domingo, 11 de febrero de 2024

DE COMO VENCÍ MI ÚLTIMO PREJUICIO






































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Algunas veces nos aferramos a algo para ser, no felices; sino solamente aprobados por los demás. A vos el cielo te jodió, y todo lo brujo que desperdiciaste, todo lo que tenés de intuitivo, femenino y exquisito poeta, te lo puso de frente: hay un lado derecho en el cerebro que rige al izquierdo del cuerpo. Por eso se castiga a los que escriben con la mano que ‘no hay que usar para escribir’. Desarrollar ese hemisferio derecho, cuestiona las recetas masivas para vivir, y a los psicoanalistas (no a todos, por desgracia) las recetas nos rompen… los genitales, digamos. (Gabriela Borraccetti)

Siempre me he jactado de no albergar prejuicios en mi alma, ni raciales ni sociales ni sexuales. Más, contradictoriamente con eso; cuando yo era un "ejecutivo exitoso", me complacía en evidenciar un marcado desdén por la astrología, arte que, en mi estulticia, creía acotado a esa chantada del horóscopo del diario.
Pero sucedió que, estudioso como soy de la historia; un día me di con que uno de los poetas que más admiro: Cátulo Castillo, era también astrólogo y transitaba a duras penas la época post infame, inicua, revolución fusiladora del 55... ¡confeccionando cartas natales!
Sin embargo; tercamente (pues nada hay más difícil y penoso de desterrar que los propios preconceptos), lo atribuí a su necesidad de supervivencia. "Al fin y al cabo —me dije—, el tipo, perseguido y censurado, de algo tenía que vivir, ¿no?".
Después, me entró a hacer ruido lo de Paracelso: ¿cómo era posible que aquel genio fuese también —o mejor dicho; fundamentalmente— astrólogo?
Y cuando empecé a leer a Jung, más precisamente en La interpretación de la naturaleza y la psique, ya el ruido se me volvió orquesta. Y orquesta sinfónica; además.
No obstante, "muy ocupado" (y muy infeliz) en mi "éxito" profesional (como reza el tango: "pobres triunfos pasajeros"); me seguía aferrando con uñas y dientes a mis preconceptos en relación a la astrología; aunque ya a esas alturas, mi "fe" en la "ciencia" tambaleaba como las copas de cristal en una mesa en medio de un terremoto.
Es que, como dijo Voltaire: “los prejuicios son la razón de los tontos”.

-Juan Carlos Serqueiros-

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