TURBULENTOS

















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Susana Gricel Viganó había nacido en Buenos Aires en 1920, en el seno de una familia de ascendencia franco-alemana, trasladándose luego -llevada por sus padres, obviamente- de muy niña a Guaminí (los pagos de mi viejo), y posteriormente, a Capilla del Monte, en Córdoba.
Antes de cumplir 15 años, recibió una invitación de Gori Muñoz (pseudónimo artístico de quien fuera en la vida real Elena Gorizia Vattuone), hermana de Nilda Elvira Vattuone, esa extraordinaria cantante que conocemos como Nelly Omar y que tiempo después, se convertiría en la esposa del insigne poeta (¡de pie todo el mundo para aplaudir a este genio, hincha de Huracán, por supuesto!) Julián Centeya (Amleto Vergiati, en la cédula de identidad), para pasar unos días en Buenos Aires. Y allá fue Gricel, acompañada por su madre. 
Cierto día, las hermanas Omar llevaron a Gricel a Radio Stentor, y le presentaron a un locutor llamado José María Contursi, que era hijo del archifamoso Pascual Contursi, y ya por entonces, él mismo un reconocido poeta.


La hermosura de la bellísima Gricel y la pinta y labia de Contursi, se flecharon mutuamente; pero había varios impedimentos para ese romance en ciernes: Contursi era casado, le llevaba a la adolescente Gricel nueve años y... ella debía volver a Capilla del Monte. No obstante, José María comenzó a escribirle, y se inició así una relación amorosa epistolar (Alicia Contursi, hija de José María, contaría en un reportaje muchos años después, que ella vio una foto de su padre, dedicada a Gricel, que databa de 1935). 
Luego, por prescripción médica debido a una afección intestinal según algunos y a un problema bronquial según otros, ya sea verdadera o inventada como excusa la enfermedad; Contursi viajó a reponerse a las sierras cordobesas. Y ¿a dónde imaginan ustedes que se dirigió precisamente? ¡Sí!, a Capilla del Monte, a encontrarse con "su" Gricel. Casi cinco años duró esa relación.
Pero circa 1940, Contursi, culposo, decidió volver a su hogar en Buenos Aires. Gricel quedó estragada, y él también, destrozado. Pero de ambos, ella sería la más fuerte, superando aquel amor contrariado; mientras que Contursi se hundiría cada vez más en su dipsomanía, volviéndose su vida un infierno de alcohol. Nunca dejó de escribirle a Gricel, y sus cartas, llenas de dolor, expresaban los tormentos que sufría. 
Los vaivenes de aquel amor inspiraron las letras de sus tangos más notables: En esta tarde gris (para mí, un himno), Quiero verte una vez más, Sin lágrimas, Cristal, Tabaco, Garras, Esas cosas del corazón y por supuesto, Gricel, que dice:

GRICEL
Tango (1942)
Letra: José María Contursi - Música: Mariano Mores

No debí pensar jamás
en lograr tu corazón
y sin embargo te busqué
hasta que un día te encontré
y con mis besos te aturdí
sin importarme que eras buena...
Tu ilusión fue de cristal,
se rompió cuando partí
pues nunca, nunca más volví…
¡Qué amarga fue tu pena!
No te olvides de mí,
de tu Gricel,
me dijiste al besar
el Cristo aquel
y hoy que vivo enloquecido
porque no te olvidé
ni te acuerdas de mí...
¡Gricel! ¡Gricel!
Me faltó después tu voz
y el calor de tu mirar
y como un loco te busqué
pero ya nunca te encontré
y en otros besos me aturdí…
¡Mi vida toda fue un engaño!
¿Qué será, Gricel, de mí?
Se cumplió la ley de Dios
porque sus culpas ya pagó
quien te hizo tanto daño.

ENLACE A "GRICEL" EN YOU TUBE: http://www.youtube.com/watch?v=aMOkbXsqqXM&feature=related

En 1955, Contursi enviudó. En 1949, Gricel se casó en Capilla del Monte con un señor que se llamaba Jorge Camba, viajante de comercio él, unión esta de la cual nació una hija: Susana Jorgelina Camba.
En uno de sus viajes a la provincia del Chaco, Camba se enamoró de una señora, Vilma Rabez, que también era casada, y ella le correspondió; originándose de ese modo un drama pasional que pudo haber terminado en tragedia, ya que el marido de Vilma, un señor apellidado Mandrile; le disparó un tiro a Camba, alojándose la bala en uno de sus pulmones. Salvó su vida de milagro, pero obviamente, su matrimonio con Gricel quedó deshecho a partir de allí, y en adelante; él formó pareja con Vilma, residiendo ambos en la ciudad de Resistencia.
Después, algunos dicen en 1962, y otros -como por ejemplo Alicia, la hija de Contursi- en 1961; Gricel, anoticiada -se cree que por el bandoneonista Ciriaco Ortiz- de que José María estaba totalmente entregado al alcohol, fue a Buenos Aires, lo buscó, y luego de un tiempo transcurrido entre viajes ora de uno a Capilla del Monte, ora de otra a Buenos Aires para verse, lo llevó con ella a su pueblo. 
De allí en más, ya nunca se separarían. Se casaron en 1967, sólo por iglesia (recordar aquí que la ley de divorcio, promulgada por Perón, había sido derogada por los golpistas del 55). 
A todo esto, también la pareja formada por Jorge Camba y Vilma Rabez se había consolidado.
Y llegó el momento de decir por qué conozco yo toda esta historia: ocurre que ellos eran tíos míos, tíos postizos, sí; pero tíos al fin. ¿Vieron que entre nosotros los argentinos, es costumbre llamar tíos a quienes tienen una relación tan estrecha con nuestros padres, que pasan muchos momentos en nuestra casa o viceversa? Bueno, esa era exactamente la situación; había tanta amistad y era tanto el tiempo que pasaban Jorge Camba y Vilma Rabez en mi casa paterna y tan frecuentes las visitas familiares a la casa de ellos; que para mí fueron siempre tío Jorge y tía Vilma. 
Mis sentimientos hacia mi tío Jorge eran encontrados: por una parte, yo ansiaba, buscaba, afanosamente su compañía, porque el tipo tenía una conversación amena, atrapante, ingeniosa, y hacía gala de un finísimo humor; pero por otra -y debo reconocerlo-; yo le tenía algo de bronca, bronca "cariñosa" si se quiere, pero de todos modos, bronca, porque el chabón, de historia sabía un paquete, la tenía re clara; y el pendejo creído, petulante y presuntuoso que era yo por entonces, sencillamente no podía admitir mansamente tal cosa. A más, él tenía una cualidad que yo no poseía: una prodigiosa memoria, la cual le permitía, entre otras cosas, citar la fecha exacta en que había sido fundada tal ciudad, quién lo había hecho, en qué día, mes y año había tenido lugar tal batalla, quiénes la habían protagonizado, las tropas de cada bando, etc. ¿Cómo podía yo licuar esa enorme ventaja que él tenía? No, imposible, era dar demasiado handicap...
Y para colmo, él sabía de música... y mucho. Recuerdo aquellos mediodías en que me iba a los piques para asistir a las juntadas de mi viejo y sus amigos (entre los cuales estaba, obviamente, mi tío Jorge), al bar donde se encontraban para el sacrosanto vermucito, amenizado con jugosas charlas y anécdotas que yo escuchaba extasiado. Allí estaban mi tío Renato (un groso, un gran hombre), el Gallego Suñé, el Gringo Bonetto; ocasionalmente caían el Flaco Pernía y su inseparable ladero (del cual nunca supe su nombre, uno al que le decían La Vieja porque era igualito a la vieja del juego del sapo); Palermo, que vendía guitarras y tocaba la viola como los dioses; alguno de los Fonda, ora Augusto, que era un bacanazo, esnifaba de la buena y siempre tenía a su lado alguna fémina -por lo general, actriz- que rajaba la tierra; o el otro, Alfredo, un señor con mayúsculas, siempre con su escudero a la zaga, el Negrito Aldo, que hablaba al vesre; a veces iba Mariscal, el famoso escultor; en alguna ocasión, cayó el discípulo del gran Marechal: el poeta José María Castiñeira de Dios, que escribió Réquiem para Juan Domingo Perón...
Generacionalmente, soy del palo del rock, y ellos, mucho mayores que yo, eran todos tangueros. Así las cosas, el conflicto entre opiniones lírico - musicales era inevitable. Me acuerdo de una tenida de aquellas, en la cual yo defendía encarnizadamente lo que los de mi generación llamábamos música progresiva: Los Gatos, Manal, Almendra, Vox Dei, Arco Iris, etc., y uno de los viejos, violinista eximio el hombre, y que tenía una orquesta típica, dale que te dale con el tango; y en eso salta mi tío Jorge y me dice: "¿Vos leíste la nota a Enrique Cadícamo y Litto Nebbia juntos en la revista tal del mes tal? Leela, que ahí vas a saber, por fin, lo que es eso de 'música progresiva'. Toda la buena música es progresiva, nene, independientemente del género".
Directo al mentón, me noqueó. Mascando lo que yo creía la humillación de la derrota en público y con toda la rabia concentrada, lo odié, en ese momento lo odié... Y sin embargo, buscaba cada vez más su compañía, sus charlas... ¡Cuántas veces me habrá relatado, y de primera mano, la historia de este tango Gricel y la de sus protagonistas, él incluido! 
Allá por el 70 o 71, vacacionamos en Córdoba y fuimos con mis padres hasta la casa de Gricel y Catunga en Capilla del Monte, a llevarle a José María saludos y recuerdos de no sé qué amigo en común que tenían con mi viejo; así que en esa oportunidad los conocí a ambos, siendo yo un adolescente de 14 o 15 años. Estuvimos algunas horas allí, y es curioso, pero mientras las imágenes de sus fisonomías se me tornan borrosas; sí tengo nítido el recuerdo de detalles tales como que mi viejo y Contursi se trataron de usted, que mi mamá y Gricel se tutearon enseguida, que ésta -porque mi vieja le comentó que habíamos ido sin reservar previamente alojamiento-; nos dio la referencia de una casa que podíamos alquilar en La Falda (que era donde nos dirigiríamos), a cuyos dueños conocía. En fin, los caminos siempre laberínticos de la memoria...
Pasó el tiempo, crecí, la vida me fue llevando por otros caminos y perdí el contacto con mi tío Jorge...
Mucho después, me enteré de que la hecatombe nacional producida por el Gran Depredador, el ladrón y cipayo califa de Anillaco en los 90, lo había conducido a perder su nivel de vida y que se había visto obligado a irse con mi tía Vilma a Villa Allende, Córdoba, a vivir en la casa de la hija que él había tenido con Gricel: Susana Jorgelina Camba. Y pegado a la casa de Susana, donde habían recalado Jorge Camba y Vilma Rabez... ¡vivía por entonces Gricel! Las vueltas de la vida, ¿no? 
José María Contursi murió en 1972, dejándole a Gricel en legado un porcentaje de sus derechos de autor. Ella falleció en 1994. Mi tío, Jorge Camba dejó de existir en 1996. Al morir, todavía llevaba alojada en un pulmón aquella bala que los matasanos no pudieron o no supieron extraerle. En cuanto a mi tía Vilma, pude enterarme que vive en Reconquista, llevando orgullosa sus ochenta y pico de años, y que al presente integra aún el Coro Municipal de la Tercera Juventud de esa ciudad, del cual además; es su abanderada. Ella es una de las personas que más sabe, quizá la que más sepa, acerca de tango; una verdadera enciclopedia en eso. Aquí pueden ver una imagen suya:


Ya ni me acuerdo por qué y para qué les conté todo esto... Será que me puse evocador y melancólico por algo, no lo sé... Pero bueno, ya está hecho. Vaya mi emocionado recuerdo para los protagonistas de esta historia de amor y de vida.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

-Juan Carlos Serqueiros-