viernes, 10 de junio de 2022

ALEJANDRA PIZARNIK



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Una noche sexual es agonía, es muerte y es la única felicidad. (Alejandra Pizarnik, Diarios)

Parece mentira, pero es (lastimosamente) verdad, que muy poco conocemos acerca de quien fue una de nuestras poetisas y prosistas más destacadas: Alejandra Pizarnik (n. Avellaneda, 29.04.1936 – m. Buenos Aires, 25.09.1972).
Quiero decir, más allá de lo-que-todo-el-mudo-sabe (y aquí, mi querido amigo, por favor lea ese sabe como si estuviese entrecomillado): que se suicidó (luego de dos intentos fallidos) a los 36 años mandando a bodega nada menos que 50 pastillas de secobarbital, que tuvo una adolescencia sexualmente promiscua, incluyendo –en sus propias palabras- “grandes orgías y disipaciones” (¿oníricas o reales?, chi lo sa), que su sexualidad la ejercía tanto con hombres como con mujeres, que solía evidenciarse como exultante de felicidad y también como caída en la más profunda sima de la depresión, que tomaba pastillas para todo, incluidos ansiolíticos, barbitúricos y anfetaminas, que fumaba como una chimenea y consumía cantidades industriales de alcohol, que tenía obsesión con la relación sexo-violencia-muerte, que leía con fruición a –entre otros muchos- Sade, Baudelaire, Vallejo y Rimbaud, y que era la suya una “personalidad muy compleja” (¿no lo es la de todos, acaso?). Pero bueh...
Vea, estimado lector, no me propongo hartarlo haciendo aquí su biografía (cosa imposible en un artículo, por otra parte), pero si le interesa y quiere, lea Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito (Lumen, 2021), de Cristina Piña y Patricia Venti.



Pero más allá de ese libro excelente (el más completo que se ha publicado sobre la vida de la poetisa); si usted realmente desea conocerla, aprehenderla, entonces empatice con ella, y además de la biografía; lea a la mismísima Alejandra en sus obras publicadas (también por la editorial Lumen): Poesía completa, Prosa completa y Diarios.





Por mi parte, me limitaré en este breve opúsculo a transcribir, a continuación, tres pasajes extraídos de Diarios:

20 de mayo, domingo

Enamorada de nada, de nadie. Tristeza estúpida, distracción, miedo, ausencias. Me llevan y me traen. Dificultades respiratorias. Sueño y fatiga e imposibilidad de dormir. Nada de ganas de morir sino por el contrario una gran excitación. Desperté con la mano en el sexo después de haber soñado que andaba con muletas y manejaba un auto sin saber conducir y mi sexo estaba mojado en todo momento, ante todo y ante todos.

En cuanto me presentan a alguien siento un deseo furioso de verlo reír a carcajadas y de verle el sexo (sea hombre o mujer).

(Muchacha desnuda a caballo por el mar)




28 de mayo

(…) Claro es que mi desamparo afectivo y mi sensualidad exasperada se conjugan para destruirme. Ayer, sin darme cuenta, asombraba a V. besándola intempestivamente. Es verdad que no la amo pero la deseo y para consolarme me convenzo de no desear sino a S., quien sería mi amor imposible a causa de su edad.




29 de agosto

(…) Por la noche me emborraché y traje a mi casa a una chica que conocí en lo de O. Nos acostamos. Me acosó con sus anhelos de un amor exclusivo: si estoy enamorada de alguien, si soy fiel, etc. Quiso fornicar conmigo pero no pudo debido a mi frialdad. Me preguntó para qué la traje a mi casa. Yo me encogí de hombros y no le respondí. En verdad no le respondí a ninguna de sus preguntas. Se fue horriblemente triste y enamorada de mí. (Ahora no recuerdo su rostro).



En apretada síntesis, diré que para mí, la poesía de Alejandra es, básicamente, el diálogo entre la poetisa y las distintas Alejandras que habitaban en ella misma. Que Pizarnik es su propia definición: la “triste espera de una palabra”, es decir, la búsqueda en su inconsciente, afanosa y desesperada, trascendiendo el lenguaje, en pos de hallar esa palabra, esa verdad, su verdad.
Maravillosa Alejandra que el día de su muerte dejó escrito en su pizarrón: No quiero ir nada más que hasta el fondo.

-Juan Carlos Serqueiros-

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