miércoles, 8 de noviembre de 2023

ARTURO, ¿REY O NO REY?





































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Los señores de Antrophistoria (un website dedicado a historia, arqueología y antropología) son tan sanateros que hasta resultan cómicos. Por un lado, titulan, al mejor estilo de la prensa sensacionalista: "Falsedades históricas. Arturo nunca fue rey" (para lo cual —aunque con evidente mala fe no lo especifiquen derecha y claramente— se basan en lo esbozado en tal sentido por el lingüista Kemp Malone, al cual aluden con el eufemismo “según piensan algunos investigadores”); mientras que después, al final del opúsculo, terminan contradiciéndose a sí mismos, toda vez que concluyen en un “lo único cierto, en este tema, es que no hay nada confirmado empíricamente todavía” (sic).
Y si eso último es verdadero (y en efecto, lo es; porque resulta insoslayable que hasta el momento no existe prueba alguna que permita confirmar la existencia física de Arturo), ¿para qué recurren al anzuelo de un título que no tiene el menor asidero? Es intolerable.
A través de este enlace puede leerse el… "artículo", digamos, siendo buenos.


Retomo la ilación: posiblemente, en caso de haber tenido existencia real, Arturo fuese, no ya un rey en el sentido que le otorgamos al vocablo, esto es, quien ejerce un monarquía dinástica; sino un líder militar tribal o clánico, es decir, un caudillo, probablemente celtorromano, triunfador en la lucha contra otras tribus u otros clanes y erigido en gobernante efectivo de Britania, más allá del título que queramos darle; pues lo relevante en materia histórica es que gobernó, independientemente de que lo haya hecho en carácter de "rey", "dux" o el título que se nos ocurra ponerle.


¿Y por qué, entonces, la negación tajante por parte de los de Antrophistoria de que haya sido rey? Mire, no le demos vueltas ni andemos con “tanto gre gre pa' decir Gregorio”: porque son chantapufis, simplemente por eso.
Lo artúrico es leyenda en tanto su construcción lleva el aporte de elementos que surgen de la fantasía popular y que fueron transmitidos sucesivamente a través de la tradición oral para después recopilarse en escritos —principalmente, los de Geoffrey of Monmouth (Godofredo de Monmouth) en su Historia Regum Britanniæ ("Historia de los reyes de Britania", en latín), publicada entre 1130 y 1138—; y es mito pues refiere a un tiempo primordial para los hoy por hoy ingleses y cumple con la condición de opuestos (britanos y sajones) reconciliados en una síntesis superadora del antagonismo primigenio.
Pero cuidado: no es solamente leyenda y mito; también es historia, por cuanto emana de eventos históricos reales y comprobados (fin de la ocupación romana de Britania cerca de fines del siglo IV, y luchas entre britanos y sajones en los siglos V y VI).
Con todo lo cual la carencia hasta hoy de evidencia arqueológica que certifique la existencia de Arturo, no alcanza para descartar la misma; sino que meramente significa que en razón de ello, los historiadores no pueden escribir nada serio y comprobable en cuanto a su figura histórica (ya que obligatoriamente, dada esa circunstancia; deben limitarse a fuentes literarias poco o nada confiables). Reitero: de ninguna manera basta para afirmar rotundamente que Arturo no existió.
Y desde ya, por más que les moleste a los tipos esos de Antrophistoria; mucho menos alcanza para establecer taxativamente, desde una insolvencia inadmisible y rayana en la deshonestidad intelectual, que no fue rey y que afirmar eso constituye "falsedad histórica”.
En fin…

-Juan Carlos Serqueiros-



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