lunes, 19 de febrero de 2024

CONFLICTOS MADRE-HIJA













Escribe: GabrielaBorraccetti *

Los graves conflictos entre madres e hijas existieron en todo el transcurso de la historia de este mundo, siguen existiendo y existirán siempre; y aunque llegado el famoso día de la madre los negocios, las redes sociales y los hogares se llenen de regalitos, visitas, y llamados de teléfono; no son pocas las personas que siendo adultas, se quejan aún de esas mujeres que las han criado sirviéndole la leche con un dolor que no pudieron evitar transmitir.
Como es habitual, sucede que los agujeros en estas relaciones se tapan con grandes dosis de culpa, remordimiento, demandas exageradas, sensibilidad enfermiza, reproches encubiertos y una gran cantidad de represión; tomando a todos estos derivados como "amor"; mientras que en realidad, se trata de "amores equivocados".
Por supuesto, allá, enterrado en el tiempo y bajo capas de frustración, duerme una demanda que sin dudas es de afecto. Sin embargo; lo que se ha vivenciado dista mucho de ser un sentimiento sano, nutritivo y facilitador de "seguridad emocional"; perpetuando en la línea de tiempo y de generación en generación relaciones filiales insatisfactorias, con egos infantiles, incapaces de ver que en el propio fondo, se encuentran llorando las infantiles heridas de la niñez.



La relación madre-hija suele tener muchas más posibilidades de conflicto cuando en la misma infancia materna se vivió al padre como "la presa codiciada", sin poder la madre evitar tomar a su hija como una competidora por el amor de su hombre. Es normal y natural que sea al revés, y que sea la niña quien tome al padre como objeto de amor, no obstante; es necesaria la madurez de la madre para ver en la hija a una hija y no a otra mujer que compite por el amor de su pareja.
Desde el momento en que la madre lleva en sí el dolor de un vínculo materno insatisfactorio, carente de dulzura y poco contenedor; la falta se vuelve a transmitir y tenemos generaciones de mujeres peleadas con su madre interior (y exterior), que se han llenado de celos, demandas, inseguridades y posesividad; gustando de estar siempre al acecho de pruebas que le confirmen su importancia. Estas mujeres deforman su afectividad hasta el punto de no poder ceder su lugar de niña a la niña que ellas mismas traen al mundo, y es por ello que el vínculo madre e hija se transforma en una competencia de pares niña-niña que es muy difícil de superar.
En la base de todo conflicto de estas características, existe, en definitiva, una persona infantil, que no ha podido tramitar su complejo de Edipo, y que sosteniendo aún su posición de niña, se convierte en madre. En ese momento, los conflictos que se encontraban latentes en la mujer, comienzan a hacerse visibles, dado que por lo general, a su vez esta persona inmadura ha elegido como pareja a un padre en lugar de un PAR. Por medio de este acto electivo sumamente inconsciente, pasa a verse una vez más en situación de competencia con otra mujer al momento de engendrar una niña; siendo ese el modo de perpetuar el pecado de los padres, al menos; hasta que alguien sea capaz de hacer consciente aquello que se hereda casi como una maldición.
No es poco frecuente escuchar un "yo hice todo lo contrario que mi madre hizo, e igual las cosas no salieron bien". No obstante; lo que no se ha tenido en cuenta, es que no se trata de lo contrario ni de la copia; sino de dejar completamente atrás una herencia que primero debe hacerse consciente para poder ser modificada. De hecho, nada se modifica yendo al extremo opuesto, dado que los extremos de una cuerda, pertenecen a la misma cuerda.
Algo muy diferente es plantearse un lugar DISTINTO en donde tomar consciencia de nuestros deseos infantiles y de nuestra inmadurez. Si no vemos eso primero; difícilmente podremos batallar con una predisposición a ser infantiles por el resto de nuestras vidas.
El vínculo con la madre es el encargado de dejarnos una base desde la cual aprender, proteger y ser protegidos, y si este vínculo falla, es muy probable que transmitamos nuestras frustraciones y nuestro dolor a través del tiempo sobre nuestra descendencia, condenándola a buscar el amor filial en relaciones que jamás podrán serlo.
Es algo realmente difícil hacernos cargo de que Edipo es un mito de pasaje universal, y no es poco usual escuchar a muchas mujeres negarlo o decir que "tienen todo superado".No obstante; se hace notorio un carácter infantil y una gran incidencia de relaciones triangulares; no necesariamente de infidelidad o llenas de intentos de conquista tan sólo por auto-adulación; sino por vivir en medio de peleas, intrigas, secretos y chismes que son típicos de quienes quieren guardar alguna clase de poder tendiente a distanciar a los otros, dañarlos, o ponerlos de su lado como un modo de conquistar lo que considera perdido: su seguridad.
Amigarse con la madre interna sana los vínculos con el resto de las personas y evita la creación de conflictos que sólo sirven para propulsar juegos de poder.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, escribir a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.