sábado, 29 de julio de 2023

¿CUÁL ERA EL VERDADERO SARMIENTO?

















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Un ejemplo, chiquito nomás, de los riesgos que representa el tomar frases aisladas presentándolas como si fueran el epítome de su pensamiento y de su obra: imagino que usted, mi querido lector, habrá visto hasta cansarse, tanto por haberlo leído en libros, como publicado hasta el hartazgo en posteos y memes en las redes sociales, cómo se reproduce un puñadito de frases de Sarmiento en las cuales supuestamente denigra a los mendigos y dice "si se tienen que morir, pues que se mueran" o algo por el estilo.
En realidad, esas poquitas frases están extraídas de un extenso discurso que pronunció en el senado de Buenos Aires, en el cual fijaba su postura en el sentido de que la mendicidad debía atenderla no el Estado; sino los pudientes, los ricos. Y si uno lee TODO el discurso (que dicho sea de paso, contiene no pocas frases bellísimas y bien cortadas, porque era un escritor magnífico), podrá coincidir o discrepar con Sarmiento; pero lo que es seguro, es que comprenderá que esas poquitas frases terribles, divorciadas de su contexto, dan una idea completamente errónea y aún opuesta a lo que pretendió significar su autor.
Así, pues, ¿cuál era el verdadero Sarmiento? ¿El que no dejó insulto por proferir contra Alberdi, o el que años después fue a recibirlo a éste al puerto y le dijo "¡doctor Alberdi, venga a mis brazos!"? ¿Cuál era el verdadero Sarmiento? ¿El que instaba a Chile a apoderarse del estrecho de Magallanes, o el que después, siendo presidente de la República, sostenía los derechos argentinos y se lamentaba de la perfidia chilena? ¿Cuál era el verdadero Sarmiento? ¿Aquel al que no le alcanzaban los denuestos contra Rosas, o el que le escribió a Avellaneda pidiéndole: "mándeme tratados internacionales, pero mándeme los que hizo Rosas; no los que hicieron los unitarios, que eran unos cagatintas"? ¿Cuál era el verdadero Sarmiento? ¿El que descalificaba a un jovencísimo Bernardo de Irigoyen cuando era oficial de la legación argentina en Chile, o el que después, siendo presidente, nombró a éste Procurador General? Y otra vez: ¿cuál era el verdadero Sarmiento? ¿El que aconsejaba “no ahorrar sangre de gauchos porque la sangre es lo único que tienen de humano”, o el que en Condición del extranjero en América escribió: “cualquier gaucho nuestro tiene mayor capacidad para entender las cosas, que esta gente nueva que está viniendo desde el exterior”?
Los dos Sarmiento eran el "verdadero": el polemista pasional que no se privó de ningún exabrupto por lanzar, y también el pensador capaz de esbozar una idea genial sobre su país. Todo en él era exagerado hasta el paroxismo: pasión, pensamiento y obra, sencillamente… porque él era un exceso en sí mismo. Hasta en su fealdad.
De todos modos, me parece cuestión baladí juzgar las figuras históricas, y discutir si Sarmiento o Rosas o el que fuere; primero, porque nos guste o no, el país que tenemos es tanto obra de unos como de otros y la historia no puede rehacerse, y segundo; porque en esa discusión es donde nos encarnizamos y perdemos de vista lo único que importa del pasado: conocerlo y aprehenderlo; no detenernos en él y erigirnos en tribunal de justicia póstuma.

-Juan Carlos Serqueiros-

Imagen: Osvaldo Révora, "Sarmiento", ilustración, 2022