Indefectiblemente, en el devenir del tiempo y desde el momento mismo en que uno elige tratar con su alma, ponerse a estudiar, a reflexionar, y a observar y observarse; choca con algunos enigmas que cuestionaron a todas las generaciones, como por ejemplo, aquello que es innato o adquirido en el ser humano.
¿Es el hombre bueno por naturaleza? ¿Es malo por naturaleza? Pasaron cientos de años, y mínimamente habría que empezar por aceptar que nos hemos ido al demonio con esto de que el mal en la gente es causado por un daño totalmente exógeno o endógeno.
A continuación, cito un párrafo del libro El lado oscuro del alma (ed. CPA Press, 2003), de Liz Green, que se me ocurre muy pero muy interesante, sobre todo; en tiempos en que pareciera que lo peor e indómito, se manifiesta en tanto desprecio por la vida:
EL DILEMA DEL MALLa principal tesis de Scott Peck es que, en nuestro empeño por ser compasivos y justos al rehabilitar personas que han cometido crímenes contra la sociedad o muestran comportamientos psicopáticos, nos hemos convencido a nosotros mismos de que son básicamente buenas personas descarriadas por fuerzas sociales impersonales como la pobreza y la opresión. A Scott Peck no le interesan las justificaciones sociológicas, pero habla de lo que él llama «la mentira». Señala directamente al bagaje familiar, aunque deja claro que los padres son el producto de sus padres y no pueden ser señalados como responsables de la creación de un patrón que ha existido en la psique familiar durante generaciones. Está mucho más interesado en las sutiles, inadvertidas y diarias renuncias de los padres a lidiar con las situaciones difíciles de la vida con un mínimo de genuina integridad. Esto corroe gradualmente la integridad interior del niño y moviliza los peores rasgos interiores de éste. Cita ejemplos de niños que han crecido con padres que básicamente hacen trampa en su vida. Infligen una pequeña humillación aquí o cuentan una pequeña mentira allá. Siguen el camino más fácil –que incluso puede ser el camino aprobado por la sociedad en ciertos casos– en vez de luchar con su propia conciencia, sus propios valores internos, sus propios ideales y sus propios conflictos emocionales. Es una pendiente muy resbaladiza y el niño crece así sin una imagen sólida del bien que interiorizar, porque esa imagen contiene un doble mensaje. (sic)
A ciertas disposiciones les siguen refuerzos o antídotos, o al menos; esta podría hasta ahora ser la conclusión que, en lo personal, más me cierra.
Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814
* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.
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