Un día como hoy, hace 111 años, un trágico accidente apagaba la vida de un gran argentino: el ingeniero Jorge Alejandro Newbery (n. Buenos Aires, 27.05.1875 - m. Mendoza, 01.03.1914), ilustre hombre de ciencia, funcionario, deportista, aeronauta y gran mecenas, hincha y presidente honorario del Club Atlético Huracán que lleva su globo como emblema.
Paradojalmente, como si se tratase de una cruel ironía del destino, aquel 1 de marzo de 1914 caía domingo de carnaval. El pueblo mendocino esperaba que Jorge Newbery le diera una exhibición de vuelo en el avión Morane de Teodoro Fels, y el joven ingeniero accedió.
El día anterior, sábado 28 de febrero, probó el avión, y al aterrizar le advirtió a Fels sobre una falla en el ala izquierda; por lo cual esa noche fue desarmado y reparado. Newbery se dirigió al hotel a preparar sus valijas, porque tenía planeado regresar a Buenos Aires en un tren que partiría desde Mendoza a la noche del día siguiente, 1 de marzo; luego de dar su exhibición de vuelo en Los Tamarindos.
Los testigos presenciales dijeron luego que después de ejecutar Newbery un tirabuzón, equilibró la aeronave y que ésta súbitamente empezó a volcarse sobre la derecha, sin que él pudiera controlarla. Se estrelló en un viñedo de las cercanías.
Paul Groussac, quien el día anterior había viajado en tren hasta Mendoza en compañía de Newbery, narró de este modo el momento en que cerró los ojos al muerto ilustre: "Contemplé su cadáver casi tibio y aun
sin rigidez. A pesar de la honda herida frontal y la fractura de la mandíbula,
el rostro no estaba deformado; y una vez cerrados por mí los ojos que quedaran
entreabiertos, la noble fisonomía recobraba su belleza varonil".
El pueblo de Mendoza se volcó masivamente a la estación ferroviaria donde esa noche, como estaba previsto, salía el tren hacia Buenos Aires; para dar el adiós final a los restos del brillante pionero.
Dos días después, el 3 de marzo, un cortejo fúnebre de más de 50.000 personas de todas las clases sociales, acompañó sus restos mortales desde la Sociedad Sportiva Argentina hasta la Recoleta.
La carroza fúnebre marchaba adelante, pero sólo simbólicamente; no llevaba el ataúd, porque éste fue portado por familiares y amigos.
¡Gloria eterna a Jorge Newbery!
-Juan Carlos Serqueiros-