miércoles, 30 de mayo de 2012

POLÍTICA Y NEGOCIOS EN 1820

















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

El 28 de octubre de 1820, Nicolás de Anchorena (en realidad, Mariano Nicolás de Anchorena, aunque su segundo nombre prevalecería sobre el primero, y así se lo conoce históricamente) le escribía desde Montevideo a su hermano mayor, Juan José; una carta en la cual le detallaba sus actividades en torno a los negocios de la familia, carta esta que contiene un párrafo muy sugerente, el cual transcribo a continuación:

… Cullen, portador de ésta, me ha dicho que ha visto una carta de persona respetable del Arroyo de la China, repitiendo que Artigas ha caído prisionero de Francia, habiendo querido refugiarse en la Candelaria; que Ramírez se lo ha pedido, y que Francia le pedía en cambio a Campbel y a Méndez, cuyo cambio cree el autor de la carta se verificaría. Deduce Cullen que Ramírez y Francia se han de componer, y de consiguiente que hemos de tener mucha yerba, por lo que él va a activar la venta. Yo no estoy conforme con esta política, porque aunque Francia esté por el cambio, este no será por disposición de convenirse con Ramírez, sino por las ganas que tiene de Campbel y de Méndez, para que le paguen los azotes que dieron a los paraguayos, porque para Francia el mismo papel hacen Ramírez y Campbel, y tan ladrón considera al primero como al segundo, porque ninguno de su cuna, educación y fibra puede conformarse con que un domador, sólo por ser atrevido y osado, sea el árbitro de tres Provincias vecinas, y que reconocido por él, mañana podrá verlo en la suya, u otro como él. Además Ramírez ha de querer continuar con el estanco de la yerba, para hacer su fortuna y la de sus ahijados: hemos visto que él ambiciona dinero y prosélitos, y que se ha propuesto adquirirlos por ese recurso. Aquí está su ayudante que ha venido habilitado por él con un corto número de tercios. Francia, pues, no ha de entrar por estas trabas, por lo mismo que Ramírez trata de ganar con ellas ... (sic)

Es notable cómo la aguda percepción de un hombre de negocios -que Nicolás (al margen de su patriotismo, que lo tenía) era básica y fundamentalmente eso: un hombre de negocios; y las alternativas de la política interna las veía y analizaba desde esa perspectiva- lo llevaba a comprender y calibrar adecuadamente una situación determinada y los personajes que la protagonizaban; y cómo de acertada resultaría su predicción. 

Pero en primer lugar, aclaremos a quiénes y a qué se refería Nicolás de Anchorena y cuál era el contexto en que se producían los sucesos:
El Cullen citado, era Domingo Cullen, un español de las Canarias, que después sería ministro de Estanislao López (terminaría fusilado en 1839 por orden de Rosas), y que andaba por ese tiempo radicado en Montevideo dedicado al comercio por las costas del Paraná. Debe de haberle propuesto a Nicolás de Anchorena algún negocio vinculado al tráfico de yerba mate, y éste, aprovechando un viaje de Cullen a Buenos Aires, le enviaría a través suyo esta carta a su hermano mayor Juan José. El Arroyo de la China era la villa de ese nombre, actual ciudad de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos. Artigas, obviamente está referido al general José Gervasio de Artigas; Francia era el doctor Gaspar Rodríguez de Francia, gobernante del Paraguay (ver aquí mi nota: "LUCES Y SOMBRAS DE FRANCIA"); y Ramírez era Francisco Pancho Ramírez, teniente de Artigas en Entre Ríos, que acabaría oponiéndose al Protector. En cuanto a Campbel y Méndez, se refiere a Pedro Campbell, un marino irlandés que llegó al Río de la Plata cuando las Invasiones Inglesas, desertando de las tropas británicas para quedarse aquí, convirtiéndose después en jefe de la escuadra artiguista; y a Juan Bautista Méndez, gobernador de Corrientes cuando los Pueblos Libres. Ambos habían caído prisioneros de Ramírez luego de la derrota del artiguismo a manos de éste. El general Artigas se había asilado el 5 de setiembre de 1820 en el Paraguay que gobernaba el doctor Francia, y Ramírez le reclamaba a éste su extradición, a lo que Francia no accedió, tal como en la carta supone Nicolás de Anchorena que habría de ocurrir.
A fines de junio de 1820, el otro hermano de Nicolás; Tomás Manuel de Anchorena, que había sido secretario del general Belgrano y diputado por Buenos Aires al Congreso de Tucumán, consideró conveniente pasar a la Banda Oriental en razón del curso que habían tomado las convulsiones políticas en Buenos Aires, y cuatro meses después haría lo mismo Nicolás, el menor de los Anchorena, y desde allí escribiría a su otro hermano, Juan José, quien había quedado en Buenos Aires, esta carta cuyo párrafo leemos. Es injusta la carga que hace contra Campbel, a quien tilda de ladrón, presumiendo (erróneamente) que el doctor Francia lo reputaría de igual modo. Deben de haber primado ahí prejuicios de clase o de alguna otra índole, porque Campbell de manera alguna ni bajo ningún punto de vista podía ser considerado un ladrón, y tampoco Francia lo juzgaba así, como lo demuestra el hecho de que al ser liberado por Pancho Ramírez, Campbell se exilió justamente en el Paraguay (y fallecería allí en 1832), cosa que no habría hecho ni por asomo si desconfiase de que el doctor Francia quisiera verlo muerto (éste último se limitó a tenerlo preso un tiempo –tal como hizo con el general Artigas- y luego le dio la libertad, radicándose Campbell en Pilar, dedicado al negocio de la curtiembre). No era así, suponía mal Nicolás de Anchorena en ese punto. Claro, él se guiaba por la presunción de que como Méndez y Campbell en 1815 habían combatido y expulsado junto a Andrés Guacurarí a las tropas paraguayas que por orden del doctor Francia habían invadido los pueblos de las Misiones al este del Paraná; el Dictador Perpetuo del Paraguay tendría hacia ellos un odio cerval que lo impulsaría a proponer a Ramírez entregarle al general Artigas a cambio de que éste a su vez les entregase a él a Campbell y a Méndez, y por eso Nicolás de Anchorena escribe “aunque Francia esté por el cambio”, refiriéndose con cambio al canje de prisioneros con miras a ultimarlos. La carta de persona respetable del Arroyo de la China que Cullen le refirió a Anchorena haber leído, por lo visto no era nada confiable, ya que por entonces lo que Ramírez estaba planeando, era invadir el Paraguay, y precisamente su ligereza (inentendiblemente) en el cuidado de la correspondencia que éste les mandaba a los opositores del doctor Francia en el Paraguay, fue causal de la ruina y desgracia de éstos; porque Francia ahogó en sangre la revolución que contra él se tramaba (ver aquí mi nota: LUCES Y SOMBRAS DE FRANCIA).
Por lo demás, es asombrosa la exactitud de la información que poseía Anchorena. Pensemos: allá por 1820 ¿cuántas serían las personas (fuera de quienes vivían en el escenario mismo de los hechos o en las cercanías, digo) que sabrían las alternativas de los combates entre las tropas artiguistas al mando de Andrés Guacurarí y las que el doctor Francia había enviado para ocupar los pueblos de las Misiones, con tanto detalle como Nicolás de Anchorena (noten que pone, refiriéndose a Campbell y Méndez, “para que le paguen los azotes que dieron a los paraguayos”)? O la acertadísima semblanza que hace de Francia, esa de su cuna, educación y fibra (y tener en cuenta que eso es tanto más extraordinario, si se considera que Anchorena… ¡no conocía personalmente al doctor Francia!). Asimismo, la comparación entre las características de Ramírez y Francia (independientemente de que no corresponda reducir al primero a un domador, cosa que hace Anchorena con sectarismo refiriéndose de ese modo al entrerriano) es muy ilustrativa; porque en efecto, la distancia moral e intelectual que había entre esos dos personajes históricos, era sideral: el doctor Francia, más allá de aciertos y errores, obraba movilizado exclusivamente por la defensa de los intereses paraguayos y nada quería ni buscaba para sí mismo; mientras que Ramírez actuaba en función de las conveniencias de su provincia, pero también (de paso, cañazo) de su ambición personal y de sus intereses particulares; porque es cierto que entre otras cosas, perseguía el fin de enriquecerse con la yerba mate y que para eso había mandado a la Banda Oriental a Manuel Antonio Urdinarrain; tal como menciona Anchorena en su carta: ambiciona dinero y prosélitos, y que se ha propuesto adquirirlos por ese recurso. Aquí está su ayudante…
Y en definitiva, como consigné precedentemente, la predicción de Nicolás de Anchorena resultaría cumplida, porque Francia no entregó a Artigas para que Ramírez lo matase, y la yerba paraguaya sería comercializada exclusivamente por el Estado paraguayo; y si Cullen, como apunta Anchorena, efectivamente activó la venta, debe de haberse visto después en graves problemas para cumplir los compromisos a que se hubiese obligado.
Y en todo caso, el ejemplo sirve para reflexionar acerca de cómo dos hombres de negocios poseyendo idéntica valiosa información, pueden interpretarla de distintas maneras y utilizarla conveniente o inconvenientemente: Anchorena, con los datos que poseía, no quiso entrar en el negocio de la yerba mate y acertó plenamente en cuanto a la actitud que tomaría Francia; en cambio Cullen se involucró (o por lo menos, se aprestaba a hacerlo) en un negocio que a la postre resultaría desastroso, y a la hora de formarse un juicio, ni siquiera reparó en las diferencias de catadura moral e intelectual que había entre Ramírez y Francia.
Seguramente por “pequeños” detalles así, Anchorena sería uno de los hombres más ricos de esta parte de América; mientras que Cullen acabó sus días fusilado por traidor.


-Juan Carlos Serqueiros-

domingo, 27 de mayo de 2012

EL ZARCO, UN TRAIDOR TRAICIONADO























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

El general Tomás Brizuela, apodado zarco por el azul desvaído de sus ojos, empezó mal la cuarentena de sus años. Y seguiría aún peor.
Perteneciente a la antigua familia de los Dávila, que junto a la de los Villafañe y la de los Ocampo constituían el núcleo aristocrático de patricios que fueron luego degenerando en señores feudales, oligarcas, que se alternaban en el poder en la provincia de La Rioja, había nacido circa 1800 probablemente en el valle de Famatina. Siguió al general Juan Facundo Quiroga en sus campañas, y luego del asesinato de éste en 1835, se contentó con influir decisivamente en La Rioja desde la comandancia militar, dejando la administración del gobierno a terceros. Más le hubiera valido quedarse en eso.
En enero de 1836 el coronel unitario Martín Yanzón, gobernador de San Juan (que había llegado al gobierno merced al apoyo del general Quiroga), no tuvo mejor idea que invadir La Rioja, que a la sazón estaba gobernada nominalmente por Fernando Villafañe, “avalado” por supuesto, por las milicias de los Llanos que mandaba Brizuela. La decisión de Yanzón estaba basada en un propósito público (público en su provincia, se entiende) de terminar con el problema de que los comerciantes sanjuaninos al pasar por La Rioja, eran obligados a pagar “peaje” (en el mejor de los casos; porque también les ocurría que eran saqueados y obligados a volverse a San Juan) y otro privado: la búsqueda de un hecho que le diera notoriedad y lo afianzase en el gobierno, ya que su repentina voltereta política de, siendo unitario, declararse federal y rosista; no se la creía ni él mismo. Juan Manuel de Rosas, que tenía un excelente servicio de informaciones, supo en el acto lo que planeaba Yanzón y le escribió una explícita carta en la que llamaba su atención acerca de las prescripciones del Pacto Federal en caso de invasión de una provincia a otra. Yanzón, hipócrita, respondió a través de su ministro que nada haría que violase los acuerdos interprovinciales… ¡en los momentos mismos en que se dirigía a La Rioja a invadirla! Claro, pensaba que encontraría a la provincia vecina a su merced y que no se le ofrecería resistencia alguna.

Pero el gobernador riojano Villafañe estaba alerta y ya había combinado con el zarco Brizuela un plan defensivo, de modo que a Yanzón la cosa se le puso fea y la invasión resultó en un desastre para las tropas sanjuaninas, que fueron masacradas por las riojanas en la batalla de Pango el 5 de enero de 1836. Yanzón huyó a Chile dejando su provincia acéfala e indefensa, y Brizuela por su parte, vio la oportunidad de “escarmentar a los sanjuaninos”: la taba se dio vuelta y los invadidos riojanos pasaron a ser los invasores de San Juan. Dos meses duraría la ocupación de San Juan por las tropas de Brizuela, lapso durante el cual los saqueos, violaciones y asesinatos eran la moneda corriente. En ese ínterin los sanjuaninos eligieron gobernador a Nazario Benavides en reemplazo del fugitivo Yanzón. Benavides negoció con Brizuela y éste se retiró de San Juan al precio de que se le pagasen 25.000 pesos plata y se le entregasen 2.000 vacas, 200 caballos, 200 fusiles y 100 sables en concepto de “indemnización”. El por entonces altanero y triunfante Brizuela no imaginaba cuán caro pagaría esa andanza un día no muy lejano.
Vuelto a La Rioja y ya perdida toda ponderación (suponiendo que alguna vez la hubiese tenido), el Zarco asumió personalmente el gobierno de su provincia y se volvió alcohólico. Sus muestras de obsecuencia a Rosas (le cambió el nombre al Famatina por el de cerro del Gran Rosas y mandó acuñar monedas con la efigie del Restaurador, todo lo cual fue rechazado por éste, profundamente disgustado con semejante chupamedias), preanunciaban su traición a un federalismo que jamás había sentido, y que se evidenció efectivamente cuando, cediendo a los cantos de sirena de Marco Avellaneda, se pronunció a mediados de 1840 contra Rosas a cambio de la promesa de Avellaneda de hacerlo jefe militar de la Coalición del Norte.

De nada sirvió que la señora Dolores Fernández, viuda del general Juan Facundo Quiroga, le escribiese al Zarco el 11 de junio de 1840 recordándole su antigua condición de lugarteniente del Tigre de los Llanos e instándolo a enmendar su error y volver al redil federal. Brizuela, instruido pero de pocas luces, y encima; con su escasa inteligencia nublada por su dipsomanía, no atendió razón alguna, no atinó a asirse a la tabla salvadora que le arrojaba Rosas a través de doña Dolores Fernández, y siguió empeñado en su traición.
De allí en más iría cuesta abajo. La dirección de la Coalición del Norte que le había prometido Avellaneda jamás pasó de ser nominal. Lo que en realidad quería Avellaneda de Brizuela era su ejército riojano, por lejos el mejor pertrechado de entre los de las provincias que formaron esa entente antirrosista; pero el mando militar efectivo lo tendrían Lamadrid y Lavalle, y el político, el propio Avellaneda.

En su imbecilidad infinita Brizuela no se dio cuenta de que sólo era un títere. Se obnubiló con el rol de Director de la Liga que el tratado firmado el 21 de setiembre de 1840 entre los unitarios de Tucumán, Catamarca, La Rioja, Salta y Jujuy le confería, y se tomó en serio su papel. ¡Pobre Zarco, tan estúpido, torpe, borracho e infeliz! Ese sería el principio de su fin: menos de un año le duraría al desgraciado su ilusión de poder y grandeza. Rosas, ya desembarazado del conflicto con Francia, se dedicó de lleno a terminar con la Coalición del Norte y en pocos meses, los generales Oribe, Pacheco, Aldao y Benavides liquidaron la cuestión acabando con todos los cabecillas menos con Lamadrid que conseguiría fugar.
En enero de 1841 Lavalle, con su ejército reducido a una horda de facinerosos, se dirigió a Catamarca y desde allí citó a Brizuela a una reunión en una de las estancias de éste, en Hualfin. Sea que el Zarco se demorase o fuera que Lavalle se adelantó, lo concreto es que éste llegó antes y no encontró a Brizuela, pero en cambio sí encontró a su mujer, Solana Sotomayor -dama esta que era algo… voluble, pongamos, por decirlo suavemente- y se encerró a solazarse con ella durante cinco días en el transcurso de los cuales sólo abrían la puerta del dormitorio para pedir de comer y beber (parece que el hombre venía de una prolongada abstinencia y que misia Solanita en cuestiones amatorias, era una verdadera geisha).

Brizuela, al enterarse de su deshonra, terminó muerto en la batalla de Sañogasta el 20 de junio de 1841. Se ignoran las circunstancias precisas de su fin, sabiéndose con certeza sólo que murió de un balazo por la espalda que le tiró su propio edecán, no pudiéndose determinar si ello obedeció a un pedido del mismo Brizuela para que lo matase, o si su ayudante obró por las suyas; ya que tanto Benavides como Aldao se atribuyeron la conducción de las tropas federales en esa victoria, y al parte de guerra del primero de ellos (que fue quien efectivamente participó de la batalla) le falta la sección que detalla el deceso del Zarco, debido a lo cual prevaleció el que Aldao le mandó a Rosas, fechado el 20 de junio de 1841 en Cuartel General de Sañogasta (?!) y que reza: Hoy ha desaparecido regando con su sangre inmunda el suelo argentino, el salvaje traidor Tomas Brizuela. Su división que se componía de 600 hombres de caballería e infantería, casi toda está en nuestro poder, los que fugan por la gradosidad de las sierras, espero que caigan en nuestro poder".
Así terminó sus días el zarco Brizuela, con su cabeza "adornada" con los cuernos que le puso Solanita; en lugar de la corona de laureles con la que había soñado al perpetrar su traición.


-Juan Carlos Serqueiros-

viernes, 25 de mayo de 2012

NICASIO OROÑO

















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Cuando las convulsiones políticas de la República me arrojaron de Santa Fe, y después de 10 años de expatriación, volví a la provincia de Entre Ríos, tuve la ocasión de conocer al señor López Jordán: hallé en él una personalidad simpática, un buen amigo, un hombre de progreso, uno de los jefes más distinguidos del Ejército de aquella provincia, un espíritu despejado que acusaba en él a un joven consagrado al estudio y al cultivo de sus facultades intelectuales. (Nicasio Oroño)

Nacido en Coronda, el 20 de julio de 1825, en el seno de una familia unitaria, soldado y oficial de Lavalle y de Paz, combatiente en Caseros contra Rosas, integrante conspicuo de la aristocracia santafesina, casado con una Cullen y además; mitrista, nadie podría suponer a priori en Nicasio Oroño la voluntad pacificadora que evidenciaría, y mucho menos podría predecir que en función de gobierno buscaría atemperar los odios del pasado. 
Y sin embargo; así fue.
Siendo gobernador de Santa Fe por el mitrismo entre 1865 y 1868, una de sus principales inquietudes fue promover la concordia, y en ese orden de ideas mandó que se devuelva a Entre Ríos (gobernaba esa provincia -con la venia del poder central de Mitre- el urquicista José María Domínguez) la lanza de Francisco Pancho Ramírez, "trofeo de guerra" ese en poder de los gobiernos santafecinos desde las épocas de Estanislao López cuando el entrerriano cayó en las cercanías de Río Seco el 10 de julio de 1821. 
La devolución a la provincia vecina de esa reliquia histórica no era cosa de menor cuantía, por lo contrario; esa lanza era un mudo símbolo de nuestras disensiones intestinas. Y pese a que muchos atribuyen ese gesto de Oroño a la hipocresía política emergente de Pavón; su correspondencia epistolar y sus actos indican que obró así conforme a sus principios y su consciencia.
Asimismo, a la iniciativa de Nicasio Oroño se debe que haya sido declarada ciudad Rosario, para la cual pergeñó un ambicioso plan de desarrollo y estímulo, y también que fuera Santa Fe la primera provincia argentina en contar con una ley de Matrimonio Civil, la cual fue sancionada el 18 de setiembre de 1867.
Falleció en Santa Fe el 12 de octubre de 1904.
Nicasio Oroño, unitario y liberal; un gran gobernador.


-Juan Carlos Serqueiros-

jueves, 24 de mayo de 2012

PROCLAMA DE BELGRANO DEL 27 DE FEBRERO DE 1812




















"Soldados de la Patria. En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Exmo. Gobierno: en aquel, la Batería de la Independiencia, nuestras armas aumentarán las suyas: juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sud será el Templo de la Independencia, Unión y de la Libertad.
En fé de que así lo juraís decid conmigo, Viva la Patria.
Concluido.
Señor Capitan y Tropa destinada: por la primera vez a de la Bateria de la Independencia id, posesionados de ella y cumplid el juramento que acabais de hacer."

(Manuel Belgrano - 27 de febrero de 1812)

domingo, 20 de mayo de 2012

PERÓN, EL INDIO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Hoy por hoy, muchos saben que está probado más allá de toda duda que Perón era hijo "natural" (expresión esta que no me agrada, porque ¿qué otra cosa que natural puede ser un hijo?), que en principio fue inscripto como Juan Sosa, que su padre, Mario Tomás Perón, y su madre, Juana Sosa, se casaron recién en 1901, que si bien se acepta oficialmente el 8 de octubre como la fecha de su nacimiento; la real se desconoce, que no nació en 1895; sino dos años antes, es decir en 1893, y que no vino al mundo en Lobos, en un hogar de clase media; sino en una humilde casita de Roque Pérez. 
Pero lo que posiblemente algunos no sepan o no tengan en cuenta, es que la estadística oficial enciclopédica considera que solamente hubo hasta el presente tres presidentes latinoamericanos indígenas: el primero de ellos fue Benito Juárez, presidente de México, fallecido en 1872; el segundo, Alejandro Toledo, presidente del Perú entre 2001 y 2006; y el tercero, Evo Morales, actual presidente de Bolivia.
Sin embargo, las estadísticas oficiales suelen, en ocasiones harto frecuentes, estar equivocadas, ya sea voluntaria o involuntariamente por parte de quienes las hayan levantado. En este caso, se equivocan en la cantidad de presidentes latinoamericanos de etnias aborígenes, porque omiten considerar a Perón entre ellos. 
En efecto, la abuela materna de Perón, Mercedes Toledo, era una tehuelche, y Perón siempre reivindicó esa sangre india que corría por sus venas, y hablaba y escribía perfectamente el idioma tehuelche. 
Todo esto lo consignan claramente muchos libros, pero dos de ellos fundamentales a la hora de estudiar la vida del General: uno es el de su biógrafo oficial, Enrique Pavón Pereyra y se titula Yo, Perón; y el otro es el escrito por uno de sus médicos, el Dr. Hipólito Barreiro: Juancito Sosa, el indio que cambió la historia
Como buen argentino, iberoamericano y peronista que soy, me satisface y enorgullece que el General haya sido indio.
¡Viva Perón, carajo!

-Juan Carlos Serqueiros-

jueves, 17 de mayo de 2012

LA DIARIA SARASA DE PÁEZ DE LA TORRE. HOY: EL "FRUGAL" COLOMBRES



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Si uno no estuviese acostumbrado a la crónica afición de Páez de la Torre a mentirles la historia a los tucumanos desde el diario La Gaceta, seguramente se quedaría atónito ante su "artículo" de fecha 16.05.2012 titulado Bienes del futuro obispo, el cual pueden leer en este enlace:

 
Pero como a esta altura uno ya sabe a qué atenerse con respecto a este señor, entonces está curado de espanto y no se asombra ante la aparentemente inagotable capacidad que evidencia a la hora de tergiversar y manipular la historia a su gusto y paladar. Veamos:
Comienza Páez mencionando como “régimen” al gobierno de Juan Manuel de Rosas. Convengamos en que hoy por hoy, nadie que se precie de historiador serio y responsable puede llamar liviana y alegremente “régimen” a un gobierno que, al decir de  uno de sus más enconados enemigos, cual lo era Sarmiento, en su Facundo: “nunca hubo un gobierno más popular y deseado ni más sostenido por la opinión que el de Don Juan Manuel de Rosas”. Pero a lo que nadie se atrevería en la actualidad so pena de ser tachado de mitómano y abiertamente tendencioso y falaz; se atreve Páez de la Torre, calificando en pleno siglo XXI de “régimen” a un gobierno que defendió la soberanía nacional y a quien debemos nada menos que la conservación de la integridad territorial, esto es, que nuestra Argentina sea geográficamente el país que hoy tenemos, y no una porción de republiquetas balcanizadas.
Continúa “ilustrándonos” acerca de que José Eusebio Colombres “se jugó a favor de sus ideas” (sic), que fue ministro de gobierno (de Tucumán, quiere decir Páez, que parece creer que con sólo poner “gobierno” ya todos deben inferir que se trata del de Tucumán, porque es sabido que la historia mundial gira alrededor de la de Tucumán, ¿no?) durante la “Liga del Norte” (se refiere a la llamada Coalición del Norte, aquel intento unitario de terminar con el gobierno de Rosas a través de una unión militar forzada en las provincias de Tucumán, Salta, Jujuy -luego del derrocamiento del gobernador Iturbe y su reemplazo por Alvarado-, Catamarca y La Rioja -y quisieron arrastrar también a la de Santiago del Estero; pero su gobernador, Juan Felipe Ibarra, no lo consintió-; luego de los asesinatos de los generales Pablo Latorre, Juan Facundo Quiroga y Alejandro Heredia, y estando el país en conflicto con Francia -a todo lo cual también omite referirse Páez de la Torre, ¿por qué será?.), para ser después “tenazmente perseguido” (sic), de que se le embargaron sus bienes, y que debiera “permanecer exiliado en el pueblito boliviano de indios de Libi Libi, hasta 1845” (sic).
Párrafo aparte para las consideraciones que debe merecernos la actitud sectaria y arrogante de Páez de la Torre cuando se refiere peyorativamente a Libi Libi (o Livi Livi o Libi-Libi; indistintamente) como “pueblito boliviano de indios”. Vaya uno a saber en qué altura se sitúa Páez de la Torre a la hora de emitir frases como esa… Quizá lo haga por estar acostumbrado a ver cotidianamente la “raza aria” con sus “característicos ojos azules y blondos cabellos”, rasgos estos tan “frecuentes” en nuestra Argentina y en especial, en nuestro Tucumán, ¿no? Y entonces, desde ese lugar de superioridad étnica que se auto atribuye, estima que puede permitirse tales comentarios, digamos, como mínimo, desafortunados. Le hubiese resultado oportuno a Páez de la Torre poner la memoria en funcionamiento antes de escribir, y tal vez entonces hubiera podido recordar que precisamente de Libi-Libi, ese “pueblito boliviano de indios” como él lo llama, salió José Andrés Pacheco de Melo, diputado por Chichas al congreso de 1816, firmante del Acta de la Independencia, abnegado patriota y valiosísimo colaborador de Güemes. 
Resulta llamativamente curiosa la perspectiva de Páez de la Torre a la hora de evaluar hechos históricos, cambiando el enfoque según los hayan producido unitarios o federales. Por ejemplo, cuando cacarea escandalizado por lo del embargo de bienes a Colombres por parte de los federales; pero se “olvida” de las levas y contribuciones forzosas impuestas por los de la Coalición del Norte: Avellaneda, Cubas, Zavalía, etc.; o se “olvida” de la creación del “Banco de Crédito Hipotecario” al que se le dio la facultad de emitir billetes, billetes estos que bajo amenaza de fusilamiento se obligaba a aceptar a los ciudadanos y comerciantes; o se “olvida” también de las confiscaciones de bienes impuestas por los unitarios.
Por lo visto, semejantes tropelías están justificadas, según el punto de vista de Páez, que así también, se “olvida” de los miles de pesos que su tan admirado Gregorio Aráoz de Lamadrid le robó a Juan Facundo Quiroga luego de hacer marchar a la anciana madre de éste cargada de cadenas por la plaza de La Rioja, bajo el incontestable “argumento” de que “no es regular ser zonzo cuando la oportunidad (de robar) se presenta, después de haberse fregado tanto por la patria”; y hace además Páez, “generoso olvido” de los saqueos a mansalva de Avellaneda, Lamadrid y Zavalía.
Y con el mismo “criterio”, cuando entrecomilla la expresión salvajes unitarios de manera de relativizarla apelando a una ironía cuyo fino estoque no sólo no sabe utilizar, sino que además en él queda patéticamente ridícula; “olvida” que el salvajismo atribuido a los unitarios distaba mucho de ser ficticio, al contrario; era por entonces una horripilante realidad, y de allí la adjetivación. Fueron los unitarios quienes impusieron la guerra a muerte y cometieron aberraciones espantosas, luego ¿qué esperaba Páez de la Torre que evidenciaran los federales como respuesta a eso? ¿Que tiraran flores, acaso? Por favor…
Pero donde más exacerbada se ve la cínica postura de Páez es en la parte en la cual pretende minimizar las posesiones de Colombres enumerando con el tonito socarrón y canchero (o por lo menos, lo que él, que tiene menos calle que Venecia, debe reputar como "canchero") una serie de muebles y utensilios de modo de hacerlo aparecer como un hombre “frugal” (sic) y humilde que vivía en la extrema pobreza; cuando la verdad es que el por entonces presbítero (luego sería obispo) Colombres, detentaba una de las mayores fortunas de Tucumán e integraba el grupo oligárquico que hacía y deshacía a su antojo (más o menos como sigue ocurriendo hoy por hoy en Tucumán, donde la falta de conocimiento de la historia -merced a "historiadores" como Páez, justamente-; lleva en el presente a la repetición de errores del prasado).
Ah, también se “olvida” Páez de la Torre, de aclarar, en lo del exilio de Colombres en el “pueblito boliviano de indios” que duró “hasta 1845” (sic); que en ese año pudo volver... gracias a una generosa amnistía decretada precisamente por lo que él llama con sañuda contumacia el “régimen” de Juan Manuel de Rosas.
Páez de la Torre se “olvida” de muchas cosas. Y es comprensible, porque al percibir inequívocamente cuál es el orden en el que se desarrollan sus “ideas”; uno entiende perfectamente que incurra en tales “olvidos”.

-Juan Carlos Serqueiros-

viernes, 11 de mayo de 2012

¿QUIÉN DEBE PAGAR EL VINO?




Escribe: Juan Carlos Serqueiros

El gobernador kirchnerista de Santa Cruz, Daniel Peralta, gastó en 3 meses del pasado año 2011, $ 60.000 en vinos que fueron pagados con dineros públicos, como gastos imputados a la Residencia Oficial santacruceña.
En fin, para no hacerla muy larga, dig
amos que este fulano, en materia de escabio por lo visto tiene gustos caros...; sólo que esos gustos caros que se da, no los garpa él; sino el pueblo de Santa Cruz.
En 1913 estaba a cargo de la presidencia de la nación, por enfermedad del titular, el doctor Roque Saénz Peña; el vice, doctor Victorino de la Plaza (aclaro: cuyas figura histórica y gestión de gobierno no me despiertan ninguna simpatía ni admiración, eh; más bien diría que por el contrario), y arribó a Buenos Aires una delegación brasilera encabezada por el presidente del vecino país.
Dado que la Casa Rosada estaba en obras de refacción; de la Plaza dispuso que el banquete oficial de agasajo a los visitantes se realizara en su domicilio particular (por esa época no había Residencia Oficial, como por ej.; ahora la de Olivos o antes la de Av. Alvear, actual Libertador).
Al día siguiente, el doctor de la Plaza pidió a su secretaria el detalle de los gastos para abonarlos (de su propio bolsillo; no con fondos del Estado), y observó que faltaba la cuenta de los vinos. Al preguntar por ella, la secretaria le dijo que no existía, porque dado que se trataba de un comida oficial; había hecho traer los vinos desde la bodega de la Casa Rosada. De la Plaza le respondió: "Señora, en mi casa los vinos no los paga el Estado; por más que se trate de un banquete protocolar. Vaya a un almacén, compre tantas botellas de vino como se hayan consumido, de la misma marca y varietal, y reponga en la bodega de la Casa Rosada las que hizo traer desde allí".
Hay formas y formas..., y cada uno sacará sus propias conclusiones.

domingo, 6 de mayo de 2012

DROGOCOP

















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

DROGOCOP
(Beilinson - Solari)

Drogocop oh!
Drogocop oh!
Su chumbo ya venia con la "bronca"
Factor argento desaparecedor...

Drogocop oh!
Juicio fantasma de los muertos queridos
y una muy larga botella de gin.

Drogocop oh!
La raya que separa vida y muerte
es tan angosta como su dolor

Drogocop oh!
Drogocop oh!


Si tuviese que elegir de entre toda la lírica solariana una poesía en la cual el Indio lleve hasta límites increíbles ese atributo excepcional que tiene de sintetizar todo un concepto en dos o tres frases de esas que golpean como arietes (y que la gilada llama "matadoras", sin siquiera tratar de entenderlas); sin dudas sería esta.
El título y el personaje están inspirados en aquella famosa película norteamericana de los 80: RoboCop. En Solari, el crear poesía a partir de películas y/o libros trascendentales, no es novedad. Y ahí están para testimoniarlo, por ejemplo, Canción para naufragios o Divina T.V. führer. Quienes tuvieron oportunidad de ver ese film, recordarán que RoboCop trata acerca de un cyborg (es decir, un organismo cibernético creado en un laboratorio), en este caso, robotizando el cadáver de un policía caído mientras combatía contra el delito; por parte de una corporación a la que el estado norteamericano de Michigan le había encomendado en outsourcing el poder de policía, ante el fracaso de ésta en detener el avance del crimen.
Sin embargo -y a diferencia de lo que había hecho antes en Canción para naufragios, en la cual cada frase de la letra se corresponde perfectamente con una secuencia de la película Offret-, allí, en esa inevitable asociación de ideas que surge del parecido fonético entre RoboCop y Drogocop, se acaba la linealidad entre película y canción; ya que en la letra, el Indio se ocupará muy bien (y ya veremos cómo y cuánto de bien) de resaltar lo deleznable de ese sujeto que es el vernáculo Drogocop. Y lo notable (o no tan notable, tratándose de alguien con tal grado de genialidad), es que lo logra arreglándoselas para no entrar en disquisiciones ideológicas y ni siquiera en "bajadas de línea". Solari no adopta en su lírica una posición ni favorable ni desfavorable a los postulados que se defienden a través de la película, no hace consideraciones respecto de si tercerización / privatización sí o no, capitalismo sí o no, corporaciones sí o no, etc.; lejos de ello, se limita a traer a cuento una viñeta de nuestra cruel realidad, tal como -con absoluta coherencia y honestidad intelectual- lo haría luego de la disolución de los Redondos, en Nike es la cultura. Veamos:
Comienza con una alusión al espanto que causa en cualquiera, el enterarse de que pueda existir alguien -en este caso, un policía- con esas características ("Drogocop oh!"); reiterada, de modo de resaltar esa sorpresa, con su carga de implícito repudio.
Seguidamente, pasa a explicarnos que "su chumbo", o sea, su arma, su pistola; ya venía de antemano con la "bronca". Es decir, ese policía que es Drogocop, venía arrastrando desde mucho antes, más precisamente desde los 70, una carga de odio. Odio este que ya había ejercido previamente contra las víctimas del estado represor impuesto por la tiranía cívico-militar que sufrimos por estas tierras desde 1976 hasta 1983, traducida en una terrible secuela de desapariciones. "Factor argento desaparecedor" le zampa Solari en un cachetazo en forma de frase metafórica que tiene la propiedad de marcar con claridad meridiana la diferencia entre el cyborg de ficción que nos muestra la película RoboCop; y ese abominable monstruo humano que es Drogocop: el "factor argento". Es decir, en el film, RoboCop actúa guiado por móviles de justicia; mientras que nuestro (sí, es nuestro, por desgracia; aunque sea duro, debemos admitir que personajes como éste, forman parte de nosotros, es un "factor argento", deplorablemente) telúrico Drogocop, lo hace impulsado por un odio cerval que lo conduce a la aberración de hacer desaparecer ciudadanos. "Pequeña" diferencia, ¿no? Y que de paso, nos dice que, a diferencia de RoboCop, que es ficcional; "nuestro" Drogocop es, por lo contrario, una tenebrosa y horripilante realidad. RoboCop no existe; Drogocop, lamentablemente, sí.
A Drogocop (recordar que Último bondi a Finisterre data de 1998, ergo, la canción es de ese año o anterior al mismo, y por esas épocas, "gracias" a lacras como el ladri sultán de Anillaco y su antecesor Alfoncínico, y a sus engendros tales como leyes de "obediencia debida", "punto final" y/o "amnistía"; asesinos como este Drogocop quedaban impunes y no eran juzgados y condenados) no lo había alcanzado la acción de la justicia humana; de modo que por sus atrocidades deberá responder ante un tribunal supremo: el que le formen los espíritus de aquellos a los cuales mató, o -para mí, lo más probable, dado que no creo en una "vida mejor" después de la existencia terrenal- directamente no comparecerá nunca ante nadie que lo juzgue ("juicio fantasma de los muertos queridos"). Y mientras tanto, va ahogando sus días en alcohol ("y una muy larga botella de gin").
A Drogocop, que a la larga lista de sus "lindezas" le adiciona la de ser un consumidor compulsivo de drogas, o sea, un inveterado falopero, el matar a una persona no le despierta el menor sentimiento de culpa y nadie es capaz de inspirarle ni un atisbo de piedad. Entre una y otra línea de cocaína que esnifa, para él hay la misma diferencia que le representa la vida o la muerte de un ser humano: ninguna; o el espacio en el que se dilata su sensación de culpa y dolor ante cada aberración que perpetra: la nada ("la raya que separa vida y muerte es tan angosta como su dolor") .
En fin, lo que se dice una verdadera pinturita el tal Drogocop que, a diferencia del cyborg de la cinematografía yanqui quien, al menos en la ficción, conservaba el espíritu del que en vida fuera Murphy, el policía a partir de cuyo cadáver fue creado; no tiene característica alguna de humanidad (o de animalidad, diríamos mejor quienes -como en mi caso- abrigamos serias sospechas acerca de que después de todo, tal vez sea cierto que seamos los humanos los mayores enemigos de la vida en el planeta).  

ENLACE A "DROGOCOP" EN YOU TUBE

-Juan Carlos Serqueiros-

miércoles, 2 de mayo de 2012

BOTIJA RAPADO



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

BOTIJA RAPADO
(Beilinson - Solari)  

Estuvo grabando paredes
un rato antes de fugar,
del cepo a la bolsa
de la vieja Colonia Berro
y tarareando su la-lan
Quiso pilotar sus sueños
y pasó la raya...la-lan-lan.
Corazones y cada flecha en su lugar
ventanas muy abiertas
en las paredes a la hora de matar...
Empezó una vida nueva
como su canción de la-lan-lan.
Le metió al fin, la 3/8
en la nuca a su papá.
-"Turquito, tapame que hace frío
y dame un tibio rico culito de Poxi Ran"-
Pudo cruzar el charco a tiempo
y en el ferry tarareaba...la-lan-lan-la-lan...
¡Zafó!

Una letra directa, sin mayores "misterios", acerca de un delincuente juvenil, recluído en alguno de los Hogares de Colonia Berro, una colonia penal para menores, del Instituto de la Niñez y Adolescencia del Uruguay (INAU) ubicada en el conurbano montevideano, en la localidad de Joaquín Suárez, departamento de Canelones.


De él no se menciona el nombre en la letra; se lo designa simplemente como un botija rapado, o sea, un pibe con el pelo cortado a cero, al ras. Generalmente se cree que la canción está inspirada en un delincuente juvenil uruguayo en particular: Richard Marcelo Roldán Requeijo (a) "El Pelado". Es posible que así sea, pero personalmente no me lo parece; más bien creo que el título "Botija rapado" está puesto de modo de que pueda ser aplicado a cualquier menor con esos problemas. Y (hasta donde me fue dable averiguar) El Pelado Roldán no se fugó de Colonia Berro a la Argentina como se especifica en la letra. Hay un libro sobre su vida y carrera delictiva, en el cual, seguramente, se registrará cada paso que tuvo por las distintas cárceles, y a través de él se podrá saber fehacientemente si escapó de Joaquín Suárez y "cruzó el charco", o no. Qué sé yo... no me dio como para comprar el libro sólo para sacarme la duda de si Solari se inspiró en él al escribir la letra, pero si alguno lo considera importante; pues que lo haga por las suyas.
El pibe "estuvo grabando paredes un rato antes de fugar", es decir, le dejó su marca al lugar donde estaba confinado, previamente a huir del mismo. Es una metáfora de doble significación, porque además de contarnos que escribía, dibujaba o tallaba algo en las paredes; también está empleada en el sentido de aludir a a la magnitud del delito que cometió y por el cual lo condenaron: esas paredes que enmarcaban su encierro, fueron testigos mudos de su peligrosidad. Él no se distinguió allí por su conducta, al contrario; era con frecuencia castigado, ya sea en el "cepo", es decir, lo esposaban de las manos o los pies a la reja, o ya sea que lo molieran a golpes ("bolsa", apocopando el dicho "meta palo y a la bolsa"). Como sea, consiguió escapar de Colonia Berro y ahí va tarareando una canción que es su leitmotiv ("la-lan", "la-lan-lan" y "la-lan-lan-la-lan").
El chaboncito anhelaba para sí una vida mejor que la que tuvo durante su infancia y adolescencia ("quiso pilotar sus sueños"), pero...; decidió buscarla a través del delito ("y pasó la raya") y fue encerrado en un instituto de menores. Allí dibujaba en las paredes corazones atravesados por flechas, de manera de simbolizar las minitas que conoció ("corazones y cada flecha en su lugar"), y también ventanas abiertas de par en par ("ventanas muy abiertas en las paredes"), graficando así sus ansias de libertad, de huir de ese lugar al que llegó como consecuencia de haber asesinado ("a la hora de matar") a alguien (y posiblemente esa última parte haya sido el origen de la versión que corre: esa de relacionar al Pelado Roldán con la letra; ya que éste, en 1989, cuando contaba con tan sólo 15 años, asaltó un depósito de vinos y mató de un balazo al hijo del propietario del mismo). 
Y viene a continuación la (para mí) mejor metáfora de la poesía: "Empezó una vida nueva como su canción de la-lan-lan"; muy finita y a la que hay que prestar mucha atención. Esa "vida nueva" que "empezó" el pibe, es el camino del delito, el inicio de sus crímenes; y a partir de allí, comenzaría a distinguirlo el tarareo de alguna canción -presumiblemente algún "hit" del momento- que adoptaría como su "marca", su "sello distintivo". Pero la metáfora tiene un contenido fuertemente irónico, porque lo que el Indio está expresando a través de ella, es que la "novedad" de esa vida delictual durará muy poco en la condición de "nueva", tan poco como el efímero suceso de la canción que tararea siempre ese chico condenado a la marginalidad desde el vamos y con nulas chances de experimentar variaciones: será la existencia miserable que vivirá en adelante (iniciada, rara paradoja del puto destino, precisamente para escaparle a unas niñez y adolescencia también miserables): la del sub-mundo del crimen. "Una vida nueva"... minga de "vida nueva" para ese pibe, fatalmente condenado a envejecer en una cárcel, o -lo más probable- a caer bajo las balas de la policía o de algún otro delincuente rival suyo...
Pero por ahora, consigue escapar. Lo logra luego de doblegar y anular a su celador ("su papá"), metiéndole "la 3/8 en la nuca" (el pibe le abrió el melón a un guardia, con una llave 3/8"). Logró huir de Colonia Berro en compañía de otro recluso como él, al que en la letra se menciona como "Turquito", al cual le pide que lo tape porque hace frío, y con el cual, en yunta, aspiran pegamento ("y dame un tibio rico culito de Poxi Ran").
Y después, consigue "cruzar el charco a tiempo", o sea, atravesar el Río de la Plata embarcándose en un ferry con destino a Buenos Aires; siempre tarareando su leitmotiv ("la-lan-lan-la-lan")... con lo cual cumple su objetivo inmediato: "Zafó!".
Y queda flotando la duda: "Zafó!", sí; pero... ¿hasta cuándo? Chi lo sa...


-Juan Carlos Serqueiros-