A nada temo porque he jurado defender la Independencia de América y sellarla con mi sangre. (Martín Miguel de Güemes)
Como todos saben (o deberían saber), la amistad entre Belgrano y Güemes fue férrea, y la correspondencia entrambos, profusa. En una de las cartas que el primero dirigiera al segundo, le escribía más o menos estas palabras: "He sabido que anda usted desnudo, así que he mandado en ésta (se refiere a Tucumán, donde se hallaba por entonces, como jefe del Ejército del Perú acantonado en esa ciudad) que se le confeccione un uniforme. No se preocupe usted, ya pagaremos después, cuando podamos".
Dos hombres como ellos, de linaje y fortuna, reducidos a la miseria, pues todo lo habían dado en pos de la independencia. Belgrano andaba con las botas remendadas, y Güemes, vestido con harapos. Y no sé si sabías que al fallecer Belgrano, su lápida se hizo con un pedazo de mármol de la cómoda de su hermano. Y que a Juana Azurduy la enterraron en la fosa común. Y que...
Así aquellos hombres y aquellas mujeres forjaron esta patria. Pensalo, vos que te sentís insatisfecho porque tu viejo no te puede comprar esas Nike que son tu fetiche; o vos, que te sentís frustrado porque no podés cambiar el auto; o vos...
-Juan Carlos Serqueiros-
Imagen de portada: Juan Francisco Cancio Lazo, "Toma del Justina por Martín Miguel de Güemes el 12 de agosto de 1806", óleo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario