domingo, 26 de septiembre de 2021

QUÉ ES SER VIEJO

 






















Escribe: Gabriela Borraccetti (*)

Acabo de ver una foto de alguien cuyas canas y arrugas me han sorprendido. Tiene casi mi misma edad, y su reflejo me impacta, porque en él puedo ver también lo que está sucediendo con mi cáscara, a la que obviamente miro con piedad día a día, para no asustarme del paso del tiempo. Me quedo observando un rato y pensando en los días en que éramos pequeños y jugábamos o nos peleábamos. 
Y vuelvo a echar un vistazo hasta notar que quizá lo que más me impresiona no es su apariencia física; sino su postura. Su cuerpo -delgado y bien conservado aún-, tiene los hombros caídos, tanto como su mueca cansada que hace un esfuerzo por disimular que está en un lugar del que tal vez, quisiera huir. Me llama la atención la carga que muestra su espalda, no por el peso de los años; sino por dejarse caer un rato, gracias al cansancio de haber corrido siempre para cumplir... Cumplir con el deber de trabajar en algo que se detesta, el deber de estar obligado a sostener una familia a costas de anular la propia creatividad, el deber de pagar los impuestos aunque te roben, el deber de dejar a tu hijo más horas en manos de terceros; porque como padres no hay tiempo para dedicarles, sino sólo para trabajar.
Entonces me pregunto por el auge de la estética, y percibo que es un cuento que procura corregir en el lado externo de nuestro ser, una sequedad interna. ¿De qué servirá un lifting, o un cuerpo que parezca el de alguien diez o veinte años menor o ponerse la vestimenta de alguien joven; si la cabeza no puede ir más allá de sus obligaciones?
Me pregunto, también, si alguna vez nos acordaremos de que ser viejo no es que se te arrugue la piel para intentar corregir los efectos de la ley de gravedad en él; sino la actitud ante una vida que sólo nos preserva jóvenes si nos preocupamos por mantener ágil todo aquello que no se ve: el pensamiento, las ideas, el alma, nuestro espíritu y todos esos sentimientos que se cultivan sólo si uno le da espacio a algo más que a las preocupaciones y obligaciones diarias.
Llevamos el desgaste en el cuerpo, e intentar evitar lo inevitable, necesariamente conduce a una frustración que al final, te muestra lo irreversible. Esa actitud es tan sólo una máscara, una pérdida del valioso tiempo que podríamos invertir en filosofar, en tomar más vino, sentarnos con amigos, criar a nuestros hijos y reclamar un tiempo para jugar con los nietos; en vez de criarlos. 
Hemos perdido la calidez de los vínculos, junto con la capacidad lúdica y de comunicación de corazón a corazón; ya que este ritmo de vida -superficial, obligatorio e inexorable-, nos mantiene tan distanciados de lo verdadero, como para impedir que podamos hacer algo más que cuidar una cáscara destinada a la pudrición. 
¿Qué vínculos felices pueden tejerse en medio de la obligación de trabajar de sol a sol, sin tener un segundo para los afectos, y de buscar afanosamente vacaciones o tiempo de sobra como para poder ver, visitar y besar a quienes queremos?
No olvides que el tiempo no retorna, no olvides que este minuto se te está escapando. No olvides esto porque es lo único que puede urgirte a buscar más allá de una apariencia bella; aquello que realmente puede hacerte feliz. No olvides ingresar en tu interior y despertar a tu vocación aunque sea como un hobby; porque ello será lo que te mantenga con vida, pleno y joven.
Lamentablemente, se nos ha enseñado en estos años a consumir para rejuvenecer, pero nada de lo que está fuera de nosotros puede ofrecernos un lifting del alma.
El verdadero rejuvenecimiento está en la alegría de hacer lo que amamos, de poner afuera lo que nos expresa en ideas, en arte, en creaciones, o en lo que pueda llevar nuestro acento tan único y personal, como el ADN o nuestra huella digital.
Buscá, y no te vayas sin haber permitido que nazca lo verdadero y esencial que vive dormido en vos, porque ser o convertirse en viejo, es olvidarnos de lo que nos hace especiales; no necesarios ni bellos por fuera.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
Mat. Nac. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista y artista plástica.
Para contactar con ella por consulta psicológica o terapia psicoanalítica, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


3 comentarios:

  1. Hermosa reflexión. Tengo menos de 30 y me siento un viejo. Veré de aplicar algo al menos, porque a este ritmo en el que vivimos la mayoría, se nos pasa todo muy rápido. Gracias por esas palabras desinteresadas

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  2. muchas gracias, no me afloje con este blog tan bueno

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