viernes, 16 de marzo de 2012

CRUZ DIABLO!


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

CRUZ DIABLO!
(Beilinson - Solari) 

Zippo, que estaba hecho migas
se mandó en una picada
chistando a su mala sombra
sin copiloto ni nada.
Zippo va camino del infierno cagando leches!
no supo repartir sus fichas
y su cielo ennegrece...
Nunca fué un listo de pesos
siempre un listo de centavos
Su boca arde en maldiciones
que se tragan mal.
Se vá gritando -cruz diablo!
por pura cortesía.
El Himno de Tangópolis le dice
(como al oído...)
que sus aventuras pegan mal
y anuncian poco.
El tipo maduró pronto
y se pudrió bien temprano
un barro que asfixia ésa anguila es la salvajada
Si el perro manso come la bazofia y no dice nada
le cuentan las costillas con un palo, a carcajadas
Demasiados los moretones
muy pocos los encantamientos
Son tantos los cocineros que joden la sopa
Su rocanrol sangra oídos
ya que Dios le truchó el boleto
Zippo, una risa de mil dientes
cargados de azufre.

Hay veces en las que uno debe recurrir al diccionario a fin de encontrar palabras que no haya usado antes para escribir alabanzas a la lírica solariana, y aún así; se hace difícil lograr ese propósito.
Esta letra es sublime, de una belleza descriptiva y una musicalidad propia increíbles. En suma, para mí, uno de los puntos más altos alcanzados por el Indio. Simplemente con leerla, uno ya vuela (bah, qué sé yo... a mí me pasa eso, por lo menos).



El protagonista es Zippo, el exégeta de Luzbelito. Pero ¿quién carajo es Zippo? Zippo sos vos, soy yo, es este, es aquel, es el Indio, es todos... Zippo (Solari lo "bautiza" así, en alusión a la marca de encendedores Zippo ¿se acuerdan de esos?, construyendo una metáfora en la forma de una analogía entre la llama del encendedor Zippo y las llamas que el imaginario colectivo le atribuye al infierno) es todos y cualquiera de nosotros; porque es nada más ni nada menos que... el Hombre; ese Hombre al que "Dios le truchó el boleto" al rajarlo del Paraíso Terrenal. Y ese dios que se inventó el mismo Zippo, o sea, la Humanidad, lo convirtió en algo que "estaba hecho migas", es decir, destrozado, desmenuzado. 
Zippo se morfó la galletita de ese dios supuestamente bueno, al cual atribuye ser EL Bien, y no se explica por qué Dios le otorgó el libre albedrío, si cuando lo utilizó; ese propio dios lo recontracagó expulsándolo del Edén ("su cielo ennegrece").
Y el problema está en que Zippo "no supo repartir sus fichas", es decir, tardó en darse cuenta de cómo era el fato; porque él "nunca fue un listo de pesos / siempre un listo de centavos", aludiendo a que jamás alcanzará la Gnosis, la Sabiduría Total y entonces recién se aviva  de que tanto ese Dios al que presupone el Bien; como ese Luzbelito que le contaron que es el Mal -y que a pesar suyo; le resulta más simpático y atrayente que Dios, y precisamente por eso es que "su boca arde en maldiciones que se tragan mal", y también por eso "va camino del infierno cagando leches", o sea, rápida, expeditivamente ("cagando leches" es una expresión popular que se usa en España para describir algo que se hace pronto, ligero, rápido; igual que como nosotros decimos "a los pedos")- conviven en él mismo.
Pero en Zippo, a pesar de que "maduró pronto y se pudrió bien temprano"; aún quedan residuos de lo que las religiones ("el Himno de Tangópolis") durante milenios y milenios le metieron en la sesera. Y debido a ello se empecina en querer que en él prime lo que le parece el Bien, por sobre lo que considera el Mal; por eso "se va gritando -cruz diablo! por pura cortesía". Las religiones son las que, cada vez que Zippo hace algo que le produce placer y bienestar; le cagan la vida amonestándolo con la sanata de que por ese camino se irá al infierno, y le machacan que eso que hace de gozar es efímero, que buscar el placer y el bienestar son "aventuras que pegan mal y anuncian poco", y que sólo lo arrastrarán a eso que llaman "condena eterna".
Ahora, Zippo podrá no ser "un listo de pesos / siempre un listo de centavos", pero ojo al piojo; eso no quiere decir que sea un pelotudo al que van a poder seguir jodiendo siempre con el mismo verso, eh, para nada. Por lo contrario; él se da cuenta cada vez más, de que lo que le inyectan en el marote es sólo blableta, voceo de otarios, y ya está hinchado las pelotas; así que termina por asumir que todo eso es "un barro que asfixia ésa anguila es la salvajada", y cae en la cuenta de que si se queda manso y tranquilo, sin rebelarse; van a hacer con él lo mismo que hacen con un perro al que alimentan con sobras nomás ("bazofia"), hasta que se muere y terminan por contarle "las costillas con un palo, a carcajadas". -Y eso, conmigo por lo menos, no -piensa Zippo; -me dieron una vida que no pedí, y que encima tiene pocos momentos de felicidad ("muy pocos los encantamientos") y muchos de desdicha y pesar ("demasiados los moretones"). Y entonces todo eso se le antoja mucha carga para soportar ("son tantos los cocineros que joden la sopa"); así que va a mandar a cagar a ese dios que "le truchó el boleto", se va a alejar de ese "dios bobeta" que le toca un "rocanrol lacrimógeno" -como lo dice el Indio en otro tema del mismo disco- y se va a hacer compinche de Luzbelito: se va para lo de Luzbelito mandándose "en una picada" y gritando su rebeldía en un rocanrol atronador ("su rocanrol sangra oídos"). 
Así, Zippo se va a dedicar a vivir lo mejor que pueda, a pasarla todo lo bomba que le sea posible, total, el final está cantado y todos vamos pa'l pozo... 
Y entonces ahí va Zippo, "una risa de mil dientes cargados de azufre", en pos de Luzbelito, que después de todo, che, no es tan malo como nos quieren hacer creer.