domingo, 22 de abril de 2012

PERDIENDO EL TIEMPO







































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

PERDIENDO EL TIEMPO
(Beilinson - Solari)

Va a amanecer y desde el muelle
veo el ferry en que te vas.
El amor empezó a quedarte chico
y el silencio lo enredó.
¡Angeles! yo ya no me puedo ir...
me ata un fuego  y mi sueño duerme aquí.
Ella sí que era el fuego,
ella sí que bailaba en las llamas.
Por primera vez tengo miedo
de no hacer bien mi papel.
Sé que voy a perder un poco el tiempo
y tirar con lo que hay.
¡Angeles! yo ya no puedo partir,
me ata un fuego y mi sueño duerme aquí.
Ella sí que era el fuego,
ella sí que bailaba en las llamas.
Apagó sus ojos tristes y luego embarcó...
Recuerdos que mienten un poco
(siempre fue así)
Nuestro miedo helará éste infierno, creo.
Sopla un viento frío en la ciudad.

Una bellamente triste letra, que narra una relación de pareja que queda trunca. Aún a pesar del amor que siguen sintiendo el uno por el otro (en la apariencia, pero... ¿será verdadero amor lo que sienten?, mmm... veremos...), quienes la integran han resuelto romper el vínculo que hasta allí los unió. 
La separación y despedida (desgarradoras) que se describen en la letra, pueden haberse producido por distintas causas, pero lo que para mí está evidenciado, patentizado en la poética del tema; es que llega para esa pareja un punto de inflexión en el que quienes la componen habrán de tomar una decisión: la de sacrificar el amor (o eso que ellos tomaron por "amor" y que después veremos que no lo es tanto) que se tienen el uno al el otro; en aras de un sentimiento que entienden como superador de ese amor, como algo que lo trasciende.
La separación no se dio en un marco de bronca mutua, no se dejan en malos términos; lo cual queda ilustrado en el hecho de que él la acompaña al puerto en su partida. Luego, queda parado en el muelle, mirando cómo ella se aleja ("va a amanecer y desde el muelle veo el ferry en que te vas").
Seguidamente, se pone a pensar en las causas de la ruptura por parte de ella: "El amor empezó a quedarte chico y el silencio lo enredó", reflexiona, atribuyéndole a ella el sentir algo que trascendía al amor que tenía por él, y que a la hora de los bifes, pesó más en su balanza. Y ¿qué puede ser eso frente a lo cual a la mina "el amor empezara a quedarle chico"? Bueno, la letra no lo dice y sólo podemos inferir: por ejemplo, suponer que en ella pudo más la influencia de intereses de otro tipo, quizá algún ideal socio-político, o tal vez algo más prosaico, como alguna ambición material o profesional, vaya uno a saber... Lo seguro es que ella privilegió algo, sea lo que fuere ese algo; por sobre el sentimiento que experimentaba hacia el chabón. Por eso "el amor empezó a quedarle chico", es decir, a no satisfacerla en plenitud. Sin embargo, él no es auto indulgente; ya que también se echa sobre sí mismo una porción de la "culpa", cuando reconoce que "el silencio lo enredó", 
o sea que hubo por parte de la mina un planteo previo que él desoyó en su momento. Alude así a una complicación adicional: la falta de diálogo, diálogo ese que quizá -y sólo quizá- hubiese recompuesto las cosas.
Y es en ese orden de pensamientos que él profundiza y medita en sus propias razones para que ese desenlace se produjera: "yo ya no me puedo ir... me ata un fuego y mi sueño duerme aquí", se dice tanto a sí mismo, como también dirigiéndose imaginariamente a la mina (que a esa altura, ya se fue), aludiendo a obligaciones y/o responsabilidades que no puede gambetear, ignorar, eludir, y que lo llevan a tener que resignar lo que siente. Y al igual que ocurría con los motivos de ella, los de él tampoco se especifican claramente en la letra; con lo cual otra vez sólo podemos hacer especulaciones en torno a eso: por ejemplo, el tipito también puede haber tenido algún interés material o intelectual que reputó como más poderoso que el amor, o quizá tuviera una relación que no se animó a romper, hijos tal vez, chi lo sa...
En cuanto a lo de "¡Angeles!", alguien me dijo una vez que en una de las empresas de servicio de ferry que hace Buenos Aires-Colonia, uno de los transbordadores tenía ese nombre y que por eso el Indio ponía lo de "¡Angeles!". Qué sé yo... todo puede ser; pero no me cierra la "explicación". Es posible que haya habido un transbordador con el nombre de "Angeles", pero si un perfeccionista como Solari hubiese querido citar en una canción el nombre de un ferry, no iba a omitir el entrecomillado, dejando así de señalar inequívocamente que está citando el nombre que se le puso a algo. ¡Justo él!, tan luego... no, ni en pedo. Más plausible se me hace que esté mencionando el nombre de la mina; aunque tampoco esa posibilidad me satisface del todo. Y además, hay que considerar lo de los signos de admiración, que por algo están, ¿no? Lo que más probable me parece, es que eso de "¡Angeles!" sea una expresión empleada en lugar de poner el más usual o frecuente "¡Dios mío!" o "¡Ay, Dios!", algo así... Y me afirma en esa opinión la circunstancia de que el Indio escribió las letras de Lobo Suelto / Cordero Atado -salvo las que él mismo catalogó de "temas de hace mucho tiempo", como "Negrita" (así llama Solari a "Caña seca y un membrillo") y "Ya no late más" (que en el disco pasó a llamarse "Lobo, estás?")- en República Dominicana; donde efectivamente la exclamación "¡Angeles!", popularmente se utiliza en lugar de "¡Dios mío!" y "¡Ay, Dios!".
A continuación, viene una remembranza de lo que la tipa significaba para el ñato: "Ella sí que era el fuego, ella sí que bailaba en las llamas", evoca él; con lo cual, de paso, se nos clarifica la cosa acerca de qué era lo que los unía, porque eso nos remite a entender que lo de ellos no se trataba de un amor verdadero; sino de una pasión ardiente, volcánica diríamos; que ellos confundieron con amor. Esa pasión, a él se le está yendo embarcada en un ferry, y por eso siente esa aprensión que expresa con lo de "por primera vez tengo miedo de no hacer bien mi papel", es decir, siente temor de que a partir de que le falte la mina que lo tenía borracho de pasión, no pueda soportar estar sin ella, y entonces se raje en pos de recuperarla, huyendo así de esas responsabilidades y obligaciones que constituyen el "papel" que le tocó en el reparto, ese rol que debe desempeñar.
Trascartón, se pone a cavilar en lo que va a ser su vida de allí en más, sin la mina: va a "perder un poco el tiempo y tirar con lo que hay". O sea, imposibilitado de disfrutar el goce de la pasión, porque ella ya no estará; él se va a dedicar a "perder el tiempo" en relaciones sin ninguna significación especial, "tirando" con "lo que hay".
Y rememora (masoqueándose un poco, si se quiere) el momento de la despedida, cuando ella abordó el ferry en que se fue: "Apagó sus ojos tristes", dice refiriéndose a que la mina cerró sus párpados para contener el llanto, y "luego embarcó".
Y vemos que la tristeza de tal despedida, seguramente no matará a ninguno de los dos, porque enseguida se dice a sí mismo: "Recuerdos que mienten un poco (siempre fue así)"; como diciéndose que en el fondo, está haciendo un cacho de melodrama, que de ese "amor" que creyeron haber sentido, no se van a morir; y que en definitiva, cada vez que recordamos algo que nos ha sido trascendental en alguna medida, que nos ha marcado o influido notoriamente; tendemos a exagerar. Así, después de todo, esa tristeza que él atribuyó a la mirada de la mina al despedirse, quizá no haya sido tan honda como él se empeñaba en creer... Y de paso, la de él tampoco, porque cierra con un esperanzado "nuestro miedo helará este infierno, creo"; como diciéndose a sí mismo algo así como "la voy a extrañar y seguramente ella me extrañará, pero después, los motivos que tuvimos para romper la relación, terminarán imponiéndose por sobre el deseo de estar juntos".
Y tanto es así, que ahora mismo nomás, el "infierno" de esa pena, ya comienza a helarse con ese "viento frío que sopla en la ciudad".
A rey muerto, rey puesto, dicen, y la vida continúa...

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-Juan Carlos Serqueiros-