jueves, 22 de marzo de 2012

EL GORDO TRAMPOSO / NENE, NO COMPRENDO TUS AMBICIONES



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

EL GORDO TRAMPOSO
(Beilinson - Solari)

Quiero impresionar a ese gordo tramposo
quiero impresionar a esos gordos tramposos
pues se me ha ablandado el corazón,
mi obra maestra mi perfección grosera.
De todas tus ofertas me cago de risa.
Pasaporte suizo, coqueto y sin prisa,
tibias enfermeras, como atracción
luces morales por un millón verde.

NENE, NO COMPRENDO TUS AMBICIONES
(Beilinson - Solari)

Nene no comprendo tus ambiciones,
obras inmortales a los tropezones.
Nene no comprendo tus ambiciones.
Vos ponés la fe y yo la destreza.
Así va el negocio, jodiendo tus quejas.
Valiente muchacho de América
bebiendo cocoa con tranquilidad.
Llamen a los que desarman las bombas
que destilen tequila de tu cuello roto.
A los que les gusta pasear de Cardin
y firmar con rojo tu boletín final.
Quiero impresionar a ese gordo tramposo
quiero impresionar a esos gordos tramposos
pues se me ha ablandado el corazón,
mi obra maestra mi perfección grosera.
Nene no comprendo tus ambiciones,
obras inmortales a los tropezones.
Nene no comprendo tus ambiciones.

Dos canciones, que el Indio englobó después en una sola, seguramente por lo idéntico de la temática que abordan, fusión esa que extrañamente permaneció inédita: la banda nunca la grabó (al menos oficialmente); a pesar de haberla interpretado muchas veces. Tal vez porque al Indio no lo convenció el resultado final, o quizá simplemente porque no la quiso incluir en ningún disco por estimar que no "pegaba" con el concepto general de ninguno de ellos, vaya uno a saber... los designios solarianos son, en ocasiones, misteriosos e inescrutables.
Bueh, basta de cháchara y vamos a los bifes: ¿Qué carajo es un "gordo tramposo"? ¿Un tipo obeso y que no es todo lo honesto y transparente que debiera ser? No, para nada; lo de "gordo tramposo" no pasa por los kilos que pese o por la busarda que cargue (es más; hasta podría ser flaco, como la mayoría de los yuppies que se la pasa en el gimnasio y cuidando la figurita); sino por lo "pesado", lo pesuti del tipo, condición esta que viene implícita con el cargo que ejerce y el poder que detenta. El concepto es muy simple y lo citó el propio Indio en varios reportajes: "Es el gordo que tiene tu cheque", es decir, un ñato que es el director principal, gerente general, mandamás, o ese término adoptado por la tilinguería vernácula durante el lamentable califato del innombrable de Anillaco: CEO (abreviatura del inglés Chief Executive Officer), en síntesis: el jefe, el capo, el que corta el bacalao en una compañía discográfica (por lo general, multinacional). Es el tipo que si sos un rocker, "negocia" con vos los términos y condiciones del contrato (o sea, te impone lo que se le antoje), y que además; como él tiene sobre vos el poder económico, entonces puede decidir qué música tenés que hacer, cuál te graba y edita, qué podés decir a través de ella y qué no, etc. O sea: te tiene agarrado de los huevos, bah. Y una aclaración: ese "gordo tramposo" que es "el que tiene tu cheque", el Indio lo toma en el contexto de su metier, que es la música; pero gordos tramposos como ese, hay en todos los ámbitos de negocios, sean estos cuales fueren. Cada uno de nosotros, que haya tenido que laburar en relación de dependencia, habrá reportado alguna vez a algún gordo tramposo, o incluso; alguno de nosotros habrá sido alguna vez un gordo tramposo, si es que llegó a esos niveles de decisión en una empresa. Yo mismo tuve la oportunidad de ser un gordo tramposo, y preferí no serlo, lo cual no es ni bueno ni malo; cada uno sabrá cómo vivir su vida y por qué, y cada cual es dueño de elegir qué quiere (o puede) hacer con ella: si ser un gordo tramposo, si soportar a un gordo tramposo o si mandar a cagar a un gordo tramposo y decirle que se meta su guita en el orto, optando por el siempre difícil camino de la independencia.
Una vez dilucidado qué cuernos es un gordo tramposo; podemos meternos a pispear qué quiso significar el Indio con estos versos. La historia comienza cuando ese gordo tramposo le dice a su interlocutor (un rocker, seguramente, al que llama sobradora, sarcásticamente "nene"), que "no comprende sus ambiciones" ¡Y claro que el gordo tramposo no las comprende! Porque ese rocker, ese "nene", es alguien que quiere hacer la música que se le ocurra, sin condicionamientos de ninguna clase, y vivir de ella dignamente, esa es toda su ambición; mientras que para el gordo tramposo, la ambición pasa, como dice el Indio, por la cantidad de ceros que quieras en tu cheque, obviamente, a cambio de que transes con el orden sistémico y obedezcas sus dictados.
Seguidamente el gordo tramposo denigra las pretensiones artísticas del rocker, calificando peyorativa e irónicamente a su música como "obras inmortales" (en sentido bien de turro socarrón), y le agrega "hechas a los tropezones", aludiendo a lo dificilísimo que se le hace a un músico editar su propia obra y mantener su independencia.
Trascartón, pretende "adoctrinarlo" bajándole línea y explicándole como funciona el asunto: el rocker pone la música ("vos ponés la fe", porque "un rocker -dice Solari- no se cansa nunca de apostar por su ilusión") y el gordo, su habilidad para comerciar ("y yo la destreza") para editarla al costo más barato posible y venderla lo más caro que pueda; porque viste nene... así son las cosas ("así va el negocio"), la maximización de las ganancias; por más que a vos no te guste ("jodiendo tus quejas").
Y ahora tiene la palabra el rocker, escuchemos qué tiene para decir: Comienza sacudiéndole al gordo tramposo un tremendo garrotazo: lo tilda de cipayo, de mulo a sueldo de los poderes de Yanquilandia ("valiente muchachito de América bebiendo cocoa con tranquilidad"), y enseguida nomás, lo baja del pedestal retándolo a que llame a alguien más poderoso todavía que él, o sea, a los jefes del jefe, es decir, a los que corrompen la música "esterilizando" a quienes la hacen contestaria y rebelde ("llamen a los que desarman las bombas"), lo amenaza con romperle el cuello ("que destilen tequila de tu cuello roto"), y no se priva de meterle más fichas, desafiádolo a que llame a cuantos CEO's más quiera, a esos tipos que usan pilchas de Pierre Cardin ("a los que les gusta pasear de Cardin") y que tienen el poder de "aplazarlo", de "mandarlo a marzo",  de "ponerle un rojo en la libreta de calificaciones", de bajarle el pulgar a la música que él hace ("y firmar con rojo tu boletín final").
Y siguen los sopapos al gordo tramposo y a sus jefes de ultramar ("quiero impresionar a ese gordo tramposo / quiero impresionar a esos gordos tramposos").
Pero guarda, ojo al piojo, no se alegren tanto, que no es que haya sonado por fin un tiro pa'l lao de la justicia, eh; al contrario, el rocker se termina cagando en las patas y arrugando frente a lo que el gordo tramposo le dijo antes ("se me ha ablandado el corazón", escribe el Indio aludiendo a la falta de "corazón", de huevo); y como poderoso caballero es don dinero, va a terminar por aceptar el cheque del gordo, transando con el sistema y haciendo la música que éste le permita ("mi obra maestra mi perfección grosera").
Y por eso, la canción termina con las frases que el gordo tramposo le dijo al principio: "Nene no comprendo tus ambiciones, obras inmortales a los tropezones", o sea, al fin de cuentas, nene, a ver ¿para qué te vas a romper el culo haciendo música en forma independiente, si yo te puedo dar un suculento cheque con el que vas a vivir como un rey y vas a tener todas las limosinas, minas y frula que quieras, eh?
Y bueno, che, después de todo ¿quién dijo que la vida es justa? En fin...
  

-Juan Carlos Serqueiros-