Escribe: Juan Carlos Serqueiros
Una tapa de El Gráfico finísima y graciosamente humorística con sana picardía de barrio, y elocuentemente hermosa en su simbolismo, que nos convoca a la añoranza de un tiempo en el que éramos clásico y no enemigos, como lamentable y deplorablemente algunos se empeñan que ocurra en esta degradante, espantable, actualidad "gracias" al accionar odioso y violento de grupúsculos nefastos integrados por lúmpenes desaforados y energúmenos que nada tienen de hinchas y sí todo de delincuentes.
En la imagen aparecen dispuestos al "duelo" dos de los ídolos máximos de quemeros y cuervos, respectivamente: Herminio Masantonio, delantero ("centroforward" o “centrofobal”, como se le decía popularmente al 9) de Huracán; y Diego García, delantero ("entreala izquierdo" como se citaba al 10) de San Lorenzo de Almagro.
García, representado como un gaucho de Boedo, con su facón quiere pincharle el globo a un nenito hincha del quemero: “Se lo dije al gurí bobo / que le iba pinchar el globo, / entonces ¿por qué lo trujo?”; y Masantonio caracterizado como un guapo de la Quema, salta a defender a la criatura y se arremanga, aprestándose a pelearlo al desafiante García: “Aquí no admito retobo, / y eso de pincharle el globo / ¡se lo va a pinchar si es brujo!”.
Aquel año 36, Huracán y San Lorenzo se enfrentaron dos veces, ganando cada uno un partido: el 3 de mayo triunfó el Globo 1 a 0, y el 13 de setiembre ganó el Ciclón 2 a 1.
Eran épocas de una limpia y sana rivalidad —que incluso trascendía lo deportivo y abarcaba lo artístico, lo cultural; porque ambos barrios eran caldos de cultivo del que surgían figuras muy altas de la inteligencia nacional—; épocas en las cuales en cada familia de Parque de los Patricios, Pompeya, Soldati, Boedo y Almagro, había simpatizantes de uno y otro club. Y los sembradores del odio y de la xenofobia aún no se habían adueñado de la fiesta del fútbol "obsequiándonos" con su funesta presencia.
Como canta el Indio Solari, bebamos de las copas lindas, brindando por la vuelta de las familias a las canchas. Y recordá siempre que para huracanenses y sanlorencistas, el más ansiosamente esperado de los cotejos es... EL clásico; porque somos eso: RIVALES CLÁSICOS; NO ENEMIGOS.
No comulgo ni comulgué jamás con el tan mentado todo tiempo pasado fue mejor; pero eso no debe ser confundido con cerrar los ojos a una triste realidad: la de que el hiper profesionalismo ha traído aparejadas secuelas que nada tienen de auspiciosas, y que de no ser combatidas con una batería de antibióticos en forma de ética, moral, principios, honestidad y racionalidad; persistirán hasta devorarlo todo, no sólo ajando y degradando la belleza y la magia en lo lúdico, sino también la pasión por la divisa deportiva, que en ciertos sectores ha degenerado en una violencia demencial cuya escalada preanuncia no tener fin.
Lo popular es invariablemente alegre y festivo; no conoce de odios. No dejemos que nadie nos robe la felicidad.
-Juan Carlos Serqueiros-
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