Los hombres suelen ser de pocas palabras, pronuncian más bien unas pocas; quedándose muchas veces cortos y escasos a la hora de explicar un problema. No obstante, eso que la mujer considera un defecto, les facilita ir directamente al núcleo de lo que los preocupa, sin demorarse en lo que ellos consideran "detalles menores". Desde esta base, es como desarrollan su tópico, no haciendo lugar a los datos pertenecientes a la inteligencia emocional (la especialidad femenina), prefiriendo llamar "tontería", a todo lo que los distrae de su objetivo.
En tanto ellos vierten una opinión imbuida más por su prisa en llegar al objetivo final o solución; ellas prefieren tomar en cuenta los datos provenientes de todos aquellos que intervienen en la situación, produciendo una conclusión global e inclusiva. No dejar de lado el contexto, les permite ir encadenando una serie de secuencias, que pueden evitar caer en la política de "ensayo - error", preocupándose especialmente por no herir susceptibilidades ni provocar respuestas negativas que obstaculicen el propósito. Es en este punto en el cual el varón suele señalar que la mujer ejerce "manipulación"; dado que ellos consideran que la evitación de negatividad es coartar la libertad de quien responde, y sin embargo, en sus percepciones; la mujer hace posible cosas que se darían con la técnica empleada mayormente por los señores de pantalón.
Aún así, el exceso de esta cualidad, puede diluir el problema o la cuestión de la que se trate, transformándola en una interminable seguidilla de concatenaciones que no tienen fin y menos solución.
Para resumirlo, el hombre tiene un pensamiento muy al estilo sistema solar: un núcleo central y datos lejanos que lo rodean (tal como lo hacen los planetas); mientras que la mujer se asemeja más a la luna, dando vueltas alrededor de un núcleo en el que ella nunca está.
De esta diferencia se pueden deducir un sinnúmero de situaciones por las cuales hombres y mujeres, apenas pueden intercambiar algunas cosas sin tener que hacer grandes esfuerzos de adaptación: él siempre escueto, ella siempre con algo que agregar; él habla colocándose como sujeto de la oración, mientras que ella accede a eso una vez que ha resuelto la intrincada red de circunstancias; él es lineal, ella trabaja en red; él considera importante el fin, ella acentúa el "medio".
A la queja eterna que reza “tú hablas mucho", se opone indefectible la que replica "y tú eres mudo"; con lo cual no estamos en condiciones de hallar ningún tipo de consonancia, y este es el primer paso hacia la discordia y los grandes agujeros en la comunicación, que en pleno apogeo de la tecnología, se nos revelan como obstáculos que están más allá de los aparatos y muy cerca de las diferencias estructurales entre los sexos.
La forma de solucionar semejante alejamiento, es comprender que, en la mayoría de los casos, ninguno de los dos intenta retorcer los hechos para convencer al otro e imponerle una razón, sino que cada cual tiene una visión de la realidad polarizada, que produce esas distancias que terminan por caratularse de "mentira".
Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. N. 16814
* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.
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