martes, 13 de octubre de 2020

LA GARCHETA Y SU CLUB DE FANS

 



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Quedate con el vuelto, / mula de la enfermedad. / Pobrete que sos tropa / de la guita y chimpancé. (Carlos Indio Solari, "Queso ruso")

El diario La Garcheta (copia, reflejo y virtual sucursal —desde la “línea editorial” hasta el formato, pasando por los gases mefíticos que emanan de sus páginas— del repugnante pasquín La Nazión) es un libelo inmundo orientado a "lectores" de un segmento social desgraciadamente vasto, cuyas características más distintivas son su bajo cociente intelectual, su paupérrimo nivel de inteligencia emocional, su propensión al odio, su estrechez de miras y su prácticamente inagotable capacidad para absorber todo cuanto de patógeno provenga del pseudo periodismo ejercido desde ese periodicucho infecto.
El lector promedio de La Garcheta es, en síntesis, bruto, tilingo, sectario, prejuicioso e impermeable a toda virtud. Además, con llamativa y alarmante frecuencia, también suele ser un borderline y un misógino. Y es fundamentalmente gorila y oligarca, más allá del estrato social del que provenga y del poder adquisitivo alto o bajo que detente.
Es que el efecto residual del veneno que a diario inocula La Garcheta en sus "lectores" es tan, pero tan letal, que logra que un comemierda cuasi esclavo que a duras penas malvive a costa de dejar los riñones durante doce o más horas manejando el taxi de otro, cobrando dos mangos con veinte y encima en negro, salga a manifestarse en contra de los derechos laborales y de los planes sociales, lleno de odio visceral contra esos a los que llama "negros vagos" y a los cuales espeta “agarrá la pala”, mientras él, ufano en su estulticia, se considera a sí mismo un "emprendedor". 
O que una ridícula piruja ordinaria como inodoro 'e porlan y devenida en rubia a fuerza de peróxido, con raíces indisimulablemente oscuras, (ese “rubio” amarillo caca de hepatitis mal curada, viste), que atiende un kiosco pedorro en su casa o vende Avon y que en toda su miserable existencia leyó otra cosa que no fuera la revista Hola ni asistió jamás a ninguna manifestación cultural como no fuesen los nauseabundos programejos de la momia Legrand o de la hetaira jubilada Gusana Gipenes, vomite su desprecio sobre esas a las que llama "negras choriplaneras" y les enrostre el consabido “se embarazan para cobrar un subsidio”; mientras ella se ve a sí misma como el arquetipo de la mujer “de éxito”. 
O que un repulsivo lumpen, parásito portador de apellido “de abolengo", badulaque experto en explotar gente, ducho en artilugios y camándulas para pagar salarios de hambre, evasor impositivo consuetudinario y crónico que “administra” la quincuagésima sexta quiebra de un ingenio azucarero que hogaño está obsoleto y en ruinas, y que antaño fundara su tatarabuelo, se la pase con el culo en los bares boqueando contra la "excesiva presión tributaria que nos está matando a los industriales que forjamos la riqueza de este país" y clamando en favor de la "flexibilización laboral"; mientras presume de ser el más fidedigno exponente de una “meritocracia” a la que adscribe sin reservas y se considera un "esforzado empresario". 
Así como La Nazión es el lado oscuro de la luna porteña proyectada sobre todo el país a través de la imposición del odioso, cipayo y sectario centralismo mitrista a sangre, fuego, destrucción y muerte; La Garcheta es la cara oculta de la luna tucumana (y no precisamente aquella de la bellísima y arrobadora zamba de Don Ata). 
¿Sabés qué? Dan mucho asco.
Damas y caballeros que frecuentan este ghetto, lo hasta aquí enunciado es ficción. El problema radica en que siempre esa... ficción... se ve superada por una realidad que espanta.

-Juan Carlos Serqueiros-