viernes, 7 de febrero de 2025

SHERIFF (REEDICIÓN)


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Sheriff
(Beilinson-Solari)

Sheriff! Sheriff!
Que limpio el templo está!
Sheriff! Sheriff!
si Alí Babá se vá
Sheriff! Sheriff!
todo en su sitio así!
Son tres tiros a un peso
y la guita es miel...
Sos como un fuego en un cañaveral
(un kamikaze que ameniza la función...)
Tarde en la noche... Plaza Constitución
hay sangre rancia de Tramontina tajeador.
Sheriff! Sheriff!
Tapales la nariz!
Sheriff! Sheriff!
con bollitos de tissue
Sheriff! Sheriff!
ladrá! ladrá! y mordé!
No permitas que pise mierda en mi jardín.
No tienen norte, no tienen salvación
hacé el trabajo y redimilos, por favor.
Que se mejoren allá en la eternidad...
(partiles el buñuelo y quitá mi pena así)
Sheriff! Sheriff!
Mi sheriff gigoló!
Sheriff! Sheriff!
meté bala, por favor!
Sheriff! Sheriff!
con tu gracia criminal
empezá ya la puta cosa y sé feroz...
Es un rebaño de rehenes tu porción
con un infierno en cada esquina y sin control.
Te quiero frío, despiadado y fatal
pasamontañas con buen hocico rastreador...
Afilando tu guadaña me esperás
con tu chivo taquero y rezongás.
Algún día será esta vida hermosa
y me someto por eso a tu voluntad.
Sheriff! Sheriff!

En primer lugar, habría que definir qué es un "sheriff": un funcionario político-policial (y en oportunidades, también judicial) de los países anglosajones. En la Inglaterra antigua, que es donde se origina la figura del sheriff, era un tipo que cumplía las funciones de delegado del rey en los condados: recaudaba los impuestos (por lo general expoliatorios en desmedro de los vasallos) para la corona, aplicaba la ley (según su criterio), impartía "justicia" primaria (también según su capricho) y ejercía el poder de policía (por lo general siempre en contra de los más débiles). En suma, en la mayoría de los casos se trataba de alguien deleznable, omnipotente, matón, alcahuete, asesino y servil. 
La figura más acabada de sheriff que nos trae la literatura es la del de Nottingham, el enemigo mortal de Robin Hood. Y entre otras cosas, por eso usa el Indio la expresión sheriff; porque pinta un contexto socio-político en una determinada etapa del país: había terminado el menemato (recordar que un chiste muy popular en ese entonces decía que Menem era "Hood Robin" o sea Robin Hood al revés, porque les robaba a los pobres para darles a los ricos) y empezado el circo de Pepeto de la Ruta y Chacho Hábil, apodos con los cuales Solari designa a De la Rúa y Chacho Álvarez.
Solari aplica lo de sheriff en el mismo sentido que lo hace el imaginario colectivo en Argentina: alguien excesivamente estricto en el cometido de sus funciones reglamentarias o policiales, que va bastante más allá de sus atribuciones y que se distingue (malamente) por pasarse de rosca, por abusar.
Pero curiosamente, el personaje central de la canción a quien pretende referirse el Indio, no es el sheriff; sino alguien que reclama "mano dura", que pide que la policía "meta bala", que reclama más represión. Solari en Momo sampler presenta distintos personajes de la "murga" (es decir, la sociedad argentina), y en este caso específico, el personaje es una señora gorda de la devaluada clase media de 2000, que mientras mira la telenovela de la tarde o revuelve la olla, pide "mano dura"; sin detenerse a pensar que la próxima víctima de esa mano dura puede ser su propio hijo, que chorea motos sin que ella lo sepa.
Bueno, esa señora gorda (y de cerebro chico, con escaso bagaje neuronal) es la que, influenciada por politicastros como el ladri de Anillaco o el otro quincho impresentable de Ruckauf o quizá el represor torturador y asesino de Patti; exige "mano dura". Es por eso que la letra de la canción está en primera persona, porque quien pide que exista el sheriff que "meta bala", es justamente el personaje que el Indio simboliza en esa señora de clase media.
“Sheriff! Sheriff! / Que limpio el templo está! / Sheriff! Sheriff! / si Alí Babá se va”: La señora gorda le dice al sheriff que el "templo" (o sea el país), estaría limpio si no hubiera ladrones (personificados en el personaje del cuento oriental Alí Babá y los 40 ladrones). Lo de asimilar al país con un templo -como la hace aparecer "pensando" a la señora gorda- es una metáfora muy finita: se siente un poco "dueña" del país porque ella es una persona que puede consumir, pasear, comprarse las tentaciones que ofrece el orden sistémico, en cambio; para el chorro (para el cual ella pide mano dura), su propia vida no vale ni medio centavo; entonces mucho menos va a valer para el marginal la vida de la persona a quien robe, asalte o secuestre. Total, el tipo vive, como dice Solari, "en el puto suelo de la miseria". Jamás puede pensar el marginal como hace la señora gorda, que este país sea un "templo" que debe estar "limpio" de personas como él.
“Sheriff! Sheriff! / todo en su sitio así! / Son tres tiros a un peso / y la guita es miel...”: Le pide al sheriff que "ponga orden" ("todo en su sitio así!"), y le da carta blanca para matar ("son tres tiros a un peso"), total, para ella los chorros son como moscas que se dirigen a la "miel que es la guita" 
“Sos como un fuego en un cañaveral / (un kamikaze que ameniza la función...)”: La señora gorda quiere ver al sheriff siendo como un "fuego en un cañaveral", es decir, un fuego que se expande rápidamente. Ella sueña con un país donde haya muchos como el sheriff que sean "kamikazes que le amenicen la función"; es decir, gente que haga el "trabajo sucio" por ella.
“Tarde en la noche... Plaza Constitución / hay sangre rancia de Tramontina tajeador.”: Le pone al sheriff ejemplos de lo que pasa en lo cotidiano en ciertos lugares de Buenos Aires (en la mentalidad paupérrima de la señora gorda, lo delictivo está asociado sólo a determinados escenarios), como por ejemplo Plaza Constitución, donde ocurren hasta muertes originadas en asaltos a cuchillo ("sangre rancia de Tramontina tajeador")
“Sheriff! Sheriff! / Tapales la nariz! / Sheriff! Sheriff! /con bollitos de tissue”: Muchos ricoteros (ricoteros; no redondos) creen que la señora le pide al sheriff que "les tape la nariz con bollitos de papel tissue" para que los marginales no esnifen cocaína; pero en realidad, la frase es un poco más terrible que eso: lisa y llanamente le está pidiendo al "sheriff" que los mate (a los cadáveres se les tapan los orificios nasales para que no drenen por allí la sangre o algún otro fluido corporal).
“Sheriff! Sheriff! / ladrá! ladrá! y mordé! / No permitas que pise mierda en mi jardín.”: Acá le pide al sheriff que no sea como un perro guardián, que al principio ladra, alertando sobre la proximidad de algún peligro; sino que le exige ir más allá: que "muerda" (o sea que mate), que no deje ni siquiera aproximarse a su casa a un marginal ("no permitas que pise mierda en mi jardín")
“No tienen norte, no tienen salvación / hacé el trabajo y redimilos, por favor. / Que se mejoren allá en la eternidad... / (partiles el buñuelo y quitá mi pena así)”: En la mentalidad de la señora gorda, un marginal no tiene salvación posible. Para ella, la vida del delincuente no vale nada porque es una vida que "no tiene norte", o sea que no tiene objeto que el chorro viva. Por lo tanto, lo mejor para ella es que el sheriff los amasije a todos, que los mande "a la eternidad", que "les parta el buñuelo" y le quite a ella la "pena" que siente al ver así a "su amado país", a su "templo" lleno de delincuentes. 
“Sheriff! Sheriff! / Mi sheriff gigoló! / Sheriff! Sheriff! / meté bala, por favor! / Sheriff! Sheriff! / con tu gracia criminal /empezá ya la puta cosa y sé feroz”: La señora gorda está "enamorada" de lo que representa para ella el sheriff; por eso es para ella un gigoló, alguien que le va a "hacer el servicio" (un gigoló le da un "servicio" a mujeres adineradas que pagan por sexo, en cambio; en este caso el "servicio" para la señora gorda pasa por otro lado: ella quiere que su gigoló "empiece ya la puta cosa", quiere que sea "feroz", es decir que reprima con mano dura y meta bala). 
“Es un rebaño de rehenes tu porción / con un infierno en cada esquina y sin control. / Te quiero frío, despiadado y fatal / pasamontañas con buen hocico rastreador...”: Terrible estrofa, si ello fuera posible; aún más terrible que las anteriores. Para la señora en todas las esquinas hay marginales "sin control", por eso le dice al sheriff que no hay límites para su territorio de acción ("tu porción"), que sea "despiadado y fatal"; y (lo más horroroso) que si es necesario, reprima oculto, fuera de la ley y a quien se le ocurra ("pasamontañas con buen hocico rastreador").
“Afilando tu guadaña me esperás / con tu chivo taquero y rezongás.”: Se relame la señora gorda "viendo" al sheriff  "afilar su guadaña", es decir, cómo siembra la muerte a su paso, e hipócritamente, lo imagina "rezongando con tu chivo taquero" (la yuta habitualmente se queja de que "su alta misión de cuidar a la ciudadanía no es valorada adecuadamente"), y de paso, con lo de “chivo taquero” alude a los patrulleros marca Chevrolet (“chivo”) que usa la policía.
“Algún día será esta vida hermosa / y me someto por eso a tu voluntad.”: Tremendo lo de la señora gorda: está dispuesta a resignar sus derechos ciudadanos, a vivir en una tiranía; con tal de que el sheriff le "limpie" la sociedad en que vive, para que ella pueda llevar "algún día" una "vida hermosa", es decir, una vida sin delincuentes.
“Sheriff! Sheriff!”: Termina evocando y ensalzando esa figura de quien es su "héroe", su gigoló: el "sheriff". 


-Juan Carlos Serqueiros-


martes, 4 de febrero de 2025

COMO SOÑAR





















COMO SOÑAR
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

Quizá esta noche se me llenen los ojos
Con los mares rojos del sueño sin sueño,
Tocando en el aire palabras flotantes,
Susurrando cuentos de hadas parlantes.

Cansancio divino que espera hace tiempo
Abrir por la noche el alma al desvelo,
Dejando en la almohada pegados los labios
Con besos que guardo en mis lados sabios.

Los ojos se cierran, los párpados pesan
Y un murmullo canta que debo partir.
¿Cuál es el ensueño? ¿Cuál es la vigilia?
Si después de todo…siempre estoy allí.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista y artista plástica. 
Para contactar con ella por consulta psicológica o terapia psicoanalítica, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160. 



lunes, 3 de febrero de 2025

COMBATE DE SAN LORENZO ¿SABÍAS QUE...




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

... luego del combate de San Lorenzo actuaron, atendiendo a los heridos de nuestro bando, tres médicos?
Uno de ellos, llegado al escenario de los sucesos el día siguiente a la acción, era el doctor Manuel Rodríguez y Sarmiento, español, protomédico de Santa Fe. Era tan gordo que no podía montar a caballo, y por eso hubieron de llevarlo al convento de San Carlos en un carro. Una de sus hijas, María Josefa del Pilar Rodríguez del Fresno, se casaría en 1819 con el gobernador de Santa Fe, Estanislao López. Y asimismo, fue el doctor Rodríguez quien en 1821 embalsamó la cabeza de “Pancho” Ramírez que López mandó exhibir dentro de una jaula, colgada de un gancho en el cabildo santafecino.
Otro médico, también español, fue el doctor José Ribes, que estaba confinado en San Nicolás, en la estancia de Benegas, “por extranjero”, es decir, se le achacaban simpatías por los realistas.
Y el tercero era el doctor Cosme Argerich, arribado al convento de San Carlos entre el 10 y el 11 de febrero, que fue quien amputó la pierna al capitán Justo Bermúdez (quien fallecería el 14 de ese mes).

-Juan Carlos Serqueiros-

Imagen de portada: Angel della Valle, “Combate de San Lorenzo”, 1903

domingo, 2 de febrero de 2025

PARACELSO























Escribe: Juan Carlos Serqueiros


El arte de la Medicina echa sus raíces en el corazón. Si tu corazón es falso, también tu medicina lo será; si tu corazón es recto, también lo será el médico que haya en ti. (Paracelso)

Paracelso, nombre este que él mismo adoptó (se dice que fue su padre quien lo movió a hacerlo) y que significa “par de Celso” o “adjunto a Celso”, nació el 19 de noviembre (hay también quienes afirman que el 10 de noviembre unos y el 17 de diciembre otros) de 1493 (algunos biógrafos dicen 1494) como Teophrastus Phillippus Aureolus Bombast von Hohenheim, en Zurich, Suiza (y pensar que todavía hay estúpidos que creen que los suizos les deben a los relojes y/o a los bancos el país que tienen).
Su padre, un médico bávaro, lo interesó desde pequeño en la medicina, y un todavía adolescente Teofrasto, en efecto, estudió la misma en Viena, Basilea y Ferrara; doctorándose.
Pero su espíritu inconformista, inquieto, indómito, mal avenido con una disciplina que despreció invariablemente, y ansioso de saber, de gnosis, o sea, de conocer de verdad; sumado a los viajes que había hecho junto a su padre (viajar y viajar, lo cual repetiría incansablemente por el resto de su vida), y a la decisiva influencia del abate Tritemio, que lo inició en el hermetismo; lo resolvieron a desdeñar tanto cómodos y bien remunerados cargos oficiales, como la atención continua y sostenida de su propio consultorio médico, y hasta la enseñanza (la oficial en las universidades, porque la otra, la que daba a los discípulos que lo seguían; jamás la abandonó).
Semejante índole, debía necesariamente acarrearle conflictos, y así ocurrió: Paracelso se enfrentó al poder de los magistrados, a la iglesia católica, al protestantismo (“que Lutero se ocupe de sus asuntos y yo me ocuparé de los míos y le sobrepujaré en lo que me corresponda, además los Arcana me elevan... no ha sido el cielo el que me ha hecho médico; Dios me ha hecho”), consigna en su Escritos de Nüremberg de 1527), y sobre todo; a la superstición, encarnada esta última en la ciencia oficial (¿y dónde, si no?, que desde los albores de la humanidad no hay superstición ni ignorancia más arraigada, que la fundada en la errónea convicción del “saber” establecido por decreto inapelable de la ciencia oficial, íntimamente aliada a la religión.
Fue crítico implacable de la medicina galénica y avicénica. Veamos lo que les espetaba Paracelso: 
Os digo que el pelo de mi nuca sabe más que vosotros y todos vuestros escribientes, y los cordones de mis zapatos son más eruditos que vuestros Galeno y Avicena, y mi barba ha visto más que todas vuestras universidades.
Y es que para este hombre extraordinario, la medicina, la verdadera ciencia de la Medicina, se explicaba tal como lo dejaba estipulado en sus Escritos, que comprenden su obra y pensamiento desde 1537 hasta 1541; de esta manera contundente: 
Esto prometo: ejercer mi medicina y no apartarme de ella mientras Dios me consienta ejercerla, y refutar todas las falsas medicinas y doctrinas. Después, amar a los enfermos, a cada uno de ellos más que si de mi propio cuerpo se tratara. No cerrar los ojos, y orientarme por ellos, ni dar medicamentos sin comprenderlo ni aceptar dinero sin ganarlo. No confiarme en ningún boticario ni entregar ningún niño a la violencia. No llorar, sino saber...
Esto es directamente lapidario ¿no? Un sabio del siglo XVI, como Paracelso, enrostrándoles sus miserias a los pseudo médicos de su época y adelantándose nada menos que casi cinco siglos a lo que hoy sabemos acerca del nefasto proceder de los laboratorios medicinales que a diario nos envenenan con sus productos.
Y por si no bastara como muestra; hay más: 
Lo cierto es que en el mismo lugar de la tierra donde existe un veneno mortal, existe también un exacto contraveneno y que del mismo modo que se engendran las enfermedades se produce la salud. Lo lamentable es que haya tan pocos médicos que se interesen por estas cuestiones y las estudien como se merecen. Y que la mayoría se anulen en la simple profesión de contempladores de orinas. Sus sórdidas y culinarias ganancias bastan a esos tales para colmarlos de satisfacción y para persuadirlos de vivir en sus casas, contentos de no hacer nada, ya que sólo ejercen la Medicina para acumular el dinero que con tanta liberalidad les procura el examen de las orinas. ¿Para qué han de complicarse la vida con trabajos más penosos? (Paracelso, Opus Paramirum).
Y en su Liber Paragranum afirma:
La Medicina descansa sobre cuatro columnas: la Filosofía, la Astronomía, la Alquimia y la Ética. La primera columna debe comprender filosóficamente la tierra y el agua; la segunda debe aportar el pleno conocimiento de lo que es de naturaleza ígnea y aérea; la tercera debería explicar sin falta las propiedades de los cuatro elementos (es decir, de todo el Cosmos) e iniciar en el arte de su elaboración, y finalmente la cuarta debería mostrar al médico aquellas virtudes que han de acompañarle hasta su muerte y deben apoyar y completar las otras tres columnas.
Quien mejor interpretó a Paracelso fue el ilustre Carl Gustav Jung (otro suizo… ¿van a seguir creyendo que a Suiza la hicieron los relojeros y los banqueros?), que en su libro Paracélsica consigna: 
La alquimia contenía ya desde los más antiguos tiempos una doctrina secreta, o directamente lo era. Las concepciones paganas no desaparecieron de ningún modo por la victoria del cristianismo bajo Constantino; continuaron vivas en la curiosa terminología arcana y en la filosofía de la alquimia. Su principal figura es Hermes, es decir, Mercurio, en su notable doble significado de mercurio y alma del mundo, acompañado por el sol (el oro) y la luna (la plata). La operación alquímica consiste esencialmente en una separación de la ‘prima materia’, del llamado Caos, en lo activo, es decir, el alma, y lo pasivo, el llamado cuerpo; los cuales volverán a reunirse personificados en una figura, en la llamada ‘coniunctio’, la ‘boda química’; la ‘coniunctio’ es alegorizada como Hieros Gamos, como boda ritual del sol y la luna. De esta unión surge el llamado ‘filius sapientae’ o ‘philosophorum’, ‘Mercurius’ transformado, que como signo de su acabada perfección era pensado como hermafrodita. El ‘opus alchymicum’, a pesar de su aspecto químico, siempre fue pensado como una especie de acción ritual, entendida en el sentido de un ‘opus divinum’; por eso pudo ser presentada por Melchior Cibinensis, al comienzo del siglo XVI, como una misa, ya que mucho antes el ‘filius’ o ‘lapis philosophorum’, había sido concebido como ‘allegoria Christi’. Y es en virtud de esta tradición como se entienden muchas cosas de Paracelso que de otro modo serían incomprensibles.
Como vemos, quedarse en el Paracelso alquimista, ese que buscó la transmutación de los metales innobles en oro e intentó la creación del homúnculo (William Somerset Maugham: ¡teléfono!), o en el Paracelso que dio su nombre al zinc; es reducir hasta ningunear la enorme relevancia de un hombre que fue filósofo, médico, alquimista, astrólogo y en suma; un genio con todas las letras. 
Sí, eso, un genio, pero fundamentalmente; un buen hombre, un alma noble dedicada a sus semejantes.
Paracelso era muy aficionado a la... llamémosla... diversión. Digamos que le gustaban la bebida y las mujeres. Según dicen, tal vez por eso se nos murió en Salzburgo un 24 de setiembre de 1541, con tan sólo 48 años aún no cumplidos. Por mi parte, prefiero creer que se murió de desilusión nomás, al ver tanta gente idiota y mala desparramada sobre este nuestro pobre y triste mundo.  Y me parece que algo le debemos, ¿no?
Ah!, casi me olvido: al morir, dejó su dinero a los pobres.
Paracelso: un genio, pero fundamentalmente; un alma buena. Lo cual automáticamente lo convierte en sabio.

-Juan Carlos Serqueiros-
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REFERENCIAS
Imagen de portada: Quentin Massys (1466-1530), Retrato presunto de Paracelso, óleo sobre tela.
Jacobi, Jolande. Paracelso. Textos esenciales. Ediciones Siruela, Madrid, 2007.
Jung, Carl G. Paracélsica. Editorial Nilo-Mex, México, 1987.
Paracelso. Obras completas. Editorial Schapire, Buenos Aires, 1945.

viernes, 31 de enero de 2025

CUENTO DE ENCUENTROS


















Escribe: Gabriela Borraccetti *

El arte y la ciencia se encontraron en el supermercado. Él venía con el pelo recogido y las manos llenas de carbonilla, porque hasta último momento había estado plasmando los sueños en su tela. Ella, en cambio; con el apuro que siempre lleva para no perder el hilo de algún pensamiento, tuvo un segundo para recordar que en la heladera se estaba creando un paisaje cubierto de hielo y nieve.
Se cruzaron, se reconocieron, se saludaron con sendas sonrisas, comentaron el precio del arroz, de la lata de atún, e intercambiaron la valiosa información de la apertura de un supermercado más económico en la otra esquina.
Como todos saben, en nuestras cabezas el arte y la ciencia ocupan habitaciones separadas, pues en el ala izquierda vive la lógica, y en la derecha habita la creatividad. 


Fue así que durante mucho tiempo caminaron por veredas separadas haciendo que en algunos barrios, aún sigan mirándose con cierta desconfianza, y que la ciencia suela calificar al arte de descuidado y soñador; mientras a su vez, éste la mire como diciéndole: “¡vieja loca!”.
Por suerte, en las calles de mi barrio, donde todo el mundo conoce a todo el mundo, se huelen los perfumes de los sueños jugando con los pensamientos... Y se puede ver a lo finito perdiéndose en lo infinito.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. N. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

miércoles, 29 de enero de 2025

LAS CIUDADES DEL NOMBRE DE JESÚS Y DEL REY DON FELIPE


















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Sus tan leales y constantes vasallos que por servir a V.M. se han quedado en regiones tan remotas y espantables. (Pedro Sarmiento de Gamboa, Memorial a Su Majestad Felipe II, 21 de noviembre de 1591)

En su obsesiva búsqueda de la mítica ciudad de Trapalanda, los españoles se habían percatado de que los piratas ingleses podrían eventualmente pasar por el estrecho de Magallanes desde el Atlántico al Pacífico, y robar y asolar en las costas de Chile y Perú. Ingenuamente, supusieron que bastaba con esparcir la noticia de que el paso se hallaba cerrado por "una mole de piedra o isleta arrastrada por las tempestades", para hacer desistir a quienes tuvieran esa intención. Vana ilusión. Y craso error descansar en ella.
En 1577 el traficante de esclavos y pirata inglés Francis Drake (Francisco Draques para los españoles) partió del puerto de Plymouth al mando de una armada integrada por cinco barcos, y luego de atravesar, a mediados de 1578, el estrecho; entró en el Pacífico atacando y robando los buques cargados de oro y plata surtos en Valparaíso, Coquimbo y Arica. Y al filo de la medianoche del 13 de febrero de 1579, arribó al puerto del Callao, que estaba absolutamente desguarnecido, donde se hizo con la presa más codiciada: el galeón Nuestra Señora de la Concepción, con sus bodegas repletas de metales preciosos, y donde, después de saquearlos; hundió algunos barcos españoles de pequeño calado y cortó a otros las amarras dejándolos al garete a fin de que no pudieran emplearse en su persecución; tras lo cual huyó a toda vela. En dicha incursión, Drake robó tesoros por valor de 250.000 libras y pudo escapar sano y salvo con su cuantioso botín, tras haber circunnavegado el globo convirtiéndose en el segundo en hacerlo, más de medio siglo después de la epopeya de Juan Sebastián Elcano.


Lógicamente, tal circunstancia generó en el virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo, la imperiosa necesidad de poner sobre el tapete la cuestión relativa al estrecho de Magallanes. En consecuencia, resolvió enviar a la zona una armada integrada por dos barcos, el Nuestra Señora de Esperanza y el San Francisco, al mando de la cual iría como capitán general Pedro Sarmiento de Gamboa, con el mandato de explorarla a fondo y determinar los sitios más aptos para erigir fortificaciones en ella. De ciento doce hombres entre marinos y soldados (todos y cada uno de ellos cuidadosamente seleccionados por el propio Sarmiento de Gamboa) se componía la expedición.
Las instrucciones que fueron impartidas por Álvarez de Toledo abarcaban, desde el mandato de realizar un reconocimiento profundo y una descripción detallada de las regiones del estrecho, hasta el de la clasificación taxonómica, pasando por el de entablar relaciones con "los de la tierra" (los indios) que hallare”; sin perder de vista el objetivo principal: la determinación de los puntos del estrecho que habrían de fortificarse de modo de impedir el paso de navíos piratas ingleses a través del mismo. Luego de concluida la empresa, uno de los dos barcos volvería al Perú; mientras que el otro se dirigiría a España a dar cuenta de todo al rey y preparar la segunda expedición, esta vez, colonizadora, que fundaría en esos puntos que se hubiesen elegido, los reales y ciudades. Y obviamente, se le ordenaba confeccionar la crónica de todo.
Fue en virtud de lo antedicho que Sarmiento de Gamboa escribió su monumental Viage al Estrecho de Magallanes por el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa en los años de 1579 y 1580 y noticia de la expedición que después hizo para poblarle, obra que fue editada en Madrid recién en 1768.
No debe extrañarnos que hayan transcurrido casi dos siglos hasta ser editado y publicado por primera vez; pues obviamente, al constituir una cuestión de estado y por lo tanto, secreta; el relato de Sarmiento de Gamboa era estrictamente confidencial y estaba dirigido sólo a la corona española, es decir, el rey y sus funcionarios de máxima confianza. El diplomático e historiador chileno José Miguel Barros descubrió en Filadelfia, Estados Unidos, el manuscrito original redactado de puño y letra por Sarmiento de Gamboa, rubricado por él, con las firmas, además; de todos los tripulantes del Nuestra Señora de Esperanza y autenticado por el escribano real Juan de Esquivel.
Si le interesa, mi querido amigo lector, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes puede usted acceder a la edición digital de dicha obra a través de este ENLACE.


Del texto se desprende un Sarmiento de Gamboa que se vio obligado a poner en caja a su segundo, Juan de Villalobos (quien iba al mando de la nave almiranta y que tenía tendencia a adelantarse siempre), ordenándole, so pena de la vida, que la almiranta no se apartase de la capitana ni de día ni de noche; a sofocar un motín ejecutando a su promotor y cabecilla, el alférez Juan Gutiérrez de Guevara, a quien mandó dar garrote por traidor; y a poner en fuga un barco francés, pese a la superioridad de éste en hombres y cañones. Su ego estaba por las nubes: mandaba, como general en jefe, una armada del virrey del Perú, se hallaba resuelto a cumplir su misión a pesar de cualquier contingencia y no estaba dispuesto a tolerar debilidades. Se arrogaba el descubrimiento (descubrimiento formal, quiere significar, pues dispone de escribano) del estrecho, al cual puso el nombre de Madre de Dios (y agregaba: "antes llamado de Magallanes").
El 15 de agosto de 1580, a diez meses de haber zarpado del Callao, cruzado el estrecho en sentido oeste-este y después de afrontar innumerables vicisitudes y privaciones; un macilento pero exultante Sarmiento de Gamboa llegaba a España con sus hombres e inmediatamente solicitaba audiencia al rey, quien a fines de setiembre lo recibió en Badajoz, donde expuso ante el monarca su proyecto, el cual consistía en fundar y poblar en el estrecho dos ciudades con fortificaciones artilladas.
Luego de escucharlo, Felipe II se mostró interesado en el asunto y encargó su planificación al Consejo de Indias. El duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo; y el general de la Armada de la Carrera de Indias, Cristóbal de Eraso, estimaron que era más efectiva la creación de una gran flota que vigilase las costas de Chile y Perú, y las protegiese de los piratas; antes que una dificultosa y más que problemática erección de fortalezas en el estrecho; pero prevaleció la opinión favorable al proyecto.
Una vez aprobado el plan, el propio rey intervino activamente en él. A propuesta del Consejo de Indias (y contra la opinión de Eraso), designó general de la armada que se formaría, a Diego Flores de Valdés, un bueno para nada que gozaba del favor de importantes personajes de la corte.
La empresa colonizadora y militar, que fue de las más costosas, formidables y ambiciosas que encarara la corona española (veintitrés navíos que transportaban casi tres mil personas entre hombres, mujeres y niños), resultó en un verdadero desastre.


La cosa empezó mal, seguiría peor y terminaría en calamidad. Baste con decir que la flota zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 25 de setiembre de 1581 y, ni bien salió del puerto, un terrible temporal se abatió sobre las naves, naufragando cinco de ellas y pereciendo ahogados ochocientos hombres. Volvió a partir desde Cádiz el 9 de diciembre, y después de arrostrar grandes peligros, mil desgracias, tempestades, epidemias, motines, padecimientos indecibles, hambre, desnudez y las manifiesta ineptitud y declarada enemistad de Flores de Valdés (quien desertó y regresó a la península, donde en 1588, en el marco de la guerra hispano-inglesa de 1585 a 1604, se le imputó cobardía y fue encarcelado); Sarmiento de Gamboa llegó por fin al estrecho el 1 de febrero de 1584, fundando solemnemente el 11 de ese mes, cerca del cabo Vírgenes, la ciudad Nombre de Jesús. Y seguidamente, el 25 de marzo, cerca de Punta Arenas, la ciudad Rey Don Felipe, dando así cumplimiento al mandato de la corona. Ninguna de las dos podría perdurar.


El 26 de mayo, estando a bordo de su nave anclada junto a Nombre de Jesús, un temporal cortó las amarras y lo arrastró hasta el Atlántico. Ante la imposibilidad de volver a cruzar el estrecho, se dirigió al Brasil, y luego de enviar muchas cartas a España en procura de socorros para las colonias sin obtener respuesta (a todo esto, Felipe II había ordenado el envío de ayuda, pero la maraña de la exasperante burocracia española no llegó a efectivizarla, aunque claro; eso no podía saberlo Sarmiento); decidió ir él mismo a la península a reclamarla. Ya nunca podría volver a las ciudades que había fundado, pues en 1586 fue tomado prisionero por los ingleses, y después por los hugonotes franceses.
¿Qué pasó con la gente de las ciudades que fundó me pregunta, estimado lector? Desembarcaron y quedaron en el estrecho trescientas treinta y siete personas. Todas ellas, menos una; murieron allí. Algunos, los menos, perecieron en combates con los indios o ajusticiados por orden de Sarmiento de Gamboa (como por ejemplo, cuatro soldados que fueron degollados por la nuca por amotinarse y planear asesinarlo -aunque él, en su relato, dice que hizo ejecutar sólo al cabecilla, Juan Rodríguez; perdonando a los otros-) o los oficiales que quedaron después de su involuntaria partida del estrecho; y el resto, falleció de enfermedades, de frío y sobre todo, de hambre; excepto un soldado: Tomé Hernández, natural de Badajoz, quien fue rescatado el 7 de enero de 1587 por el pirata inglés Thomas Cavendish. A esa fecha, sólo quedaban con vida quince hombres y tres mujeres quienes, escuálidos y desfallecientes, vagaban por la costa buscando marisco. Hernández logró evadirse de los ingleses el 30 de marzo en la bahía Quintero, y recién treinta y tres años después, el 21 de marzo de 1620, por disposición del virrey del Perú, Francisco de Borja, príncipe de Esquilache, se le tomó declaración para que narrara lo sucedido a la gente de Nombre de Jesús y Rey Don Felipe; gracias a lo cual hoy podemos conocerlo nosotros.
En 2003, 2005 y 2006 un equipo de científicos argentinos encabezado por la doctora María Ximena Senatore, historiadora y antropóloga, realizó estudios y excavaciones que permitieron determinar el lugar exacto donde se situaba Nombre de Jesús, descubriéndose su iglesia y cementerio con cinco enterratorios que contenían los esqueletos de cuatro individuos adultos jóvenes (tres masculinos y uno femenino, con evidencias de patologías relacionadas con estrés nutricional) y el de un niño-adolescente; y hasta la moneda de plata, las dos planchas de hierro y la botija que el propio Sarmiento de Gamboa refirió en su relato haber puesto en un hoyo: "... puso en el hoyo la primera piedra en el nombre de Jesucristo nro. Sr. en nombre de V. mag. puniendo vna gran moneda de plata con las armas y nombre de V. mag. con año y dia testimonio i ynstrumento scripto en pergamino en vn breado entre carbón por ser yncorrutible en vna botija con el testimonio de la possesion...".






A los aspectos y detalles arqueológicos y antropológicos puede accederse a través de este ENLACE.
¿Era quimérica y alocada la empresa y hubiese sido mejor seguir la opinión sustentada por Fernando Álvarez de Toledo y Cristóbal Eraso? Y... digamos que con el diario del lunes a la vista, cualquiera puede opinar sobre el partido jugado el día anterior. Por lo pronto, no lo consideró así Felipe II, quien lejos de disgustarse con Sarmiento de Gamboa; ordenó, en diciembre de 1589, el pago del rescate exigido por los hugonotes que lo tenían prisionero: "seis mill ducados y cuatro caballos escogidos" (sic), y una vez vuelto aquél a España, lo premió por su tesón, su lealtad a la corona y su devoción a su real persona, designándolo en el cargo de Censor Literario primero, y luego; el 30 de noviembre de 1591, en el de Almirante de la armada que custodiaba los barcos que llevaban a España el oro y la plata de las Indias, nada menos.

-Juan Carlos Serqueiros-


lunes, 27 de enero de 2025

LA GENTE DESCARTABLE























Escribe: Gabriela Borraccetti (*)

La palabra responsabilidad significa capacidad de dar respuestas ante la vida, pero se la suele asociar con lo que pesa, duele, limita y constriñe, porque al parecer es ella la vía regia por la cual sorteamos los obstáculos y alcanzamos algún tipo de meta.
Con ello, la vida nos alecciona para que comprendamos que los logros no están ligados a la suerte sino al trabajo, y que la dificultad que padecemos desde que comenzamos a dar los primeros pasos hacia el objetivo planteado hasta culminar en el logro, suele estar en relación directa con los merecimientos obtenidos una vez plantada la bandera en la cumbre.
Habiendo demostrado que las ganas de llegar son más fuertes que cualquier tipo de tropiezo, traba o piedra; la experiencia suele provenir de un mérito personal basado en la determinación de vencer los obstáculos para transformarlos en posibilidades y la adquisición de la misma, nos enseña que nada es un camino llano y liso hacia el éxito, sino que es requisito estar dispuesto a dedicarle un buen tiempo de aprendizaje para merecer el título de "experto".
No obstante; a juzgar por lo visto y vivido en estos tiempos que corren, la palabra experiencia ha quedado cubierta por el moho de lo que se desdeña y se devalúa, y aunque a muchos haya perjudicado en su momento (y hasta la actualidad), hemos asistido a su entierro mientras era suplantada por lo que aprendimos a denominar como facilismo, arribismo, y todos esos adjetivos que hablan de una total falta de dedicación.
Allá por los 90 (y en nombre de la modernidad y el crecimiento), se eliminó de la población laboral activa a todo mayor de treinta y algo, que a partir de ese momento, pasaría a ser para el mundo del trabajo simplemente un "viejo". La situación empeoraba si además; dicho "viejo" osaba tener un título profesional, dado que su "ambición" no lo calificaba para ser pisoteado como una cucaracha por un muchacho joven e inexperto con el título de gerente, CEO, o cualquiera de esos términos rimbombantes que, incluso en los restaurantes, suplieron a la simple y nada elaborada ensalada de lechuga, por algo de nombre más llamativo. Un jovencito comenzaba a ser gerente de algún departamento, y paralelamente a ello se subía de categoría a la común y cotidiana ensalada designándola "fino colchón de hojas verdes".
En tan sólo unos años, y junto con los requisitos que antaño se pedían como credencial de capacidad (entre ellos, la edad suficiente), desapareció el currículum, siendo lo más valorado a partir de entonces, aquello que se convino en llamar "flexibilidad", palabra que aplicada a la práctica, remitía a la posibilidad de rotar de trabajo tanto como fuera posible, y que obviamente describía una situación que sólo podía sostener alguien lo suficientemente joven, exento de grandes obligaciones, libre de “cargas” familiares, y cuyo mayor “perjuicio” radicara a lo sumo en no salir o en tener que abstenerse de tomar unos tragos un fin de semana.
Para colmo, la situación no se limitó a eso; sino que “gracias” a la exclusión masiva de trabajo experto, se generalizó la creencia de que lo necesario para llegar a algún lugar de importancia radica en producir escándalo, en el sálvese quien pueda, en el qué me importa el otro, en el consumo, en la ley del menor esfuerzo, en los títulos express, en lo fast, lo easy, lo light y lo quick, es decir, todo lo que lleva a adquirir por vía rápida aquello para lo que antes había que invertir tiempo y esfuerzo.
Mientras los funcionarios nos roban con factura y los vagos lo hacen a punta de pistola, nos repetimos a cada paso que "las cosas son así", perdiendo de vista que donde no hay responsables, no hay justicia; y donde no hay justicia, sólo existe el sálvese quien pueda. Y si cada uno tira para su lado, ¿qué será de la amistad, de la palabra, de la solidaridad y de todos los valores que tienen que ver con el tejido social? En fin… 
En el fondo estamos enfermos de algo cuyo remedio tiene que ver con lo que hoy simplemente llamamos "viejo" y que junto con nuestros mayores, arrumbamos en un asilo porque todo, incluso la gente; se ha vuelto descartable.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. N. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.como Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


jueves, 23 de enero de 2025

ODIAMOS LO QUE MÁS NOS REFLEJA






































Escribe: Gabriela Borraccetti *

—¡No me gusta este espejo!
—¿A quién ves?
—No soy yo.
—¿Quién es?
—No sé. Pero esa integridad que tiene, no me acompaña cuando me corro de este vidrio. Esa imagen intacta, esa tranquilidad y ese encanto con el que me mira así...
—¿Cómo te mira? ¿Cómo te sentís?
—Fragmentada. Automáticamente cuando quiero pensarme toda, siempre hay algo que se subraya: una parte de mi cuerpo: mi brazo, o una pierna, o un pie, o el cuello... ¡pero nunca puedo unirlo todo, sentirlo todo de una vez! Ella lo es todo, ¡se siente más que yo!
—¿Qué quisieras hacerle?
—¡Romperla en pedazos! Así no me sentiría más tan en falta, tan insegura, tan incompleta, tan poquita cosa, tan fracción; cuando ella es entera.
—Si la rompieras en pedazos, quedaría igual que vos...
—Si la rompiera en pedazos, no tendría que vivir compitiendo.
—¿Con quién competís?
—¡Uy! ¿Con cualquiera a quien yo vea como mi espejo...?
Con cualquiera a quien yo vea como mi espejo!!!
Solemos odiar aquello que más nos refleja...

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. N. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

lunes, 20 de enero de 2025

ESTRIDULANDO



















ESTRIDULANDO
(Poema de Juan Carlos Serqueiros)

Entre la hierba estridulan
Pequeños músicos silvestres:
Dan principio a su concierto,
Visten de gala al verano
Enamorando a las hembras
Con un mensaje encriptado.
¡Qué torpes y presuntuosos
Son los señores de la RAE!
Reprochando en su necedad
A esos magos el rechinar;
Siendo que al mismo Vivaldi
Ellos supieron inspirar.
Es alta noche y mi alma es grillo:
Froto las alas de mis sueños
Y hacia los labios de mi amada
Echo a volar un millón de besos.

-Juan Carlos Serqueiros-