¡CUÁ CUÁ, AMÉN!
(Beilinson-Solari)
Me acabo de enterar de un fiero crimen
de un rico embarque de sangre de Satán.
¡Cuá cuá, amén!
¡Cuá cuá cuá, amén!
Mi conciencia estaba lista
cuando la carne explotó.
Nunca en la vida fui golpeado tan duro.
Puntos de acetileno cegador.
¡Cuá cuá, amén!
¡Cuá cuá cuá, amén!
Los deben estar venciendo...
(¡Dios siempre tan "imparcial"!)
Pasé la noche en un regio salvavidas
y el fuego blanco se encargó de mi piel.
¡Cuá cuá, amén!
¡Cuá cuá cuá, amén!
¡Dios siempre tan "imparcial"!
¡Los huevos nunca miró!
¡Cuá cuá, amén!
¡Cuá cuá cuá, amén!
Órdenes y gritos sordos.
Miedo y llanto puteador...
¡Puntos de acetileno para todos!
¡Puntos de acetileno cegador!
Un inédito: "¡Cuá cuá, amén!", con una letra en apariencia hermética; aunque claro, hermética… para quienes ignoran que se trata de un tema que el Indio compusiera para describir el horror pasado por uno de los sobrevivientes al hundimiento del buque argentino A.R.A. General Belgrano acaecido el 2 de mayo de 1982 durante la guerra de Malvinas; por parte del submarino nuclear inglés H.M.S. Conqueror (qué nombrecito eh, justito pa’ los piratas británicos).
Y como suele ocurrir siempre que se trata de la lírica solariana, no faltarán aquellos que digan: "a partir del conocimiento del hecho al cual está referida, la letra pasa automáticamente de hermética a explícita" ("cómo no se nos ocurrió", Solari dixit), olvidados de que la poesía del Indio no es hermética y no es explícita; es simplemente poesía, y como tal, de libre interpretación a partir de cómo impacta en los sentidos de cada quien. Estarán los giles de siempre, los que se las saben todas, los que con aire de sobradora suficiencia dirán (como de costumbre): "habla de la droga"; y estarán los no menos giles del otro bando, los que no entienden un carajo de nada (y no porque les fallen las neuronas; les fallan los sentimientos, y por eso no comprenden), que dirán, entre desalentados y resignados: "las letras de Solari son ininteligibles, indescifrables". Y bueno, hay de todo el viña del Señor, quelevachache…
Retomando la ilación, decía que la letra trata sobre las vivencias de alguien que sufrió en su propio cuero aquel espantoso suceso. Como es habitual en Solari, el título del poema tiene una relevancia fundamental. "Cuá cuá, amén" es una metáfora muy finita, que en sólo tres palabras condensa una situación de gran complejidad: El A.R.A. General Belgrano había sido detectado por el submarino H.M.S. Conqueror, que inmediatamente dio aviso al gobierno británico y solicitó instrucciones, recibiendo como respuesta la orden de hundir el buque.
Y a partir de eso, estamos entonces en posición de inferir fácilmente el tenor aproximado del diálogo entre el capitán del submarino y el almirantazgo inglés. Submarino: "Buque argentino a la vista" > Almirantazgo inglés: "Húndalo" (cuá cuá, escribe el Indio, apelando a la onomatopeya del sonido que emiten los patos de modo de referirse a la expresión popular "al agua, pato", es decir, la acción de lanzar a las aguas del mar o del río, a alguno o algunos) > Submarino: "El buque argentino está en aguas fuera del área de exclusión, ¿reitera orden?" > Almirantazgo inglés: "Cumpla orden y húndalo" > Submarino: "Así lo haré" (“amén”, escribe el Indio, utilizando esa antiquísima palabra hebrea que significa "así sea").
En cuanto al cuerpo de la letra, no tiene mayores misterios una vez develada la situación que en ella se pinta: es un "fiero crimen" porque se trata de un crimen de guerra (más allá de que la guerra sea en sí misma un crimen), "los deben estar venciendo" (aludiendo a las noticias que se esparcían a través de los medios periodísticos sobre la suerte de nuestras tropas en la guerra), "mi conciencia estaba lista" (queriendo significar el hondo patriotismo de nuestros soldados que peleaban por un trozo de patria irredenta), etc.; salvo por algunas metáforas que encierran más de un significado, como por ejemplo, la de “acetileno cegador”, que está referida tanto a los destellos deslumbrantes que se derivan del torpedeo al buque y su consecuente explosión, como así también a la supuesta obsolescencia del barco (el A.R.A. General Belgrano era un navío que databa de 1938 y algunos afirman que estaba más para desguazarlo que para usarlo en una guerra; particularmente, ignoro si en efecto es así). El acetileno se usa en el soplete autógeno, una de las principales herramientas empleadas en el desguace de barcos para cortar las chapas (que en realidad, son gruesas planchas de hierro) que los componen, y es "acetileno cegador" porque el deslumbramiento que provoca es tal, que el operario se ve obligado a utilizar antiparras muy oscuras de modo de poder ver la tarea que está llevando a cabo, pero con los ojos convenientemente protegidos.
Y como no podía de ser de otra manera, hay algo así como un palazo del agnosticismo del Indio a un dios al cual (irónicamente por supuesto) tilda de “imparcial”, achacándole el no tomar partido por la causa argentina, del lado de la cual está la justicia.
En fin…
-Juan Carlos Serqueiros-
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