domingo, 7 de abril de 2013

EL MUSEO HISTÓRICO NACIONAL Y LA POLITIQUERÍA ELECTORALISTA




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Recientemente, en el seno del gobierno central se ha resuelto desplazar a José Antonio Pérez Gollán de la dirección del Museo Histórico Nacional (dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación); reemplazándolo por Araceli Bellotta.
La medida ha generado una polémica que (lástima) se ha visto circunscripta al ámbito de lo histo-arqueo-antropológico, sin ganar la calle, sin extenderse a la ciudadanía, poniendo de manifiesto una vez más que a los argentinos nos impulsan a persistir en recorrer la senda de lo urgente; negándonos obstinadamente la posibilidad de que optemos por transitar la de lo importante.
Y no se trata de un cambio menor ni tampoco se trata de plantear un Pérez Gollán vs. Bellotta (en el cual, dicho sea de paso, en lo atinente a formación, es innegable que el primero, en tanto arqueólogo y doctor en Historia, se situaría -siendo mesurados- más o menos una treintena de escalones por encima de la segunda).
Pero no es ese el punto, y después de todo, tampoco hay que soslayar que fue durante la gestión de Pérez Gollán que en 2007 robaron de una de las vitrinas del Museo el reloj del general Belgrano. Y si bien es cierto que no fue "culpa" de Pérez Gollán; no es menos cierto que el hecho se enmarcaba en el ámbito de las responsabilidades inherentes al cargo que desempeñaba. Asimismo, las quejas de Pérez Gollán en relación a las carencias presupuestarias que según él debió sufrir, resultan hoy, toda vez que ya está desplazado, improcedentes e impregnadas de un tenaz e indisimulable tufillo a inquina y resentimiento personales, el que si bien resulta lógico y entendible; no por ello basta para disimular lo extemporáneo del reclamo. Dicho sea en criollo: tarde piaste, pajarito, ¿por qué no diste un portazo y anunciaste antes lo que pasaba; no ahora?
Por su parte, la Bellotta, periodista y escritora, vicepresidente del instituto pseudo revisionista Dorrego, en el cual era ladera del inefable Pacho O'Donnell, llega al Museo Histórico Nacional con el definido propósito de integrarlo como "herramienta" al proceso de creación de una nueva "historia oficial", procurando hacerla coincidir, amañando el relato, con postulados presuntamente gratos al gobierno.
De lo que se trata en definitiva y más allá de nombres, es de criterios antagónicos. Por un lado, el tendiente a un museo que exponga el proceso que desemboca en lo que en verdad somos los argentinos, esto es, la resultante de un curso histórico que muy lejos de ser lineal; sigue un complejo entramado. Y por otro, un remake de la vieja estrategia de falsear el pasado de modo de ajustarlo en un alineamiento caprichoso a lo que se propugna para el presente, que es, ni más ni menos lo mismo que habían hecho con la anterior "historia oficial" los mitro-lopiztas y sus viudas nucleadas en la academia apuntalada desde el diario La Nación.
Aquella primaria versión de la "historia oficial" ya estaba irremisiblemente condenada al descenso como corolario de las sucesivas goleadas que al arco defendido por Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López, Ricardo Levene y José Luis Romero entre otras etcéteras; le propinó el revisionismo con la magia de cracks tales como Adolfo Saldías, Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio, Vicente Sierra y José María Rosa, entre otros. No obstante, se intenta (una vez más y van...) reiterar la "batalla"; sólo que esta vez, berretizada y de vuelo cortito como el de los caranchos, porque claro; ahora los "jugadores" tienen la "calidad" de "rutilantes estrellas" tales como Luis Alberto Romero, Hilda Sábato y Beatriz Sarlo en un equipo; y de Pacho O'Donnell, Hugo Chumbita y Hernán Brienza en el de enfrente. Y precisamente, de este último "semillero" salió la "suplente" Araceli Bellotta, que hicieron ingresar por el "titular" Pérez Gollán, que entre paréntesis, se negó a "ir al banco" (y para mí, lo bien que hizo).
Lo lamentable es que en este "partido", los que perdemos somos todos los argentinos; porque la tan anhelada síntesis histórica, una vez más (y van...) deberá esperar mejores tiempos; hasta que venga algún crioyo en esta tierra a mandar.


-Juan Carlos Serqueiros-