Habitualmente me despierto 6:30 hs, sin necesidad de alarma en el celular (como dijo el General: "al pedo pero temprano"). Hoy lo hice una hora antes, con lo cual a las 6:10 ya me había levantado, bañado, vestido y me disponía a tomar unos mates con pizza fría que sobró de anoche.
A veces (y por suerte, sólo a veces) se me da por pensar que estamos yendo derechito al abismo. Ya sé que en esta vida todos vamos pa'l pozo y que más temprano o más tarde, uno terminará en él. Pero qué querés que te diga... a mí me gustaría estar entre los que lleguen últimos, viste.
Hace poco leí una novela en la cual el protagonista principal de la trama tiene un amigo economista que le dice algo así como esto: "Mira, ya no quedan optimistas; sólo quedan quienes creen que el colapso mundial es inevitable, pero divididos en dos corrientes: la de los que afirman que será inmediato y se resignan a ello, y la de quienes sostienen que demorará todavía un poco en producirse". Ante lo cual el otro le pregunta: "Y tú, ¿en cuál de las dos estás?". La respuesta que obtiene el que interrogó es: "¡Claro que en la segunda! Aunque sea con clips, banditas elásticas y goma de pegar, tratemos de mantener el armazón, total... ¿qué perdemos?".
Me sumerjo en la virtualidad. Como historiador, estoy (además de en la mía propia, claro) en algunas páginas dedicadas a la historia, y resulta que hace un rato, leí un... "comentario", digamos, siendo buenos, de un sujeto que muy suelto de cuerpo postea: "No se come con la historia... hablemos de futuro" (sic). Es decir, el tipejo pide nada menos que no tratar de historia... ¡en una página dedicada EXCLUSIVAMENTE a la historia! Salí corriendo a pedir turno con el oculista, porque tuve miedo de no estar leyendo lo que creía leer. Es como si en una página dedicada a la astronomía, yo posteara "no se come con la astronomía; dejemos de joder con los planetas y hablemos del fin del universo". Algo así...
Trascartón, mi faceta masoquista me impele a meterme en las redes y fijar mi atención en las fechorías y los delirios del psicótico narcisista que "gobierna", en la banda de meretrices, cipayos, ladrones y psicópatas que lo secunda, y sobre todo; en las almas enfermas de quienes votaron todo eso.
Ojalá el cambio antropológico por el que nos toca atravesar, fuera tan sólo una distopía espantable al mejor estilo de las profetizadas por Orwell o Huxley, pero no; tengo para mí que es una terrible realidad.
Realidad que, de paso; me conduce a pensar si tendría razón Horacio Guarany al cantar "Morir... / ¡Morir... no se muere nunca! / Vivir... / ¡Es esa la ley del hombre!", y si de verdad quiero seguir estando entre quienes albergan el deseo de figurar en la lista de los que lleguen últimos al pozo.
Después de todo, quizá uno cualquiera de los de este tiempo sea un buen día para morir.
-Juan Carlos Serqueiros-
Imagen: Jesús Colomina Orgaz (“Colo”), Hoy es un buen día para morir, cómic, contemporáneo.
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