sábado, 30 de marzo de 2024

EL NOBEL DE CARLOS SAAVEDRA LAMAS










































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

A veces, nos encontramos frente a coincidencias sorprendentes que, lejos de ser casualidades; en cuanto comenzamos a reflexionar en ellas, descubrimos que son, en realidad, causalidades.
Sin ir más lejos, en la noche del miércoles 27 de marzo pmo. pdo., buscando imágenes para ilustrar un artículo que estaba escribiendo, me topé con esta de la tapa de la revista Caras y Caretas correspondiente a su edición del 3 de diciembre de 1932, alusiva a Carlos Saavedra Lamas, un argentino notable quien fuera descendiente de Hernandarias, bisnieto de Cornelio Saavedra, nieto del gobernador de la provincia de Buenos Aires Mariano Saavedra, discípulo dilecto de Joaquín V. González, yerno del presidente Roque Sáenz Peña (estaba casado con Rosa “la Nena” Sáenz Peña González), ministro de Justicia e Instrucción Pública del presidente Victorino de la Plaza, ministro de Relaciones Exteriores del presidente Agustín P. Justo y primer Premio Nobel argentino y latinoamericano por sus contribuciones a la paz mundial a través de su Pacto Antibélico y su mediación entre Paraguay y Bolivia que puso fin a la guerra entre ambos países.
Normalmente, ocurre que encontrarme con algo que me despierta una evocación histórica, provoca en mí interés y las más de las veces júbilo; pero extrañamente, en esta oportunidad experimenté una sensación de inquietud, como de pesar, de amargura, sin saber a qué atribuirla. Entonces, me puse a cavilar sobre el asunto, a darle vueltas en el magín; hasta que mi memoria (siempre endeble, un mil veces maldito talón de Aquiles) dio al fin con el motivo: era por el destino de la medalla conferida (además del premio en efectivo, equivalente hoy a unos 900.000 dólares, según afirma esa plaga azote de la humanidad llamada los economistas) a Saavedra Lamas.
Sucedió que su hijo (un insano mental, psicótico y violento, misógino y misántropo, adicto a las armas, enjuiciado por la comisión de un doble homicidio por el que resultó, condenado y encarcelado), empeñó la medalla (de oro de 18 quilates) y a partir de eso, durante décadas se perdió el rastro de la misma. Hasta que hace diez años, justamente el 27 de marzo de 2014 (y de allí el porqué me sonaba la fecha y me provocaba una sensación de desasosiego), fue subastada en Baltimore, Estados Unidos, por 1.116.000 dólares, ante el desdén y la indiferencia de nuestro gobierno nacional, que no evidenció interés alguno en la cuestión, cual si se hubiese tratado de una distinción dada a un extranjero, en lugar de una obtenida por un compatriota, lo cual prestigió a nuestro país ante el mundo.
Digo, se me ocurre: ¿no será llegado el momento en que quienes somos peronistas (hoy dispersos, inermes, sin rumbo y acometidos por una especie de autocrítica histérica y febril llevada hasta el extremo de la autoflagelación constante, y pareciera que ya sólo nos falta inmolarnos a lo bonzo), nos dediquemos seriamente a evaluar las nefastas consecuencias del empeño puesto desde los 70 hasta el presente, en la construcción caprichosa y antojadiza de un relato histórico sesgado, infectado de mentiras, plagado de buenos y malos, con pretensiones de único que algunos de los nuestros han procurado imponer a como dé lugar?

-Juan Carlos Serqueiros-


jueves, 28 de marzo de 2024

A TI, TIEMPO











































A TI, TIEMPO
(Poema de Gabriela Borraccetti *)

A ti, tiempo
Te digo adiós
Te dejo atrás
Porque en esos cuentos
Que narran tu miedo
El de las arrugas
El de los pliegues de dolor
Al llegar la mitad de mi vida
En la mitad de un día…
Me sonrió la vida
Y me llamó el amor.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.como Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


martes, 26 de marzo de 2024

TENER... PARA SER "FELICES"












Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Mi sillón, una copa de vino y “El silencio de Beethoven", de Ernesto Cortázar, vuelven evocadora esta noche que tozuda, caprichosamente, se ha empeñado con encomio digno de mejor causa en traerme el recuerdo de mi rosarina infancia, allá en el barrio Nuestra Señora de la Guardia.
Barrio pobre y… bravo (digamos, siendo buenos), con calles de tierra, casas bajas (casi todas a medio terminar), zanjones, potreros, quintas, yuyales, baldíos... 
Jugábamos horas y más horas con un autito de plástico relleno con mucha masilla al que hacíamos correr en un "autódromo"… ¡excavado en la tierra! Barrilete de caña y papel de diario, pelota de trapo o (a lo sumo y con mucha suerte) una Pulpo, bolitas, payana, trompo, balero, figuritas, Billiken, fogata de San Juan, pescar ranas en la zanja y asar camotes en el campito... ¡Gloria de titanes!
Y hoy, niñitos con teléfono celular, notebook, play station, tablet, pizarra inteligente, videogame, robot... Y eso, cuando no unas Nike exigidas perentoriamente a un padre que, o se endeuda hasta el cogote para comprárselas fusilando la tarjeta de crédito en quisicientas cuotas o… sale a robar en procura de conseguirlas a como dé lugar.
No soy ni remotamente de los que sostienen que todo tiempo pasado fue mejor; al contrario. Tampoco se me ocurriría volver a los sitios en que uno fue feliz (o al menos, creyó serlo). En absoluto.
Pero no puedo evitar pensar en ¡qué felices éramos cuando no teníamos nada o casi nada!
Mejor, apuro el vino, me doy una ducha y me voy a dormir. Eso, sí, seguramente será mejor…

-Juan Carlos Serqueiros-


domingo, 24 de marzo de 2024

PACKARD































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

PACKARD
(Carlos de la Púa)

Era una mina bien, era un gran coche,
Era un Packard placero, era una alhaja;
Auto que sólo trabajó de noche,
Llevando siempre la bandera baja.
Pero… un día la droga la hizo suya
Y en vez de cargar nafta; echó morfina,
Y cerrando el escape por la buya,
Se fajaba debute en cada esquina…
Ayer la vi pasar… iba dopada
Y me sentí yo, curda, un santo Asís;
Al ver que de su pinta abacanada,
Pinta que fuera de auto de parada,
Sólo queda, cual resto de chocada,
Con los cuatro fierritos del “chassís”.


Carlos de la Púa —Carlos Raúl Muñoz y Pérez (n. La Plata, 14.01.1898 - m. Buenos Aires, 09.05.1950) en el documento de identidad—, también conocido como Carlos Raúl Muñoz del Solar o El Malevo Muñoz, fue un periodista y poeta que nos dejó en su libro La crencha engrasada (ed. 1928) viñetas crudelísimas del Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XX.



En este poema "Packard", el ambiente de marginalidad que en él describe, cambia de segmento social. Ya no se trata de inmigrantes esforzados y honestos que tienen hijos ladrones y asesinos e hijas putas como los que pinta en "Los bueyes", ni de un ex pesado que vuelve de una condena a veinte años de prisión en la tenebrosa cárcel de Ushuaia como el que retrata en "El Vago Amargura", ni de un buchón como el que muestra en "Batidor"; sino de una "niña" de alcurnia, de la high society porteña (“era una mina bien”, dice), que se desplaza en un automóvil glamoroso, de altísima gama: un Packard, nada menos…


En semejante auto, obviamente, esta buena señorita no llevaba a cualquiera, no, ni ahí; ella alternaba sólo con gente de su mismo status social, y por eso Carlos de la Púa asimila al lujoso Packard con un taxi al que no puede accederse, ya que está siempre con la bandera baja.
Pero... un buen —o mejor dicho (dadas las consecuencias); mal— día, la chica esta se “equivoca”, y en vez de cargarle nafta al coche; opta por zamparse una dosis de morfina (un derivado del opio que si se lo refina aún más; después da la heroína, que era la droga habitualmente usada —probablemente por afán de imitar a la aristocracia inglesa— en las clases altas de la sociedad porteña del último decenio del siglo XIX y los tres primeros del XX.
Por supuesto, el abuso que la damisela hace del consumo de esa substancia (“se fajaba debute en cada esquina”), provoca estragos en ella y deriva en que, paralelamente; el ostentoso Packard fuera deteriorándose irremisiblemente al igual que su dueña.


Lo cual motiva que el hablante lírico de la poesía los contemple a ambos en su decadencia ya a esa altura irreversible: al auto hecho pelota ("con los cuatro fierritos del chassís"), y a la chica convertida en un escracho, flaca y consumida; y experimente él, que es un alcohólico (“y me sentí yo, curda”), la sensación de ser infinitamente más sano y bueno ("un santo Asís") que la mina, que está en las últimas, descangayada por la falopa.
En fin, dijo Serafín…

-Juan Carlos Serqueiros-



jueves, 21 de marzo de 2024

EN EL DIVÁN: PENSAMIENTOS QUE NACEN DESPUÉS DE UNA SESIÓN Y ANTES DE LA SIGUIENTE





















Escribe: Gabriela Borraccetti (*)

Una mujer comenzó a hacer terapia años después de una separación. Cuando inició el tratamiento, ella no sabía si su tristeza era arrepentimiento, si había hecho mal, si al fin de cuentas no hubiese sido mejor seguir… “Al final... no todo era tan malo y "yo soy una Susanita", decía. Sin embargo, ya llevaba muchos años hundida en dudas, y hasta para ella misma era imposible darse una respuesta coherente: “¿Por qué no salgo de esto? ¿Aún lo amo? ¿Y si me equivoqué? ¿Y si acerté? Pero... ¿a dónde voy? ¿Y cómo se sale? No puedo, no sé... ¿o no quiero? ¿No me animo?”.
Ella llegó a terapia por un artículo mío que leyó, y entonces tomó la decisión de enfrentar la respuesta. Tiempo después de escarbar, con subidas y bajadas, con el dolor con que la consciencia desanda los años, escribió esta reflexión que hoy, quizá te identifique en algún punto:
Dicen que la palabra libera. Eso espero con esto. Se están cayendo tantos esquemas, tantos arquetipos de la vida ideal, de lo que suponía que debía ser...
Escuché, días pasados, una frase que me pegó fuerte: "Veinticinco años de matrimonio y una separación, no es fracaso; son veinticinco años de éxito". Y con eso me voy a quedar.
Ahora, a partir de eso, tengo mucho que analizar. Que no sos, como lo fuiste en un principio, el hacedor de este quiebre, que la responsabilidad fue tanto mía como tuya. Que me dormí en el calor del hogar y la familia, que si bien quise ser (y lo intenté por todos los medios) una amante casi perfecta; era sólo para hacerte feliz a vos. Había muchas cosas en las que no quería transar y jugaba a que lo hacía. Como así también, asumo la responsabilidad de las cosas que te indilgaba a vos y que en el fondo, eran deseos míos.
Que fuiste alguien MUY importante en mi vida, no caben dudas. Fuiste el maestro que vino a enfrentarme con mis propios fantasmas. No porque LO SEAS, sino porque a través de vos pude vivenciar aquellas partes mías que no quería ver, pues no eran políticamente correctas.
Con todo esto hubo un problema en el que vos nada tenés que ver: te entregué mi sol, mi brillo, mi SER. Porque todo era por y para vos, pero no de buena, sino porque era de esa forma que yo brillaba: a través tuyo.
Tan así era, que cuando nos separamos no sólo perdí mi pareja; me perdí a mí misma, porque vos eras yo, tus logros eran los míos, tu felicidad era la mía, tu bienestar era el mío... ¡HORROR!
Yo a eso le daba el nombre de AMOR. Ahora creo que nunca lo fue, o al menos; no el tipo de amor que me gustaría vivir hoy. Tampoco sé todavía lo que quiero, pero al menos; ya tengo claro lo que no quiero.
Sé de todas las culpas que te echaba a vos por no animarme a hacer cosas, cuando hoy sé que soy la única responsable de eso. EN ESE SENTIDO no eras vos; era yo la que no se animaba y sigo sin animarse. Estoy trabajando en eso, pero a veces mi dualidad mental me engaña, mis diálogos internos me confunden y entre el coraje y el miedo, el miedo es el vencedor.
Poco a poco me voy conociendo. A veces, amo a esta mujer que va apareciendo (tímidamente, con mucho miedo, mirándose y no sabiendo si es o no es), pero de algo estoy segura: que no es como pensaba hace ya siete años cuando nos separamos: una pérdida de años, por el contrario; hoy que soy capaz de ver un poquito (y sólo un poquito) más allá el tiempo mejor invertido, porque gracias a él hoy puedo ir metiéndome más adentro y verme un poco más fresca sin tanta careta, sin tantos: "¿Yo? No.... yo no soy así"; y hoy, creo que no hay nadie a quien conozca menos que a mí misma.
Hasta aquí habló la paciente (cuya identidad obviamente no puedo revelar por el secreto profesional y la protección de un ámbito que es muy privado y sagrado, perteneciente a aquel que empieza a conocerse a sí mismo).
No obstante, sé que por ahí hay muchas personas con preguntas, miedos, y dudas similares, y quién te dice…de pronto esto que narré quizá te lleve por el camino que necesitas tomar: hacia ti y hacia adelante.

Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

lunes, 18 de marzo de 2024

LA ALEMANA










































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Nunca supe su nombre. Y mucho menos su apellido. En el barrio se la conocía como "la Alemana" y así se referían todos a ella al citarla, porque además; esa era, precisamente, su nacionalidad.
Era una mujerona enorme, muy alta y robusta. Su edad andaría, calculo, por los 50 años o cosa así. Tenía áspero el carácter y ronca la voz. Vivía sola y no contaba con amigos entre los vecinos, vaya uno a saber si por voluntad de éstos o por decisión propia de ella. Y la única casa que (cierto que muy de vez en cuando) solía visitar —siempre brevemente—, era la de mis padres. Bah, la “de” mis padres, no; en realidad, la que alquilaban.
Como yo ya había aprendido a leer antes de cumplir los 6 años, ella me obsequió dos libros: una biografía de Chopin; y Cuentos, de Hans Christian Andersen, ambos ilustrados bella, exquisita y profusamente. Poco después, me convirtió en adicto a Verne y a Salgari, y también me regaló una armónica marca Faber, porque —dijo con su sempiterno laconismo que jamás aguardaba réplicas ni admitía objeciones— “un espíritu como el de Calile (ese era yo) precisaba tanto la magia de la literatura como la de la música”.
Cuando mi vieja me arreaba algún chancletazo, yo tenía dos embajadas en las que asilarme: la casa de los Oliveira: don Nanú (don Raúl) y doña Felisa, que me adoraban; y la casa de la Alemana, donde siempre había para mí refugio seguro, un café con leche y algunas bay biscuit (¡gloria de titanes!). Si llegaba a lo de la Alemana lloriqueando por la biaba que me había propinado mi madre, era en su amplio regazo o en su pecho opulento y generoso donde hallaba consuelo, pero invariablemente; sin que mediaran palabras suyas pronunciadas para reconfortarme. Y ahora que lo pienso, seguramente era porque no las consideraba necesarias, entonces ¿para qué iba a malgastarlas? Si bastaba y sobraba con su cobijo.
Pasó algún tiempo, empecé a ir a la escuela, y la veía cada vez más esporádicamente. Hasta que no supe más de la Alemana, pero el chiquilín que era yo por entonces… ese sí que sentía, sabía, que ella lo amaba.
Me fui del barrio y también de la ciudad. Y muchos, muchos años después, ya largamente pasada la treintena, me sorprendí recordando cada vez con mayor frecuencia a la Alemana. Entonces, caí en la cuenta de que yo... también la había amado.
Aunque nunca supe su nombre.

-Juan Carlos Serqueiros-


domingo, 17 de marzo de 2024

LIC. GABRIELA BORRACCETTI. TERAPIA ON LINE





























Soy Gabriela Borraccetti, licenciada en Psicología por la Universidad John F. Kennedy. Con una muy extensa trayectoria profesional de más de treinta años, ejerzo como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad, y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales.
Soy argentina, nací, me formé y resido en Buenos Aires, pero también he vivido en otras ciudades, y el hecho de tener, al momento de mudarme de sitio, varios pacientes presenciales que deseaban seguir el tratamiento conmigo, me condujo a proseguir con mi trabajo a través de videoconferencia. Soy, pues, pionera en dicha modalidad de atención, la cual en breve lapso demostró ser ampliamente efectiva y exitosa.
El consultorio virtual ofrece varias ventajas a saber:
  • El confort de tu hogar
  • Evitar traslados y viajes
  • Un ambiente terapéutico idéntico al de consultorio presencial
  • Una calidad de atención que no se altera en absoluto por ser on line; al contrario (nadie se modifica por estar detrás de una pantalla, salvo que se confunda pantalla con careta).
Si necesitas atender aquellas cosas que les duelen a tu alma, atraviesas una crisis, o deseas salir de algún padecimiento, mejorar tu calidad de vida, dejar de vivir angustiado, trabajar con tus problemas en lugar de negarlos, tratar dificultades sexuales, de pareja, de relaciones en general, o simplemente no sabes hacia dónde dirigir tus pasos para estar contento de caminar sobre tus pies; has llegado al lugar adecuado y no hay más que probar esta forma moderna de hacer terapia, para confirmar que la internet no sólo es redes sociales, entretenimiento y diversión, sino que también puede ser una gran herramienta para el autodescubrimiento.
Los aparatos no tienen personalidad ni nos dirigen. Nosotros imprimimos nuestro sello a todo lo que hacemos, y poco importa si estamos a 3 metros o a 5.000 kilómetros. En mi consulta puede pasar de todo; menos que te vayas igual a como llegaste. Y ten por seguro que te irás sintiendo mejor, porque el click que haces en tu computador, también lo harás en tu mente.
Para contactarme, puedes enviarme ya sea un e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o un Whatsapp al +54 9 11 7629-9160, e intercambiaremos preguntas e información.
Y una vez que hayas decidido comenzar tu terapia on line, será preciso que abras una cuenta en Skype (o si usas Whatsapp y lo prefieres de ese modo, también podemos hacerlo por videollamada) y disponer de una PC de escritorio con cámara y parlantes, o una notebook o laptop, o una tablet, o un teléfono celular, o un SmartPhone, o un IPod, o cualquier elemento que admita conexión a internet. De ese modo, estaremos a un click de empezar.
Necesitarás tan sólo reservarte por una hora la habitación de tu hogar que más tranquilidad brinde, para disponerse a cerrar, por ese lapso, el ruido externo e ingresar en el territorio interno.
Por lo demás, lo que sigue es idéntico al modo presencial: acordaremos un día, un horario y un honorario, todo lo cual pasará a ser el “espacio” en que poder trabajar a partir del alma sin preocupaciones por el tráfico, los embotellamientos, los medios de transporte público, etc.
Y por supuesto, además de la modalidad on line hasta aquí enunciada y explicitada; continúo ejerciendo en mi consultorio atendiendo de forma presencial, de manera que si lo prefieres, puedes solicitar tu turno por cualquiera de los conductos precedentemente consignados: e-Mail o Whatsapp.
El pago de mis honorarios se abona: por depósito en o transferencia a, mi cuenta bancaria, si vives en Argentina; o por giro en Western Union o similares si vives en otro país.
Por una cuestión de calidad de atención y de excelencia profesional, no trabajo con obras sociales ni empresas de salud prepaga, ya que las limitaciones emergentes de los requisitos que imponen a sus afiliados y clientes, causan que las derivaciones no se realicen hacia el profesional más apto para el paciente; sino al psicólogo que les posibilite evitarse el costo de una terapia profunda. Cuando se trata con el inconsciente, no hay velocidad que pueda imprimirse al psiquismo, y cada paciente tiene un tiempo, una forma y un latido especial a respetar. Eso (sólo eso y ninguna otra cosa) es lo que va a graduar la duración del tratamiento.
Obviamente, cada pago que realices contará con la correspondiente factura, la cual recibirás por e-Mail, para que llegado el caso, la presentes ante tu obra social o empresa de salud prepaga, de manera que puedas acceder al reembolso total o parcial que dichas instituciones eventualmente reconozcan a sus afiliados y clientes.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814
Whatsapp: +54 9 11 7629-9160



viernes, 15 de marzo de 2024

RECUERDOS AMNIÓTICOS
































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

A veces, me asaltan recuerdos amnióticos. No frecuentemente, por suerte. 

Esta mañana escribí esto que cité, y algunas personas de mi amistad me preguntaron si me ocurría algo grave, serio, y por la causa de haberlo escrito. La verdad es que no, no me pasa nada en especial; es sólo que en ocasiones (como durante esta madrugada) suelo tener unas terribles pesadillas a las que llamo amnióticas.
¿Por qué? Y... bueno, te cuento: el 15 de marzo de 1904 nacía el general Juan José Valle, víctima ilustre inmolada a los odios gorilas que van desde los de Aramburu a los de Rojas pasando por los de la Moreau de Justo, norteAmérico Ghioldi y demás personajes siniestros... El 9 de junio de 1956, Valle había encabezado el movimiento tendiente a reponer en el gobierno a Perón, que fue ferozmente reprimido a sangre y fuego, costando la vida de 27 argentinos.
Nací en Rosario, el 23 de junio de 1956, y catorce días antes, mi padre había sido secuestrado por los comandos civiles, imputándosele el haber cometido el "imperdonable delito" de ser peronista, y al momento de nacer yo, mi madre ignoraba dónde lo tenían, si vivía aún o lo habían matado... Tuvo "suerte" mi padre: lo liberaron días después de nacer yo, tras haberlo hecho pasar por torturas, privaciones, interrogatorios y simulacros de fusilamiento. 
Ah, y me llamo Juan Carlos, porque iba a llamarme Juan Domingo como habían decidido mis viejos, pero en el registro civil no quisieron anotarme así pues estaba prohibido no sólo ser peronista, sino también llamarse Juan Domingo o Eva.
Así las cosas, no le resultará complicado a nadie imaginar el hambre, la incertidumbre y las horribles angustias de mi madre, que forzosamente tuvieron que trasladarse a quien llevaba en su vientre.
Por eso, los 15 de marzo y también los 9, 12 y 23 de junio, suelen asaltarme sueños espantosos. Y seguramente por eso también, soy tímido, parco, retraído, hosco, huraño, de mal carácter y nada simpático (todas cosas esas, en fin, que puedo dominar). Lo que no puedo evitar, son esos sueños que surgen de mi inconsciente, ni la índole triste que está en mi alma y que arrastro siempre (aún cuando soy feliz, como de hecho lo soy, con mi esposa, mis hijas, mis nietos, mis perros, mi gata y los pocos amigos a los que puedo llamar así).
Es esa tristeza que está en mí y tiene una identidad tan Juan Carlos Serqueiros como la mía, porque es... amniótica.

-Juan Carlos Serqueiros-

miércoles, 13 de marzo de 2024

CUERPO Y ALMA





























CUERPO Y ALMA
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

No eres tu nombre;
Respondes a él.
No eres tu imagen;
Ella es tu apariencia.
No eres tus años;
Ellos son tu historia.
No eres tus sueños;
Ellos son tus deseos.
No eres lo que tienes;
Ello no es eterno.

-Gabriela Borraccetti-

Imagen de portada: Diego Armando Lozano Ayala, "Cuerpo y alma", óleo sobre tela, contemporáneo.

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


lunes, 11 de marzo de 2024

LOS GOBIERNOS Y LA MANIPULACIÓN DEL PASADO





























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado. (George Orwell).

Ningún gobierno, sea del signo partidario que fuere, sustente la ideología que sustente y propugne los postulados que propugne, bajo ninguna circunstancia ni con ningún pretexto ni excusa, debe albergar el propósito ni arrogarse la potestad de manipular la historia a su antojo, estableciendo una visión maniquea de la misma con "buenos" de un lado y "malos" del otro; sean quienes fueren los supuestos "buenos" y "malos".
La enseñanza de la historia en la educación pública en todos sus niveles debe limitarse a la narración veraz de los hechos y circunstancias fehacientemente comprobados, y a partir de allí, a fomentar el interés de los alumnos por leer distintos autores, investigar todas las fuentes disponibles, extraer sus propias conclusiones y formar su propia opinión.
Basta de la dicotomía historia "oficial" vs. "revisionista"; pues como dijo Arnold Toynbee en su visita a nuestro país: "¿Cómo? ¿Tienen ustedes una escuela revisionista? Qué extraño... si la historia es por naturaleza revisionista". Entonces hubo que explicarle al ilustre visitante que eso era consecuencia de que habíamos tenido antes un relato histórico impuesto como oficial, y que de resultas de ello, debió venir una reacción revisionista (que también macaneó bastante, dicho sea de paso, tal como habían macaneado antes los otros). El bueno de Toynbee sacudía la cabeza y no entendía nada... Y claro, cómo iba a entender que se mintiera adrede en algo tan fundamental como el pasado... Impensable. "Es tan chiflado y obnubilado que puede ser..." (Indio Solari dixit).
Para todos los gobiernos, este y los que en adelante se sucedan y sean quienes fueren los que los encabecen y dirijan: Basta de manipular el pasado. Basta de historia falsa y amañada en un sentido u otro. Basta de "buenos" y "malos". Basta de organismos oficiales como academias e institutos burocráticos, prebendarios y parasitarios mamando de la teta del Estado; sólo el CONICET y listo, ya está; los demás que se financien solos, si pueden, o desaparezcan en buena hora.
Dejen a los argentinos libres para que puedan comprender su pasado y llegar a la síntesis de su historia.

-Juan Carlos Serqueiros-


jueves, 7 de marzo de 2024

CARVALHO: PROBLEMAS DE IDENTIDAD










































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Esto es una mierda, pero hasta el más miserable se aferra a ella. (Carlos Zanón, "Carvalho: problemas de identidad")

Me aconteció uno de esos casos —raros, por fortuna— en que la lectura por mi parte de una muy buena novela no significó, ni mucho menos, una acertada elección literaria. Quiero decir, no precisamente para la tarde-noche de un miércoles, espacio temporal ese en que lo mejor que uno puede hacer es llegar a su casa, figurarse que el coprolálico psicótico incestuoso con delirio mesiánico Milei y su banda no están en el gobierno, olvidarse que tiene los grilos más flacos que nunca, servirse una copa de lo mejor que le haya quedado en stock y sumirse en la lectura de algo que lo transporte muy lejos de tan espantable y opresiva realidad. Algo... light, digamos, descomprometido, si se quiere.
Pero resultó que este libro es lo menos a propósito para ello, porque es una novela negra, no sólo por tratarse de un thriller; sino porque es negra en serio, crudelísima y lacerante: “Carvalho: problemas de identidad” (Editorial Planeta, 2019).
Carlos Zanón reflota a Carvalho, el personaje fetiche de Manuel Vázquez Montalbán, pero trayéndolo al presente, y nos lo muestra más cínico, descreído, sarcástico e irónico que nunca, achacoso al punto de ir al médico (¿podés imaginarlo? ¡Carvalho acudiendo a la consulta de un doctor!), sin su maestría de chef y sus deleites de refinado gourmet en compañía de su amigote el gestor Fuster y —para colmo— sin Charo, "su" puta. Aunque parezca mentira, ha tomado a una secretaria: Estefanía Briongos, e incluso —cosas veredes— ya ni siquiera se aguanta a su fiel escudero, el pobre fetillo Biscuter. Si bien sigue quemando libros y odiando la música (no podía ser de otro modo); el bueno de Pepiño se ha visto obligado —concesión cruel a los tiempos que corren— a instalar computadoras en su agencia y, consiguientemente, a tener que bancarse a un cráneo informático. Y como si en su vida no tuviera ya bastante con todo eso; se ha enredado con una mujer que está casada, la buena señora, con un personaje que se las trae).
A la par de sumergirse en una angustiosa búsqueda de sí mismo; Carvalho deberá investigar los casos de una prostituta deficiente mental desaparecida y un horrendo crimen familiar.
La novela es muy buena; lo único malo fue el momento que elegí para leerla: me sacudió fuerte. Igual, la disfruté intensamente, porque —es sabido y tendré que admitirlo de una vez— en el fondo, soy un masoquista.
Ah, léanla, vale la pena.

-Juan Carlos Serqueiros-