jueves, 1 de diciembre de 2011

A LA MODA DE CHACABUCO, FALTA ENVIDO Y TRUCO






















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Compañeros del Ejército de los Andes: La guerra se la tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero; carne y tabaco no nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios, seamos libres y lo demás no importa. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje. (José de San Martín)

Todos los años, en la fecha 12 de febrero se conmemora un nuevo aniversario de la acción bélica de 1817 por la Libertad Americana conocida como batalla de Chacabuco, entre el ejército patriota al mando del general José de San Martín, y el realista al mando del general (grado este alcanzado merced a un ascenso reclamado por el propio beneficiario del mismo, pero esa es otra historia) Rafael Maroto.
El contexto era el siguiente: la idea original de San Martín consistía en consolidar militarmente el gobierno patriota en Chile, a fin de que una vez conseguido eso, pudiera emprenderse la etapa de la liberación del Perú, embarcando las fuerzas argentino-chilenas para una guerra marítima, complementada con el avance del ejército que al mando de Belgrano estaba acantonado en Tucumán, al cual se haría marchar por tierra sobre Lima a través del Alto Perú, haciendo converger sobre la capital peruana todo ese poderío en un movimiento de pinzas y dando el jaque mate al realismo. 
Pero esa idea no pudo concretarse en la realidad tangible, porque los chilenos fueron derrotados por los maturrangos en Rancagua y porque los sucesivos gobiernos centralistas estaban más preocupados en utilizar al ejército en las luchas internas; que en emplearlo en los planes trazados por San Martín.
Sólo el extraordinario genio militar, político y revolucionario de éste podía superar esas dificultades que aparecían como infranqueables y en efecto, el Libertador lo lograría. De la nada, conseguiría crear un ejército magistralmente instruido y perfectamente equipado (fue de fundamental importancia la participación entre los colaboradores de San Martín, de fray Luis Beltrán, de José Antonio Alvarez Condarco y del doctor Diego Paroissien).
Solamente a través de la comprensión cabal de ese contexto podemos darnos una idea de la enorme significación de la epopeya sanmartiniana y calibrar adecuadamente las calidades intelectuales y morales del Gran Capitán, de lo contrario; nos quedaremos con la imagen del Libertador que se empeñó en transmitirnos la mentirosa historiografía en la cual se reduce a San Martín a la condición de una figura de aula, adornada con frasecitas rimbobantes y destinadas a la producción en serie de minusválidos mentales, como por ejemplo, la del “santo de la espada”. En fin…
Ese ejército, decía, formado y organizado por San Martín, fue el que realizó la proeza de atravesar los Andes y fue el que el 12 de febrero de 1817 batiría a los realistas en la cuesta de Chacabuco. El triunfo patriota fue grandioso: los españoles tuvieron 500 muertos, dejaron 600 prisioneros, perdieron 1.000 fusiles, 2 piezas de artillería, todo el parque y se les tomaron 3 banderas.
Pero no todo fueron flores: hubieron roces, cruces verbales, resquemores y desinteligencias entre O’Higgins y Soler, que incluso podrían haber resultado en un contraste en lugar de la victoria obtenida; porque el chileno desobedeció las órdenes que tenía en el sentido de coordinar su avance con las tropas al mando de Soler, y por afán de protagonismo entró a la batalla antes de lo debido. Menos mal que el genio inconmensurable de San Martín bastaba para remediar todo, que si no... 
El que logró escapar (por poco tiempo), fue el gobernador realista de Chile, Casimiro Marcó del Pont, quien había expulsado a Alvarez Condarco consignando en su pasaporte una leyenda ofensiva hacia San Martín en la que atribuyéndole tener “mano negra”, hacía alusión a la supuesta traición de éste a España y al color de su piel. Tres días más tarde, una partida al mando del capitán José Aldao (hermano del fraile Félix Aldao, futuro caudillo federal), capturaría a Marcó del Pont y lo llevaría ante la presencia de San Martín, quien recibió al prisionero con un irónico: “¡Mi general, venga esa blanca mano!”. El gallego (en el estricto sentido del término eh, no es peyorativo; Marcó del Pont era de Galicia), no sabía dónde meterse…
Entre el delirio y las aclamaciones del pueblo chileno -los festejos por la victoria los organizó Pedro Viera, Perico, el bailarín (ver en este ENLACE mi artículo al respecto)- San Martín entró triunfalmente en Santiago el 14 de febrero de 1817 e inmediatamente ordenó la convocatoria a un Cabildo Abierto, que culminaría en la designación de 3 electores, que erigieron a San Martín en Director Supremo de Chile el 15 de febrero.
El Libertador rehusó el cargo y los honores; siendo nombrado O'Higgins en su reemplazo.
Anoticiado por San Martín del triunfo obtenido en Chacabuco; Belgrano, que estaba en Tucumán, ordenó levantar en la Ciudadela un monumento en celebración por la victoria -que fue festejada hasta el delirio- y en homenaje a la gesta sanmartiniana. Dicho monumento, conocido como Pirámide de la Ciudadela, aún hoy se alza en el sitio en que lo hizo levantar Belgrano (convertido actualmente y desde 1878 en la plaza que lleva su nombre), restaurado y embellecido... pero deplorablemente alterada la significación que le otorgó el prócer.

-Juan Carlos Serqueiros-

miércoles, 30 de noviembre de 2011

MÚSICA PARA PASTILLAS























Escribe: Juan Carlos Serqueiros


Música para pastillas
(Beilinson - Solari)

Flacas gimnastas de América.
Secas, austeras soviéticas,
muchachitas fatales en blancos
zoquetes chinos...
... son todas joyas, patricias de amor.
La más hermosa niña del mundo
puede dar sólo lo que tiene para dar.
Música para pastillas (¡rápido!)
y mucha cuchillería.
¡Pará, mi amor, esto está muy Shangai!
Roqueros bonitos, educaditos.
Con grandes gastos, educaditos
Emboquen el tiro libre,
que los buenos volvieron,
y están rodando cine de terror.


El título es una asociación de ideas entre las pastillas de anabólicos esteroides, una sustancia sintética derivada de la hormona masculina testosterona, utilizada para incrementar la masa muscular de manera rápida y artificial, mejorando la apariencia estética y la autoestima de quien recurre a este método, pero con consecuencias nocivas para la salud física y sobre todo mental; y lo que el Indio entiende como estancamiento o franca decadencia de la música rock, que en lugar de proponer una alternativa a la frivolidad; se convierte en pasatista y la acompaña y celebra.
“Flacas gimnastas de América. / Secas, austeras soviéticas, / muchachitas fatales en blancos / zoquetes chinos... / ... son todas joyas, patricias de amor.”: comienza aludiendo a las atletas norteamericanas en competencia con sus similares rusas, en una reminiscencia de las olimpíadas de la época Guerra Fría entre los EE.UU. y la URSS. Y luego, con esa maestría genial del Indio, la letra va entrando en un contexto más “nuestro”, digamos, y nos remite a mujeres delgadas, a la moda, con cuerpos trabajados en gimnasios, que para él, son "joyas patricias de amor". La metáfora que usa Solari sirve para situarnos en un contexto determinado: el ámbito donde transcurre la cosa es bacán, por eso son "patricias", es decir adineradas, de nivel social alto. Y son "joyas patricias" en alusión irónica a su poca valía pese a su origen social elevado y al mito de atribuir a las patricias haber vendido sus joyas para conseguir la plata necesaria para contribuir a pertrechar los ejércitos de la independencia. Son "patricias de amor" porque son las "precursoras" (patricio viene del latín patres, es decir los fundadores de una patria, los primeros ciudadanos que imponen usos, costumbres y maneras a todo el resto de la sociedad) de una moda, en este caso; una forma banal y trivial de entender la vida y el amor, basada en la apariencia física y en convencionalismos sociales tontos.
“La más hermosa niña del mundo / puede dar sólo lo que tiene para dar.”: Esa "patricia joya de amor" puede ser todo lo hermosa que quieras, puede ser una modelo de gran belleza, pero ahí se agota; sólo tiene su hermosura para dar (y para colmo, una hermosura artificialmente lograda), por lo demás; es igual a cualquier otra mujer, o quizá peor, porque es hueca, vacía; una "joya de amor" y nada más. 
“Música para pastillas (¡rápido!) / y mucha cuchillería.”: Las pastillas de anabólicos esteroides sirven para crear "rápido" un físico en apariencia perfecto; pero son terriblemente nocivas para la salud. Eventualmente, una mina puede lograr (a través del consumo de pastillas) un cuerpo perfecto, y por medio de la cirugía plástica ("mucha cuchillería") una cara hermosa, unas tetas y un culo espectaculares; pero todo eso es artificial y a la larga, pernicioso para su salud. El Indio va esbozando la idea que quiere transmitir: la de una música representativa de ese tiempo de boludez generalizada, de vivir de apariencias e idioteces, de cosas ficticias. El rock va acompañando (para mal) esos "cambios" aparentes que se viven en determinadas capas de la sociedad, y él condena eso, lo critica. 
“¡Pará, mi amor, esto está muy Shangai!”: Muito shangai es una expresión popular que se usó en una época en Brasil para representar un ambiente confuso, tipo feria, algo medio inquietante, quizá peligroso; pero a la vez interesante para contemplarlo. El Indio le está diciendo a alguien imaginario ("mi amor"), que "pare un poco", algo así como “pará un cachito”, “pará la moto”; que él quiere ver como termina todo eso que "está muy shangai", es decir que quiere contemplar cómo termina esa moda de boludeces y trivialidades...
A propósito de dicha expresión, el Indio dijo esto en una nota a la revista La García:
Significa "muy confuso". Que algo está "muito shangai" se decía en Brasil cuando yo estuve allá. Cuando querían decir que algo era muy confuso decían eso, usaban "shangai" como ejemplo de un lugar confuso, olores a comidas, gente en bicicletas, quilombo. Me pareció una figura que estaba buena, porque acá no existía. Después la explicaron de cualquier forma, creo que en uno de los libros… 
(Nota mía: “Uno de los libros" es un eufemismo del Indio para referirse a esos libros que “no hay que leer”. 
“Roqueros bonitos, educaditos. / Con grandes gastos, educaditos.”: Se está dirigiendo a quienes desde los postulados de la cultura rock, debieran dedicarse a criticar todo eso, a condenarlo, y en lugar de ello; están transando, se convirtieron en "bonitos" como las chuchis de los barrios bacanes con cuerpos logrados a base de pastillas y caras de cirugía plástica, y en "educaditos" en una disciplina dictada por orden sistémico.
“Emboquen el tiro libre”: Les exige salir del letargo, de la abulia y del pasatismo. Les reclama que crezcan, que se hagan cargo de crear algo que sea un suceso, un “golazo”, algo nuevo, una cultura superadora. Y para ello, apela a una metáfora futbolera: les pide que "emboquen el tiro libre". 
“Que los buenos volvieron, / y están rodando cine de terror”: Les reclama la creación de una cultura nueva en forma inmediata, urgente. La urgencia, lo perentorio del pedido que les hace, es porque él percibe que "volvieron los buenos", es decir se volvió a un estado similar al que había antes de la irrupción del rock, con músicos estereotipados, “buenitos”, no contestatarios, complacientes con un orden sistémico; y esos "buenos" son los que "están rodando cine de terror", es decir están convirtiendo nuevamente a la sociedad en una película de miedo.


-Juan Carlos Serqueiros-

ROTO Y MAL PARADO


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

ROTO Y MAL PARADO
(Beilinson - Solari) 

Quemás tu vida en este día, 
en esta tibia, tibia fila. 
Que más, que más, quemás 
Que más, que más, quemás, tu vida 
¿Cómo te va en estos días, 
humano roto y mal parado? 
Que más, que más, quemás 
Que más, que más, quemás, tu vida. 
¡Fuego, fuego, fuego, fuego, 
fuego, fuego, el día! 
¡Le Tangó! 
Tu loca voluntad humeando 
graznando fiero y sin estilo. 
¡Fuego, fuego, fuego, fuego, 
fuego, fuego, mentiras! 
Mentiras...

Bueno, un tema en el que se alude a las drogas, pero tangencialmente. El concepto de la canción es mucho más pretencioso y no se limita sólo a la descripción de alguien que "quema" su vida usándolas; la alusión a las drogas es sólo de costado, como si ese alguien hubiera recurrido a algún alucinógeno para meditar y divagar sobre algo muy profundo. 
Diríase que está planteando una cuestión existencial: la insignificancia del ser humano frente al universo material e inmaterial; le está preguntando cómo afronta esa situación "en estos días" (o sea, el aquí y ahora de una época determinada), y le dice que inexorablemente se le pasará la vida ("quemás tu vida") tratando de encontrarle respuestas a sus interrogantes, respuestas que obviamente, jamás tendrá, porque es sólo un "humano, roto y mal parado" ("roto" por sus dudas y problemas, y "mal parado" frente a semejante cuestión: su relación con el Universo, con el Cosmos).
Y hace aparecer eso como el rollo que esa persona tiene en ese momento en su psique, tal vez influenciada por la droga: las “filas tibias” (líneas de merca, de cocaína), y lo asimila con un “tango” (rollo, mambo, conflicto) que el tipo o la tipa tiene en el coco (“Le Tangó” dice el Indio en francés, y a continuación suenan algunas notas de La cumparsita en la música del tema).
Y termina con una rotunda, explícita definición: "Mentiras!", señalando inequívocamente que el uso de drogas no pasa de ser "algo a probar", tanto como para ver "qué onda da", "una experiencia no ordinaria de vida" digamos, apelando a la cita de esa frase a la que tan afecto es Solari; pero que en definitiva, no deja de ser un efímero sucedáneo de la felicidad, algo que en modo alguno podrá darle al chabón o a la mina la respuesta a sus dudas, algo que es exactamente eso: "Mentiras!".

Enlace a la canción en You Tube: http://www.youtube.com/watch?v=QumGOoh5igE

-Juan Carlos Serqueiros-

martes, 29 de noviembre de 2011

TE VOY A ATORNILLAR


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

TE VOY A ATORNILLAR
(Beilinson-Solari)

Te aprieto mucho,
te empleo mucho.
te sirvo mucho, te piso mucho.
-¿Cómo puede ser que
te alboroten mis placeres?
Te espumo mucho,
te asfixio mucho,
te impacto mucho,
te siento mucho.
Yo te quisiera asaltar,
te voy a atornillar,
te voy a herir un poquito más.
Te aprieto mucho,
te empleo mucho,
te asfixio mucho.
-¿Cómo puede ser que
te alboroten mis placeres?
Te sirvo mucho, te piso mucho,
te aprie... te aprieto mucho.
Te aprieto mucho, te empleo mucho,
te asfixio mucho.
-¿Cómo puede ser que
te alboroten mis placeres?
Te espumo mucho, te asfixio mucho,
te aprie... te aprieto mucho.

En un reportaje, a propósito de este tema, el Indio dijo: 
Habla de esa necesidad o pulsión de hacerle cosas al objeto querido. Está todo mezclado porque hay un amor que es tan hermoso como dañino, y todo es exultante. Pero no es un reclamo ni es agresivo, sino que hay una comprensión del amor que involucra todo esto con comodidad, con naturalidad. El amor, la pasión y la muerte son así, involucran todo esto junto y debemos aceptar que es así para poder disfrutarlo.

El título alude a una relación amorosa en la que, tanto en lo carnal como en lo espiritual, uno de los integrantes de la pareja (no especifica si se trata del chabón o de la mina, y para el caso tampoco tiene mayor importancia; a los efectos de la interpretación, o mejor dicho de una mayor "comodidad" en la interpretación, tomemos como válido que es el tipo quien tiene la compulsión de "hacerle cosas" a la mina, pero sin perder de vista que también podría ser al revés) busca adquirir cierta supremacía sobre el otro, lleva ese amor a un extremo tal, que termina por "atornillar" (es decir, ligar fuertemente consigo mismo) al otro integrante de la pareja. Y en ese contexto, entonces, un amor tan intenso, tan fuerte; también puede llegar a convertirse en algo dañino para el integrante de la pareja que es "sojuzgado" (por decirlo de alguna manera) por el otro.
Es tan intenso el amor que experimenta por esa mina, que incurre en el exceso de "apretarla" con exigencias de todo tipo ("te aprieto mucho"), tanto en lo que se refiere a requerimientos de orden sexual -aspecto en el cual hay implícito en la letra hasta un atisbo de sadismo; pero en una proporción "socialmente aceptable" digamos; no llega a ser un sadismo en grado de perversión sexual o que ponga en notorio riesgo físico a la mina-, como espiritual ("te empleo mucho" le dice, como reconociendo que la "usa" en cierto modo, y recurre a ella cuando siente una necesidad de apoyo espiritual o ayuda en algún otro aspecto o contexto). 
Todo amor intenso implica cierta dosis de sentido de posesión hacia el ser que amamos: queremos tanto a la otra persona, que deseamos que nos "pertenezca" en exclusividad, y a veces, la invadimos de tal modo, que el amor que queremos darle termina por tornarse pernicioso y la persona a quien amamos se siente entonces asfixiada ("te asfixio mucho") y hasta pisoteada ("te piso mucho"). 
Y pareciera que la mina en algún momento termina por sentirse tan absorbida por el chabón, que se lo reprocha, y entonces el tipito reacciona extrañado ("¿cómo puede ser que te alboroten mis placeres?", le pregunta, entre exasperado y sorprendido de que ella no entienda que él la ama tan intensamente, que ese mismo amor tan profundo que experimenta hacia ella, es el que lo lleva a la compulsión de "hacerle cosas", de absorberla a tal extremo). 
Sin embargo, ambos terminan por comprender y aceptar su amor recíproco en la manera en la cual se lo manifiestan el uno al otro: la mina transige con que el chabón experimente cierta pulsión a "hacerle cosas", porque al fin de cuentas; ella también experimenta cierto placer, traducido en eso que él deja deslizar, casi como casualmente: "te sirvo mucho"; aún a pesar de que en ocasiones, se sienta asfixiada por ese amor "en exceso", digamos.
Y bueh, después de todo, sarna con gusto...


Enlace a la canción en You Tube: http://www.youtube.com/watch?v=KdqGpxIakgE

-Juan Carlos Serqueiros-

¡NERÓN, NERÓN, QUÉ GRANDE SOS!

































Escribe: Juan Carlos Serqueiros


La semblanza de Nerón que ha llegado hasta nuestros días es la de un tirano psicópata, degenerado, asesino, adúltero, piromaníaco, sanguinario, incestuoso, matricida y dipsómano (una pinturita el hombre, ¿no?), que se entretenía tocando la lira mientras se solazaba al resplandor de las llamas que devoraban Roma en un incendio provocado por él mismo en un frenesí demencial.
Sin embargo, el verdadero Nerón tenía poco que ver con el icono odioso que se nos ha pintado; ya que en realidad fue un gobernante que fomentó las ciencias y las artes, y gozaba de gran popularidad y adhesión, fundamentalmente, entre la plebe romana, a la cual invariablemente tendió a beneficiar.
¿Por qué, entonces, la visión absolutamente negativa que se nos han transmitido de su figura histórica durante dos milenios? ¡Ah!, muy sencillo: porque a) así como el relato de nuestra historia argentina tuvo -y tiene, por desgracia- sus grandes mitómanos; la historia de la antigua Roma también tuvo los suyos, que con su visión sesgada han hecho una interpretación tendenciosa de los hechos, llegando incluso a fraguarlos y deformarlos de modo que sirviesen a sus antojadizas perspectivas; y b) la tradición judeocristiana, para la cual Nerón fue un monstruo abominable.
Por supuesto, no voy a intentar aquí hacer una biografía de Nerón ni dedicarle ditirambos; simplemente voy a tratar -en apretada síntesis- de consignar algunos hechos, y a partir de ellos, que cada quien saque, si le viene en gana, las conclusiones que se le ocurran:
Nero Claudius Drusus Augustus Germanicus, llamado Nerón (nacido Lucio Domicio Ahenobarbo), perteneciente a la dinastía de los Julios por nacimiento y a la de los Claudios por adopción, vino al mundo en las cercanías de Roma en el año 37. Era hijo de Agripina, hermana de sangre de Calígula (otro con mala prensa, pero bien merecida que la tiene) y de Cneo Domicio Ahenobarbo (un político romano que parece haber sido, además de cornudo; intrigante y traidor).
Quedó huérfano de padre a los 3 años, y su madre, Agripina (luego de asesinar a su segundo marido envenenándolo), se casó con el emperador Claudio (que a la sazón era tío suyo), a quien obligó a adoptar a Nerón como hijo propio, a nombrarlo su heredero y a casarlo con su hija Claudia Octavia (parece que la tal Agripina no daba puntada sin hilo, che).




En el año 54, Agripina le picó el boleto a Claudio envenenándolo, de resultas de lo cual Nerón se convirtió en el nuevo emperador de Roma a los 17 años; pero el gobierno efectivo lo ejercerían (o pretenderían hacerlo) su madre (con la cual Nerón mantenía relaciones incestuosas) y su tutor y maestro Lucio Anneo Séneca.



Como vemos, además de otorgarle a su hijito amado (amado en todos los sentidos posibles, quiero decir) sus favores sexuales; Agripina fue la artífice de que Nerón se erigiera en emperador (abnegadísima la señora, mire vea).


A todo esto, parece que el amigo Nerón estaba como medio hastiado de la rutina esa de andar saltando de la cama de su esposa Claudia Octavia a la de su mamá Agripina, de modo que decidió cambiar la tranquila e higiénica vida marital con la frígida de Octavia y las ya seguramente fláccidas tetas y el celulítico culo de su madre; por un combo más divertido y atrayente: se procuró de amantes a una esclava liberta, Ates (o indistintamente, Actea, como prefieran); a la esposa de un amigo suyo, Popea Sabina, y ya que estaba, y como pa’ ponerle un cachito de chimichurri al asado; a un “varoncito” compinche suyo llamado Esporo, a quien hizo castrar y con el cual se casó, según nos cuenta Suetonio.


Se podrán decir muchas cosas de Nerón, pero lo que seguramente nadie pudo ni podrá; es tildarlo de aburrido, ¿no? La de festicholas que debe haber armado el quía (y eso que no cuento las esclavas y esclavos a los que hacía participar). En fin…


Mientras tanto, doña Agripina andaba hecha una yarará, producto de la insatisfacción sexual que le acarreaba el abandono que del maternal lecho había efectivizado su amado bebé Neroncito, y buscó consuelo en el bueno de Séneca -quien a duras penas venía zafando de las corruptelas varias de que se lo acusaba (parece que con fundamentos de sobra) en el Senado- y en su hijastro Británico (hijo del emperador Claudio, aquél a quien ella había envenenado).


No obstante haber provisto su cama con carne nueva (y no tan nueva ¿no, Séneca?), Agripina seguía tratando de influir en el gobierno de Nerón, quien a esas alturas ya estaba un cachitín podrido de su tierna viejecita (que tenía 40 años, pero que valían por 80), por lo cual decidió cortar por lo sano y mandarla a que se reuniera con los dioses, recurriendo al expeditivo trámite de asesinarla (lo cual viene a demostrar por qué Nerón es odiado por los tangueros, que como sabemos, viven ensalzando el recuerdo de sus dulces madres); no sin antes haber despachado al otro mundo también a su hermanastro Británico, como pa’ que aprenda a no meterse con su vieja, vio...



Y para completar la función, en el año 62 mandaría asesinar a su primera esposa, Claudia Octavia, como pa’ que no lo jodiera más (los divorcios, en esos tiempos, eran tan caros y enquilombizados).
Independientemente de todo este complejo (y entretenido, che, no me digan que no la están pasando bomba) juego de intereses en pugna, sexo, intrigas, poder, incestos, traiciones y asesinatos (otra que Dallas), el reinado de Nerón marchaba más que viento en popa para la gente humilde, y terriblemente mal para la copetuda aristocracia romana, en función de una política fiscal netamente favorable a la plebe y a la cual el patriciado consideraba “confiscatoria”. Además, Nerón era afecto a las artes (era buen actor y mejor músico) y a los juegos públicos (pa' mí, que a Neroncinho le gustaba el fulbo bien jugado y clavado que era hincha de Huracán), todo lo cual, sumado a su generosidad (hasta dispendiosa si se quiere), lo hacía un gobernante muy popular, amado por la plebe y los esclavos, pero odiado y vilipendiado por la nobleza y las clases altas. 
Pero (puta madre, siempre hay un pero cuando un pobre se divierte), en el año 64 d.C. se declaró un terrible incendio en Roma, que destruyó vastísimos sectores de la ciudad (baste decir que de los catorce barrios que la componían, cuatro de ellos desaparecieron bajo las llamas, otros siete quedaron devastados, y tan sólo tres resultaron indemnes); entonces el Senado, la aristocracia y parte del ejército, fogonearon (y nunca mejor aplicado el término) la idea de que el incendio había sido provocado intencionalmente por Nerón. 
En vano fue que éste (que no estaba en Roma la noche en que se declaró el incendio) destinara gran parte de su fortuna personal a aliviar a los damnificados y a reconstruir la ciudad, ordenara que se le diera albergue en el mismísimo palacio imperial a todos los que habían quedado sin techo, anunciara un ambicioso plan de obras públicas a financiarse con gravámenes impositivos con los que se cargaría a las “provincias” del Imperio (esto es, los territorios conquistados, o sea, una nada: casi todo el mundo conocido por entonces), y mandara ejecutar como culpables del incendio no se sabe a quiénes (la historiografía, basándose en Anales, de Tácito, lo ha acusado durante siglos de haber sindicado como incendiarios a los militantes de una secta por entonces minoritaria, aborrecida por el pueblo romano: los cristianos; a los cuales supuestamente, entre otras lindezas, habría hecho clavar en cruces y cubrir de brea durante el día, para encenderlos por la noche cual teas humanas; pero cada vez con más insistencia se está afirmando que todo eso es una gran falacia).






Todo el esfuerzo y el empeño de Nerón fue inútil. Se ignoró, adrede, el hecho de que el material principal utilizado para la construcción en Roma, fuese la madera (con lo cual la ciudad era virtualmente una caja de fósforos), que el alcoholismo fuera la costumbre generalizada y que en razón de ello, cualquier antorcha dejada descuidadamente por algún borrachín (99,99% de los romanos), diera inicio a un desastre; todas esas consideraciones fueron echadas a un lado, y la formidable cohesión de los opositores a Nerón, llevaría a que el Senado lo declarase en el año 68 “enemigo público de Roma” y lo despojase de su investidura de emperador.
Nerón huyó a una de sus propiedades, pero sabiéndose acorralado; se suicidó, ya sea por mano propia, según algunos, o por haber ordenado a un esclavo que lo apuñalase, según otros. 
Tenía 30 años, y a su caída, Roma se vería sumida en un período de anarquía que duró un cuatrienio. El pobrerío romano lo lloró; la nobleza, en cambio, festejó su muerte.

-Juan Carlos Serqueiros-

COMO SIEMPRE

COMO SIEMPRE 
(Poema de Juan Carlos Serqueiros)

Como siempre
En unos días, Mamá
Estaré otra vez a tu lado
Como siempre
Como cuando sólo sabía
Y quería ser tuyo
Only for you

Como siempre…
Como siempre, besaré tu frente
Como siempre, acariciaré tus cabellos
Como siempre, me abrazaré a vos
Como siempre, buscaré vanamente en tus ojos
Respuesta a lo que nunca, nunca
Me atreví a inquirir

Como siempre…
Como siempre, quedará en mí
Retenido
El vómito obsceno de una pregunta
Inpreguntable
Informulable

Era tan gélido, Mamá!...
Tan absurdamente sangriento
Y cargado de dolor y muerte
Aquel junio trágico y ferozmente represivo
Que aún se me antoja tan cercano…

Ha de ser por lo amniótico
De esta melancolía que arrastro
Que va conmigo como pasajera
Y que no quiere irse
Tal vez, porque tiene boleto en primera clase
Adquirido con tu sangre…

Me entregaste tanto, Mamá!...
Y yo sólo quería algo tan poquito
Que tal vez, de poquito que te pareció
Nunca me lo diste

Yo quería el alivio de tus manos
Suplidas antaño con la mentira
De un pedacito de tela
O de una punta de mi sábana; hoy

Y busqué, y busqué, y busqué…
Y ya viejo, Mamá
Cansada, gastadamente viejo
Sigo buscando…

Pero como siempre
Correré a tu lado, Mamá
Y como siempre
Morderé celosa, rabiosamente
Y con respeto infinito
Aquella pregunta que guardo sólo para mí

¿Por qué?
Si era tan poquito…
¿Fue necesario negármelo?

Como siempre, Mamá
Acudiré amorosamente a tu lado
A rendirte homenaje…
Y como siempre
Sin la ofensa de mi pregunta informulable
Como siempre

-Juan Carlos Serqueiros-


lunes, 28 de noviembre de 2011

UN POCO DE AMOR FRANCÉS



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

UN POCO DE AMOR FRANCÉS
(Beilinson-Solari) 

Una tipa rapaz 
(como te gusta a vos) 
esa tipa vino a consolarte 
un poco de amor francés 
no muerde su lengua, no 
(no es sincera, pero te gusta oírla...) 
es una linda ración 
con un defecto (con uno o dos) 
Y es un cóctel que no se mezcla solo. 
Quiere, si quiere más 
(ya no la engatusás) 
es una copa de lo mejor 
cuando se ríe. 
El lujo es vulgaridad 
dijo y me conquistó 
(de esa miel no comen las hormigas).
  
No hay misterio alguno y mucho menos “mérito” (suponiendo que pudiese existir algún mérito -que no lo hay, desde ya; todo lo contrario- en "destripar" la lírica solariana como lo estoy haciendo) en “develar” la significación de una letra que el propio Indio hizo pública en un reportaje (en una de esas rarísimas y contadas con los dedos de una mano, ocasiones en que accedió a explicar su poesía). En esa oportunidad (una nota a la revista Rolling Stone), dijo textualmente: 

Es una canción simple, un rockito, sin una estructura compleja... Para mí, es como la bienvenida a una piba que no es edulcorada. Porque las canciones de amor suelen idealizar la cosa de una manera casi de Corín Tellado; y en realidad, las pibas con las que uno se cruza en esta vida -especialmente si no se vive en un country, en un mundo de ficción- son más rapaces, quieren si quieren más, si no; no las engatusás con nada. Son pibas que tienen su mambo, que son tan pulenta como vos.
A mí me gustan más las pibas en serio, no las que están pendientes de algún formato exitoso de la sociedad. Si fuera joven por ahí me gustaría más Soledad, que Claudia Schiffer. 
En un momento la canción dice que la piba "vino a consolarte". Eso ya te demuestra que es más poderosa que vos, que estás de bajón, y aparece la maravilla de esa piba con un defecto o dos; pero que vino a consolarte y está ahí, es de verdad. Y la prefiero así. Es una especie de reivindicación a las chicas de barrio. (sic)

Me voy a tomar el atrevimiento, eso sí, de aclarar algo (porque hay poco trigo y mucha paja, entonces, por lo que putas pueda, alguno de lo segundo malinterprete): cuando el Indio dice “me gustaría más Soledad que Claudia Schiffer”, la Soledad a la que se refiere no es Soledad Pastorutti, esa que revolea el poncho en festivales folclóricos; sino Soledad Rosa, una militante anarquista argentina que se suicidó en Italia (la misma que el Indio también menciona en otra letra suya: la de Eso es to-to todo amigos).
Y aún sin haber mediado la explicación que dio Solari; de todas maneras la letra es tan explícita que no supone un ejercicio intelectual concienzudo ponerse a desmenuzarla. El contexto general gira en torno a una piba de esas que menciona Solari, que tiene la particularidad de homenajear al destinatario de su amor con una fellatio súper especial ("amor francés”). 
El chaboncito al que la mina le demuestra su amor en forma de placer con ese homenaje del pete, viene de un desengaño y ella lo rescata del pozo (“vino a consolarte") y le levanta el ego, ensalzándolo con elogios, que él no se los cree, pero que de todas maneras lo ayudan y mucho; porque a todos nos gusta que la mujer amada nos diga que somos lo más, ¿no? (“no es sincera, pero te gusta oírla”). Eso sí, el tipo tiene que tener bien clarito que él no puede arrogarse el mérito de un levante (“ya no la engatusás”), ya que ella está con él porque eligió estarlo (“quiere, si quiere más”); no porque él sea un winner (cosa que por otra parte, creo que todos los hombres debiéramos saber, dicho sea de paso: que la mujer que nos quiere, está con nosotros por lo que somos esencialmente; no por los “triunfos” que hayamos podido obtener -o los "fracasos", llegado el punto- en esta jungla de orden sistémico en que vivimos).
El tipito es, en lo económico, limitadísimo, y la piba es consciente de ello y no le interesa para nada; ella lo quiere por más que él no tenga un mango partido al medio. Eso no le importa en absoluto, ya que ella no es permeable a la oferta económica de ningún boludito con plata (“el lujo es vulgaridad”). Desde poco después del lanzamiento de La mosca y la sopa, en los corrillos y mentideros redondos algunos sostuvieron que el Indio construyó esa frase en la cual asocia el lujo a la vulgaridad, a partir de una cita de Adolfo Bioy Casares en su "Clave para un amor"; mientras otros afirmaban que lo hizo basándose en una de Jorge Luis Borges en su "Utopía de un hombre que está cansado". Es probable, pues no sería la primera vez que Solari, hombre de vastas lecturas, encuentra inspiración en obras literarias. Pero en concreto, sea como haya sido; la frase es suya, y con una significación muy clara: la chica no lo cambiaría al tipito por ningún millonario del mundo, y él, a su vez; no la cambiaría a ella por ninguna Claudia Schiffer. 
Y concluye con una rotunda sentencia (que estoy seguro de haber leído en algún libro de Stephen King, quizá "Danza macabra", tendría que verificarlo, pero tengo fiaca): "De esa miel, no comen las hormigas", es decir, el lujo de gozar del amor de semejante mina no es para cualquiera; es un privilegio del chaboncito solamente, por más que sea un seco. 
En fin… eso es to-to todo amigos!

https://www.youtube.com/watch?v=tMVSw2xS3sA

-Juan Carlos Serqueiros-