domingo, 15 de mayo de 2016

TACURUSES







































Escribe: Juan Carlos Serqueiros


Sobre’l lomo potro de mi campo crudo, / -que nunca ha sentido de un arao la marca-, / pronto pa meyarles el filo a las rejas / estos altaneros tacuruses se alsan. (Serafín García)

Escrito por Serafín García en 1935 y publicado por primera vez ese mismo año, Tacuruses es un libro relevante en la cultura y la literatura rioplatenses.  
Serafín José García (n. 05.06.1905, Cañada Grande, departamento de Treinta y Tres – m. 29.04.1985, Montevideo) fue un poeta y escritor oriental autodidacta. Se desempeñó en distintos oficios y ocupaciones (dependiente de farmacia, aprendiz de tipógrafo, bibliotecario, músico, periodista, escribiente y subcomisario de policía, y funcionario público), y en su trayectoria literaria se ubicó inequívocamente en el criollismo, con una marcada impronta en el nativismo -pero sin que ello signifique agotarse en lo puramente rural y bucólico, antes bien; extendiéndose a lo urbano, citadino), dejándonos una treintena de obras que van desde la poesía hasta la narración humorística, pasando por el cuento, la fábula, el ensayo y el relato para niños: Tacuruses (1935), En carne viva (1937), Tierra amarga (1938), Burbujas (1940), Barro y sol (1941), Panorama de la poesía gauchesca y nativista del Uruguay (1941), Panorama del cuento nativista del Uruguay (1943), Asfalto (1944), Raíz y ala (1949), Romance de Dionisio Díaz (1949), Fábulas criollas (1950), Las aventuras de Juan el Zorro (1950), Agua mansa (1952), Los partes de don Menchaca (1957, bajo el pseudónimo Simplicio Babadilla), Flechillas (1957), Cuentitos fogoneros (1958, bajo el pseudónimo Simplicio Bobadilla), Diez poetas gauchescos del Uruguay (1963), El Totoral (Recuerdos de infancia) (1966), Nuevos cuentitos fogoneros (1967, bajo el pseudónimo Simplicio Bobadilla), Piquín y Chispita (1968), Leyendas y supersticiones (1968), Blanquita (Nuevos relatos de "El Totoral") (1969), Cuentos y crónicas (1970), La vuelta al camino (Nuevas andanzas de Juan el Zorro y el Ñandú) (1970), Estampas uruguayas (1971), Romance del 25 de agosto (1977), Primeros encuentros (1983), y Milicos, contrabandistas y otros cuentos (1986, editado post mortem).
Desde su primera publicación hasta la cuarta edición inclusive, Tacuruses se estructuró en tres Partes, designadas simplemente como Primera, Segunda y Tercera, conteniendo éstas un total de treinta y un poemas: Alvertencia, Ejemplo, Hombrada, Oración, Orejano, Justicia, Castigo, Escarmiento, Defensa, Separación y Reclarando en la Primera; Hembra, Vichando, Secreto, Ardiles, Cuerpiada, Vengansa, Cavilando, Esperencia, Chapetonada y Sospresas en la Segunda; y Cachimba, Matrero, Pulpería, Estilo, Lechusa, Querencia, Totora, Memorias, Vidalitas y Franquesa en la Tercera. Pero a partir de la quinta edición del libro, el autor agregó una parte, a la cual tituló Poemas Nuevos, integrada por cinco poesías: Piona, Chiripá, Tamango, Gurises y Tapera.


Se ha querido clasificar a Serafín García bajo distintos rótulos: poeta social, revolucionario, de protesta, testimonial, rebelde, contestatario, de denuncia… Para quien esto escribe, es a la vez todo y nada de eso; es lisa y llanamente humanista. Sus viñetas no están construidas a partir de elaboradas y altisonantes metáforas efectistas; sino que se esbozan en versos que son como brochazos de crudo realismo en los cuales es notable cómo lo auténtico prima por sobre lo puramente estético. Se trata del hombre, sus circunstancias y la geografía en que habita. Así, pues, se trata de la vida en los pueblos de la campaña oriental. Tan simple y complejo como eso. Y desde luego, el uso -y abuso- del lenguaje dialectal con que se florea Serafín García, no implica demérito llegada la hora de emplear el léxico académico. En palabras del propio autor: "Siempre he preferido la verdad a la idealización. De ahí que los personajes de mis cuentos sean como los hombres que los inspiraron: seres comunes y sencillos que no desmienten su falible carne, que no reniegan del olor humilde de la tierra que pisan, que enfrentan con coraje los rigores de la difícil lucha por el pan cotidiano, por la conquista de su pequeña parte de felicidad. Tal es la posición que mi conciencia de narrador realista me señala. Soy un escritor que escribe en función de hombre y no de literato. Por lo que el hombre me duele dentro y por lo que de él espero y creo, procedo de tal modo. Me expreso así por un imperativo natural, como otros se expresan abriendo un surco en la tierra o un rumbo en el océano. Y no podría cambiar, aunque quisiera, pues no se modifica lo entrañable”.
Y es que Serafín García no fue (¡gracias a Dios!) un mero intelectual; fue infinitamente más que eso: fue un inteligente cuyo saber vino dado por la inducción de un raciocinio propio nacido de la comprensión profunda y cabal del medio en que le tocó actuar.


Pero basta ya de tanta cháchara; como canta don José Larralde: pa’ qué andar palabreriando, ¿no? Vea: si usted incurrió en el pecado capital de no haber leído Tacuruses, libérese de ese cargo de conciencia y despreocúpese; tiene la oportunidad de redimirse haciéndolo ahora.
Y si usted no tiene plata para comprar el libro o aún teniéndola, se empeña en seguir perteneciendo al segmento de los miserables que obstinadamente se niegan a gastar unos pocos pesos mugrosos en un regalo para el espíritu; pues entonces pídamelo, que con mucho gusto se lo enviaré por correo electrónico en formato eBook.
Ah, casi me olvido: Los Olimareños interpretaron dos de los poemas de Serafín García publicados en Tacuruses: Orejano (musicalizado por Braulio López y José Luis Guerra), y Hombrada (melodía de Pepe Guerra). Obsequie a sus oídos con esas joyitas, a través de estos enlaces:
¡Hasta la próxima!

-Juan Carlos Serqueiros-