lunes, 29 de julio de 2024

IR AL PSICOANALISTA




















Escribe: Gabriela Borraccetti *

Nadie abre la puerta de su casa con la llave del vecino. (Gabriela Borraccetti)

La empatía es la posibilidad de colocarse, no sólo en los zapatos del otro; sino en sus heridas y sus sonrisas. Es un don —hasta cierto punto— que poseen las personas de tipo sensible, y aunque todos crean ser propietarios de esta cualidad; son realmente muy pocos los que pueden utilizarla al extremo de despojarse de toda su carga de prejuicios, y también de sus sentimientos y valores, para poder adoptar los del otro en un 100%.
En ese sentido, ser empático es una especie de "despersonalización" y algo que está lejos de ser favorable tanto para el que intenta sanar como para quien dirige su cura.
Por otra parte, empaparnos de la personalidad del otro no significa poder acceder a transformar el dolor de quien nos consulta; pues lo que menos debemos hacer cuando alguien está decidido a entrar en su interior, es comprenderlo, y mucho menos; aconsejarlo o decirle qué es lo que tiene que hacer (algo que se suele adjudicar al psicólogo, pero que nunca debería ser esperable en un psicoanalista).
Comprender y empatizar es traspasar nuestras barreras y límites para entrar en el otro. Y esa "entrada" lleva necesariamente a una identificación que vuelve a los problemas imposibles de ser vistos con suficiente perspectiva. Por esta razón, un psicoanalista jamás aconseja como lo haría un pariente, compañero, amigo o par.
Lejos de dirigir la vida de nadie, la función de un psicólogo no tiene que ver con convertirse en un aliado en el dolor, pues en ese caso, la relación terapéutica se estaría transformando en vínculo amistoso, siendo ésta una hermosa compañía, pero no una guía para el autoconocimiento.
El psicólogo, en cambio, necesita constituirse en un lugar convocante para la palabra, en un espacio donde su silencio, atraerá aquello que debe ser dicho para comenzar a escarbar en las profundidades. En ese espacio sin más condición que la de "hablar", aparecerán las huellas de aquello que nos ha llevado a la senda del dolor, y desde allí, se podrá desandar el conflicto.


Todos creemos hacer lo mejor con nuestras vidas, pero muchas veces olvidamos (e incluso amputamos mediante represión) aquello que hemos resignado y extirpado de nuestro mundo, con tal de ser aceptados, aprobados, queridos y reconocidos. En ese esfuerzo por ser quienes no somos, se ha ido nuestra salud, nuestro equilibrio, nuestra alegría y nuestro empuje para seguir viviendo. La vida se ha transformado en una prisión, y el dolor ya no nos deja seguir adelante como si nada.
Entonces, nos ponemos en movimiento e intentamos muchas maniobras, entre ellas, las de encontrar aliados. El problema es que nadie puede resolver lo que no resolvemos nosotros, y siempre, indefectiblemente, somos el tesoro y el recipiente que guarda tanto el saber, como la clave de acceso al mismo.
Allí, en las cavernas de lo inconsciente, debajo de una piedra custodiada por un monstruo, se encuentra nuestra llave. Y guiarnos en el camino es la función del psicoanalista.


Recuerda: nadie puede darte una llave nueva, ni prestarte la suya. Tienes que recuperar la tuya si es que quieres ser "dueño" de tu vida.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista y artista plástica. 
Para contactar con ella por consulta psicológica o terapia psicoanalítica, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


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