jueves, 10 de abril de 2025

CANCIÓN PARA NAUFRAGIOS (REEDICIÓN)


E
scribe: Juan Carlos Serqueiros

CANCIÓN PARA NAUFRAGIOS
(Beilinson - Solari)

Es tan chiflado y obnubilado que puede ser...
Tan caprichoso y novedoso que puede ser...
Bombas de aquí para allá
Puede ser, es... irreal
Ya no estás solo
Estamos todos en naufragar
Son seis minutos y nuestra "mami" va a contestar
"Mami" elimina el error
de que vos sos capaz.
Es tan chiflado y obnubilado que puede ser...
Tan caprichoso y tan sonado que puede ser...
Rayos de aquí para allá
Que linda calma, tan...

Vayamos por partes, dijo Jack The Ripper, y empecemos por donde corresponde, es decir, por el principio: el título. Alude a naufragio en la acepción que se le daba a ese término empleado desde fines de los 60 hasta los 80, y que después cayó en desuso. En esa época, en el ambiente de la bohemia se le decía naufragar a pasarse las noches sin dormir, yirando por muchos lugares, divagando, dejando volar libremente la imaginación. La bohemia creativa, digamos. Eso. 
El Indio y su amigo, el periodista Alfredo Rosso, en una de esas noches de naufragio, entre empanadas y escabio, se pusieron a ver una película del cineasta ruso Andrei Tarkovski: "Offret" ("Sacrificio"), recientemente estrenada (recientemente, en 1986, me refiero; año coincidente con la aparición de Oktubre), y que fue la obra cuasi póstuma de Tarkovski, ya que la filmó en su exilio en Suecia, cuando irremediablemente se estaba muriendo. Cuenta Alfredo Rosso que ese film —considerado una de las obras cumbres de la cinematografía mundial— impactó fuertemente en Solari.
En esa película, expresiva de un extraordinario misticismo, el protagonista principal es Alexander, un ex actor y escritor que vive con su familia (su mujer y un hijo pequeño que adora y al que llama "el hombrecito" —que está temporalmente mudo a causa de una operación de amígdalas—) en una remota isla de Suecia, en una pequeña comunidad, en contacto con la naturaleza y alejado del resto de la humanidad. Pero un día, coincidiendo con la fecha del cumpleaños de Alexander, llegan a visitarlos la hija de éste y su esposo, Viktor, un médico descreído, cínico y brutalmente racional. Un extraño cartero, Otto —que es un personaje sumamente ilustrado, lo cual sorprende a Alexander, que en su prejuicio de intelectual, no esperaba que "un simple cartero" exhibiera semejante caudal de conocimientos—, le trae a éste telegramas de salutación que desde Londres le envían amigos y ex compañeros de teatro. Y hay allí una escena en la que se representa la tesis nietzschiana del eterno retorno, con Otto girando en círculos con su bicicleta. A partir de allí empiezan a suceder cosas extrañas: hay temblores y se escuchan aterradores sonidos de fondo; hasta que Alexander y su familia ven en la televisión la noticia de que se ha desatado una guerra nuclear. En ese momento se cortan la luz, el teléfono y todo otro servicio, y Alexander, desesperado, implora a Dios que haga cesar el conflicto y le ofrece a cambio cualquier sacrificio (o sea, el intelectual cínico se vuelve un místico, cosa que en el fondo siempre fue, sólo que sin adquirir consciencia de que lo era). El cartero Otto le dice a Alexander que la única manera es que acceda a hacer el amor con María (otro de los personajes de la película: una empleada doméstica al servicio de Alexander, que vive cerca de la parroquia (una iglesia abandonada, en clara alusión tarkovskiana al alejamiento del hombre respecto a Dios), y Alexander sigue sus indicaciones. En el camino a casa de María (trayecto que Alexander hace en la bicicleta de Otto), sufre tres caídas, en alusión a las de Cristo. Toda la película está llena de metáforas y simbolismos, de principio a fin, y Tarkovski utiliza magistralmente los recursos pasando de partes en blanco y negro a partes en color y en sepia. Y de la música (folclore sueco, ruso y japonés, y Bach), bueno, qué decir… sublime todo. Al final, el conflicto nuclear, como por arte de magia, cesa. Inexplicablemente, todo vuelve a la normalidad como si nada hubiese ocurrido y se tratara sólo de un mal sueño, de algo que en realidad no sucedió (Tarkovski deja flotando esa duda), pero Alexander se apresta a cumplir el sacrificio pactado con Dios (le había prometido un voto de perpetuo silencio y renunciar a lo más amado en su vida: su hijo); entonces se dispone a incendiar su casa. La película termina con su pequeño hijo regando un árbol seco, sin vida, y con Alexander sentado en el suelo contemplando cómo se quema su casa; mientras una ambulancia viene a llevárselo para encerrarlo por demencia.
Así, la letra de “Canción para naufragios” viene a ser un sumario de las sensaciones que despertó en el Indio, expresado con su genial poder de síntesis y su extraordinaria capacidad para hacer que las palabras resuenen musicalmente. 
En ese orden de ideas, “es tan chiflado y obnubilado que puede ser... / tan caprichoso y novedoso que puede ser...”, es una estrofa irónica, aludiendo a la compulsión auto destructiva del ser humano. Se refiere que es tan inimaginadamente loca la idea de una guerra nuclear, que precisamente por eso, de tan loca, de tan “chiflada” la concepción de esa posibilidad que lo obnubila; él teme que pueda llegar a ser cierta, que pueda transformarse en algo real. Con lo de “bombas de aquí para allá / puede ser, es... irreal”, expresa la aterradora hipótesis de que dos potencias (recordar que el disco Oktubre que contiene esta canción es de 1986, época en la cual aún estaba en discusión si los EE.UU. eran más poderosos que la URSS o al revés) comiencen a intercambiarse bombazos nucleares, y él la imagina como real (“puede ser”, dice), y enseguida la desecha espantado, quiere auto convencerse de que no puede ser, que seguramente es “irreal” esa posibilidad. 
Lo de “ya no estás solo / estamos todos en naufragar” es una referencia a una de las escenas de la película, parte de un diálogo entre el cartero Otto y Alexander
La estrofa de “son seis minutos y nuestra ‘mami’ va a contestar / ‘Mami’ elimina el error / de que vos sos capaz.”, alude a quién toma primero la delirante decisión de iniciar una guerra nuclear (en la imaginación del Indio, quien lo hace es la URSS), y a la respuesta inmediata de la otra potencia (EE.UU.), replicando de idéntico modo. Seis minutos era el tiempo que en los 80 se estimaba que tardaba un MBI (Misil Balístico Intercontinental) en llegar a EE.UU desde Rusia atravesando el Polo Norte y viceversa. La “mami” son los yanquis (en la jerga de la KGB, la agencia rusa de inteligencia, se le decía así a la CIA de Yanquilandia). La metáfora de los “seis minutos” tiene un doble sentido, porque el Indio también la aplica para referirse a un primer plano-secuencia de la película de Tarkovski —uno de los más largos en la historia de la cinematografía— que dura exactamente eso: seis minutos, y por ello, también la canción dura ese tiempo. Pero hay dos menciones a “mami”. ¿Por qué? Sencillo: la escena en la que Alexander va a ver a María para pedirle que se acueste con él y así salvar a la humanidad de la guerra nuclear, comienza con él contándole a ella su relación con su madre, etc. (en esa parte Tarkovski se está retratando a sí mismo a través de su personaje, ya que su madre era una de esas madrazas rusas contenedoras). Y a continuación, en la misma escena, Alexander le pide a María que "duerma" con él para salvar al mundo, y ella no entiende; sólo atina a consolarlo, a compadecerlo y a darle su misericordia y su amor. Al final de la escena, se acuestan juntos y ambos aparecen como flotando, María levita, etc. Una escena sublime. A lo que voy, es a que la estrofa del Indio es una metáfora de doble significación: la "mami" de la primera frase es, efectivamente, EE.UU, que va a "contestar" el misil ruso en "seis minutos", pero por otra parte; la "mami" de la segunda frase, esa a la cual Alexander le pide que "elimine el error", es María, su empleada doméstica (y me imagino que no hará falta que aclare el porqué de la elección del nombre María por parte de Tarkovski para su personaje, ¿no?).
Luego, con lo de “es tan chiflado y obnubilado que puede ser...”, Solari vuelve a aterrarse ante la sola idea de semejante desastre, de que tan delirante posibilidad pueda ser cierta, y alude de paso al final de la película de Tarkovski, en la cual una ambulancia viene a llevarse a Alexander para encerrarlo por loco (“chiflado”). Lo de “tan caprichoso y tan sonado que puede ser...”, es una reminiscencia del Indio a la tesis (creo que freudiana, no estoy seguro —¡ayudame acá Gabriela!—) de que el ser humano lleva la autodestrucción en sí mismo. Le parece que si esa idea ya cruzó por la mente de algunas personas que imaginaron que semejante desastre pueda ocurrir efectivamente, que si es “tan sonado”; eso va a terminar materializándose tarde o temprano. Teme, entonces, que obedeciendo a un impulso loco ("caprichoso"), algún tarado en algún lugar del mundo apriete un botoncito y dé comienzo a una guerra nuclear. Y trascartón, se imagina (“rayos de aquí para allá”) lo que sería el intercambio de misiles nucleares entre uno y otro punto del planeta, hasta la destrucción total.
Y cierra la letra con lo de “que linda calma, tan...”, que es una frase irónicamente conformista. Se refiere (otra vez: situarse en los 80, cuando las superpotencias eran la URSS y los EE.UU.) a que si bien el mundo no andaba de lo mejor y había quilombos y guerras en varias partes del mismo; por lo menos las super potencias de ese entonces estaban —solamente en lo formal, claro— “en paz” (era la llamada “Guerra Fría”); no se estaban bombardeando entre sí con misiles nucleares, entonces, prefiere, lógicamente, esa “paz” aparente (“linda calma”); antes que una guerra nuclear que termine con el mundo.

Enlace a la canción en You Tube: http://www.youtube.com/watch?v=FSHivZdCwlE 

-Juan Carlos Serqueiros-