Escribe: Juan Carlos Serqueiros
La Plata y mayo 25 de 1862. Las gentes, volcadas a las callecitas celebran, entre la vocinglería y el estrépito de los cohetes, otro aniversario del grito revolucionario de 1809.
En un cuartucho misérrimo de una especie de fonda situada en el 218 de la calle España, una viejecita de 82 años de olvidada gloria, acaba de fallecer, con la mirada fija en un arca de cuero ajado que conserva todo su tesoro: un oficio que le fuera enviado por el jefe del Ejército Auxiliar del Perú, general Manuel Belgrano, comunicándole que por sus méritos y hazañas en la lucha contra los realistas, se le otorgaban los despachos de teniente coronel.
La Plata y mayo 25 de 1862: muere Juana Azurduy... y la Patria llora dolores rabiosos de madre herida.
Un niño, Indalecio Sandi, con quien la anciana compartía los pocos mendrugos que tuviese, y que dormía en un catre de tiento acomodado en esa misma piecita, ahogado en llanto va a verlo al Mayor de la Plaza, Joaquín Taborga; para comunicarle la muerte de la vieja guerrera y suplicar su ayuda. Pero el funcionario está muy atareado con los festejos y no halla el tiempo para ocuparse de los clamores del niño. Éste, en su desesperación, acude al cura del lugar.
Y ahí va el cortejo fúnebre... de dos personas: un chiquillo y un cura, que acompañan a la amazona en su último viaje, "en fábrica de un peso" hasta el "panteón general".
La Plata y mayo 25 de 1862. Las gentes en las calles ríen y festejan; mientras el frío de ese mayo chuquisaqueño hiela el llanto amargo de esa Patria tinta en la sangre de sus muertos: cuatro hijos, un esposo y tantos, tantos bravos...
Juana Azurduy se fue a la Historia, y un solitario niño llora su desamparo en medio de la inclemente algarabía ajena.
Juana Azurduy se fue a la Historia, y un solitario niño llora su desamparo en medio de la inclemente algarabía ajena.
La Plata y mayo 25 de 1862: murió la heroica teniente coronel Juana Azurduy.
A nadie le importó.
-Juan Carlos Serqueiros-
A nadie le importó.
-Juan Carlos Serqueiros-
Ni nos importa, aún hoy, en fin, Ya nadie llora por tí, Argentina
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