miércoles, 17 de julio de 2024

ROCK YUGULAR























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

ROCK YUGULAR
(Beilinson-Solari)

Dame... dame tu vida
dame y tendrás mi piedad
dame la sed de tus ojos acorazados
y dame tu insolencia también.
Rara vez esta vida tiene sentido, amor
y así ves que hasta mi sombra brilla
en esta ciudad.
Caen, caen al fin, caen los disfraces
caen desnudándote
mientras unos fantasmas, fieles amigos
ríen de vos y se roban tu fe.
Vas copiando tu herida sobre un pañuelo rojo
y ya sabés que jugando al borrego te van a carnear.
Risas en el taller del diablo
trampas para tu soñar
no vas a ser esclava del paraíso
vas a bailar en un rock yugular.
Te ves en el pequeño espejo del mundo de hoy
y no querés que la lima del tiempo lo muerda otra vez.
Dame... dame tu vida
dame y tendrás mi piedad
dame la sed de tus ojos acorazados
y dame tu insolencia también.

Una canción de amor que lleva un impactante título como síntesis de la poética que viene a continuación de él. Y además; atinadísimo, porque es, en efecto, un rock yugular en tanto salta al nudo de la cuestión, sin vueltas ni prolegómenos, va "a los bifes", directo a la yugular, digamos. ¡Ah!, y también porque es sanguíneo e impuro a la vez (la yugular es una vena, y las venas son las que conducen la sangre impura; a diferencia de las arterias, por la cuales circula la sangre pura).
Con el vocablo rock en el título, el Indio no se refiere al género musical, sino al rock como cultura, y como tal, impregnada de lo mejor y lo peor que hay en el ser humano. Es como una reiteración del convencimiento (ya expresado por él en otras canciones) de que el bien y el mal coexisten en el hombre, de que nadie es total ni permanentemente bueno o malo; sino que cada uno de nosotros es capaz de la extrema bondad y también de la extrema maldad. Un concepto bastante difícil de expresar, aún en prosa; imaginemos lo que será en poesía... Por ello, esta letra es de esas que "no se interpretan", sino que "se sienten" (como toda la lírica solariana, bah). Decía que es una canción de amor (de AMOR en serio, AMOR en toda la acepción de la palabra; no amor de romance cursi). Pero bueno, no hay ninguna garantía, así como no hay garantías de y en nada. Igual, se sabe: acá estamos para cometer el sacrilegio de interpretar, y por eso lo hacemos... y por eso brindamos, ladrón de mi cerebro! 
"Dame... dame tu vida / dame y tendrás mi piedad / dame la sed de tus ojos acorazados / y dame tu insolencia también": Le canta a alguien en quien deposita el amor IDEAL, pero no ideal en el sentido de perfecto, inmaculado, así casi como una abstracción; sino como algo concreto, y de hecho, alejado de lo excelso, algo que es maravilloso aún pese a sus faltas o fallas. "En el principio fue la compasión, y el principio es la mitad de todo", dice el texto de Lupus que viene en el disco Lobo suelto; y acá en "Rock yugular", el Indio comienza la letra con esa idea expresada en un disco anterior a Luzbelito. Puesto en el papel de Luzbel en tanto hablante lírico de la poesía, le pide a ese amor ideal que le dé su vida, que se la consagre, y a cambio; él le dará su piedad. Y eso es el "principio de todo". E insta a confiarle sus peores visiones del mundo, lo más malo que haya percibido (de allí lo de "ojos acorazados", blindados porque ya contemplaron lo peor, lo más abyecto e infame que podía ser visto). Y también habilita a la "insolencia" (en el sentido de que no quiere barreras; sino que la cosa vaya directo a la yugular), y porque Luzbel no pide una lealtad obsecuente (remember lo de "un par de culos va a patear, de los que le juran más lealtad") como lo hace el dios de todas las religiones; sino que demanda hasta que seas insolente con él. Y... ¿cuál sería el punto más alto de esa insolencia? Claro está: el de rebelarte contra Dios. Tu libertad llega hasta ese punto...
"Rara vez esta vida tiene sentido, amor": En muy pocas ocasiones logramos ser felices, o mejor dicho; experimentamos la sensación de felicidad. Son instantes brevísimos, fugaces, y es en ellos cuando la vida pareciera adquirir algún sentido. El resto de la existencia es una lucha perdida de antemano, algo a lo cual a menudo no le encontramos sentido, sencillamente porque —como alguna vez me atreví a escribir en uno de los poemitas de los cuales me reconozco culpable— "está cantado el final", ya que partimos de una sola certeza absoluta, de algo que sabemos positivamente: vamos a morir. ¿Entonces? Ya lo dijo Cátulo Castillo, un poeta a quien Solari admira muchísimo: "la vida es una herida absurda".
"Y así ves que hasta mi sombra brilla / en esta ciudad": El Indio pretende que esta noche sea para ese alguien a quien le canta, una de esos instantes fugaces en que la vida tiene algún sentido. Quiere que aunque sea por esa noche, la sombra de él "brille en esta ciudad". Por supuesto que no en un contexto de soberbia o autoestima exagerada, exacerbada, sino todo lo contrario; está diciendo que es lo mejor que puede darle: una canción de amor. Y por eso lo de "hasta mi sombra brilla", como expresando "hasta un nabo como yo puede brillar esta noche". En síntesis, la fama es puro cuento.
Debo decir que me resulta inexplicable que esta letra (sublime) no haya tenido entre los redonditos del abajo, por lo menos el mismo impacto que "Juguetes perdidos"; porque también el amor que contiene está dirigido a esos chicos que vienen de "barrios desangelados". Pero bueno, es imposible determinar por qué una canción que reputamos como bella de toda belleza, no alcanza el mismo grado de preferencia que otras. En fin...
"Caen, caen al fin, caen los disfraces / caen desnudándote / mientras unos fantasmas, fieles amigos / ríen de vos y se roban tu fe": Cuando la poesía de una canción logra traspasarte, influir todo tu ser; "caen los disfraces". Ahí ya no hay vueltas, es una pulsión (el pulso de la yugular), y si la lírica no es capaz de traspasarte, de hacerte sentir por un momento que la vida tiene, aunque más no sea por ese instante, algún sentido; entonces quiere decir que no valió la pena, que era algo que sólo estaba en tus "fantasmas, fieles amigos", es decir, en tus rollos, en los mambos que están en tu psiquis.
"Vas copiando tu herida sobre un pañuelo rojo": Vas reiterando tus errores. Si aplicás sobre una herida sangrante, un pañuelo de color rojo, difícilmente puedas ver la sangre que manó de ella y absorbió el pañuelo; obviamente, porque no hay contraste de colores entre el rojo de la sangre y el rojo de la tela.
"Y ya sabés que jugando al borrego te van a carnear": ¡Basta de inocencia! Si asumís como actitud general de vida la proverbial mansedumbre de un cordero, te van a pasar por arriba. Luzbelito no quiere tu bondad ingenua ni tu lealtad; sino tu insolencia, tu rebeldía.
"Risas en el taller del diablo / trampas para tu soñar": La vida es así, injusta, pródiga en dolor, un valle de lágrimas, y el diablo (sí, el mismo, ese de “Juguetes perdidos” que mea en todas partes) te tiende trampas a cada rato.
"No vas a ser esclava del paraíso / vas a bailar en un rock yugular": Al menos por esta noche, la persona a quien va dirigida la canción, no va a ser "esclava del paraíso", es decir, no va a vivir en el limbo, en la inocencia y en la eternidad prometida por las religiones en un paraíso al que supuestamente llegará después de la efímera existencia terrenal, no; va a adquirir consciencia, a asumir la realidad de su vida, se va a hacer cargo, y aunque sea por esa noche, va a bailar en el rock yugular de una misa redonda ¿Qué tal te queda el moño, eh?
"Te ves en el pequeño espejo del mundo de hoy / y no querés que la lima del tiempo lo muerda otra vez": Impresionante metáfora, la lírica solariana alcanzando uno de sus puntos más altos. "El pequeño espejo del mundo de hoy" es esa noche de misa redonda en la que el Indio te cantó al oído, pero... es sólo un instante, uno en el que la vida parece tener sentido. Por eso querés atesorarlo, guardarlo, y no querés que el tiempo transcurra, sino que se detenga, para que no lo borre, pero a la vez; sos consciente de que eso es imposible, porque la vida ¡ay! es injusta y —ya lo vimos— rara vez tiene sentido. Somos seres incompletos que persiguen la quimera de una completud que —otra vez: ¡ay! — jamás tendremos. Y por eso es esta una canción de amor, porque lo único que nos aproxima (y sólo NOS APROXIMA) a la completud, o, mejor dicho; a la ilusión de completud, es el amor.
"Dame... dame tu vida / dame y tendrás mi piedad / dame la sed de tus ojos acorazados / y dame tu insolencia también": Y termina la canción con esa estrofa ya interpretada.


-Juan Carlos Serqueiros-