Escribe: Juan Carlos Serqueiros
Esta creencia está profundamente arraigada en la mitología de las provincias de Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa; y también en la del Paraguay.
Y lo notable es que persiste en la actualidad, aún en los estratos más altos, esos que –erróneamente, como a menudo queda en evidencia– se presumen como más cultos de esas sociedades. Vale decir que el mito no está circunscripto sólo a la clase trabajadora rural de esas provincias; sino que se extiende a gran parte de la población, sin distingos de posición social o nivel intelectual. Notable, ¿no?
Parece ser que la leyenda del Pombero se fue extendiendo con el correr de los años a la par de las cualidades buenas y/o malas que se le atribuían (ya que es un duende favorable o desfavorable, según lo sean las acciones de las personas: si se portan bien, las protege y les concede dones; y si se portan mal, las castiga).
Así, ese duende que en un principio estaba asociado en el imaginario colectivo a cuidar y proteger a las especies salvajes (por ejemplo, se decía que si un cazador cobraba más piezas que las que le eran estrictamente indispensables para alimentarse, se le aparecía el Pombero y lo castigaba), fue "ampliando" en la creencia popular sus poderes, y así se lo fue "utilizando" para meterles miedo a los chicos que no querían dormir la siesta (es muy común que una madre le diga a su hijito/a: "si te escapás durante la siesta, te va a agarrar el Pombero"), o para que las mujeres sean discretas (la leyenda sostiene que si una mujer indiscreta comenta los escasos atributos sexuales de su hombre, será presa del Pombero, quien engendrará en ella un hijo), o directamente para asignarle a una mujer el estar poseída por el Pombero, a quien, según el mito; le basta con ponerle el dedo sobre el vientre para que quede embarazada o crea estarlo y enloquezca.
También se le atribuyen facultades para que vuelva a reinar la armonía en el hogar. Por ejemplo, en una casa donde hay problemas familiares, el Pombero puede cometer travesuras como desordenar todo lo que haya en ella, cambiar los muebles de sitio, etc.
Se dice que hay maneras de que sea favorable a una persona y amigo y protector de ella, y para eso, hay que ofrendarle tabaco, miel y alcohol, a todo lo cual el duende es muy afecto.
La leyenda del Pombero ha sido incluso materia de canciones y películas, como por ejemplo, la hermosa canción de Antonio Tarrago Ros "María va", cuya letra está basada en ese mito: la María de la letra es una niña que anda por el monte a la hora de la siesta y la rapta el Pombero. La letra dice: "Calcina el monte un sol de fuego, María va / TEMOR POMBERO, palmar y estero, María va / Quiso la SIESTA PONERLE UN NIÑO A SU SOLEDAD... / Y se bebe el sol, que huele a DUENDE...". Como comprenderá usted, querido amigo lector, todo aludiendo a la creencia de que el Pombero se lleva a los niños que andan vagando solos a la hora de la siesta. Y Antonito Tarrago Ros es, además de un músico extraordinario; un tipo cultísimo, de vasta erudición. No es un poligrillo cualquiera que vaya a hacer una canción con un tema banal; si quiso componer una con la temática del Pombero, es porque le concedió importancia a la cuestión. Yo imagino que Tarrago Ros no creerá efectivamente en el Pombero, pero lo real y concreto es que crea él o no; el asunto le pareció tan atractivo e interesante como para hacerlo el centro de su canción más conocida.
Y lo notable es que persiste en la actualidad, aún en los estratos más altos, esos que –erróneamente, como a menudo queda en evidencia– se presumen como más cultos de esas sociedades. Vale decir que el mito no está circunscripto sólo a la clase trabajadora rural de esas provincias; sino que se extiende a gran parte de la población, sin distingos de posición social o nivel intelectual. Notable, ¿no?
Parece ser que la leyenda del Pombero se fue extendiendo con el correr de los años a la par de las cualidades buenas y/o malas que se le atribuían (ya que es un duende favorable o desfavorable, según lo sean las acciones de las personas: si se portan bien, las protege y les concede dones; y si se portan mal, las castiga).
Así, ese duende que en un principio estaba asociado en el imaginario colectivo a cuidar y proteger a las especies salvajes (por ejemplo, se decía que si un cazador cobraba más piezas que las que le eran estrictamente indispensables para alimentarse, se le aparecía el Pombero y lo castigaba), fue "ampliando" en la creencia popular sus poderes, y así se lo fue "utilizando" para meterles miedo a los chicos que no querían dormir la siesta (es muy común que una madre le diga a su hijito/a: "si te escapás durante la siesta, te va a agarrar el Pombero"), o para que las mujeres sean discretas (la leyenda sostiene que si una mujer indiscreta comenta los escasos atributos sexuales de su hombre, será presa del Pombero, quien engendrará en ella un hijo), o directamente para asignarle a una mujer el estar poseída por el Pombero, a quien, según el mito; le basta con ponerle el dedo sobre el vientre para que quede embarazada o crea estarlo y enloquezca.
También se le atribuyen facultades para que vuelva a reinar la armonía en el hogar. Por ejemplo, en una casa donde hay problemas familiares, el Pombero puede cometer travesuras como desordenar todo lo que haya en ella, cambiar los muebles de sitio, etc.
Se dice que hay maneras de que sea favorable a una persona y amigo y protector de ella, y para eso, hay que ofrendarle tabaco, miel y alcohol, a todo lo cual el duende es muy afecto.
La leyenda del Pombero ha sido incluso materia de canciones y películas, como por ejemplo, la hermosa canción de Antonio Tarrago Ros "María va", cuya letra está basada en ese mito: la María de la letra es una niña que anda por el monte a la hora de la siesta y la rapta el Pombero. La letra dice: "Calcina el monte un sol de fuego, María va / TEMOR POMBERO, palmar y estero, María va / Quiso la SIESTA PONERLE UN NIÑO A SU SOLEDAD... / Y se bebe el sol, que huele a DUENDE...". Como comprenderá usted, querido amigo lector, todo aludiendo a la creencia de que el Pombero se lleva a los niños que andan vagando solos a la hora de la siesta. Y Antonito Tarrago Ros es, además de un músico extraordinario; un tipo cultísimo, de vasta erudición. No es un poligrillo cualquiera que vaya a hacer una canción con un tema banal; si quiso componer una con la temática del Pombero, es porque le concedió importancia a la cuestión. Yo imagino que Tarrago Ros no creerá efectivamente en el Pombero, pero lo real y concreto es que crea él o no; el asunto le pareció tan atractivo e interesante como para hacerlo el centro de su canción más conocida.
Y hubo una película de Armando Bo, protagonizada por Isabel Sarli: "Embrujada". En ella, la Coca encarna a una mujer casada con un tipo que es impotente, entonces; se enamora de un peón del obraje en el que se desarrolla la trama, y cree ser poseída por el Pombero. Y termina matando de un machetazo al hombre que ama, instigada por el duende.
Trabajé muchos años en esa zona, y puedo contar montones de casos en los que vi con mis propios ojos cómo le hacían ofrendas al Pombero. Por esa época, yo era asesor técnico de industrias, recorría las fábricas y les proyectaba y calculaba los sistemas eléctricos de sus plantas: motores, cables, tableros, todo eso... Así, andaba siempre por las desmotadoras de algodón en el Chaco, por los arrozales y tabacaleras en Corrientes, y por los molinos yerbateros y los aserraderos en Misiones, y en ese peregrinar, comprobaba frecuentemente cómo estaba de enraizada y difundida la creencia en el Pombero.
Bueno, en fin... sobre mitos hay mucha tela para cortar. Por mi parte, obviamente no los creo (si carente de fe como soy, no puedo creer en un dios; mucho menos puedo creer en ellos); pero que el tema es interesante como para charlar (además de ameno y entretenido), es innegable.
Trabajé muchos años en esa zona, y puedo contar montones de casos en los que vi con mis propios ojos cómo le hacían ofrendas al Pombero. Por esa época, yo era asesor técnico de industrias, recorría las fábricas y les proyectaba y calculaba los sistemas eléctricos de sus plantas: motores, cables, tableros, todo eso... Así, andaba siempre por las desmotadoras de algodón en el Chaco, por los arrozales y tabacaleras en Corrientes, y por los molinos yerbateros y los aserraderos en Misiones, y en ese peregrinar, comprobaba frecuentemente cómo estaba de enraizada y difundida la creencia en el Pombero.
Bueno, en fin... sobre mitos hay mucha tela para cortar. Por mi parte, obviamente no los creo (si carente de fe como soy, no puedo creer en un dios; mucho menos puedo creer en ellos); pero que el tema es interesante como para charlar (además de ameno y entretenido), es innegable.
-Juan Carlos Serqueiros-
Me encanta leer estas cosas, por más que no crea, me parecen interesantes; como la del pitufo Enrique y ésta en particular porque me la contaban cuando era niño, y me asustaban un poco.
ResponderEliminarYo lo conocía como el Pomberito, y había una especie de ave, un pajarito que tenía un color llamativo y un cantito particular que atraía a los niños y se iba adentrando en el bosque y a modo de trampa los hacía extraviar y así eran capturados por el Pomberito.
Supongo que habrá mas versiones, esta me la contaban unos amigos que eran de Misiones.
Excelente
ResponderEliminar