La vida, amigo mío, comienza no se sabe para qué, termina no se sabe por qué. (José Saramago)
Uno de los ocho cedés que allá por 2010 me obsequió mi amigo Juan Carlos Juanchi Granelli, con las pistas sobre las cuales él cantaba. Son pistas de grandes músicos y arregladores como Jorge Dragone, Osvaldo Tarantino, Armando Calderaro, etc.
El Juanchi (de cuyo fallecimiento se cumplieron nueve años) fue un cantante extraordinario, muy bien formado en tanto había estudiado música, piano y guitarra; con notables condiciones artísticas, vocales y gestuales, y un manejo impresionante sobre el escenario; a la par que un tipazo con el corazón de oro.
Nos habíamos conocido en Buenos Aires, en los años 80, compinchamos y esa camaradería resultó después en una amistad que retomamos cuando él regresó al país, luego de varios años de residir en Venezuela y en Estados Unidos.
En 2010 (por entonces yo trabajaba y vivía en Tucumán), el Juanchi me anunciaba en un mail que iban a designarlo Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires:
From: Juan Carlos Granelli <juancgranelli@yahoo.com>To: Juan Carlos Serqueiros <juancarlosserqueiros@arnet.com.ar>Sent: Thu, August 26, 2010 11:58:14 AMSubject: RECONOCIMIENTO EN EL SALON DORADOComparto con vos, mi querido amigo y tocayo, esta grata instancia que me toca vivir. Desde ya, cuando sepa la fecha exacta de los actos, te voy a invitar a que me acompañes en este tan significativo y especial momento para mí, en el Salón Dorado. El afecto de siempre y un gran abrazo.Juanchi
Poco después, me mandó otro mail contándome que se aprestaba a viajar a Salta en cumplimiento de una promesa que había hecho a la Virgen (él era muy creyente), y proponiéndome que nos encontráramos en dicha ciudad, lo cual efectivamente hicimos. Fue en esa oportunidad que me regaló los cedés con las pistas. En su infinita amabilidad y con gran deferencia, él me consideraba colega suyo (realmente, me tiene que haber apreciado mucho para eso, porque yo jamás pasé de ser un simple y mediocre —o, si se quiere; menos aún que mediocre— aficionado, pero bueno; de todos modos él se empeñaba generosamente en decir que yo era, además de su amigo; su colega, y que estaba en su mismo registro). Fue en vano que le advirtiese que yo no sabía cantar sobre pistas y que era una pena que las desperdiciara en mí, pues seguramente no las iba a usar nunca por desconocer cómo se empleaban adecuadamente y por no ser yo cantante profesional; pero él se empecinó en regalármelas.
Y fue aquella la última vez que nos vimos personalmente, porque en 2012 me llamó para invitarme al acto en el cual lo distinguirían como Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires, tal como dos años antes me había anunciado; pero lamentablemente, por cuestiones ajenas a mis deseos y a mi voluntad, me fue imposible asistir. Y después, un aciago 22 de mayo de 2016, él partió a la gira celestial.
Siempre guardo en el corazón mi amistad con el querido Juanchi, y la mejor manera de traerlo unos instantes a esta dimensión es a la que estoy apelando: escucharlo cantar.
Ni una nota fuera de lugar, el tempo justo, la dicción perfecta y un fraseo que vuela la marota. ¡ENORME, Juanchi!
-Juan Carlos Serqueiros-

