domingo, 27 de noviembre de 2011

GLOOMY SUNDAY



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

GLOOMY SUNDAY 
(Música: Rezső Seress - Letra: Laszlo Javor)

Sunday is gloomy,
My hours are slumberless
Dearest the shadows
I live with are numberless
Little white flowers
Will never awaken you
Not where the black coaches
Sorrow has taken you
Angels have no thoughts
Of ever returning you
Wouldn’t they be angry
If I thought of joining you?
Gloomy sunday
Gloomy is sunday,
With shadows I spend it all
My heart and i
Have decided to end it all
Soon there’ll be candles
And prayers that are said I know
But let them not weep
Let them know that I’m glad to go
Death is no dream
For in death I’m caressin’ you
With the last breath of my soul
I’ll be blessin’ you
Gloomy sunday
Dreaming, I was only dreaming
I wake and I find you asleep
In the deep of my heart here
Darling I hope
That my dream never haunted you
My heart is tellin’ you
How much I wanted you
Gloomy sunday

MELANCÓLICO DOMINGO

El domingo es melancólico
Las horas están en vela
Las más queridas sombras
Con las que vivo son innumerables
Las florecillas blancas
Nunca te despertarán
No donde la negra carroza
De la tristeza te ha llevado
Los ángeles no han pensado
En traerte de vuelta nunca
¿Se enfadarían
Si pensara en reunirme contigo?
Domingo melancólico
Melancólico es el domingo
Con las sombras lo he pasado entero
Mi corazón y yo
Hemos decidido suicidarnos
Pronto habrá oraciones
Y las velas estarán encendidas, ya sé
No permitamos que lloren
Hagámosles saber que me alegro de irme
La muerte no es ningún sueño
Ya que en ella te acaricio
Con el último aliento de mi alma
Te estaré bendiciendo
Melancólico domingo
Soñando, sólo estaba soñando
Me despierto y te veo durmiendo
En lo profundo de mi corazón aquí
Cariño espero
Que mi sueño no te haya atormentado
Mi corazón te está diciendo
Cuánto yo te deseaba
Melancólico domingo
 

La canción fue compuesta entre fines de 1932 y principios de 1933 por el músico húngaro Rezső Seress, quien la tituló Vége a világnak (El mundo se acaba). La letra (hoy por hoy perdida) que le puso aquél, su autor original, estaba referida, según sostiene la tradición oral, al flagelo de las guerras. Lo cierto es que no se constituyó precisamente en un gran suceso musical ni mucho menos. 
Entre uno y dos años después, un conocido de Seress: el poeta (también húngaro) Laszlo Javor, le reemplazó la letra por un poema que había escrito en 1927; haciéndola como la conocemos en la actualidad (en esencia, pero no exactamente; pues sus versos sufrirían luego algunas modificaciones según quién fuese el que los tradujera). Así nació Szomurú vasárnap (es decir, Gloomy Sunday, en inglés; y Domingo melancólico, en castellano), que fue grabada por primera vez en Hungría en 1935 y llegaría a los Estados Unidos en 1936.
Era conocida allí como "la canción del suicidio", porque al parecer, en Hungría hubo una serie de estos casos, los que fueron atribuidos a la profunda tristeza expresada en la bellísima composición, y eso habría sido lo que despertó el interés de varios intérpretes norteamericanos, que la grabaron a su turno. 
Pero la realidad de lo ocurrido es bien distinta de lo que cuenta el mito. Los hechos comprobados son: en su edición del 30 de marzo de 1936, la revista Time publicó una nota en la cual se daba a conocer que un zapatero se había suicidado en Hungría, dejando como única "explicación" de la decisión de acabar con su vida, un papel en el que había escrito algunos versos de la letra de Gloomy Sunday, y que la policía húngara había relacionado esa muerte con otras, producidas también por suicidio, de personas que se arrojaban a las aguas del Danubio, dejando sobre el puente fragmentos de la letra o de la partitura de la canción. Y seis días después, The New York Times publicó un artículo haciéndose eco de la nota de Time, en el cual "precisaba" el número de suicidios "provocados por la canción" en Hungría, fijándolos en 18; a los cuales añadía el de un adolescente neoyorquino de 13 años, que se habría ahorcado, encontrándose, según el diario, "la partitura de Gloomy Sunday en uno de sus bolsillos". Lo cierto es que de toda esa ola de suicidios en Hungría publicada en Time y The New York Times... ¡no hay documentación respaldatoria alguna!, y en cuanto al del adolescente, en efecto existió el hecho, pero no hay constancia ni mención oficial de que al momento de matarse, efectivamente haya tenido en un bolsillo la partitura de la canción. Y más aún, la decisión que tomó, se atribuye a su desesperación ante el bullying de que era objeto por parte de sus compañeros.
Así las cosas, el sentido común nos lleva a inferir que la "leyenda negra" alrededor de esa canción, no era más que una acción marketinera de esas a las que tan afectos son los norteamericanos, a raíz de que Gloomy Sunday no terminaba de "cuajar", de convertirse en hit, como esperaban las compañías discográficas. 
Sin embargo, en 1941, la cosa explotó: con la versión (sublime, ciertamente magistral) que grabó la maravillosa Billie Holiday, que fue la que le dio definitivamente gran popularidad y trascendencia mundial:


No obstante ello, por cientos de sitios en internet se continúa aún hoy, propagando incesantemente el mito de la "canción del suicidio", abonadoadornado y reforzado con el del compositor original, el húngaro Rezső Seress, quien efectivamente, se ahorcó con un alambre en la cama del hospital en que se encontraba internado, tras haber fracasado en su intento de suicidarse dos días antes arrojándose por una ventana. Sólo que al momento de matarse, en 1968, tenía 69 años, así que convengamos en que se necesita mucha imaginación para suponer que se suicidó por una canción que había compuesto... ¡casi cuatro décadas antes! Acotaré que Seress (que era judío y comunista) conoció los horrores que implica la reclusión en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y que después, pese a pasar el resto de su vida en condiciones de extrema frugalidad y pobreza; siempre se negó a salir de Hungría para dirigirse a EE.UU. y cobrar la cuantiosa suma que en concepto de derechos de compositor tenía allí reservada a su nombre.
En 1993, John Williams, autor de la banda de sonido de la película La lista de Schindler, le rendiría un póstumo homenaje al incluir a Gloomy Sunday en ella (lo que a la postre, representaría uno más de los premios Oscar con que el film fue galardonado).
En nuestro país, el gran Agustín Magaldi también la grabó en 1937, bajo el título Triste domingo:


Y por si acaso resultara de su interés, mi querido lector, cuál es la versión de Gloomy Sunday que más le gusta a quien esto escribe; pues entonces le diré que la de Sarah Brightman, la cual puede escuchar usted a través de este enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=E8bne5wGi08

Ah, y puede estar tranquilo y disfrutarla sin miedo, eh: le aseguro que no sólo no lo va a empujar al suicidio; sino que escucharla le parecerá una caricia que, con toda certeza, sus oídos y su espíritu agradecerán. 

-Juan Carlos Serqueiros-

CANCIÓN PARA NAUFRAGIOS


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

CANCIÓN PARA NAUFRAGIOS
(Beilinson - Solari)

Es tan chiflado y obnubilado que puede ser...
Tan caprichoso y novedoso que puede ser...
Bombas de aquí para allá
Puede ser, es... irreal
Ya no estás solo
Estamos todos en naufragar
Son seis minutos y nuestra "mami" va a contestar
"Mami" elimina el error
de que vos sos capaz.
Es tan chiflado y obnubilado que puede ser...
Tan caprichoso y tan sonado que puede ser...
Rayos de aquí para allá
Que linda calma, tan...



Vayamos por partes, dijo Jack The Ripper, y empecemos por donde corresponde, es decir, por el principio: el título. Alude a naufragio en la acepción que se le daba a ese término empleado desde fines de los 60 hasta los 80, y que después cayó en desuso. En esa época, en el ambiente de la bohemia se le decía naufragar a pasarse las noches sin dormir, yirando por muchos lugares, divagando, dejando volar libremente la imaginación. La bohemia creativa, digamos. Eso. 
El Indio, con su amigo, el periodista Alfredo Rosso, en una de esas noches de naufragio, entre empanadas y escabio, se pusieron a ver una película del cineasta ruso Andrei Tarkovski: "Offret" ("Sacrificio"), recientemente estrenada (recientemente, en 1986, me refiero; año coincidente con la aparición de Oktubre), y que fue la obra cuasi póstuma de Tarkovski, ya que la filmó en su exilio en Suecia, cuando irremediablemente se estaba muriendo. Cuenta Alfredo Rosso que ese film —considerado una de las obras cumbres de la cinematografía mundial— impactó fuertemente en Solari.
En esa película, expresiva de un extraordinario misticismo, el protagonista principal es Alexander, un ex actor y escritor que vive con su familia (su mujer y un hijo pequeño que adora y al que llama "el hombrecito" —que está temporalmente mudo a causa de una operación de amígdalas—) en una remota isla de Suecia, en una pequeña comunidad, en contacto con la naturaleza y alejado del resto de la humanidad. Pero un día, coincidiendo con la fecha del cumpleaños de Alexander, llegan a visitarlos la hija de éste y su esposo, Viktor, un médico descreído, cínico y brutalmente racional. Un extraño cartero, Otto —que es un personaje sumamente ilustrado, lo cual sorprende a Alexander, que en su prejuicio de intelectual, no esperaba que "un simple cartero" exhibiera semejante caudal de conocimientos—, le trae a éste telegramas de salutación que desde Londres le envían amigos y ex compañeros de teatro. Y hay allí una escena en la que se representa la tesis nietzschiana del eterno retorno, con Otto girando en círculos con su bicicleta. A partir de allí empiezan a suceder cosas extrañas: hay temblores y se escuchan aterradores sonidos de fondo; hasta que Alexander y su familia ven en la televisión la noticia de que se ha desatado una guerra nuclear. En ese momento se cortan la luz, el teléfono y todo otro servicio, y Alexander, desesperado, implora a Dios que haga cesar el conflicto y le ofrece a cambio cualquier sacrificio (o sea, el intelectual cínico se vuelve un místico, cosa que en el fondo siempre fue, sólo que sin adquirir consciencia de que lo era). El cartero Otto le dice a Alexander que la única manera es que acceda a hacer el amor con María (otro de los personajes de la película: una empleada doméstica al servicio de Alexander, que vive cerca de la parroquia (una iglesia abandonada, en clara alusión tarkovskiana al alejamiento del hombre respecto a Dios), y Alexander sigue sus indicaciones. En el camino a casa de María (trayecto que Alexander hace en la bicicleta de Otto), sufre tres caídas, en alusión a las de Cristo. Toda la película está llena de metáforas y simbolismos, de principio a fin, y Tarkovski utiliza magistralmente los recursos pasando de partes en blanco y negro a partes en color y en sepia. Y de la música (folclore sueco, ruso y japonés, y Bach), bueno, qué decir… sublime todo. Al final, el conflicto nuclear, como por arte de magia, cesa. Inexplicablemente, todo vuelve a la normalidad como si nada hubiese ocurrido y se tratara sólo de un mal sueño, de algo que en realidad no sucedió (Tarkovski deja flotando esa duda), pero Alexander se apresta a cumplir el sacrificio pactado con Dios (le había prometido un voto de perpetuo silencio y renunciar a lo más amado en su vida: su hijo); entonces se dispone a incendiar su casa. La película termina con su pequeño hijo regando un árbol seco, sin vida, y con Alexander sentado en el suelo contemplando cómo se quema su casa; mientras una ambulancia viene a llevárselo para encerrarlo por demencia.
Así, la letra de “Canción para naufragios” viene a ser un sumario de las sensaciones que despertó en el Indio, expresado con su genial poder de síntesis y su extraordinaria capacidad para hacer que las palabras resuenen musicalmente. 
En ese orden de ideas, “es tan chiflado y obnubilado que puede ser... / tan caprichoso y novedoso que puede ser...”, es una estrofa irónica, aludiendo a la compulsión auto destructiva del ser humano. Se refiere que es tan inimaginadamente loca la idea de una guerra nuclear, que precisamente por eso, de tan loca, de tan “chiflada” la concepción de esa posibilidad que lo obnubila; él teme que pueda llegar a ser cierta, que pueda transformarse en algo real. Con lo de “bombas de aquí para allá / puede ser, es... irreal”, expresa la aterradora hipótesis de que dos potencias (recordar que el disco Oktubre que contiene esta canción es de 1986, época en la cual aún estaba en discusión si los EE.UU. eran más poderosos que la URSS o al revés) comiencen a intercambiarse bombazos nucleares, y él la imagina como real (“puede ser”, dice), y enseguida la desecha espantado, quiere auto convencerse de que no puede ser, que seguramente es “irreal” esa posibilidad. 
Lo de “ya no estás solo / estamos todos en naufragar” es una referencia a una de las escenas de la película, parte de un diálogo entre el cartero Otto y Alexander
La estrofa de “son seis minutos y nuestra ‘mami’ va a contestar / ‘Mami’ elimina el error / de que vos sos capaz.”, alude a quién toma primero la delirante decisión de iniciar una guerra nuclear (en la imaginación del Indio, quien lo hace es la URSS), y a la respuesta inmediata de la otra potencia (EE.UU.), replicando de idéntico modo. Seis minutos era el tiempo que en los 80 se estimaba que tardaba un MBI (Misil Balístico Intercontinental) en llegar a EE.UU desde Rusia atravesando el Polo Norte y viceversa. La “mami” son los yanquis (en la jerga de la KGB, la agencia rusa de inteligencia, se le decía así a la CIA de Yanquilandia). La metáfora de los “seis minutos” tiene un doble sentido, porque el Indio también la aplica para referirse a un primer plano-secuencia de la película de Tarkovski —uno de los más largos en la historia de la cinematografía— que dura exactamente eso: seis minutos, y por ello, también la canción dura ese tiempo. Pero hay dos menciones a “mami”. ¿Por qué? Sencillo: la escena en la que Alexander va a ver a María para pedirle que se acueste con él y así salvar a la humanidad de la guerra nuclear, comienza con él contándole a ella su relación con su madre, etc. (en esa parte Tarkovski se está retratando a sí mismo a través de su personaje, ya que su madre era una de esas madrazas rusas contenedoras). Y a continuación, en la misma escena, Alexander le pide a María que "duerma" con él para salvar al mundo, y ella no entiende; sólo atina a consolarlo, a compadecerlo y a darle su misericordia y su amor. Al final de la escena, se acuestan juntos y ambos aparecen como flotando, María levita, etc. Una escena sublime. A lo que voy, es a que la estrofa del Indio es una metáfora de doble significación: la "mami" de la primera frase es, efectivamente, EE.UU, que va a "contestar" el misil ruso en "seis minutos", pero por otra parte; la "mami" de la segunda frase, esa a la cual Alexander le pide que "elimine el error", es María, su empleada doméstica (y me imagino que no hará falta que aclare el porqué de la elección del nombre María por parte de Tarkovski para su personaje, ¿no?).
Luego, con lo de “es tan chiflado y obnubilado que puede ser...”, Solari vuelve a aterrarse ante la sola idea de semejante desastre, de que tan delirante posibilidad pueda ser cierta, y alude de paso al final de la película de Tarkovski, en la cual una ambulancia viene a llevarse a Alexander para encerrarlo por loco (“chiflado”). Lo de “tan caprichoso y tan sonado que puede ser...”, es una reminiscencia del Indio a la tesis (creo que freudiana, no estoy seguro —¡ayudame acá Gabriela!—) de que el ser humano lleva la autodestrucción en sí mismo. Le parece que si esa idea ya cruzó por la mente de algunas personas que imaginaron que semejante desastre pueda ocurrir efectivamente, que si es “tan sonado”; eso va a terminar materializándose tarde o temprano. Teme, entonces, que obedeciendo a un impulso loco ("caprichoso"), algún tarado en algún lugar del mundo apriete un botoncito y dé comienzo a una guerra nuclear. Y trascartón, se imagina (“rayos de aquí para allá”) lo que sería el intercambio de misiles nucleares entre uno y otro punto del planeta, hasta la destrucción total.
Y cierra la letra con lo de “que linda calma, tan...”, que es una frase irónicamente conformista. Se refiere (otra vez: situarse en los 80, cuando las superpotencias eran la URSS y los EE.UU.) a que si bien el mundo no andaba de lo mejor y había quilombos y guerras en varias partes del mismo; por lo menos las super potencias de ese entonces estaban —solamente en lo formal, claro— “en paz” (era la llamada “Guerra Fría”); no se estaban bombardeando entre sí con misiles nucleares, entonces, prefiere, lógicamente, esa “paz” aparente (“linda calma”); antes que una guerra nuclear que termine con el mundo.

Enlace a la canción en You Tube: http://www.youtube.com/watch?v=FSHivZdCwlE 

-Juan Carlos Serqueiros-

MITOLOGÍA GUARANÍ: EL POMBERO



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Esta creencia está profundamente arraigada en la mitología de las provincias de Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa; y también en la del Paraguay.
Y lo notable es que persiste en la actualidad, aún en los estratos más altos, esos que –erróneamente, como a menudo queda en evidencia– se presumen como más cultos de esas sociedades. Vale decir que el mito no está circunscripto sólo a la clase trabajadora rural de esas provincias; sino que se extiende a gran parte de la población, sin distingos de posición social o nivel intelectual. Notable, ¿no?
Parece ser que la leyenda del Pombero se fue extendiendo con el correr de los años a la par de las cualidades buenas y/o malas que se le atribuían (ya que es un duende favorable o desfavorable, según lo sean las acciones de las personas: si se portan bien, las protege y les concede dones; y si se portan mal, las castiga).

Así, ese duende que en un principio estaba asociado en el imaginario colectivo a cuidar y proteger a las especies salvajes (por ejemplo, se decía que si un cazador cobraba más piezas que las que le eran estrictamente indispensables para alimentarse, se le aparecía el Pombero y lo castigaba), fue "ampliando" en la creencia popular sus poderes, y así se lo fue "utilizando" para meterles miedo a los chicos que no querían dormir la siesta (es muy común que una madre le diga a su hijito/a: "si te escapás durante la siesta, te va a agarrar el Pombero"), o para que las mujeres sean discretas (la leyenda sostiene que si una mujer indiscreta comenta los escasos atributos sexuales de su hombre, será presa del Pombero, quien engendrará en ella un hijo), o directamente para asignarle a una mujer el estar poseída por el Pombero, a quien, según el mito; le basta con ponerle el dedo sobre el vientre para que quede embarazada o crea estarlo y enloquezca.
También se le atribuyen facultades para que vuelva a reinar la armonía en el hogar. Por ejemplo, en una casa donde hay problemas familiares, el Pombero puede cometer travesuras como desordenar todo lo que haya en ella, cambiar los muebles de sitio, etc.
Se dice que hay maneras de que sea favorable a una persona y amigo y protector de ella, y para eso, hay que ofrendarle tabaco, miel y alcohol, a todo lo cual el duende es muy afecto.
La leyenda del Pombero ha sido incluso materia de canciones y películas, como por ejemplo, la hermosa canción de Antonio Tarrago Ros "María va", cuya letra está basada en ese mito: la María de la letra es una niña que anda por el monte a la hora de la siesta y la rapta el Pombero. La letra dice: "Calcina el monte un sol de fuego, María va / TEMOR POMBERO, palmar y estero, María va / Quiso la SIESTA PONERLE UN NIÑO A SU SOLEDAD... / Y se bebe el sol, que huele a DUENDE...". Como comprenderá usted, querido amigo lector, todo aludiendo a la creencia de que el Pombero se lleva a los niños que andan vagando solos a la hora de la siesta. Y Antonito Tarrago Ros es, además de un músico extraordinario; un tipo cultísimo, de vasta erudición. No es un poligrillo cualquiera que vaya a hacer una canción con un tema banal; si quiso componer una con la temática del Pombero, es porque le concedió importancia a la cuestión. Yo imagino que Tarrago Ros no creerá efectivamente en el Pombero, pero lo real y concreto es que crea él o no; el asunto le pareció tan atractivo e interesante como para hacerlo el centro de su canción más conocida.
Y hubo una película de Armando Bo, protagonizada por Isabel Sarli: "Embrujada". En ella, la Coca encarna a una mujer casada con un tipo que es impotente, entonces; se enamora de un peón del obraje en el que se desarrolla la trama, y cree ser poseída por el Pombero. Y termina matando de un machetazo al hombre que ama, instigada por el duende.
Trabajé muchos años en esa zona, y puedo contar montones de casos en los que vi con mis propios ojos cómo le hacían ofrendas al Pombero. Por esa época, yo era asesor técnico de industrias, recorría las fábricas y les proyectaba y calculaba los sistemas eléctricos de sus plantas: motores, cables, tableros, todo eso... Así, andaba siempre por las desmotadoras de algodón en el Chaco, por los arrozales y tabacaleras en Corrientes, y por los molinos yerbateros y los aserraderos en Misiones, y en ese peregrinar, comprobaba frecuentemente cómo estaba de enraizada y difundida la creencia en el Pombero.
Bueno, en fin... sobre mitos hay mucha tela para cortar. Por mi parte, obviamente no los creo (si carente de fe como soy, no puedo creer en un dios; mucho menos puedo creer en ellos); pero que el tema es interesante como para charlar (además de ameno y entretenido), es innegable.

-Juan Carlos Serqueiros-

JUAN MOREIRA, UNA NECESARIEDAD HISTÓRICA

 
























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Si hemos de atenernos a la escasa documentación encontrada y disponible, el Juan Moreira de carne y hueso muy poco o nada tuvo que ver con el que se nos pinta en la novela epónima de Eduardo Gutiérrez.
En efecto, nos encontraremos, según esos elementos, con un bandido rural de siniestra fama, que cometió una serie de asesinatos por distintos móviles y que fue abatido por las fuerzas del orden el 30 de abril de 1874, en una casa de lenocinio llamada La Estrella, situada en Lobos, provincia de Buenos Aires, donde hoy por hoy se alza un sanatorio (¿será acaso una ironía del destino?).





Los amarillentos papeles y la sola fotografía que de él se conserva -e incluso sobre la autenticidad de ésta existen dudas; pues los hay quienes afirman que se trata de una foto que fue amañada a partir de una de su hijo, Valerio, quien (supuestamente y según su madre) conservaría un gran parecido con su padre- nos presentan a un hombre de estatura regular, alto (¿en qué quedamos, era de "estatura regular", es decir, promedio; o era "alto"? en fin…), grueso, de tez blanca, cabellos castaños (según consignan algunos funcionarios; pelirrojo escriben otros), hoyoso de viruelas, de a caballo y vago y mal entretenido.



¡Si hasta Enrique Cadícamo, en su novela (o crónica novelada, como él mismo la denominó) Café de camareras, no resistió la tentación de buscar al Moreira “real”, y lo describe como un corpulento pelirrojo que deja una carreta con su cargamento en un corralón porteño!
La discrepancia con la condición de bandido, vago y mal entretenido que se le endilga a Moreira, proviene de un solo elemento de la heurística: un reportaje a su compañero de andanzas, Julián Andrade, que en un suplemento especial a la edición del 4 de abril de 1923, publicó el diario tandilense Nueva Era (periódico ese que además; insertó en su obituario la noticia del fallecimiento de Andrade el 10 de agosto de 1928). En aquella nota que le hicieran, éste negó clara e inequívocamente que Moreira haya sido un "facineroso" y lo reputó como un "hombre de juicio que defendió al desvalido" (sic).



Pero resulta ocioso rastrear en la noche de los tiempos la laya fiel de aquel hombre (Georgie Borges dixit); porque de nada sirve saber si su compañera, la Vicenta, se llamaba Andrea "Vicenta" Santillán y vivió hasta bien entrado el siglo XX en un conventillo porteño. Tampoco conocer que tuvieron tres hijos: el citado Valerio (el mayor, que durante algún tiempo usó el apellido "Morales"); otro que murió de viruela a poco de nacer; y Juanita, criada por las Hermanas de la Caridad, que nunca más tomó contacto con su madre y hermano. Así como de nada sirve, tampoco; saber que el sargento Chirino vivió cerca de cien años o quizá más, y que reporteado por la revista Caras y Caretas en su edición número 235 del 4 de abril de 1903, contó, con lujo de detalles, la muerte de Moreira y la pérdida de cuatro dedos de su mano izquierda y de un ojo en aquellas circunstancias.


Nada importa el Moreira “real”, porque el verdaderamente relevante es el del mito. Sí, sí; leyó usted bien: el del mito.
Y creo que hay una necesariedad histórica para que así sea: obligatoriamente debió de existir un Juan Moreira enfrentado a un statu quo injusto y perverso como el que se estableció a sangre y fuego en nuestro país con posterioridad a Caseros y Pavón. JUAN MOREIRA (así, todo en mayúsculas, de modo de distinguirlo en adelante del mal llamado "real", ese bandido, vago y mal entretenido) existió... simplemente porque no pudo no existir.
Caseros y su complementaria Pavón, fueron batallas que representaron el inicio de un orden dirigido a suplantar la barbarie por la civilización, lo cual presuponía también la extinción del gaucho, que de allí en más sólo serviría para mandarlo a la inicua guerra de la cuádruple infamia, a los fortines de “frontera con los indios” o, cuanto más, para usarlo de carne de comité, tal como hicieron Alsina y Mitre con Moreira.
Hubo un JUAN MOREIRA simplemente porque hubieron unos Sarmiento, Mitre y Alsina. Y si pudiéramos quitar de nuestra historia a los últimos; entonces la existencia del primero sería tan efímera como una pompa de jabón.
JUAN MOREIRA pervive, porque está en cada uno de los que no se resignan a ser chicharrón, en cada uno de los que se rebelan ante la injusticia.

-Juan Carlos Serqueiros-
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REFERENCIAS

Diario Nueva Era. Ediciones de fechas 04.04.1923 (Suplemento Especial) y 10.10.1928.
Gutiérrez, Eduardo. Juan MoreiraN. Tommasi & Cª. Editores, Buenos Aires, 1888.
Revista Caras y Caretas. Edición n° 235, 04.04.1903, ps. 37 a 40.

VENCEDORES VENCIDOS




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Vencedores vencidos
(Beilinson - Solari)

Y ahora tiro yo porque me toca
en este tiempo de plumaje blanco
Un mudo con tu voz, y un ciego como yo
Vencedores vencidos!
Te has fugado!
Me hago humo!
Den la alarma!
Ensayo general para la farsa actual,
teatro antidisturbios.
Se rompe loca mi anatomía
con el humor de los sobrevivientes
de un mudo con tu voz
de un ciego como yo...
Vencedores vencidos!
Leyendo diarios en un baño turco
empañando Ray-Ban's, mascando un hueso
tu perro, un perro cruel
con la costumbre de no contentarse con los restos.
Ovejero que descansa en manto negro!
En este rollo de monos de polvo
hemos perdido el rastro unos minutos
un par de monos más (unos terrícolas)
Vencedores vencidos!
Buena Suerte! Y más que suerte! (sin alarma ...)
Me voy corriendo a ver que escribe en mi pared
la tribu de mi calle. La banda de mi calle!
 

El título alude a un contrasentido: los ganadores circunstanciales de hoy, son los perdedores de siempre, los patos les tiran a los cazadores, los “de abajo” les ganan a los “de arriba”, los presos a los guardianes...

Darle cierto... color local, digamos, a una canción inscripta en la cultura rock -universalista per se-, con atisbos y sugerencias que nos ilustren sutil y poéticamente el momento que se pretende reflejar en su letra, no es, en modo alguno, tarea sencilla. Pero el genio de Solari lo logra: para 1987 / 1988, en nuestra Argentina estaba claro que el retorno a la democracia subsiguiente a la larga y horrible noche de la tiranía militar, no implicaba que quienes la habían instigado y se beneficiaron de ella, se hubiesen resignado mansa y dócilmente a perder sus privilegios, al contrario; los poderes negros seguían ahí, incólumes. En ese contexto, si bien se respiraban otros aires desde que se produjo el retorno al orden constitucional; no podía decirse que se gozara de una libertad verdadera, que trascendiera lo meramente formal y aparente. Así las cosas, los presuntos vencedores estaban tan vencidos por los poderes económicos como lo habían estado antes; sólo que ahora (donde "ahora" es 1988, año de edición de Un baión para el ojo idiota) disfrutaban de una libertad... ¡controlada por las corporaciones! 
Y eso es lo que -para mí- procura transmitir el Indio en Vencedores vencidos. Pero (seguramente debido a circunstancias personales y a mi historia de vida) esta canción, particularmente se me antoja una semblanza metafórica de alguien que logra escapar a la feroz represión desatada por Rojas y Aramburu tras los sucesos de junio de 1956 (recordemos que inmediatamente después del golpe de estado de 1955 que derrocó a Perón; Lonardi, presidente de facto, había pronunciado la frase: "Ni vencedores ni vencidos").
“Y ahora tiro yo porque me toca”: Lo hace aparecer como si se tratara de un juego, por ejemplo de dados. Ahora es su turno, le toca tirar a él, a ver qué sale; es su oportunidad.
“en este tiempo de plumaje blanco”: Llegó la hora de huir, de buscar la libertad, es tiempo de libertad. El "plumaje blanco" es la idea de libertad, refiriéndose a la tradicional asociación de la libertad con la imagen de una paloma blanca en vuelo.
“Un mudo con tu voz, y un ciego como yo”: Él es "ciego", porque está preso en una cárcel y no puede "ver" la cotidianeidad, pero si bien él es ciego; el guardián es "mudo", porque a su manera, también es prisionero de un poder superior a él, y está impedido de gritarlo.
“Vencedores vencidos!”: Triunfa el preso, se escapa, pasa a ser los "vencedores", y pierden los guardias, que pasan a ser "vencidos".
“Te has fugado! / Me hago humo! / Den la alarma! / Ensayo general para la farsa actual, / teatro antidisturbios”: El preso se fuga. Los guardias reprimen y tratan de detenerlo; pero a pesar de que ya hicieron muchas veces simulacros (“ensayo general”) de amotinamiento de presos (disturbios) y de represión (“antidisturbios”); esta vez no tienen éxito: el preso se fuga, ("me hago humo"); a pesar de la “alarma” que se dio.
“Se rompe loca mi anatomía / con el humor de los sobrevivientes / de un mudo con tu voz / de un ciego como yo... / Vencedores vencidos!”: El tipo está loco de alegría porque consiguió fugarse. A pesar de que otros presos no lo lograron, él sí. Es un "sobreviviente" a la represión de los guardias. Y obviamente, está contento por eso; aunque haya recibido en el medio, algunas lesiones o heridas, es decir, se le haya “roto la anatomía”.
“Leyendo diarios en un baño turco”: Ya se escapó, está en libertad, y lee los diarios para ver las noticias del motín y la fuga; pero se siente en un "baño turco" (suda de miedo ante el temor de que vuelvan a apresarlo).
“empañando Ray-Ban's, mascando un hueso”: Está escondido en algún aguantadero (asocia eso con esconderse atrás de anteojos oscuros marca Ray-Ban, en una metáfora de doble sentido, ya que también está refiriéndose a Rojas y sus anteojos oscuros, característicos en él), y mientras tanto está "mascando un hueso", es decir, está morfando alguna comida decente, en lugar de la comida vomitiva que le daban en la cárcel o donde quiera que sea que haya estado prisionero.
“tu perro, un perro cruel”: Asocia a los guardias de la cárcel, con perros feroces, crueles, y le pega un sablazo al poder político que lo tenía preso y quería asesinarlo.
“con la costumbre de no contentarse con los restos”: Los guardias son unos hijos de puta: no tienen bastante con los "restos" (o sea los presos que no pudieron fugarse, porque murieron en la represión), y entonces lo siguen persiguiendo y buscando encarnizadamente a él, que por eso tiene que mantenerse escondido.
“Ovejero que descansa en manto negro!”: Los guardianes son "perros", y los compara, por el negro de sus uniformes, con un pastor alemán manto negro. El guardia (perro) tiene que cuidar a sus ovejas (los presos); pero mientras el guardia descansa o se distrae, el preso se escapa.
“En este rollo de monos de polvo / hemos perdido el rastro unos minutos / un par de monos más (unos terrícolas) / Vencedores vencidos!": Los represores, la yuta, etc.; no lo pueden encontrar, le perdieron el rastro (“monos de polvo”), a pesar de que piden ayuda a alguien ("un par de monos más"), aludiendo a algún servicio de inteligencia, utilizado para capturar o recapturar presos políticos. Los represores recurren a un servicio de inteligencia del ejército (no de la marina o de la aeronáutica, ya que el Indio los rotula como "unos terrícolas", es decir, de las fuerzas armadas de tierra, del ejército); pero el chabón se les hizo perdiz, no lo encuentran por ningún lado.
“Buena Suerte! Y más que suerte! (sin alarma ...) / Me voy corriendo a ver que escribe en mi pared / la tribu de mi calle. La banda de mi calle! “: Listo, por fin se terminó la pesadilla, ya está… No lo pudieron encontrar, y por eso, ahora está tranquilo. Tuvo mucha suerte (“buena suerte! y más que suerte!”) y va a poder gozar de su libertad, va a poder salir de la clandestinidad, a la calle, va a poder ver las pintadas en los muros, hechas por sus compañeros de causa ("que escribe en mi pared la tribu de mi calle”).


-Juan Carlos Serqueiros-