lunes, 23 de enero de 2012

PEDÍA SIEMPRE TEMAS EN LA RADIO



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Pedía siempre temas en la radio
(Solari) 


No, no, ciego en la bruma
bellamente sangra su nariz
van a tragarlo arenas movedizas
(pagará caro lo tonto que fue)

Un tipo remilgado, un garabato
que fue de los juguetones
y es el pingüino más gil

¡Clavel! ¡Zonzo! ¡Cachivache!
con el tiempo la reja comió.
¡Pedía siempre temas en la radio
Y nunca los quería oír!

Un espantajo turbio, un despiadado más
Caníbal de opereta, ¡pedazo de pendejón!

No salió nada de él... nada en los diarios
No se habló nunca de él, infeliz, nada...

Condenado a no ser titular nunca.
Ni un momento estelar... nada en los diarios.
Pudo vivir con eso sólo un tiempito más
luego se puso ciego y la bruma se lo tragó

Mucho puntaje bajo, nada esperanzador.
¡Si se le incendia el culo, él no lo sabe apagar!
¡No! ¡no!... sueño con presagios
una tragedia le quiere montar
todos la vemos en sus ojos muertos
¡Muestran su mala señal!

¡Muestran su mala señal!


Para el título, el Indio utiliza una frase que pinta cierta vieja costumbre de gente que está presa: la de comunicarse con las distintas emisoras de radio para solicitarles que pasen determinados temas musicales.
La letra cuenta lo sucedido a un tipo cualquiera, que la va de vivillo, y en realidad, es un terrible pelotudo, un “pedazo ‘e pancho”.
“No, no, ciego en la bruma / bellamente sangra su nariz / Van a tragarlo arenas movedizas / (pagará caro lo tonto que fue)”: Comienza pintando el cuadro de situación: un chabón que se dedica a distribuir drogas y es a la vez un consumidor ("bellamente sangra su nariz"), que en razón de alguna torpeza que cometió ("pagará caro lo tonto que fue"), cae preso, lo meten en naca, en la "tumba", en el “pozo” ("van a tragarlo arenas movedizas").
“Un tipo remilgado, un garabato / que fue de los juguetones / Y es el pingüino más gil”: El tipito era remilgado, es decir, era muy delicado, muy cuidadoso en cuanto a los riesgos que corría. Hasta ahora, se las venía arreglando bastante bien para disfrutar de ciertos "jueguitos" (“fue de los juguetones”), sin dejar por eso de esquivarle el bulto a la yuta, pero... siempre hay un pero para esta gente: el chabón se creía un piola bárbaro y terminó siendo un gil cualquiera, un pancho (“el pingüino más gil”, porque el pingüino es también llamado pájaro bobo).  Al tipito lo cazó la policía y chau, fue...
“¡Clavel! ¡Zonzo! ¡Cachivache! / Con el tiempo la reja comió / ¡Pedía siempre temas en la radio / Y nunca los quería oír!”: Una remarcación de lo citado en la anterior estrofa: el muchachito ese es un pancho en todo el sentido de la palabra ("clavel, zonzo, cachivache"). Lo meten en la cárcel y adquiere la costumbre de todo tumbero: la de pedir temas musicales a las radios. Sólo que lo hace al pedo, porque después cuando las emisoras pasan los temas que pidió; el chabón no los escucha. En su desesperanza y tremenda depresión por estar en cana, nada le sirve para sentir alguna compañía; ni siquiera la de la radio que le pasa las canciones que solicitó.
“Un espantajo turbio, un despiadado más / Caníbal de opereta, ¡pedazo de pendejón!”: El tipo la iba de duro, aparentaba comerse crudo al que cuadrara ("caníbal de opereta"); pero en realidad era un gil de cuarta, un "espantajo turbio", un "pedazo de pendejón". El Indio apela al término "pendejón”, es decir, aumentativo de “pendejo”, pero no en el sentido que le damos en la Argentina a la expresión "pendejo", usada para designar a alguien muy joven; sino que la emplea con la significación que se le da en Centroamérica, en determinadas regiones de España y en las comunidades latinas que viven en Yanquilandia: allá usan esa palabra para referirse a alguien como torpe, boludo, chichipío, pancho, digamos.
“No salió nada de él... nada en los diarios / No se habló nunca de él, infeliz, nada. / Condenado a no ser titular nunca / Ni un momento estelar... nada en los diarios”: Era un marginal de tan escasa significación, que ni siquiera el delito que lo mandó en cana mereció una nota periodística, aunque más no sea, perdida en la sección "Policiales" de los diarios. Ni siquiera como delincuente tuvo alguna resonancia.
“Pudo vivir con eso sólo un tiempito más / luego se puso ciego, la bruma se lo tragó / Mucho puntaje bajo, nada esperanzador / ¡Si se le incendia el culo, él no lo sabe apagar!”: Al caer preso, durante algún tiempo ("sólo un tiempito más"), el tipito concibió alguna esperanza de sobrevivir en el ambiente de la cárcel; pero esa ilusión fue breve, efímera. Ahora comprende que está frito, que es carne de tumba, y la muerte se le aparece clara en breve. Él no va a sobrevivir a su estadía en la cárcel, sencillamente porque es un auténtico "chabón" (chabón en el sentido carcelario de la palabra, se entiende, o sea, un ñato recién llegado a la prisión, nuevo en ella), que no está preparado para eso (“luego se puso ciego”, es decir, no veía salida). Y “la bruma se lo tragó”, porque cayó rápidamente en el olvido de todos, nadie reparó más en él ni se acordó de que existía. En semejante contexto, no tiene chance alguna de sobrevivir (“mucho puntaje bajo / nada esperanzador”); porque "si se le incendia el culo, él no lo sabe apagar", es decir que se lo pasan todos los demás presos, se lo cogen todos, y él no atina a hacerse respetar, no sabe cómo hacerlo.  
“¡No! ¡no!... sueño con presagios / una tragedia le quieren montar / Todos la vemos en sus ojos muertos / ¡Muestran su mala señal! / ¡Muestra su mala señal!”: Así las cosas, no es muy difícil inferir lo que le espera al chabón, y es inevitable caer en predecirle lo peor (“no, no, sueño con presagios”). Otros presos, en combinación con los guardia cárceles que harán la vista gorda; lo van a amasijar ("una tragedia le quieren montar"). Y esa tragedia se adivina en su mirada, que permite atisbar el destino que le espera (“todos la vemos en sus ojos muertos / ¡muestran su mala señal!”).


-Juan Carlos Serqueiros-