“—El nene es agresivo”, dice un padre que grita.
“—El nene tiene problemas de conducta”, dice una madre que ignora al mundo que la rodea.
“—El nene lastima a sus compañeritos”, dice un padre que no tiene piedad para con otros.
“—El nene no hace los deberes”, dice una madre que no cumple con su deber de madre.
“—El nene tiene una personalidad encantadora cuando quiere”, dice un padre que cuando quiere, sonríe.
“—El nene extraña a su mamá”, dice un padre que extraña a su ex mujer o es él quien necesita una madre.
“—El nene extraña a su papá”, dice una mujer que necesita un padre.
“—El nene odia a su tío”, dice una madre que tiene problemas con su hermano.
“—El nene se hace pis en la cama”, dice una madre que no contiene su angustia.
“—El nene empujó a una mamá embarazada”, dice un padre que hubiese preferido no ver embarazada a su mujer.
“—El nene compite con otros”, dice un padre que vive en competencia.
“—El nene quiere llamar la atención”, dice una madre que se siente desatendida.
“—El nene no aprende”, dicen los padres que no aprenden.
“—El nene molesta en clase”, dicen los padres que molestan a todos sus parientes con sus problemas.
“—El nene tiene ataques de odio”, dice el padre que grita que no lo molesten porque él tiene bastante con trabajar en lo que no le gusta, estar con quien no quiere y carecer de quien ama.
“—El nene no puede hablar de lo que le pasa”, dice la madre que oculta sus propios problemas.
“—El nene no tiene su lugar”, dice el padre que fue abandonado.
“—La madre no le dedica el tiempo que él necesita”, dice el padre que aún reclama a su mujer.
“—El padre es un autoritario”, dice la madre (que dejó al marido, harta del carácter de él).
“—La madre le mete en la cabeza que es un niño especial”, dice el padre celoso del lugar del hijo.
Y así podríamos llenar la lista de las cosas que a diario se oyen de padres en guerra, separados o no, que van depositando en sus hijos sus frustraciones, problemas, sentimientos, imposibilidades y un gran cúmulo de cosas que el niño, inconscientemente, tomará como mandatos y cumplirá al pie de la letra perpetuando así el pecado de sus mayores.
Si no buscamos la relación entre los hechos y esos hilos del titiritero que domina nuestra conducta y nuestras emociones desde la oscuridad, seguiremos siendo simplemente herederos de los problemas de otros, sin poder adquirir una personalidad sana emocional, física y afectivamente.
Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814
* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga.
Para contactar con ella por consulta psicológica o terapia psicoanalítica, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.
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