viernes, 15 de noviembre de 2024

DIARIO LA CAPITAL










































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

“Las columnas de La Capital pertenecen al pueblo.” (Frase de Ovidio Lagos adoptada como lema del diario)

El diario La Capital (el decano entre los que actualmente circulan) fue fundado por Ángel de los Dolores "Eudoro" Carrasco (n. Buenos Aires, 02.09.1824 – m. Rosario, 21.06.1881), y por Ovidio Lagos (n. Buenos Aires, 31.08.1925 – m. Rosario, 13.08.1891), con el aporte financiero de Justo José de Urquiza.
Creado para apoyar la erección de Rosario en capital (de allí su nombre) federal de la República Argentina, y también para promover y sostener la candidatura presidencial de Urquiza con vista a los comicios de 1868 (quien de hecho, realizadas las elecciones en abril de ese año, cosecharía los 8 electores por Santa Fe); su primera edición (vespertina) fue la del 15 de noviembre de 1867, limitándose esa tirada a tan sólo 200 ejemplares, que habían sido previamente vendidos por suscripciones (100 de las cuales se debían a gestiones del Castellano de San José, dicho sea de paso).
Más temprano que tarde, Lagos se desprendió de su socio, Carrasco (y una vez finalizadas las elecciones presidenciales, también del padrinazgo económico de Urquiza), y en 1868 el diario pasó a ser matutino. El “divorcio” Carrasco-Lagos, esto es, la ruptura de la sociedad (sociedad esa que no se basaba ni en la comunidad de criterios ni en la estima mutua ni en las simpatías políticas que cada uno de ellos tenía; sino que había obedecido mera y simplemente a la necesidad y la conveniencia particular del mencionado en segundo término), distó mucho de ser cordial. En apretada síntesis, digamos que Lagos no precisaba un socio y mucho menos un amigo; lo que precisaba era una imprenta y hete aquí que Carrasco la tenía. Pura y exclusivamente por eso se vio obligado a tener que constituir aquella sociedad; pero en cuanto adquirió la propia y estuvo en condiciones de prescindir de Carrasco, lo hizo y a otra cosa. A tal punto el quiebre no fue en buenos términos, que todavía diez años después, cuando Eudoro Carrasco sacó su propio diario: El Sol, desde las páginas del mismo mantuvo con La Capital una encendida polémica que nada tuvo de amable ni de ponderada; muy por el contrario.
Si bien sería injusto negar méritos destacables en la figura histórica de Ovidio Lagos; debo decir también que en mi opinión, la consecuencia y la coherencia no se cuentan entre ellos. Declaradamente porteñista y mitrista primero; mutó luego en autonomista adhiriendo a Mariano Cabal, para poco después manifestar su antagonismo con Simón de Iriondo, y sobre todo; con quien reputaba como su mayor enemigo político: Servando Bayo. Y siendo La Capital el periódico precisamente creado para alentar la idea de capital en Rosario; paradojalmente él lo utilizó para oponerse con tenacidad a la candidatura presidencial de Julio A. Roca —que justamente, era quien la propugnaba (“la capital en el Rosario”, como solía escribir el Zorro, constituía una de sus ideas fuerza)—. De hecho, antes de y durante la, rebelión de Buenos Aires y Corrientes aliadas contra el gobierno nacional de Nicolás Avellaneda, y la guerra civil de 1880, La Capital no sólo apoyó decididamente la postulación de Carlos Tejedor, sino que además; a Lagos no se le ocurrió nada mejor que planear una revolución en Rosario (todo lo cual le costó el tener que huir de la ciudad, e incluso el cierre de su diario durante tres meses). Después de todo aquello y ya c. 1885, volvió al redil, esto es, al autonomismo; pero esta vez, del brazo de Miguel Juárez Celman. Como diputado nacional por Santa Fe, Lagos tuvo una muy buena y eficaz actuación. Producida la revolución de 1890 y la consiguiente renuncia de Juárez Celman, Ovidio Lagos se retiró de la política, y tras su muerte en 1891, sus descendientes pasaron a desempeñar la dirección de La Capital. Identificados con el latorrismo, se contaron entre los gerifaltes del partido Demócrata Progresista y de su antecesor inmediato: la Liga del Sur.
No me hallo en condiciones de afirmar con certeza en cuál etapa dinástica los Lagos degeneraron deviniendo de aristócratas en oligarcas, y tampoco soy quien para aseverar (por más tentado que esté de hacerlo) que desde Ovidio en adelante fueran siempre eso último; pero sí puedo distinguir claramente y consignar que ya en 1930 el diario se espantaba al referir cómo en el parque de la Independencia la gente hacía picnics sobre el césped "dejándolo cubierto de desperdicios". Convengamos, mi querido amigo lector, en que de allí a la zoncera de “levantan el parquet para hacer el asado” media apenas un pasito, ¿no? Pasito ese que darían de la mano del embajador yanqui Spruille Braden corriendo jubilosos a integrar la cipaya y rufianesca troupe de la Unión Democrática y evidenciar un antiperonismo enragé que por supuesto, replicado, claro está, no diríamos ya explícita; sino pornográficamente, en las páginas su diario.
No obstante, en 1953, sorpresivamente La Capital dio un giro de 180 grados en la línea editorial que sustentaba, pasando así de visceralmente gorila, a ser panegirista del gobierno de Perón y su obra. Es que en la dirección se había instalado una bisnieta de Ovidio Lagos: Nora Lagos (n. Buenos Aires, 14.02.1925 – m. Buenos Aires, 23.11.1975), que —para horror de su copetuda familia, que la ninguneaba y despreciaba— era una fervorosa militante justicialista. ¿Cómo y por qué ocurrió ese milagro? Se ignora. Luis Sobrino Aranda (quien fue brevemente pareja de Nora) sostiene que se trató de la maniobra de un integrante de la familia Lagos apodado “el Alemán”, en procura de evitar la expropiación del diario. Por mi parte, tal interpretación no sólo no me satisface; sino que no puedo evitar asimilarla a la consignada por Beatriz Guido (aquella inveterada gorila a la que Arturo Jauretche definiera magistralmente como “una escritora medio pelo para lectores medio pelo”) en su librejo “El incendio y las vísperas” (cliquear sobre este ENLACE para acceder a mi artículo al respecto), en el que nos pinta a los platudos y oligárquicos Pradere humillándose ante el peronismo hasta lo indecible e incluso codeándose con Juancito Duarte, en pos de mantener sus privilegios de clase y su preciada Bagatelle
En fin, vaya uno a saber cómo habrá sido la cosa —“que la cuenten como quieran”, diríamos hoy por hoy—, pero lo real y concreto es que durante el breve período de Nora Lagos al frente del diario, La Capital fue peronista.
Más lo bueno dura poco (Luis Landriscina dixit): en setiembre de 1955 se produjo el golpe de Estado que derrocó a Perón, y Nora Lagos fue expulsada de la dirección de La Capital, perseguida y encarcelada. En 1975 concluyó su corta vida cuando contaba solamente 50 años, pero siempre militando en el peronismo hasta exhalar su último suspiro.
En la actualidad, y luego de ser sucesivamente adquirido por el grupo América (Vila-Manzano), primero; y por el grupo Televisión Litoral (Scaglione), después; La Capital no es sino un infame pasquín tal cual lo son sus similares cordobés y tucumano: La Voz del Interior y La Gaceta, respectivamente.

-Juan Carlos Serqueiros-
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REFERENCIAS

Cutolo, Vicente Osvaldo. Nuevo diccionario biográfico argentino (1750-1930). Editorial Elche, Buenos Aires, 1968.
Diario La Capital. Eds. 04.01.1930, 15.08.1954, 16.08.1955, 23.09.1955 y 30.12.1955.
Gorza, Anabella. La militancia femenina en la Resistencia Peronista través de la prensa opositora (1955-1958). Nora Lagos y los periódicos La Argentina y Soberanía (en Revista de Historia Americana y Argentina vol. 51, n°1, UNCuyo, Mendoza, 2016).
Lagos, Ovidio M. Argentinos de raza. Emecé, Buenos Aires, 2003.
Roldán, Diego P. La invención de las masas: Ciudad, corporalidades y culturas. Rosario, 1910-1945. UNLP-Prohistoria Ediciones, La Plata, 2015.