Escribe: Juan Carlos Serqueiros
Decía el general Perón que todo aquel que luchara por la misma causa que el peronismo era un compañero; pensara como pensase.
Si nos adentramos en nuestra propia historia, encontraremos varios (seguramente no tantos como sería de desear) ejemplos de cómo hombres que se encontraban en las antípodas del pensamiento los unos de los otros, supieron oportunamente dejar de lado sus diferencias al percibir el llamado de un interés que atinaron a entender como trascendental a todos los demás: el del país.
Así, el ultraliberal y antirrosista Nicolás Avellaneda, no trepidó en designar en el ministerio de Relaciones Exteriores y después en la cartera de Interior, al doctor Bernardo de Irigoyen, quien no sólo jamás renegó de su rosismo; sino que además tenía el salón de su casa pintado de rojo punzó. Y cuando Avellaneda tuvo que responder a las feroces críticas de los diarios por "tener el tupé" de nombrar canciller a "un mazorquero", al "albacea de Cuitiño"; quien salió a defender a Irigoyen fue nada menos que Héctor Varela, hijo de Florencio, rabioso unitario. Y cabría agregar que su adhesión a Rosas y su política, no le impidió a don Bernardo de Irigoyen estimar y valorar a Sarmiento, nada menos; quien por otra parte, cuando fue presidente no dejó que su antirrosismo visceral lo privase de nombrar a Irigoyen procurador del Tesoro.
Más cerca en el tiempo, el propio Perón no vio inconveniente alguno, por lo contrario; en elegir a un otrora enconado crítico suyo y tenaz opositor a su gobierno: el doctor Vicente Solano Lima, para acompañar en la fórmula a Cámpora. Y después, durante su presidencia, lo hizo su secretario general. Idéntico criterio siguió Perón cuando hizo ministro de Economía de Cámpora y luego suyo, a José Ber Gelbard, que era comunista.
Contrastando con lo antedicho, en estos días hemos visto en las noticias propaladas tanto por medios periodísticos proclives al gobierno nacional, como por los que son fuertemente críticos de su gestión; que los partidos de la oposición han rechazado la invitación que se les hizo para acompañar a la presidente de la República a la reunión del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en la que se tratará la cuestión Malvinas.
Así, el ultraliberal y antirrosista Nicolás Avellaneda, no trepidó en designar en el ministerio de Relaciones Exteriores y después en la cartera de Interior, al doctor Bernardo de Irigoyen, quien no sólo jamás renegó de su rosismo; sino que además tenía el salón de su casa pintado de rojo punzó. Y cuando Avellaneda tuvo que responder a las feroces críticas de los diarios por "tener el tupé" de nombrar canciller a "un mazorquero", al "albacea de Cuitiño"; quien salió a defender a Irigoyen fue nada menos que Héctor Varela, hijo de Florencio, rabioso unitario. Y cabría agregar que su adhesión a Rosas y su política, no le impidió a don Bernardo de Irigoyen estimar y valorar a Sarmiento, nada menos; quien por otra parte, cuando fue presidente no dejó que su antirrosismo visceral lo privase de nombrar a Irigoyen procurador del Tesoro.
Más cerca en el tiempo, el propio Perón no vio inconveniente alguno, por lo contrario; en elegir a un otrora enconado crítico suyo y tenaz opositor a su gobierno: el doctor Vicente Solano Lima, para acompañar en la fórmula a Cámpora. Y después, durante su presidencia, lo hizo su secretario general. Idéntico criterio siguió Perón cuando hizo ministro de Economía de Cámpora y luego suyo, a José Ber Gelbard, que era comunista.
Contrastando con lo antedicho, en estos días hemos visto en las noticias propaladas tanto por medios periodísticos proclives al gobierno nacional, como por los que son fuertemente críticos de su gestión; que los partidos de la oposición han rechazado la invitación que se les hizo para acompañar a la presidente de la República a la reunión del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en la que se tratará la cuestión Malvinas.
Sin ánimo de entrar en disquisiciones de política interna, me imagino que todos coincidiremos en que la causa Malvinas hace al supremo interés nacional ¿no? Pero parece que algunos no lo entienden así, y prefieren mostrar su arista más miserable privilegiando conveniencias partidarias en aras de oscuros intereses sectoriales muy mal entendidos.
Que lo parió, dijo Mendieta.
-Juan Carlos Serqueiros-
Que lo parió, dijo Mendieta.
-Juan Carlos Serqueiros-
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