viernes, 30 de junio de 2017

GARRAS. LA ENUNCIACIÓN DEL ALMA ATORMENTADA




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

A Gabriela, mi esposa, amiga y cómplice en la comisión del delito de vivir.


Lo que pasa es que Catunga es demasiado lindo para ser hombre. (Roberto Goyeneche)

Esta grabación es de antología: "Garras", interpretado por el Polaco Goyeneche con la orquesta de Atilio Stampone:
La melodía, del Gordo Troilo, compuesta para unos versos desgarradores de Catunga Contursi escritos en 1945, en su período más depresivo, triste, abatido y melancólico, luego de su alejamiento de Gricel Viganó en 1940 (click en este Enlace para ver mi artículo al respecto, pues si usted no conoce la historia de ese amor, permítame entonces sugerirle que lo lea previamente a proceder a la lectura de esto que aquí y ahora publico, porque de lo contrario; no entenderá), con su corazón lacerado, arrastrando una pena atroz y estragado por el escabio.




GARRAS
(Aníbal Troilo-José María Contursi)

Callejón sin luz esperándote...
Frío... Sombras...
Ansias de vivir para tu amor y no poder...
Siento que la vida se me va... y no me lloras.
Busco desolado tu calor... y aquí no estás.
Agonía cruel... Luego soledad...
Y después tu olvido. ¡Nada más!

No pude más y en mi afán por llegar
era un duende errabundo
que se perdió sin poderte encontrar
por las calles del mundo...
Y me he quedado
como un pájaro sin nido, como un niño abandonado,
con mis penas que se agarran como garras
y desgarran a mi corazón.

Callejón sin luz... Noche sin final...
Sombras... Frío...
Gracias por venir con tu perdón y tu bondad...
Ya mi pobre vida terminó... y estoy vacío,
muerto para el mundo y para vos mi corazón.
Agonía cruel... Luego soledad...
Este llanto tuyo y nada más...




Pero (y es muy extraño, diría hasta inexplicable, que este detalle les haya pasado inadvertido a los biógrafos de Contursi) en medio de todo ese horror, su inconsciente le señaló una esperanza: "Gracias por venir con tu perdón y tu bondad", escribió el poeta en la segunda estrofa, cual si fuera una predicción. 
Lucecita de esperanza esta que re encendió en esos puntos suspensivos dejados tras un "Este llanto tuyo y nada más...", claramente contrapuesto al rotundo "¡Nada más!", así, entre signos de admiración, que había escrito en la primera estrofa y que aparecía como inexorable.
Y el vaticinio se cumpliría, porque... ¡dieciséis años! más tarde de todo aquello, Gricel, anoticiada de que Contursi -ya viudo de Alina Zárate desde 1955 y perseguido, acosado, por la revolución gorila, cipaya y asesina que derrocó a Perón (Catunga, peronista acérrimo, era el secretario general de SADAIC)- estaba completamente entregado al alcohol; viajó a Buenos Aires para buscarlo, y lo rescató de una muerte segura llevándolo consigo a Capilla del Monte (Córdoba) para vivir de allí en adelante juntos. 
Se casaron en 1967. "Otra vez Gricel, como testamento de un amor que vence aún hoy al tiempo", le escribió él, y al año siguiente surgió, a partir de esa frase; la poesía de Otra vez Gricel, que musicalizara Joaquín Mauricio Mora:

OTRA VEZ GRICEL
(Joaquín Mauricio Mora-José María Contursi)

Ya lo ves...
Cómo lastima vernos juntos otra vez,
Cómo los sueños se diluyen en las manos
Sueños vanos... sueños vanos...
De un tiempo ausente.
Para qué...
Rememorar lo que fue nuestro y que no fue
Más que una trenza de esperanzas y de engaños,
A través de tantos años...
¡Gricel... Gricel...!

Hoy mi corazón está vencido...
Yo no puedo darte más que olvido.
Sé que para vos,
El tono triste de mi voz
Es un castigo... ves?
Es tu fe, tal vez que está perdida
Si vuelves huyendo de la vida...
Yo también sin vos,
Siento el temor de no morir
¡Con vos... con vos...!

Ya lo ves...
Los años pasan escapando del ayer,
Y nos destruyen sin pensar que estamos viejos
Y que somos el espejo...
De un desencanto.
Otra vez...
Tengo el celeste de tus ojos y tu piel
Y son mis penas que te piden que te quedes,
Que te quedes para siempre... 
¡Gricel... Gricel...! 


Es que la poesía tiene esas cosas, vio... No por nada dijo certeramente Dalmiro Sáenz, que es "la sublevación del hombre contra la razón".
Y... sí, contra la razón... pero la propia del consciente; porque el inconsciente también tiene las suyas. Que suelen ser infalibles. 
Permítame el atrevimiento de recomendarle, querido lector, el libro Poetas del tango y el sentir argentino (de 1917 a 1959), autoría de la licenciada en Filosofía Alicia Hebe Contursi, hija de Catunga. En él, encontrará usted las referencias imprescindibles para trazarse una semblanza de aquel poeta, de su índole, de su psiquis...




El 11 de mayo de 1972, la maldita doña cirrosis le cobró de una a José María la larga y costosa cuenta de los innumerables whiskys trasegados. Tenía 60 años. Gricel (que era nueve menor que él), lo sobrevivió hasta el 25 de julio de 1994, día en que la muerte, en forma de derrame cerebral, se apiadó de los sufrimientos que le causaba una incurable leucemia.
Suelo, a veces, cuando el crepúsculo preanuncia el reinado de la noche, tirado a la bartola sobre unos terciopelos (Solari dixit), escuchar al Polaco interpretando Garras. Y así contemplar, quedo, a través del cristal rubí de un noble y viejo syrah, las sombras borrosas de aquellas almas atormentadas por las pasiones humanas.
Y entonces se me figura que al llegar a comprenderlas, ellas esplenden en toda su magnificencia, en medio de una hoguera que es, al mismo tiempo, un edén de amor, un infierno de pena y una vorágine de alcohol.


-Juan Carlos Serqueiros-