martes, 4 de abril de 2023

IGNACIO ZULOAGA. EL DESNUDO DE UN MILLÓN DE EUROS


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Contrastes en todos los sentidos. Visiones extrañas, personales. Atreverse, atreverse, atreverse. Dibujar, dibujar, dibujar. Estilo, estilo, estilo (bajo todos los estilos). (Ignacio Zuloaga)

En 2012 la casa Sotheby’s  de Londres sacó a subasta el cuadro La Oterito en el camerino, del pintor vasco español Ignacio Zuloaga. La obra, perteneciente a coleccionistas privados (descendientes del artista), se remata sobre una estimación que oscila entre  las 500 y 700 mil libras esterlinas, con lo cual el precio efectivo de venta rondaría el millón de euros.
Se trata de un óleo sobre lienzo de 176 x 120 cm, en el cual se representa desnuda en su camerino a la bailaora y cupletista española Eulalia Franco, apodada la Bella Oterito de modo de hacerla aparecer ante el imaginario público de la época como la "sucesora" y "superadora" de la célebre bailarina, cantante y cortesana -también española- Agustina "Carolina" Otero Iglesias, conocida como la Bella Otero (aunque según las crónicas de la época, había entre ellas y a favor de esta última, más o menos la misma distancia que media entre mis modestas entendederas y la genialidad de Leonardo Da Vinci).
En el catálogo de Sotheby's se consigna que el cuadro fue pintado en París en el año 1936, se da una descripción general de la obra, se puntualizan en ella ciertos detalles y desde éstos y determinados datos biográficos del pintor; se elucubra toda una interpretación de la misma, en la que el "gancho" publicitario resulta ser una supuesta relación adulterina entre el artista y la modelo, affaire este que, según Sotheby's, estaría "claramente aludido en el rojo clavel que Eulalia sostiene en su mano derecha, así como lo sugiere la propia presencia del artista en el retrato en la pared más allá, haciendo referencia a Zuloaga con el atuendo taurino de su juventud" (sic).
Y como Sotheby's así lo refirió, todo el mundo lo dio por cierto, como si su catálogo se tratase de la verdad revelada. Y tal como suele ocurrir, muchos, además de repetir hasta el hartazgo lo de la "relación ilícita" entre Zuloaga y la Oterito; fueron más allá en la fantasía, llegando a afirmar que la exposición del cuadro "fue motivo de un gran escándalo", que "en los Estados Unidos no podían verlo sin ruborizarse", etc. 
Si bien no somos expertos en arte ni usted (probablemente), estimado lector, ni yo (con toda certeza); sí podemos percibir por nosotros mismos, sin necesidad de que Sotheby's ni nadie venga a "explicarnos" nada, qué se representa en el cuadro. Y también somos capaces de "mirarlo" con ambos hemisferios del cerebro, ¿no? Veamos:
La Oterito se halla en una pose que desborda voluptuosidad, sentada sobre su vestido español ante el tocador, pero mirando no hacia allí; sino hacia quien contemple la escena, insinuante y provocadora, "vestida" tan sólo con una corta chaqueta de torero. Luce el peinado que siempre usó (según todas las fotografías suyas que hay): el cabello partido con raya al medio, en su mano derecha sostiene un clavel rojo, su cabeza está adornada con flores, al estilo gitano español, y exhibe zapatos rojos de tacón. Ella se ve parcialmente reflejada en el espejo que está encima del tocador, lo cual es una referencia de Zuloaga a uno de los grandes artistas que lo influyeron: Velázquez, quien en su Venus del espejo utiliza el mismo recurso pictórico. Detrás de la Oterito, en un claroscuro maravilloso, se ve un cuadro en el que aparece un hombre vestido de torero, quien no es otro que el propio Zuloaga (la tauromaquia era su gran afición y él mismo era un consumado lidiador); lo cual nos trae reminiscencias goyescas (Goya fue otra de sus influencias). Es una obra sublime en su magnificencia y de ella parecen surgir, esplendentes en su desnuda belleza, todo el gracejo, todo el donaire y toda la sensualidad de la mujer española. Zuloaga pintó el cuadro a partir de un boceto al carbón, el cual se conserva en el Museo de Bellas Artes de Córdoba (Andalucía):
 
  
Vamos ahora a lo de la fecha. Consigné más arriba que Sotheby's la sitúa en 1936, lo cual es coincidente con lo especificado por el historiador Enrique Lafuente Ferrari en su libro La vida y el arte de Ignacio Zuloaga. Por otra parte, el dato fue suministrado a la casa de remates por los propietarios del cuadro, los cuales al ser descendientes directos del artista, lo sacaron del propio registro de éste; entonces ¿cómo no creerlo? La cuestión del tiempo agrega una pregunta a lo de la supuesta "relación ilícita" entre el pintor y la modelo: ¿cuándo pasó eso? Si fue pintado en 1936, el affaire, si es que existió, tiene que haber tenido lugar mucho antes; pues por entonces Zuloaga (n. 1870) era un hombre de 66 años; y Eulalia Franco (n. 1890) tenía 46.
Dicho sea de paso, la datación también es relevante por cuanto si el cuadro es de 1936 (y parece seguro que lo es, según vimos), entonces no fue pintado en París como consigna Sotheby's; pues ese año (inicio de la guerra civil española), el artista decidió quedarse definitivamente en España y ya no viajó a Francia. A menos, claro, que a sus muchas aptitudes, Zuloaga les agregase la de la bilocación, lo cual sinceramente (sabrá Ud. disculpar mi escepticismo), no me parece que sea el caso.
Por el lado de la Oterito, ella viajó por primera vez a París en 1902 cuando contaba sólo 12 años, en compañía de Matías Turrión, su maestro y pareja de baile, con quien terminó casándose en 1909. Después de lograr una buena posición económica de resultas de sus giras por toda Europa y Sudamérica (actuó dos veces en nuestro país: en 1906 y 1910), se retiró en 1920.
¿Coincidieron en algún tiempo en París Zuloaga y la Oterito? Es muy probable que así haya sido; el artista tenía allí un atelier desde 1906 y pasaba en la ciudad luz prolongados períodos, y para la bailaora, París se constituyó en el centro de sus más resonantes éxitos. ¿Mantuvieron una relación pasional en cuyo transcurso ella posó desnuda para el pintor? Y... es posible, pero ya no tan probable. Por lo pronto, no hay otro desnudo de la Oterito que no sea el pintado por Zuloaga, ni tampoco hay fotografías de ella desnuda, ni tan siquiera las hay en que aparezca con escasa ropa. Por otra parte, no existe registro, ni en la prensa parisina ni en la madrileña, de mención alguna de un "escándalo amoroso" en el que estuviesen involucrados ni Zuloaga ni la Oterito. En realidad, si hubo o no una relación pasional entre ellos es irrelevante, en tanto ninguno de los dos representó una influencia notable en la vida y la carrera del otro; lo que sí importa saber es si ella posó para él, o si el artista hizo el boceto y luego el cuadro en base a un proceso distinto, como por ejemplo; a partir de fotografías de ella y relatos publicados en la prensa en los cuales se describía su figura.
Particularmente, estoy inclinado a inferir algo que no es ni lo uno ni lo otro: entre 1907 y 1908 (período que fue de intensa bohemia para la Oterito), ella y el artista se conocieron en París y tuvieron una fugaz liaison passionnée, y después, a casi tres décadas de aquello, Zuloaga hizo, a partir de sus recuerdos y en una etapa de balances y cambios en su vida; primero el boceto al carbón y luego pintó el cuadro.




Se me dirá: "Pero ¿y la interpretacion de Sotheby's?". Mire, si de interpretaciones se trata, se me ocurren varias, como por ejemplo, esta: La Oterito en el camerino es un cuadro en el que el artista, con porfiada insistencia vasca, a la vez que homenajea a Velázquez y Goya; exalta su españolidad. Eligió pintar a la bailaora desnuda no por el recuerdo de los placeres carnales que aquella breve y volcánica relación le evocaba; sino como realce de la sensualidad arquetípica de la mujer española que había encandilado con su danza.
Es una obra de la cual la hispanidad surge portentosa, y el pintor expresa en ella el nacionalismo que se le había exacerbado por entonces, con trazos y pinceladas de una fuerza descomunal, de manera de cumplir aquel viejo anhelo que enunciara con estas sus propias palabras: "Sueño con la fuerza en la pintura. Me gustaría hacerla a puñetazos, pero sólida (puñetazos y dulzuras en algunos sitios)". Y el cuadro es, ni más ni menos eso: puñetazos y dulzuras.
Ah, antes que me olvide: el clavel rojo en la mano derecha de la Oterito no creo que sea, como dicen los de Sotheby´s, indicativo de la relación pasional e íntima entre artista y modelo; sino que más bien me parece que está puesto allí como un símbolo: ocurre ("pequeño" detalle) que el clavel rojo es tradicionalmente considerado como flor nacional de España.
Ladren lo que ladren los demás (Solari dixit).

-Juan Carlos Serqueiros-