Escribe: Juan Carlos Serqueiros
El Perú es un país hermano en tanto tiene con el nuestro (además de los vínculos naturales que derivan de nuestra condición de hispanoamericanos) un Padre y una Historia en común.
De modo que si jamás hice ni voy a hacer de una competencia deportiva, sea cual fuere, una cuestión de nacionalidad, y mucho menos con un pueblo profundamente enraizado en mi corazón como lo es el peruano; necesariamente tiene que exasperarme e indignarme que un subnormal, un despreciable borderline como ese tal martín arévalo (así, en minúsculas, como corresponde a su enanismo intelectual y moral), ningunee, denigre e insulte a un integrante de la selección de fútbol de ese país hermano; máxime en oportunidad de tener nosotros los argentinos las insoslayables obligaciones que emanan de nuestra condición de anfitriones circunstanciales (hasta los beduinos en el desierto consideraban sagrada e inviolable la hospitalidad).
Ese abyecto tipejo es tan infame y ruin como casi todos los (mal) llamados "periodistas deportivos" (?) quienes, salvo puntuales y honrosas excepciones; no son sino mierdas parlantes, cagatintas diplomados en vileza, y además; ineptos, brutos, imbéciles, arrastrados y corruptos.
Hubo una época -feliz y añorada- en la cual no existía, en la noble actividad del periodismo, esa supuesta y declamada especialización en lo "deportivo" (una estafa lisa y llana); simplemente habían grandes periodistas que poseían, evidenciaban -y hacían gala y aún se jactaban de ello- una amplia, extraordinaria cultura, que les posibilitaba escribir o hablar opinando con autoridad y buen criterio sobre cualquier temática o aspecto.
Por ejemplo, un Dante Panzeri, un Osvaldo Ardizzone, un Horacio García Blanco, un Carlos Juvenal, un Guillermo Oscar Tipito o un Diego Bonadeo -por nombrar sólo algunos de una muy extensa lista- eran profesionales que podían escribir tanto una excelente nota sobre fútbol, rugby, automovilismo o lo que fuere; como así también eran perfectamente capaces de hacerles un magistral entrevista a Marechal o a Borges, o de realizar un concienzudo y fundamentado análisis de una obra artística. Y por añadidura tenían, en grado sumo, dos cosas fundamentales: calle, mucha calle, y eran, en lo sustancial, buena gente.
En cambio, los actuales (pseudo) periodistas y en especial la mayoría de esos que presumen de “deportivos”; son una pura mierda, como ese aborto de ameba apellidado arévalo.
martín arévalo hijo de tres millones de putas sifilíticas: me gustaría tenerte al alcance de la mano sólo dos minutos, con eso me conformo.
Pero eso sí, después de abollarte la trompa y bajarte el comedor a piñas, me voy a revisar los grilos, porque siempre hay que tener cuidado con los soretes ladrones como vos; no sea cosa que mientras te cago a trompadas, me chorees la treinta y única chirola que me queda en ellos.
-Juan Carlos Serqueiros-