Escribe:
Juan Carlos Serqueiros
Detrás
de esta puerta
Ahora
enterrada en la hierba profunda
Una
generación diferente celebrará
El
Festival de las Muñecas.
[Matsuo Bashō, "Oku no Hosomichi (Camino estrecho del interior)"]
Matsuo
Kinsaku (1644-1694), conocido como Bashō,
(Bananero, en castellano), fue el poeta más trascendental del período Edo
japonés.
Interpretar
este haiku (forma japonesa de poesía consistente
en un poema corto de diecisiete sílabas, compuesto en la métrica 5-7-5, es
decir, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente) suyo, es
muy aventurado si consideramos el abismo que media entre los estilos de vida, las
costumbres y los universos culturales argentino y japonés. Máxime, si estamos
tratando acerca de la significación que a sus versos les otorgó un poeta que
vivió ¡hace cuatro siglos!
¿Qué
quiso decir con este haiku? No lo sé
a ciencia cierta. No obstante; sí puedo consignar el significado que particularmente
le asigno, derivado de cómo impacta en mis sentidos; pero de allí a que lo que
yo entienda sea efectivamente lo que Matsuo Bashō pretendió expresar, hay la
misma o más distancia de la que media entre Tucumán y Osaka.
Para
mí, esto se le debe haber inspirado al poeta ante la tumba de una niña
("la puerta enterrada en la hierba profunda"), y de allí habrá
surgido su asociación entre aquella circunstancia funesta de la muerte de la
nena; y la antiquísima tradición japonesa hina-Matsuri
o Festival de las Muñecas, una celebración que, dedicada a las niñas para
propiciar su felicidad, se realiza cada 3 de marzo y consiste en exhibir,
colocadas en cinco o siete escalones, muñecas hechas artesanalmente y que en
cada familia han ido pasando de madres a hijas, generación tras generación. Ese
día, las niñas, ataviadas con su mejor kimono, van visitando las casas de sus
amigas y compartiendo con ellas el hinaarare -unos dulces de arroz en forma de bolitas-, que las preserva de las enfermedades
y de la mala suerte.
Matsuo
Bashō insinúa que la nena murió por no haber compartido el hinaarare, y de allí la mención a que en los sucesivo, las niñas del futuro no debieran dejar de observar esa tradición ("una generación diferente celebrará") del hina-Matsuri.
De
todas maneras, tratándose de arte, la pretensión de comprender cabalmente la
significación que a una obra le asignó su autor, es a menudo vana.
Por otra parte, no olvidemos que antes de internet, con las herramientas que en ese mundo virtual nos posibilitan (si bien sólo hasta cierto punto y con las limitaciones del caso) traducir desde distintas lenguas a la que nos sea propia; escuchábamos canciones en idiomas que no eran el nuestro, lo cual no impedía -al contrario- que nos conmoviéramos con ellas, pese a no tener las más pálida idea no ya sólo del significante encerrado en sus letras; sino ni siquiera de la textualidad de las mismas. ¿O no?
Por otra parte, no olvidemos que antes de internet, con las herramientas que en ese mundo virtual nos posibilitan (si bien sólo hasta cierto punto y con las limitaciones del caso) traducir desde distintas lenguas a la que nos sea propia; escuchábamos canciones en idiomas que no eran el nuestro, lo cual no impedía -al contrario- que nos conmoviéramos con ellas, pese a no tener las más pálida idea no ya sólo del significante encerrado en sus letras; sino ni siquiera de la textualidad de las mismas. ¿O no?
Por
eso, mejor dejar que la poesía de Matsuo Bashō le hable a nuestro espíritu, impregnándolo con el lenguaje universal de la emoción y la musicalidad que emana de sus versos.
-Juan
Carlos Serqueiros-
Imagen: Katsushika
Hokusai (1760–1849), “Matsuo Bashō”,
grabado
Interesante interpretacion, asi como la describis parece dar en lo cierto, en espevial esos dos primeros versos que resultan mas evidentes.
ResponderEliminarMe quedo igual con ese final de la emoción y la musicalidad
Abrazo