miércoles, 26 de mayo de 2021

TRENZAS

 


Escribe: Juan Carlos Serqueiros


"Trenzas", esa maravillosa poesía del genial Homero Expósito a la que puso melodía Armando Pontier, es un tango nada sencillo de cantar, al contrario; es muy difícil. Aunque claro, difícil... si es que se quiere hacerlo no sólo correctamente, sino además; con nivel de excelencia. Digo esto porque lamentablemente, algún que otro desvergonzado caradura también se ha atrevido a "cantarlo" (es un modo de decir), como por ejemplo, el Chino Hidalgo y el Chino Laborde. Pareciera que esos dos, apodados con la nacionalidad de los hijos del celeste imperio, estuviesen resueltos a asesinar al tango. No se enojen, muchachos, va de onda y con humor; pero dejen tranquilo a ”Trenzas”, ¿sí? Que no es pa’ tuitos la bota ‘e potro.

TRENZAS
(Tango, 1944)
Música: Armando Pontier – Letra: Homero Expósito)

Trenzas,
seda dulce de tus trenzas,
luna en sombra de tu piel
y de tu ausencia.
Trenzas que me ataron en el yugo de tu amor,
yugo casi de blando de tu risa y de tu voz...
Fina
caridad de mi rutina,
me encontré tu corazón
en una esquina...
Trenzas de color de mate amargo
que endulzaron mi letargo gris.

¿Adónde fue tu amor de flor silvestre?
¿Adónde, adónde fue después de amarte?
Tal vez mi corazón tenía que perderte
y así mi soledad se agranda por buscarte.
¡Y estoy llorando así
cansado de llorar,
trenzado a tu vivir
con trenzas de ansiedad... sin ti!
¡Por qué tendré que amar
y al fin partir!

Pena,
vieja angustia de mi pena,
frase trunca de tu voz
que me encadena...
Pena que me llena de palabras sin rencor,
llama que te llama con la llama del amor.
Trenzas,
seda dulce de tus trenzas,
luna en sombra de tu piel
y de tu ausencia,
trenzas,
nudo atroz de cuero crudo
que me ataron a tu mudo adiós...


Sublime, directamente. No en vano dijo, acerca de Homero Expósito, el ilustre poeta del elegante verso piantao, el quemerísimo Horacio Ferrer: “Su obra poética, que causó verdadera sorpresa en el momento de su aparición, queda, por su indiscutible calidad, a la vanguardia de los clásicos del tango”.
Y es tal cual. “Trenzas” es uno de los puntos más altos de la lírica tanguera. La tríada dialéctica, esto es, tesis: encuentro con y presencia de, la mujer amada, que se da a entender como felicidad debida al acaso: (me encontré tu corazón / en una esquina); antítesis: la ausencia de ésta, derivada de su alejamiento, el cual se representa en el cuasi oxímoron mudo adiós; y síntesis: el dolor experimentado por el bien perdido, con la inevitable carga de ansiedad y llanto que eso conlleva. Conjuga elementos sensoriales, de lo visual (luna en sombra), de lo táctil (seda) y de lo gustativo (dulce). Y hace contrastar aquello de trenzas que me ataron en el yugo de tu amor, o sea, la primigenia ligazón por medio de esas trenzas que lo uncen a la mujer que las lleva; con la pena profunda y la evocación dolorosa del amor truncado, sumiéndolo en una soledad que se agranda por buscarte y que se le antoja —como literalmente lo enuncia— un nudo atroz de cuero crudo, y que al fin lo conduce a la queja-protesta ante lo que siente como una inexplicable y cruel sinrazón: ¡Por qué tendré que amar / y al fin partir!, vomitada desde los entresijos de un alma transida de frustración. Pero que al mismo tiempo, y a pesar de la angustia infinita que la embarga; es un alma que se demuestra como incapaz de evidenciar resentimiento, porque su aflicción es una pena que me llena de palabras sin rencor.


Desde lo musical y vocal, la mejor —y por lejos— de las versiones de este tango, es la del maestro Horacio Salgán con Edmundo Rivero como cantante. Un verdadero obsequio para los oídos.


Pero hay un… problemita, digamos. Resulta que el Ofe Rivero tenía la costumbre de alterar las letras de los tangos que interpretaba en su muy extenso repertorio. Tanto así, que en su osadía, hasta llegó a hacerlo con ese sublime himno suburbano que es "Sur", de Homero Manzi (otro hincha de Huracán, y van...): en lugar de tu nombre florando en el adiós; cantó "tu nombre 'flotando' en el adiós", y en vez de y mi amor y tu ventana; "y mi amor 'en' tu ventana". ¡Sacrilegio!
Dicen los que saben (o presumen de saber), que cuando lo empezó a cantar, con la orquesta del Gordo Troilo, y éste se percató de los cambios que introducía Rivero en la letra, le dijo: "Mire, Leonel, antes de que lo grabemos, mejor va y le pregunta a Homero qué opina de esas variaciones". Rivero (siempre según los que dicen que saben) fue y le consultó a Manzi si autorizaba las modificaciones que había introducido; y aparentemente, aquel tipazo hecho todo de corazón y de bondad que fue Homero, le dio el OK.
Particularmente, me parece una atrocidad. La metáfora de Manzi tu nombre florando en el adiós (siendo —según los tiranos presuntuosos y fanfarrones nucleados en el aguantadero llamado RAE— “florar: dar flor una planta o un árbol”), ilustrando la despedida entre un joven y su novia, en la cual poéticamente, el nombre de la amada se torna flor en el adiós; es infinitamente más bella que el torpe “flotando” que le zampa Rivero. Y ni hablar de eso de “y mi amor EN tu ventana” en lugar de la exquisitez y mi amor y tu ventana que escribió Homero. Porque a ver: ¿qué carajo vendría a ser eso de amor EN la ventana de alguien? El poeta se refiere a la silueta de la novia que se deja adivinar a través de la ventana, saludándolo al llegar y aprestándose a ir a su encuentro, ¿o acaso Rivero creyó que Manzi era Romeo escalando hasta el balcón de Julieta para meterse en su alcoba y cogérsela? Por favor…
Detestable y deplorable esa manía de cambiar los versos. Máxime, si se lo hace so pretexto de que “el público no comprendía el significado; por eso alteré la letra”. Un horror… Encima, agravado con la arrogancia de pontificar, asignándole a los demás una presunta imposibilidad de entender. Ni más ni menos que endosar al otro un defecto o incapacidad propia: identificación proyectiva, que le dicen. Por otra parte, no alcanzo a discernir porqué a Rivero debería interesarle si el público entendía o no la letra de Manzi, toda vez que a éste, que era el autor, no le importaba lo más mínimo. Lo cual es lógico, porque ¿dónde se ha visto que a un poeta le preocupe si la gente comprende o no exactamente lo que él quiso expresar y si lo interpreta en el mismo sentido que él pretendió darle? Como certeramente dijo el Indio Solari: “Una buena canción (su lírica) debe parecer que no pudo ser escrita de otra manera. Debe tener poder de seducción y comportarse como un enigma del cual uno presenta, para su resolución, sólo indicios”.
En el caso de “Trenzas”, a Rivero no le fue tan bien como le había ido con el bueno de Manzi cuando se atrevió a enmendarle a éste la plana en la letra de ”Sur”. En cuanto Expósito se enteró de que el Ofe, en lugar de trenzas de color de mate amargo; cantaba “trenzas con sabor de mate amargo”, estalló: ¡¿Cómo “con sabor de mate amargo”?! ¡¿Pero qué se piensa ese hombre, que yo chupo trenzas?!
Y razón para chivarse, no le faltaba ¿no? Porque convengamos en esto: en tanto resulte afectado lo simbólico, no estamos ante una cuestión menor, sino ante algo muy grave, porque el daño infligido no se limita al afeamiento de lo estético; sino que representa una alteración sustancial de lo expresado en el verso. Rivero, o no atinó a decodificar lo hermético de la lírica de Expósito, o si lo hizo; se cagó en ello. Y así, se demostró impermeable, ya fuere a la aprehensión o a la valoración cabal, del significado de la metáfora de color de mate amargo, que es ilustrativa de lo amarronado de las trenzas de la mujer, las cuales por un efecto óptico, de pronto adquieren reflejos verdosos (y que está en correspondencia perfecta con la tonalidad mate asignada a su tez, expresada poéticamente en luna en sombra de tu piel). Al reemplazarlo por el elemento gustativo “con sabor de mate amargo”, incurrió con ello nada menos que en la irreparable destrucción de la sinestesia elaborada por Homero en su genialidad.


Como para no enojarse… Encima, siendo Expósito un poeta refinado y obsesivo con su arte hasta el extremo de revisar y corregir innumerables veces sus propios versos. El Mimo no era meramente un rimador que escribía letras para ser aplicadas a una melodía, sino un eximio creador de poemas en los cuales las frases poseen una musicalidad propia que conmueve los sentidos resonando en planos muy altos de la psiquis. Por eso, su bronca era más que legítima, claro que sí.
Cabría preguntarse por qué, siendo los dos Homeros, Manzi y Expósito, poetas enormes y trascendentales, y ambos con más yeca que Buenos Aires, más brolis que la biblioteca de Salamanca y más noche que Drácula; el primero accedió sin chistar a las modificaciones de Rivero, mientras que el segundo hizo tronar su disconformidad. Tengo para mí que ello no se debió única, solamente, a diferencias de temperamento, sino también —y fundamentalmente— a modos distintos de considerarse y de situarse a sí mismos ante la poesía. Manzi (quien en la grandeza de su dimensión fue, además de poeta; guionista, cineasta, gremialista y político) dijo en su modestia: “Preferí hacer letras para los hombres antes que ser un hombre de letras”. En tanto que Expósito (poeta, y por añadidura; filósofo, políglota, escritor, compositor y rugbier) aseveró: “Nadie puede escribir un tango si no sabe escribir un soneto”.
Pero le propongo, querido lector, que le “levantemos la sanción” a don Leonel (que por otra parte, más allá de ese pecado que cometía al alterar las letras; era un caballerazo y un tipo más bueno que el pan). Después de todo, la historia no debe juzgar, en tanto no es un tribunal de justicia póstuma. Además; el Ofe fue, sin dudas ni quizás, un cantante de esmerada formación académica, de virtuosismo superlativo y de mérito extraordinario. No por nada se lo mencionaba como “el feo que canta lindo”. Y ni le cuento si, como en este caso, canta acompañado por la maravillosa orquesta de ese gran maestro, ese excepcional músico, que fue Horacio Salgán. Lo invito, pues, a que oigamos juntos su versión de “Trenzas”.


¿Escuchó? Superior, ¿no? Espero haya disfrutado tanto como yo. ¡Hasta la próxima!

-Juan Carlos Serqueiros-

Imagen de portada: Luis Cejas, “Homero Expósito”, caricatura, contemporáneo.