lunes, 8 de diciembre de 2025

ABRAZAR EL LADO LUMINOSO DE LA VIDA





































Escribe: Gabriela Borraccetti (*)

“Los golpes de la vida nos transforman”, “las heridas nos dejan marcas”, solemos decir cuando queremos justificar una actitud y nos resistimos a cambiar por no enfrentar la toma de decisiones.
Pero si sanamos golpes, si curamos heridas y las dejamos en el pasado, si acudimos al perdón; entonces podemos ser otra vez verdaderamente quienes somos, quienes fuimos siempre y quienes olvidamos ser. Volvemos a sonreír y a creer. ¿No vale la pena intentarlo?
Pues bien, eso no es idealismo ni es una ilusión: muchas veces el dolor más grande te mata, pero el renacer te brinda la oportunidad de dejarte nuevo. Al dolor no se le debe temer; es, a su modo, un maestro que te enseña a ver por cuánta estupidez te has ofendido, enfermado, enfurecido, desperdiciando preciosos instantes, días o años en un mundo que sólo sirve para autocastigarte todo ese tiempo que empeñaste en recordarlo, en no soltar lo que ya no te sirve, en renegar por cambiar lo que simplemente deberías aceptar.
¡Déjalo atrás! No esperes a sufrir demasiado para abrazar el lado luminoso de la vida. El tiempo para comenzar es ahora, ya mismo, y toda decisión por tu felicidad y tu libertad no es tan costosa como tu infelicidad.
Nadie nos facilita ser nosotros mismos, pero hay que animarse.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. N. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

LOS ÚNICOS QUE LA SABEN LUNGA





















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Cuando alguien, con amabilidad y condescendencia infinitas, me cubre de elogios por mis (supuestos) conocimientos acerca de la banda Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y/o del Indio Solari, invariablemente respondo que el SABER, lo que se dice SABER, sobre ese tema, está a cargo de tres tipos nomás: Claudio Kleiman, Alfredo Rosso y Tom Lupo.
Y había un cuarto tipo que también sabía (o, dicho más apropiadamente; que al menos se había propuesto transitar por la senda del saber): Eduardo de la Puente; pero... en algún recodo del camino derrapó y volcó (sabrá él por qué motivos; no me corresponde juzgarlo porque no soy quién, y lo que apunto no es un palazo sino un dato de la realidad). Una lástima lo tuyo, Eduardo, una pena; pero bueno, de carne somos...
Tom Lupo (Carlos Luis Galanternik en el documento de identidad, chaqueño de Charata, psicoanalista, poeta, profesor y conductor de programas de radio y televisión) se nos fue de gira a la eternidad hace ya cinco años.
Alfredo Rosso y Claudio Kleiman son ambos grandes tipos, enciclopedias del rock y los únicos que, de verdad, sin grupos y sin alharaca, SABEN.
Ah, y son de esos que además de lo que SABEN; transmiten y difunden sólo aquello que los otros necesitamos conocer; todo lo demás lo guardan en el baúl inviolable de la discreción y la hombría de bien.
¡Felicitaciones y gracias, Alfredo Rosso y Claudio Kleiman!

-Juan Carlos Serqueiros-



domingo, 30 de noviembre de 2025

PERDÓN Y DESPEDIDA


















Escribe: Gabriela Borraccetti *

Algunas veces, se dedica toda una vida a comprender, a ir más allá de lo que da la capacidad de tolerar, aguantar y soportar. Se excede del tamaño de sus tajos, heridas y punzadas, y se recorre un camino escarpado en el que no nos demoraríamos un segundo si de por medio, ese algo que olvidar no nos dejara con culpa, con miedo o con temor.
Las más engorrosas, claro, suelen ser figuras de autoridad, tradicionales o parentales, puesto que son las primeras que nos instauran el miedo como modo de respetar y amar.
Pero si nos diésemos cuenta de que en muchos casos estamos amenazados para tener que dar lo que naturalmente debe fluir; no tendría que haber dificultad en dejar de intentar el amor donde hay una amenaza; porque amor y amenaza son mutuamente excluyentes.
Allí donde hay una serpiente dispuesta a atacar, no hay nombres ni parentescos; sólo hay un veneno que debemos aceptar para transformarlo en perdón y quizá en despedida.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. N. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

jueves, 27 de noviembre de 2025

RECUERDOS ENCALLADOS































RECUERDOS ENCALLADOS
(Poema de Juan Carlos Serqueiros)

Hay recuerdos encallados
En la playa de la memoria.
Luego de estrellarse, 
                                Despedazarse
                                                      Y atomizarse
Contra los arrecifes de la vida,
Al acecho permanecen
Hasta quedar en lo que son:
Remembranzas tercas al aguardo
De volver a ser ilusión.

Y a veces,
Ora en lágrimas de vino,
                                     Ora en risas de bacanal,
En la tristeza de un ocaso
                                       O en la negra oscuridad;
Un soplo de la consciencia
Va desatando una tempestad
Y al fin los hace palabras
Que pugnan por ahuyentar
Angustias viejas archivadas
Siempre obstinadas en torturar.

Dolores añejos
                       Despedidas silentes
                                                       Placeres perdidos
Intento vano es
En el olvido buscar
Lo que no se ha recordado
Hasta el punto de iluminarnos;
Pues para perdonar y perdonarnos
Es preciso recordar.

-Juan Carlos Serqueiros-



domingo, 23 de noviembre de 2025

IGNORABA


IGNORABA
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

Ignoraba por qué le temía a la locura,
Hasta que acepté mis incoherencias.
Ignoraba por qué le temía al rechazo,
Hasta que dejé de buscar la perfección.
Ignoraba por qué le temía al dolor,
Hasta que lo dejé salir de mis huesos.
Ignoraba por qué le temía a la soledad,
Hasta que abrí las puertas de mi alma.
Ignoraba por qué le temía a la envidia,
Hasta que vi en mi espejo la negrura.
Ignoraba por qué había dejado de temer,
Hasta que vi que en mí…
Había nacido el amor.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o whatsapp al +54 9 11 7629-9160.




martes, 18 de noviembre de 2025

EVOCANDO A UN AMIGO


































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

La vida, amigo mío, comienza no se sabe para qué, termina no se sabe por qué. (José Saramago)

Uno de los ocho cedés que allá por 2010 me obsequió mi amigo Juan Carlos Juanchi Granelli, con las pistas sobre las cuales él cantaba. Son pistas de grandes músicos y arregladores como Jorge Dragone, Osvaldo Tarantino, Armando Calderaro, etc.
El Juanchi (de cuyo fallecimiento se cumplieron nueve años) fue un cantante extraordinario, muy bien formado en tanto había estudiado música, piano y guitarra; con notables condiciones artísticas, vocales y gestuales, y un manejo impresionante sobre el escenario; a la par que un tipazo con el corazón de oro. 
En los años 80 yo vivía y trabajaba en el Chaco, y viajaba con muchísima frecuencia a Buenos Aires (dos veces al mes, por lo menos), y allí nos conocimos, mediante un amigo que teníamos en común. En el acto compinchamos, y esa camaradería resultó después en una amistad que retomamos cuando él regresó al país, luego de varios años de residir en Venezuela primero, y en Fresno, California, Estados Unidos, después.
En 2010 (por entonces yo estaba radicado en Tucumán), el Juanchi me anunciaba en un mail que iban a designarlo Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires:
From: Juan Carlos Granelli <juancgranelli@yahoo.com>
To: Juan Carlos Serqueiros <juancarlosserqueiros@arnet.com.ar>
Sent: Thu, August 26, 2010 11:58:14 AM

Subject: RECONOCIMIENTO EN EL SALON DORADO

Comparto con vos, mi querido amigo y tocayo, esta grata instancia que me toca vivir. Desde ya, cuando sepa la fecha exacta de los actos, te voy a invitar a que me acompañes en este tan significativo y especial momento para mí, en el Salón Dorado. El afecto de siempre y un gran abrazo.
Juanchi
Poco después, me mandó otro mail contándome que se aprestaba a viajar a Salta en cumplimiento de una promesa que había hecho a la Virgen (él era muy creyente), y proponiéndome que nos encontráramos en dicha ciudad, lo cual efectivamente hicimos. Fue en esa oportunidad que me regaló los cedés con las pistas. En su infinita amabilidad y con gran deferencia, él me consideraba colega suyo (realmente, me tiene que haber apreciado mucho para eso, porque yo jamás pasé de ser un simple y mediocre —o, si se quiere; menos aún que mediocre— aficionado, pero bueno; de todos modos él se empeñaba generosamente en decir que yo era, además de su amigo; su colega, y que estaba en su mismo registro). Fue en vano que le advirtiese que yo no sabía cantar sobre pistas y que era una pena que las desperdiciara en mí, pues seguramente no las iba a usar nunca por desconocer cómo se empleaban adecuadamente y por no ser yo cantante profesional; pero él se empecinó en regalármelas.
Y fue aquella la última vez que nos vimos personalmente, porque en 2012 me llamó para invitarme al acto en el cual lo distinguirían como Personalidad Destacada de la Cultura de Buenos Aires, tal como dos años antes me había anunciado; pero lamentablemente, por cuestiones ajenas a mis deseos y a mi voluntad, me fue imposible asistir. Y después, un aciago 22 de mayo de 2016, él partió a la gira celestial.
Siempre guardo en el corazón mi amistad con el querido Juanchi, y la mejor manera de traerlo unos instantes a esta dimensión es a la que estoy apelando: escucharlo cantar.


Ni una nota fuera de lugar, el tempo justo, la dicción perfecta y un fraseo que vuela la marota. ¡ENORME, Juanchi!

-Juan Carlos Serqueiros-


viernes, 14 de noviembre de 2025

SOLEDAD NO ES DESAMOR






























Escribe: Gabriela Borraccetti *

La soledad es, tal vez, el ejercicio más natural a nuestro alcance. (Andréi Tarkovski)

La soledad no nace porque uno no tenga a nadie a su alrededor, sino más bien, porque las cosas que a uno le parecen importantes, no puede comunicarlas a los demás o considera válidas ideas que los demás tienen por improbables. (Carl Gustav Jung)

El momento en que podemos sentir amor por nosotros, indica que hemos arribado a la verdadera autonomía. Todo se ve diferente y cambia su signo, pues la soledad, siempre vista como un fantasma negativo; se aleja por siempre para convertirse en un momento de feliz encuentro con uno mismo.
La soledad no es igual al desamor, salvo que decidas que las flores no pueden vivir en tu florero. Esperar la llegada de un otro, puede hacer que tus pimpollos se marchiten.
Soledad es estar solo; desolado es estar solo estando acompañado. Vaya para quienes ven en la soledad lo peor que puede existir en el mundo.
Comenzamos a ser nosotros mismos cuando dejamos de poner en primer lugar el temor al rechazo. Al cambiar una vida socialmente activa por una vida personal, dejamos de usar a los demás como un comprobante que con su número certifica cuán aceptados somos, para tenerlos en cuenta como lo que son: individualidades tan distantes de mí, a las que sólo me puedo acercar si acepto las diferencias.
De lo contrario, seguiremos sintiéndonos solos en medio de una multitud, eligiendo la cantidad en lugar de la calidad, y temiendo estar aislados cuando ya hace rato que lo estamos… pero de nosotros mismos.
Cuando te encuentres con la soledad, no pierdas tiempo luchando contra ella; sino reconócela, asúmela, vívela, hazla tuya, y dejará de parecer un límite para convertirse en una verdadera maestra.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. P. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.


lunes, 10 de noviembre de 2025

SIN ENGAÑARNOS, SIN MENTIRNOS


















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Aquella era "la costa de la invasión", la misma en la que Julio César había desembarcado cincuenta y cinco años antes del nacimiento de Cristo. ¡Entonces no existía la Navidad! Él también había sido asesinado, y por su propia gente, a quienes conocía y en quienes confiaba desde hacía años.
Once siglos después, Guillermo I de Inglaterra había desembarcado con sus caballeros y arqueros y matado al rey Harold en Hastings, un poco más allá en aquella costa. De algún modo, Mariah estaba ligeramente satisfecha de que César hubiera llegado hasta allí. Roma era entonces el centro del mundo, e Inglaterra se enorgullecía de formar parte de ese imperio. Sin embargo, la invasión de Guillermo el Conquistador todavía dolía, lo cual era una tontería, ¡porque había sucedido hacía casi mil años! Pero aquella fue la última vez que Inglaterra fue conquistada, y esa idea le molestaba.
La armada del rey Felipe II de España probablemente también habría desembarcado allí, si el viento no la hubiera destruido. Igual que Napoleón Bonaparte. En lugar de eso él prefirió irse a Rusia, lo cual resultó ser una mala idea. (Anne Perry, "Una visita navideña a Romney Marshes").

Transcribí ese párrafo del relato corto de la Perry para poner en evidencia algo que es característico en los británicos: viven procurando por todos los medios a su alcance que los restantes pueblos de la humanidad, en especial los más jóvenes, desconozcan su pasado y lo que los llevó a ser países independientes; pero en lo que toca a su propia historia, ah, en eso jamás se mienten a sí mismos.
Por más que a Guillermo el Conquistador lo llamen "Guillermo I de Inglaterra" (que lo fue en realidad, porque así se auto tituló luego de invadirlos, conquistarlos, matar a su monarca e imponerles su propio reinado); los británicos saben muy bien que sucumbieron ante los normandos tal como mucho antes, en el siglo I d.C., lo habían hecho ante el emperador romano Claudio. También saben que se salvaron de ser vencidos y conquistados por Felipe II, a causa de las tempestades que destruyeron las naves de éste, que lo de la "Armada Invencible que derrotamos" es una burda patraña, que la flota nunca llevó tal nombre sino el de "Grande y Felicísima Armada", que no la vencieron ellos con sus barcos ni ninguno de todos los falsos héroes que se inventaron para armar esa mentira y difundirla al mundo todo; sino los elementos de la naturaleza desbocados, y que sólo a esa circunstancia deben el no haber sido uno más de los reinos del imperio español. Mentira esa que, por otra parte, les robaron a los holandeses, que son los que forjaron la leyenda negra española. Así también como son perfectamente conscientes los británicos de que se libraron de ser arrasados por Napoleón sólo porque a éste se le ocurrió emprender la campaña a Rusia. Y por supuesto, saben con certeza absoluta que nos ganaron a los argentinos en Malvinas por la ayuda de la tiranía militar chilena. A punto tal, que cuando al fin nosotros escribamos nuestra propia historia de esa guerra, no nos quedará más arbitrio que buscar los documentos en Inglaterra, tal como ocurrió cuando Saldías escribió la historia de Rosas.
Recordémoslo: los ingleses viven mintiéndoles a los demás, pero jamás se mienten a sí mismos, al punto de que gastaron £ 3,5 millones en descubrir, exhumar, identificar y re enterrar los restos de Ricardo III, por citar un ejemplo (con lo cual, de paso, demostraron acabadamente que no consideran al último de los Plantagenet un “rey maldito”, un tirano deforme y cruel como lo reputaron Tomás Moro y William Shakespeare). Y obviamente, no por nada la BBC de Londres es, sin disputa, el medio más independiente del mundo.
Personalmente, muy lejos estoy de odiar a Inglaterra y los ingleses, pues no puedo odiar en bloque a ninguna nación del mundo; pero lo que sí odio es el imperialismo, sea inglés, norteamericano o el que fuese, tanto como odio a los "argentinos" cipayos que lo sirven y se benefician de él comiendo las migas que les caen del mantel.
Por lo demás y sin que implique contradicción; admiro ciertos aspectos de los británicos, entre ellos, esa virtud de no mentirse a sí mismos. Ya quisiera yo que los argentinos hiciésemos lo propio con nuestra historia: que la aprendamos de verdad y la aceptemos tal cual fue, sin engañarnos, sin mentirnos y sin perpetuar odios pretéritos.

-Juan Carlos Serqueiros-

miércoles, 5 de noviembre de 2025

ARRUGAS





















ARRUGAS
(Poema de Gabriela Borraccetti) *

Las arrugas pueden ser
Por simple vejez,
Copioso aprendizaje,
Dolor hecho carne,
Señal de cansancio,
Símbolo de experiencia,
Montaña de complejos,
Pliegues de resentimiento
O líneas de sabiduría.
Y nadie puede evitarlas;
A lo sumo, disfrazarlas.
Mas lo que en el rostro se disfraza,
En el alma se delata.

-Gabriela Borraccetti-

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.como Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

sábado, 1 de noviembre de 2025

SOY LO QUE SOY


















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Quiero batir mi prontuario… pa' que sepan cómo soy. (Norberto Aroldi)

Detrás de lo que se manifiesta en eso que mi modo de ser exterioriza, exhibe, delata, sin disimulo y sin tapujos; está lo de mi naturaleza, lo que en esencia soy: un tipo básicamente triste, solitario, melancólico, parco, y con un carácter de mierda. Ah, y como si todo eso fuera poco; encima soy tímido.
No me gustan las multitudes, salvo las concentraciones populares peronistas, o las que se congregan en la cancha de Huracán o en las misas del Indio Solari. A lo sumo y como mucho, la pequeña multitud acotada a la concurrencia a una comida familiar o a una mesa de café o a un asadito entre amigos. Y hasta ahí llego; TODAS las demás me repugnan, me espantan y les huyo como a la peste.
Me siento relajado y feliz viendo y escuchando a un artista que me guste en un boliche chiquito, incómodo, casi a oscuras, lleno de humo y vahos de alcohol (donde en ocasiones, hasta puedo atreverme a cantar algunos tangos); antes que en un recital multitudinario, aún cuando yo me encuentre en el más oneroso de los palcos con el culo apoyado en una butaca ultra mullida y repantigado a mis anchas.
Por último, amo el silencio; no soporto el cotorreo incesante de conchudas y/o pelotudos puestos a boquear estupideces y empeñados en ofender al silencio con un rumor exasperante de cacatúas histéricas.
Dado que no constituyo precisamente lo que llamaríamos una celebridad y que la galería de la fama por cierto no se engalana con mi foto, seguramente a muy pocas personas (por no decir directamente ninguna) les debe interesar cómo soy y mucho menos lo que pueda consignar a la hora de auto describirme. Lo cual, por otra parte; está en estricta correspondencia con mi grado de preocupación sobre cómo todas y cada una de las personas que habitan este mundo me perciban o cómo de bien o mal les caiga yo, lo que a fuer de sincero, me importa la nada misma.
En mi caso, el envase deja traslucir el contenido, y si me tomo el laburo de aburrir palabras para contar cómo soy, es por pura condescendencia nomás, solamente para que nadie se llame a engaño. 
Soy lo que soy.

-Juan Carlos Serqueiros-

domingo, 26 de octubre de 2025

LAVADO DE CEREBRO


Escribe: Gabriela Borraccetti *

Buscamos la felicidad en todo lo que nos dicen que es caro, que pueden conseguir unos pocos y que lamentablemente, es inaccesible para la mayoría. Bajo ese "lavado de cerebro" se esconde un mensaje que dice: "No puedes ser feliz, es sólo para unos pocos y tú no tienes nada de especial. Ni lo intentes".
Semejante baño de impotencia, desazón y auto denigración, lleva a resignarse, a probar superar nada o casi nada; total… ¿para qué?, si no soy importante…
Nos vamos conformando con poco y nos ponemos felices de ser, al menos, esclavos de quien nos permite comprar una copia de lo que ellos usan original, quedando enajenados y ciegos de nuestro poder de alcanzar lo que esos "elegidos" no pueden ni podrían ver nunca porque su felicidad está tapada de objetos sin sentido, pero muy caros.
Son personas tan tristes que aspiran a casas enormes donde no encontrarse ni con ellos mismos allí adentro, teniendo por única compañía la cámara de vigilancia o del celular.
Pasear un rato y oler una flor no te lo cobran. Amar tampoco. Acariciar las orejas de tu perro, menos. Saber que nadie va a quererte por lo que tienes, saber que si te peleas con alguien no es por la cotización del dólar, y que si te despiden no es por tu ineptitud sino por una política que han adoptado para hacerte creer que eres descartable. ¡Y no lo eres! Pero no cometas el error de creerlo, porque si no; serás mediocre.
Quienes manejan el mundo son tan pequeños, que creen que son superiores como para excluirse de esos "paquetes de basura" que es como ven a los que no tienen lo que ellos sí, y miden en base a dinero el peso de la gente. ¡Pobres! Son ignorantes y viven con miedo, sin poder disfrutar de las mejores cosas, esas que no están en ninguna vidriera.
Mientras este planeta siga produciendo flores, habrá color, belleza, perfume, oxígeno y un regalo para hacerle a quien amas.

Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica
M. N. 16814

* Gabriela Borraccetti (n. 1965, Vicente López, Buenos Aires), es licenciada en Psicología por la Universidad Argentina John F. Kennedy. De extensa trayectoria profesional, ejerce como psicóloga clínica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la angustia, el estrés, los temas de la sexualidad y los conflictos derivados de situaciones familiares, de pareja y laborales. Es, además; poetisa, cuentista, artista plástica y astróloga. Para contactar con ella por consulta o terapia, enviar e-Mail a licgabrielaborraccetti@gmail.com o Whatsapp al +54 9 11 7629-9160.

martes, 21 de octubre de 2025

CRONOS Y SUS ESBIRROS


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Lo más terrible de ese feroz e implacable tirano llamado Tiempo, no es que nos corta el hilo cuando la Parca viene a tocar el timbre; sino lo que manifiesta en su crueldad infinita al despojarnos de la fortuna de la niñez y dejarnos en los grilos tan sólo unas chirolas de ella en forma de nostalgia.
Así, en su atrocidad nos obliga a pagar de a puchos con esas monedas invariablemente escasas que "de favor" nos permitió conservar, las cuotas de una vida amarreta y usurera.
A mí, a duras penas me dejó guardar el recuerdo de una casa chorizo con aquel patio que fue escenario de mis hazañas futboleras gambeteadas con gran habilidad entre el naranjo, el limonero y el pomelo con mi perra, la Rory, jugando a ser el Toscano Rendo; o de mis aventuras jugando a ser el Capitán Nemo de Julio Verne, mientras mi vieja lavaba la ropa en el piletón del fondo y el Winco comprado de segunda mano desgranaba zambas de Los Fronterizos y tangos de Susy Leiva. Con ese tesoro voy garpando día a día, trabajosa y esforzadamente, la hipoteca de don Cronos.
Es por eso que nunca formulo la pregunta del genial Cátulo Castillo: "¿Quién se robó mi niñez?"; sé perfectamente quién lo hizo: la banda del asesino Tiempo y sus esbirros Reloj y Almanaque.

-Juan Carlos Serqueiros-

sábado, 18 de octubre de 2025

LA LAGUNA













































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Contratado por la Compañía por el término de un año como dibujante técnico, el tipito había llegado al pueblo sobre fines del gélido julio de 1974 iniciado infaustamente con la muerte de Perón.  
En derredor de la fábrica que alzaba al cielo el falo prepotente de su chimenea, las casas: las de estilo inglés construidas en simultáneo con el complejo industrial en las últimas décadas del siglo XIX, destinadas a viviendas para el gerente, el contador, el médico, los ingenieros y técnicos (al tipito le asignaron una), y distribuidas en un espacio de quince por quince cuadras a lo sumo; las de los empleados y obreros de la poderosa Compañía. El ejido urbano se completaba con la Municipalidad, el Banco Nación, ENTel, la comisaría, el correo, el Registro Civil, el hospital, tres escuelas primarias, dos secundarias, una plaza con juegos infantiles y calesita, y una biblioteca pública; amén de las edificaciones que con el correr del tiempo se habían ido construyendo para comercios, servicios y esparcimiento, acotadas a una tienda y mercería, una pilchería, una YPF, dos bares al copeo, tres panaderías, cinco o seis almacenes, un par de carnicerías, un taller mecánico, un cine, una librería, un consultorio de medicina general, un estudio de abogado, una farmacia, una escribanía, un consultorio odontológico, una veterinaria y el único “local nocturno de diversión”: Acuario, un antro simpático y acogedor en el cual se podía beber, comerse un sánguche, escuchar música y bailar. Y ¡eso es to-to-todo, amigos! (Porky dixit).
El tipito se adaptó rápido a la apacible vida pueblerina que discurría entre el trabajo de 9 a 18 hs. y los vínculos sociales previsibles: lunes de póker nocturno con el juez de paz, el jefe de Correos, el comisario y el médico de la Compañía; y viernes culturales de asado y guitarreada en el Club Social —donde también, dicho sea de paso, almorzaba y cenaba a diario—. Habían trascurrido ya siete meses desde su llegada (aún le quedaban cinco de contrato), y corría un febrero de calor agobiante.
Cierta noche, tomando una copa de vino en Acuario, reparó en una morocha de cuerpo exuberante que bailaba sola en medio de una ronda de chicas y muchachos que festejaban su danza batiendo palmas. Al terminar la canción, ella se acercó a la barra; él se presentó y le invitó un trago. —Me gusta el vino —repuso ella, aceptando el convite. Fue así como conoció a Adela. Desde entonces, se habían encontrado casi todos los días en la casa que él habitaba. Esencialmente, ella era un fuego fatuo que se encendía per se, sin vergüenzas ni tabúes. Multiorgásmica, se entregaba sin reserva alguna, para luego pasar naturalmente de la pasión desenfrenada a la dulzura acariciante de la camaradería y la complicidad inter genera.
Ahora, después de una maratón erótica, habían dado buena cuenta de una mayonesa de ave y estaban en el dormitorio, desnudos, con el aire acondicionado a full, bebiendo torrontés helado y escuchando “Modart en la noche” en la radio Noblex 7 Mares de él. Sonaban los Pink Floyd con su palazo a la avaricia: “Money”, cuando de pronto el tipito, apoyada su cabeza en las enormes tetas de Adela, dijo: —Esta casa, para ser perfecta, necesitaría una piscina. Es una pena que no la tenga. —Podríamos ir a la laguna. Si te animás, claro; porque dicen que el que se baña allí no se va nunca del pueblo —contestó ella con cierto retintín irónico. Riendo, él se puso un short y una remera, y sacó del placar un par de toallones. —Dale. Vamos. Nos damos un chapuzón y después te dejo en tu casa. —Sí. Llevemos la botella de vino, que todavía está por la mitad. Ah, y apagá el aire acondicionado —dijo Adela mientras guardaba en su cartera el corpiño y la bombacha, se ponía el liviano vestido directamente sobre la piel y se aprontaba a salir. —No, ¿para qué? Mejor lo dejo prendido hasta que vuelva y me acueste a dormir. Total, la electricidad la garpa la Compañía, o mejor dicho; no la garpa nadie. Si hasta la usina es de ellos.
Afuera, el calor y la humedad eran insoportables. Una vez en el garaje, subieron al viejo Fiat 1100 modelo 1959 de él, y por la calle de atrás se dirigieron a la laguna. Tuvieron suerte: no había nadie. Se desnudaron y metieron en el agua. Bebieron el vino que quedaba en la botella y empezaron a acariciarse y besarse. Ella frotaba su concha velluda contra la pija ya erecta de él, que le pellizcaba suavemente los pezones endurecidos y se disponía a tomarla por detrás. —Cogeme por el orto mientras me pajeo el clítoris. Sí, así… fuerte… ¡llename el culo de leche! —pidió Adela con voz enronquecida de deseo. Cuando hubieron acabado, jugaron un rato más en el agua, luego salieron, se secaron el uno al otro, ella se embutió el vestido, él se calzó el short y subieron al coche. Llegados a su casa, ella lo besó brevemente y bajó, no sin antes decirle: —Te bañaste en la laguna; no te vas a ir nunca del pueblo.
Riendo de la ocurrencia, él enfiló el auto hacia la suya. Metió el Millecento en el garaje, se dirigió al baño, se cepilló los dientes, y bajo la ducha se lavó prolijamente la cabeza, el cuerpo y los genitales (en especial, el pene, dada la incursión anal efectuada un rato antes). Fue al dormitorio y se tendió en la cama con una placentera sensación de bienestar. De pronto, recordó las palabras de Adela y quiso descartarlas con una sonrisa burlona que permaneció en su rostro justo en el instante de entregarse al sueño.
El tipito no sabía cuán equivocado estaba.

-Juan Carlos Serqueiros-