domingo, 12 de marzo de 2023

CUANDO CANJEAMOS DOLOR POR ACEPTACIÓN




















Escribe: Gabriela Borraccetti *

Nos cruzamos cientos de veces por día con un fárrago de información que no pasa de ser eso: pequeñas esquelas o copetes que pretenden dar una respuesta sencilla a problemas que llevamos enclavados en lo profundo de nuestra oscuridad.
Solemos buscar palabras mágicas que nos hagan comprender en un segundo aquello que nos ha estado doliendo por mucho tiempo o que reconocemos como una reacción común en nosotros ante la dificultad, las elecciones amorosas, el espejo, los fracasos o las reiteradas vivencias de desamor, sensación de fracaso, etc.
Lo cierto es que pretendemos (y nos forzamos a ello) querer con poco y profundizar en mucho. Suponer que podemos salir mágicamente de cosas que nos devuelven al dolor tomando atajos o con la lectura de un libro de autoayuda (muchos de ellos best sellers al tope de las ventas), es ser simplemente niños de pensamiento infantil y mágico que suponen la existencia de un Papá Noel que con un regalo, una frase o 300 páginas, solucionará una vida que llevó años construir tal como está.
Pues bien, si usted ha llegado aquí a leer estas páginas, será porque sabe en su fuero interno que debe entrar a él, a hablar con su dolor de estómago, con sus malestares cotidianos, con su insomnio, con sus infecciones y con aquellos lugares que afectados, reclaman por alguna imposibilidad en el movimiento o en la expresión normal de su anatomía y autonomía.
Seguramente una disfonía podrá relacionarse a un grito desenfrenado que no ha dado, y un dolor de garganta podrá parecerse mucho a alguna piedra que ha intentado tragar para que otro lo siga tragando a usted. Quizá precise entablar una larga conversación con su corazón roto o con su orgullo herido si es que escucha el verdadero significado de un infarto o un dolor de pecho, o pueda reconocer que ser fuerte no siempre es igual a "no tener sangre en las venas" o poner un tapón en su circulación. Quién sabe si ese pus en la vesícula no ha estado gritando desde hace mucho que usted es demasiado rígido y ha formado rocas dentro suyo antes de expulsar sus pensamientos más duros, entendiendo que también el colesterol le está avisando en sordina que precisa alivianar una carga afectiva que no lo deja circular en libertad.
Solemos asociar los dientes con la agresividad, y quienes los pierden se han tenido que masticar el dolor del abandono y la impotencia de no poder defenderse, y que se caiga uno, se rompa o duela, seguramente tocará algún punto de autoafirmación que no podemos sacar a flote.
En fin, puedo darle un millón de recetas simples que pueden orientarle cuando algo en el cuerpo grita, pero debajo de este recetario de 2+2 existen ramificaciones que desconocemos, esas que van mucho más allá de estas simples descripciones, y que hunden sus raíces en algo de lo cual, y aunque parezca mentira, obtenemos un beneficio: el de no tener que cambiar.
No son pocas las veces que atinamos a descifrar de un modo simplista lo que nos sucede tan solo para quedarnos en la superficie, pero el resultado sigue siendo un displacer y una incomodidad que no se van leyendo, ni informándonos, sino auscultando aquello que tiene un significado tan único y personal como su vida. Si cree que puede hallar en un libro la respuesta a lo que le sucede, no pierda tiempo. A lo sumo, esto puede ser orientativo, pero no existen para el ser humano remedios genéricos para el alma.
Diría que tampoco existen genéricos para el cuerpo, pero esto es para otro artículo y aquí la intención es, al menos, ponerlo a resguardo de errores mayores que puede cometer con usted mismo.
Si algo le sucede, le duele o le aqueja en lo físico, en lo psíquico, en lo espiritual, en el alma o en los vínculos, pruebe con no querer escapar, pruebe con enfrentar, pruebe con ir al encuentro de alguien que desde el fondo grita: ¡quiero salir! PRUEBE CON IR A SU ENCUENTRO, porque es la única forma de no canjear dolor por la aceptación de los demás, dolor por statu quo, dolor por inercia, dolor por no ser quien uno realmente es.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista y artista plástica.
Para contactar con ella por consulta psicológica o terapia psicoanalítica, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.