lunes, 3 de abril de 2017

LAS ACTAS SECRETAS DE LA JUNTA CONSULTIVA DE LA REVOLUCIÓN FUSILADORA


















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

En su sitio web www.zuletasintecho.com, el periodista Ignacio Zuleta publicó hoy el siguiente texto:
Raffo (nota mía: se refiere al diputado por la CABA Julio Raffo), calladamente, lleva adelante una batalla con la burocracia del Estado para que se desclasifiquen las actas secretas de la Junta Consultiva, el órgano asesor de la llamada Revolución Libertadora. Lo integraron, entre otros, Isaac F. Rojas, Oscar Alende, Juan Gauna, Oscar López Serrot, Miguel Ángel Zavala Ortiz, Américo Ghioldi, Alicia Moreau de Justo, Ramón Muñiz, Nicolás Repetto, José Aguirre Cámara, Rodolfo Corominas Segura, Adolfo Mugica, Reinaldo Pastor; Juan José Díaz Arana, Luciano Molinas, Julio Argentino Noble, Horacio Thedy, Rodolfo Martínez, Manuel Ordóñez; Enrique Arrioti y Horacio Storni. Funcionó entre 1955 y 1958 y sus deliberaciones quedaron testimoniadas en actas que se hicieron públicas, con excepción de aquellas amparadas por el rótulo de “secreto”. Raffo inició una causa administrativa ante la escribanía General de Gobierno y le respondieron que esas actas se habían perdido. Insistió, y aparecieron, pero le niegan vista porque son secretas. La ley de acceso a la información recién estará vigente a fines de este año y allí podría haber mejor suerte. Pero el diputado interpuso un recurso jerárquico ante el titular de Justicia, Germán Garavano para que, en cinco días, partir de la presentación, le permitan ver esas actas secretas. ¿Qué puede haber allí? Raffo presume que por las fechas coinciden con los fusilamientos de junio de 1956 de los militares y civiles peronistas que intentaron un alzamiento. En esas actas pueden figurar las opiniones de los integrantes sobre ese hecho que le costó la vida a 27 personas bajo una dictadura militar. Maneja la información de que los representantes de la Iglesia (Martínez y Ordóñez) se opusieron a convalidar esa masacre, como la llamó Rodolfo Walsh en un célebre relato que publicó por primera vez el dirigente nacionalista Marcelo Sánchez Sorondo en el sello de su propiedad, Ediciones Sigla. También que la representante del socialismo, Moreau de Justo, habría sido enfática en apoyarlos. Eso se sabrá fehacientemente, cuando el gobierno desclasifique esas actas. (sic)
Llamativamente, ni Néstor Kirchner ni Cristina Fernández levantaron, durante los doce años que entrambos estuvieron en el gobierno, el rótulo de “secreto” para esa documentación.
Idéntica postura adoptó Mauricio Macri (lo cual por supuesto, era esperable) desde que asumió la presidencia. Y la sigue manteniendo, lo cual motivó la iniciativa que lleva adelante el diputado Julio Raffo tendiente a que tal información sea desclasificada.
¿Qué información "peligrosa" contienen esos documentos, que pueda explicar una cerrazón de medio siglo en su torno? ¿Será que quizá esas actas demostrarían inequívocamente la aprobación de los asesinatos perpetrados por la revolución fusiladora en junio de 1956, por parte de algunos (o todos, no se sabe) integrantes de la junta consultiva conformada por radicales, socialistas, conservadores, demócrata-progresistas, demócrata-cristianos y nacionalistas? Lo cual, de ser así, los convertiría automáticamente en coautores y cómplices de dichas aberraciones.
Aquella denominada junta consultiva nacional (¿qué tendría de “nacional”, por el amor de Dios?) estaba presidida por el coimero Isaac Rojas y la conformaban además: Oscar Alende, Juan Gauna, Oscar López Serrot y Miguel Ángel Zavala Ortiz, por la UCR; Américo Ghioldi, Alicia Moreau de Justo, Ramón Muñiz y Nicolás Repetto, por el Partido Socialista; José Aguirre Cámara, Rodolfo Coromina Segura, Adolfo Mugica y Reinaldo Pastor, por el Partido Demócrata (conservador); Juan José Díaz Arana, Luciano Molinas, Julio Argentino Noble y Horacio Thedy, por el Partido Demócrata Progresista; Rodolfo Martínez y Manuel Ordóñez del Partido Demócrata Cristiano; y Enrique Arrioti y Horacio Storni del Partido Unión Federal (nacionalista).
Particularmente, infiero que —además de Norteamérico Ghioldi (como “bautizó” a ese energúmeno el genial Arturo Jauretche), que hizo pública en el pasquín de su partidejo sucialista, La Vanguardia, su opinión favorable a los asesinatos, la cual incluía aquellas tristemente célebres frases “se acabó la leche de la clemencia” y “hay que desperonizar”—; al menos Alicia Moreau de Justo (entusiasta adherente a la revolución fusiladora); y también el radical Miguel Ángel Zavala Ortiz —quien después sería ministro del “apóstol de la democracia” (?) Arturo Illia)—, autor de una frase que en cuanto a infamia no le iba en zaga a la de su colega Ghioldi, la cual consta en una de las actas que escaparon al secreto y que fue recopilada por la historiadora María Sáenz Quesada: “Este gobierno, el más pacificador y tolerante, tuvo que acudir a medidas de una energía inusitada que ponen en riesgo su gran prestigio democrático”; alentaron y apoyaron esas atrocidades.
¿O qué otra postura cree usted, querido lector, podría haber sustentado toda esa canalla capaz de asignar a un gobierno como aquella ferozmente sanguinaria tiranía la calificación de “pacificador y tolerante”, y que recurría al eufemismo de “energía inusitada” para referirse a los asesinatos que tal régimen odioso y oprobioso cometía?  
Pero si bien mantenerlas como secretas es perfectamente congruente con el “criterio” de un asqueroso cipayo y oligarca como Mauricio Macri; ¿por qué también a su turno lo habrá hecho el kirchnerismo (que en 2014 hizo públicos los documentos en los cuales Isaac Rojas reconocía haber ordenado los asesinatos; pero que omitió expresamente desclasificar las actas de la junta consultiva)?
¿Será que la "transversalidad" dispuesta por Néstor Kirchner y continuada por Cristina Fernández, los llevó a la pretensión de ocultar la participación en aquellos espantosos sucesos, de Alicia Moreau de Justo, de cuya figura histórica (como así también de las de otras “notables” sucialistas) alentaron la abundante propagandización, especialmente por la vía de ese terrorista de la historia llamado Felipe Pifia? Chi lo sa… 
¿Habrá sido también por eso, que ninguno de los tantos parásitos acomodaticios y alquilones que fungían de “historiadores” que el kirchnerismo rejuntó en el inicuo (y felizmente fenecido) instituto “revisionista” Borrego se atrevió tan siquiera a mencionar la cuestión de las actas secretas de la junta consultiva? Vaya uno a saber… 
En cuanto a que tampoco hiciera alusión alguna al tema la bandita de pseudo filósofos e intelectuales no inteligentes como el engreído José Pablo Feinmann, el pavote Ricardo Forster, el huele braguetas Federico Andahazi (actualmente devenido en fervoroso macrista), el postmarxista (?) Ernesto Laclau y demás lamentables etcéteras “pensadoras” por el estilo, amuchadas en Carta Abierta, no es en absoluto cosa que extrañe: son fundamentalmente anti Perón, con lo cual…
Por supuesto, está muy bien reconciliar opuestos en aras de la unidad nacional y de perdonar agravios. Lo que no está bien, es pretender hacerlo al precio del ocultamiento de la verdad histórica, negando a los argentinos el acceso a la misma. 
Por mi parte exijo, como ciudadano e historiador amateur, la inmediata desclasificación de las actas de la junta consultiva de la revolución fusiladora hasta hoy mantenidas como secretas.
¿Y usted?

-Juan Carlos Serqueiros-